La emotividad. Hacia una perspectiva de intervención terapéutica en Geriatría

ANGEL MORENO TOLEDO

 

                                                         RESUMEN


Cre­ce la impor­tan­cia de la emo­ti­vi­dad como una nue­va con­cep­ción de geren­cia , uni­da a las estra­te­gias actua­les . La difi­cul­tad de inter­ven­ción , la nega­ción , sobre­pro­tec­ción y pér­di­da de con­trol físi­co — emo­cio­nal jun­to a las reac­cio­nes de estrés en el cui­da­dor  , pre­ci­pi­tan un inter­cam­bio cui­da­dor – pacien­te inade­cua­do . Este nue­vo enfo­que pro­li­fe­ra den­tro del ámbi­to de la empa­tía , tra­ba­jan­do en la emo­ción y en la car­ga sen­ti­men­tal que envuel­ve una rela­ción satis­fac­to­ria .

 

Pala­bras cla­ve : Emo­ti­vi­dad , Empa­tía  , Inter­ac­ción , Cui­da­do­res , Inte­li­gen­cia Emo­cio­nal .

 

“Siem­pre que ali­vies el dolor de

  otro ser humano tu vida no será

                                                      en vano”.

                         (Hellen Keller)

INTRODUCCIÓN

 

La impor­tan­cia del abor­da­je de una inter­ven­ción acti­va pasa por una cate­go­ri­za­ción de habi­li­da­des impues­tas al pro­fe­sio­nal, en el ejer­ci­cio de sus acti­vi­da­des. La Emo­ti­vi­dad trans­fie­re un matiz rele­van­te en la geren­cia geriá­tri­ca y del tra­ta­mien­to de los défi­cits comu­ni­ca­ti­vos e inter­ac­ció­na­les de los enfer­mos (sean Demen­cias , DTA , DV , EP) y toda la natu­ra­le­za con­duc­tual y cog­ni­ti­va de los cate­go­ri­za­dos den­tro del Sín­dro­me geriá­tri­co.
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Inclusión Educativa… ¿Utopía o Realidad?

Ceci­lia Ber­ges Asaf

Gio­van­na Mar­tí­nez López

Jime­na Viey­ra Moli­na

 

Pala­bras Cla­ve: Edu­ca­ción Inclu­si­va, Nece­si­da­des Edu­ca­ti­vas Espe­cia­les, Dis­ca­pa­ci­dad, Capa­ci­ta­ción

 

Resu­men: Los estu­dian­tes con Nece­si­da­des Edu­ca­ti­vas Espe­cia­les (NEE) son indi­vi­duos que los demás per­ci­ben como dife­ren­tes de sus seme­jan­tes debi­do a que la for­ma en la que se mue­ven, se comu­ni­can, inter­ac­túan y se rela­cio­nan con otros, en cómo acce­den al ambien­te y por el rit­mo y mane­ra en que apren­den. Se han rea­li­za­do nume­ro­sas legis­la­cio­nes para brin­dar­les a estos estu­dian­tes una Edu­ca­ción Espe­cial, sin embar­go, en las últi­mas déca­das se han rea­li­za­do pro­gra­mas para incluir a estos alum­nos en la Escue­la Gene­ral Bási­ca. En el pre­sen­te estu­dio rea­li­za­do entre enero y mayo de 2008, se explo­ró acer­ca del per­fil de pre­pa­ra­ción docen­te, para encon­trar si esta­ban pre­pa­ra­dos para la inclu­sión edu­ca­ti­va de los alum­nos con NEE. Los resul­ta­dos obte­ni­dos indi­can que los docen­tes creen que están pre­pa­ra­dos para brin­dar edu­ca­ción en una escue­la inclu­si­va, sin embar­go, nece­si­tan capa­ci­ta­ción y creen que los estu­dian­tes con NEE apren­de­rían mejor en una escue­la de edu­ca­ción gene­ral.

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Educación y proyecto de humanidad

Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta Reyes (UNAM Izta­ca­la, Amap­si)

info@amapsi.org

Des­de hace años se habla de la cri­sis edu­ca­ti­va a nivel mun­dial. Es cier­to que las matrí­cu­las esco­la­res han cre­ci­do y los pro­me­dios de esco­la­ri­dad son poco a poco más altos en los diver­sos paí­ses, así como es evi­den­te que las dife­ren­cias de esco­la­ri­dad afec­tan para bien, y sobre todo para mal, la com­pe­ti­ti­vi­dad eco­nó­mi­ca entre paí­ses, empre­sas e indi­vi­duos. Sin embar­go, los resul­ta­dos obte­ni­dos median­te los actua­les pro­ce­sos de ense­ñan­za-apren­di­za­je en las escue­las, dis­tan mucho de ser los espe­ra­dos en los pla­nes y pro­gra­mas de estu­dio, con­tras­tan­do tam­bién con las expec­ta­ti­vas socia­les sobre la edu­ca­ción y la escue­la.

Muchos alum­nos mani­fies­tan acti­tu­des de recha­zo hacia el tra­ba­jo esco­lar, al cual sien­ten como una pesa­da car­ga, un mal nece­sa­rio para satis­fa­cer a sus padres y/o dis­mi­nuir posi­bles des­ven­ta­jas futu­ras. Espe­cial­men­te en la edu­ca­ción media, es fre­cuen­te que los estu­dian­tes entren en con­flic­to con los docen­tes. Éstos, por su par­te, sue­len que­jar­se de la baja moti­va­ción de la mayo­ría de los estu­dian­tes, la cual avan­za a tra­vés de las gene­ra­cio­nes y deri­va en apa­tía gene­ra­li­za­da.

El hecho sig­ni­fi­ca­ti­vo de que sólo unos cuan­tos logren cul­mi­nar una licen­cia­tu­ra y, menos aún un pos­gra­do, es la medi­da del fra­ca­so de las ins­ti­tu­cio­nes esco­la­res: su baja efi­cien­cia ter­mi­nal, la cual se acen­túa de un nivel a otro. Muchos alum­nos tie­nen defi­cien­cias en sus apren­di­za­jes en la pri­ma­ria y no logran ter­mi­nar la secun­da­ria, otro por­cen­ta­je arras­tra con las defi­cien­cias acu­mu­la­das en esos dos ciclos y ya no pue­de con el bachi­lle­ra­to; de los pocos que logran un espa­cio en las rela­ti­va­men­te esca­sas ins­ti­tu­cio­nes de edu­ca­ción supe­rior, la gran mayo­ría ado­le­ce de mar­ca­das defi­cien­cias edu­ca­ti­vas que le difi­cul­ta­rán con­cluir la licen­cia­tu­ra, y quie­nes lo hagan se enfren­ta­rán a un cons­tre­ñi­do y com­pe­ti­do mer­ca­do de tra­ba­jo pro­fe­sio­nal en el que sus limi­ta­cio­nes for­ma­ti­vas en muchos casos redun­da­rán en frus­tra­ción per­so­nal. De quie­nes logran tener éxi­to pro­fe­sio­nal es fre­cuen­te oír que la uni­ver­si­dad les apor­tó rela­ti­va­men­te poco y que apren­die­ron a ser pro­fe­sio­na­les sobre la mar­cha, una vez con­tra­ta­dos o invo­lu­cra­dos en una empre­sa. La cali­dad de los ser­vi­cios brin­da­dos por esas per­so­nas mal pre­pa­ra­das en los dife­ren­tes nive­les esco­la­res y ocu­pa­cio­na­les corres­pon­dien­tes afec­ta­rá a sus usua­rios e impac­ta­rá con ello los nive­les de cali­dad de vida social de las comu­ni­da­des y paí­ses en que se des­en­vuel­ven. El fra­ca­so de la escue­la con­lle­va el fra­ca­so de una socie­dad.

Si bien la pro­ble­má­ti­ca de la escue­la antes seña­la­da pue­de ser mayor en unos paí­ses que en otros, la reali­dad es que se mani­fies­ta tam­bién en los paí­ses con mejo­res nive­les eco­nó­mi­cos y de mayor esco­la­ri­dad pro­me­dio, la cual en los mejo­res casos no reba­sa el nivel de bachi­lle­ra­to. Has­ta aho­ra nin­gún país ha logra­do con­tar con una pobla­ción mayo­ri­ta­ria de per­so­nas con nivel licen­cia­tu­ra o supe­rior.

Se sabe que la pirá­mi­de esco­lar resul­ta nece­sa­ria en una socie­dad con estruc­tu­ra ocu­pa­cio­nal y eco­nó­mi­ca pira­midal. Si la mayo­ría o casi todas las per­so­nas logra­ran con­cluir una licen­cia­tu­ra ¿quién se ocu­pa­ría de las labo­res que no requie­ren una alta esco­la­ri­dad y que son las que pre­va­le­cen en la épo­ca actual? Es difí­cil pen­sar en pro­fe­sio­na­les uni­ver­si­ta­rios encar­ga­dos de la reco­lec­ción de basu­ra, de cor­tar el cés­ped, resol­ver pro­ble­mas de dre­na­jes tapa­dos, arre­glar neu­má­ti­cos, subir o bajar mue­bles para una mudan­za o bul­tos de cemen­to en una cons­truc­ción, ope­rar un taxi o un auto­bús urbano, cam­biar las lám­pa­ras del alum­bra­do, ayu­dar a los turis­tas con su equi­pa­je, aten­der direc­ta­men­te la siem­bra y cose­cha de ver­du­ras, cerea­les y fru­tas; fun­gir como recep­cio­nis­tas, dis­tri­buir car­tas, aten­der a los usua­rios de un esta­ble­ci­mien­to comer­cial, repa­rar apa­ra­tos elec­tro­do­més­ti­cos, etc., etc.

Enton­ces, para una socie­dad como la actual, el fra­ca­so esco­lar resul­ta nece­sa­rio. El éxi­to de las escue­las afec­ta­ría la mane­ra de orga­ni­zar­se de la socie­dad. Por eso, la escue­la se ha con­ce­bi­do implí­ci­ta o explí­ci­ta­men­te como un fil­tro. Sólo los mejo­res logran sor­tear el cúmu­lo de obs­tácu­los que ella repre­sen­ta y son los que lle­gan a los nive­les esco­la­res más altos y, en su caso, tie­nen éxi­to pro­fe­sio­nal. Se asu­me que “son mejo­res” por naci­mien­to o por una volun­tad per­so­nal de per­se­ve­rar que lle­ga a su con­cien­cia no se sabe cómo, bajo la idea del “libre albe­drío”. No se entien­de que si una per­so­na per­se­ve­ra, esto obe­de­ce esen­cial­men­te a su his­to­ria per­so­nal, a su his­to­ria for­ma­ti­va, es decir, al pro­pio pro­ce­so de su edu­ca­ción, no tan­to a tra­vés de la pro­pia escue­la sino por la suer­te de for­mar par­te de fami­lias o comu­ni­da­des con nive­les cul­tu­ra­les acu­mu­la­dos rela­ti­vos, que son la base que les per­mi­te enfren­tar con mayor pro­ba­bi­li­dad de éxi­to los retos esco­la­res y ocu­pa­cio­na­les corres­pon­dien­tes a cada nivel esco­lar. No fal­tan las excep­cio­nes que pro­vi­nien­do de fami­lias o comu­ni­da­des con esca­so nivel cul­tu­ral y eco­nó­mi­co logren lle­gar a nive­les esco­la­res u ocu­pa­cio­na­les más altos por haber­se topa­do for­tui­ta­men­te con influen­cias esco­la­res y extra­es­co­la­res que les apor­tan esa posi­bi­li­dad. Pero es fun­da­men­tal que un nue­vo pen­sa­mien­to edu­ca­ti­vo asu­ma cla­ra­men­te la idea de que la moti­va­ción y las acti­tu­des de una per­so­na son pro­duc­to de una his­to­ria, pues nada sur­ge del vacío. Si alguien logra triun­far esco­lar y pro­fe­sio­nal­men­te es por­que en su his­to­ria for­ma­ti­va con­cu­rrie­ron un con­jun­to de ingre­dien­tes psi­co­ló­gi­cos para ello; de la mis­ma mane­ra, el fra­ca­so esco­lar o pro­fe­sio­nal debe expli­car­se por la his­to­ria for­ma­ti­va res­pec­ti­va.

Muchos padres de fami­lia cul­pan del fra­ca­so esco­lar a la indo­len­cia de sus pro­pios hijos que “no quie­ren estu­diar”, de mane­ra simi­lar a la con­cep­ción gene­ra­li­za­da de que “las ins­ti­tu­cio­nes socia­les están bien dise­ña­das, pero lo que falla son las per­so­nas”. Otro sec­tor, numé­ri­ca­men­te impor­tan­te pero mino­ri­ta­rio, res­pon­sa­bi­li­za del fra­ca­so de las per­so­nas a las pro­pias escue­las y a los docen­tes y, por tan­to, se expli­ca la corrup­ción, la vio­len­cia social, la inefi­cien­cia gene­ra­li­za­da, el nar­co­trá­fi­co, como efec­to de la mala cali­dad de la edu­ca­ción en las escue­las. En reci­pro­ci­dad, las escue­las y los docen­tes atri­bu­yen los pro­ble­mas en el apren­di­za­je a los con­flic­tos fami­lia­res, a la pro­ble­má­ti­ca eco­nó­mi­ca y/o a la fal­ta de volun­tad de sus alum­nos. Muy pocos padres de fami­lia, escue­las y docen­tes asu­men su pro­pia res­pon­sa­bi­li­dad de mane­ra auto­crí­ti­ca y se ocu­pan de bus­car solu­cio­nes efi­ca­ces.

Des­de nues­tro pun­to de vis­ta, es evi­den­te que tan­to la fami­lia como la escue­la y otras influen­cias for­ma­ti­vas, entre las que des­ta­can los medios de comu­ni­ca­ción masi­va, afec­tan para bien o para mal la for­ma­ción inte­gral de niños y ado­les­cen­tes. Sin embar­go –como vere­mos a con­ti­nua­ción– lo que ocu­rre en las aulas es sufi­cien­te y muy pro­ba­ble­men­te el fac­tor más impor­tan­te para pro­pi­ciar la pro­ble­má­ti­ca que hemos des­cri­to. En ese sen­ti­do, rea­li­zar cam­bios en el pro­ce­so de ense­ñan­za-apren­di­za­je en las escue­las ten­dría un papel fun­da­men­tal y prio­ri­ta­rio para supe­rar inclu­si­ve muchas pro­ble­má­ti­cas fami­lia­res y, así, por tan­to, cons­ti­tuir la pun­ta de lan­za de una nue­va diná­mi­ca social.

Pen­sa­mien­to edu­ca­ti­vo y ense­ñan­za esco­lar

En efec­to, el reto es cómo y en qué direc­ción es posi­ble rea­li­zar dicha trans­for­ma­ción de los pro­ce­sos esco­la­res. Esta ha sido la preo­cu­pa­ción y la ocu­pa­ción de pen­sa­do­res de la edu­ca­ción, pla­ni­fi­ca­do­res edu­ca­ti­vos y de muchos docen­tes. La peda­go­gía y la didác­ti­ca han sido moti­vo de gran­des refle­xio­nes y de múl­ti­ples inves­ti­ga­cio­nes sin que has­ta aho­ra se haya logra­do el pro­pó­si­to men­cio­na­do.

Con algu­nas excep­cio­nes rela­ti­va­men­te poco difun­di­das, los pen­sa­do­res de la edu­ca­ción, los pla­ni­fi­ca­do­res y los docen­tes, en el fon­do y en esen­cia sue­len basar­se en un enfo­que equi­vo­ca­do del pro­ce­so edu­ca­ti­vo cuyo pos­tu­lan­te his­tó­ri­co es el teó­ri­co fran­cés de fina­les del siglo XIX, Emi­le Durkheim. No es que con él haya sur­gi­do dicho enfo­que, pues su ori­gen se remon­ta inclu­si­ve a la mayéu­ti­ca socrá­ti­ca que pro­cu­ra­ba median­te pre­gun­tas sis­te­má­ti­cas hacer nacer las ideas arque­tí­pi­cas, el cono­ci­mien­to de “lo ver­da­de­ro”. Pero es Durkheim quien lo expre­sa de mane­ra más explí­ci­ta. Según este autor, la edu­ca­ción es una acción ejer­ci­da por una gene­ra­ción de adul­tos sobre una gene­ra­ción de jóve­nes para trans­fe­rir­les un con­jun­to de cono­ci­mien­tos, capa­ci­da­des y valo­res que “una socie­dad” con­si­de­ra rele­van­tes para sus miem­bros y para dar­le homo­ge­nei­dad y cohe­sión a la mis­ma.

Así, la edu­ca­ción se con­ci­be como un pro­ce­so esen­cial­men­te uni­di­rec­cio­nal sobre la base de nocio­nes (cono­ci­mien­tos, capa­ci­da­des y valo­res) pre­es­ta­ble­ci­das social­men­te. Los méto­dos para lograr el apren­di­za­je de esas nocio­nes pue­den variar des­de el auto­ri­ta­ris­mo (“la letra con san­gre entra”) has­ta la escue­la nue­va que uti­li­za al jue­go y mate­ria­les didác­ti­cos como herra­mien­ta o medio para que los alum­nos apren­dan lo que deben apren­der. Inclu­so auto­res actual­men­te tan valo­ra­dos en el ámbi­to edu­ca­ti­vo como Pia­get y Vygots­ki (pila­res del lla­ma­do “cons­truc­ti­vis­mo”), y sus segui­do­res, pro­po­nen estra­te­gias inno­va­do­ras para lograr que el apren­di­za­je de esas nocio­nes sea sig­ni­fi­ca­ti­vo, inclu­si­ve co-cons­trui­do entre docen­tes y alum­nos.

No obs­tan­te que el cons­truc­ti­vis­mo ha sido la base de los pla­nes de estu­dio de pri­ma­ria y secun­da­ria en las últi­mas dos déca­das, no ha logra­do impac­tar noto­ria­men­te sobre la pro­ble­má­ti­ca seña­la­da más arri­ba. Un fac­tor que expli­ca esto es la iner­cia for­ma­ti­va de los docen­tes, sus pro­pias pro­ble­má­ti­cas for­ma­ti­vas y labo­ra­les, así como sus difi­cul­ta­des con­cep­tua­les y acti­tu­di­na­les para pro­ce­sar las inno­va­cio­nes edu­ca­ti­vas pro­pues­tas por los nue­vos pla­nes de estu­dio, toman­do en cuen­ta ade­más las difi­cul­ta­des eco­nó­mi­cas y logís­ti­cas para su acce­so a la debi­da “capa­ci­ta­ción” en rela­ción con los nue­vos mode­los edu­ca­ti­vos pla­nea­dos.

Des­de nues­tro pun­to de vis­ta, el pro­ble­ma esen­cial de la edu­ca­ción actual con­sis­te en que se basa en la idea durkhei­mia­na de trans­mi­tir nocio­nes pre­via­men­te selec­cio­na­das que dan base a uno de los con­cep­tos más difun­di­dos en el ámbi­to edu­ca­ti­vo: el curri­cu­lum. En la pri­ma­ria los niños deben apren­der cier­tas cosas en cada gra­do, lec­ción tras lec­ción, cla­se tras cla­se, y lo mis­mo ocu­rre en los nive­les con­se­cu­ti­vos, qui­zá con la excep­ción del pos­gra­do. El tipo de acti­vi­da­des pre­vis­tas para ello pue­de variar en cada caso, pero “el estu­dian­te” (así, de mane­ra indi­vi­dual y en abs­trac­to) ha de reco­rrer un camino pre­es­ta­ble­ci­do, le gus­te o no, le intere­se o no, si quie­re obte­ner una cali­fi­ca­ción apro­ba­to­ria, un cer­ti­fi­ca­do.

El cen­tro del esfuer­zo de apren­di­za­je de los estu­dian­tes se cen­tra en la cali­fi­ca­ción, en ser apro­ba­do, en “pasar año”. Lo esen­cial se vuel­ve medio para lo no esen­cial, los valo­res se invier­ten. Los estu­dian­tes pue­den copiar, fabri­car acor­deo­nes, reci­bir las res­pues­tas de examen a tra­vés de un men­sa­je en su celu­lar, memo­ri­zar lo que hay que res­pon­der, acep­tar acrí­ti­ca­men­te lo que dicen los maes­tros o los libros, lo impor­tan­te es apro­bar. Qué impor­ta si es sig­ni­fi­ca­ti­vo el apren­di­za­je o no, lo impor­tan­te es la cali­fi­ca­ción. Muchos estu­dian­tes se que­jan de que algu­nos maes­tros se esfuer­zan por hacer sig­ni­fi­ca­ti­vo su apren­di­za­je, lo que soli­ci­tan es una supues­ta “guía de estu­dios” que les indi­que lo que hay que hacer para apro­bar. Esto es aná­lo­go a lo que ocu­rre en la mayo­ría de los pues­tos de tra­ba­jo en la socie­dad actual: al tra­ba­ja­dor no le impor­ta el usua­rio al que des­ti­na su tra­ba­jo, su men­te está cen­tra­da en el sala­rio que ha de reci­bir, si pudie­ra no tra­ba­jar y tener el dine­ro tan­to mejor. Son pocos los que se ena­mo­ran de su tra­ba­jo, como son pocos los estu­dian­tes que se apa­sio­nan por apren­der.

Está tan difun­di­da esa situa­ción en la socie­dad y en las escue­las actua­les que muchos lo ven como algo natu­ral, como si no hubie­ra otra posi­bi­li­dad. Ima­gi­nar una socie­dad en la que la gen­te tra­ba­ja­ra con fer­vor o una escue­la lle­na de mucha­chos viva­ra­chos y entu­sias­tas alta­men­te moti­va­dos por el apren­di­za­je es algo que gene­ral­men­te se con­si­de­ra pro­pio de uto­pis­tas o soña­do­res, algo muy lejano a lo posi­bi­li­dad de hacer­lo real.

Sin embar­go, hay algu­nos pen­sa­do­res socia­les y de la edu­ca­ción que lo han vis­to via­ble. Se han rea­li­za­do algu­nas expe­rien­cias que apun­tan hacia esa posi­bi­li­dad. Pero has­ta aho­ra esto ha sido limi­ta­do y ha tro­pe­za­do con iner­cias socia­les e intere­ses polí­ti­cos. Entre los enfo­ques peda­gó­gi­cos cono­ci­dos que rom­pen esen­cial­men­te con el enfo­que pro­ta­go­ni­za­do por Durkheim, encon­tra­mos auto­res como: Neil, Wallon, Illich, Frei­net, Frei­re y el gru­po de aná­li­sis ins­ti­tu­cio­nal (Lapas­sa­de, Lou­reau, Lobrot, Oury). No obs­tan­te sus con­cep­tos y expe­rien­cias no se han expan­di­do y pue­de decir­se que sólo tie­nen una influen­cia limi­ta­da en las escue­las y docen­tes con­tem­po­rá­neos.

En el caso de Neil e Illich sus pro­pues­tas rom­pen de una mane­ra tajan­te y radi­cal con los pro­ce­sos esco­la­res actua­les y, por tan­to, con las nocio­nes anqui­lo­sa­das de padres de fami­lia y las ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les. A fina­les de los años 30 del siglo XX, Neil desa­rro­lló el pro­yec­to Sumerhill, una comu­ni­dad edu­ca­ti­va don­de estu­dian­tes y docen­tes par­ti­ci­pa­ban de todas las deci­sio­nes impor­tan­tes para la comu­ni­dad y, al mis­mo tiem­po, cada niño hacía sólo aque­llo con lo que esta­ba de acuer­do, mien­tras no afec­ta­ra a los demás. Los niños de Sum­merhill vivían en una isla de liber­tad sepa­ra­dos de un océano social adver­so. Al salir de esa isla era pre­vi­si­ble que encon­tra­ran difi­cul­ta­des para adap­tar­se a los esti­los pre­va­le­cien­tes en la socie­dad.

En el otro extre­mo Illich, pro­po­ne de plano eli­mi­nar las ins­ti­tu­cio­nes esco­la­res para pro­pi­ciar la con­vi­ven­cia­li­dad den­tro de una socie­dad en la que el pro­ce­so ense­ñan­za-apren­di­za­je ocu­rrie­ra de mane­ra direc­ta en los cen­tros de tra­ba­jo, los maes­tros serían en cada caso los res­pon­sa­bles y por tan­to exper­tos en rea­li­zar las dis­tin­tas acti­vi­da­des socia­les: quien qui­sie­ra apren­der inge­nie­ría debe­ría acu­dir a los luga­res don­de se están cons­tru­yen­do puen­tes, carre­te­ras o edi­fi­cios. Illich, como otros auto­res, crí­ti­ca radi­cal­men­te el ais­la­mien­to de la vida que ha sig­ni­fi­ca­do el “encie­rro” de los niños y jóve­nes en las escue­las. No hay un pro­ce­so de trans­for­ma­ción de la socie­dad actual, sino que pro­po­ne direc­ta­men­te crear otra for­ma de orga­ni­za­ción social con base en la des­apa­ri­ción de la escue­la.

En cam­bio, Wallon, Frei­net, Frei­re y los teó­ri­cos del Aná­li­sis ins­ti­tu­cio­nal coin­ci­den en pro­po­ner alter­na­ti­vas peda­gó­gi­cas que invo­lu­cran a la escue­la con la socie­dad actual como esen­cia del pro­ce­so edu­ca­ti­vo y como vía para la trans­for­ma­ción social. La for­ma de rea­li­zar esa vin­cu­la­ción entre escue­la y socie­dad tie­ne sus mati­ces en cada caso: Wallon pro­po­ne fami­lia­ri­zar a los edu­can­dos con “todas las for­mas de acti­vi­dad pro­pias de la épo­ca”; podría decir­se intro­du­cir la socie­dad den­tro de la vida esco­lar de tal mane­ra que estu­dian­tes y docen­tes ana­li­cen y dia­lo­guen sobre lo que ocu­rre en la vida social toman­do par­ti­do. Esto, a su vez, pos­te­rior­men­te es con­cre­ta­do por Frei­re al pon­de­rar el diá­lo­go entre edu­ca­dor y edu­can­dos para “pro­ble­ma­ti­zar” y cri­ti­car la diná­mi­ca social en que se encuen­tran inmer­sos los edu­can­dos con el pro­pó­si­to de gene­rar la “con­cien­cia social” y polí­ti­ca de los mis­mos como base de accio­nes socia­les con­se­cuen­tes. Los teó­ri­cos del Aná­li­sis ins­ti­tu­cio­nal dan un paso más al plan­tear el cues­tio­na­mien­to de lo “ins­ti­tui­do” den­tro del pro­pio ámbi­to esco­lar para con­ver­tir a los edu­can­dos en “ins­ti­tu­yen­tes” de nue­vas diná­mi­cas socia­les, deri­van­do en lo que lla­ma­ron “auto­ges­tión edu­ca­ti­va”. Frei­net, por su par­te, es el úni­co peda­go­go que no sólo pro­po­ne lle­var la vida social al seno del aula, sino tomar el aula como cen­tro de reu­nión para pla­ni­fi­car accio­nes socia­les que impac­ten a la comu­ni­dad cir­cun­dan­te: la escue­la vol­ca­da sobre la vida social.

A dife­ren­cia del movi­mien­to cono­ci­do como “escue­la nue­va”, los auto­res antes seña­la­dos no sólo se plan­tean hacer agra­da­ble y has­ta fle­xi­ble el curri­cu­lum, sino que pro­mue­ven un enfo­que edu­ca­ti­vo en el que estu­dian­tes y docen­tes son acto­res en la bús­que­da y selec­ción de los temas y enfo­ques que serán pro­ce­sa­dos en el aula. Los temas no están orga­ni­za­dos de una mane­ra estan­da­ri­za­da y homo­gé­nea para cada gra­do y para todos los gru­pos que lo cur­sen, sino que las temá­ti­cas sur­gen de lo que está ocu­rrien­do en la socie­dad y que pue­de ser de inte­rés del gru­po de edu­can­dos y edu­ca­dor. Wallon se man­tie­ne en la dimen­sión indi­vi­dual de la edu­ca­ción, mien­tras Frei­re, Frei­net y el Aná­li­sis ins­ti­tu­cio­nal se ocu­pan esen­cial­men­te de gru­pos con­ci­bién­do­los como algo muy dife­ren­te de un con­jun­to de indi­vi­duos.

Escue­la y trans­for­ma­ción social

La teo­ría de la pra­xis –de la cual soy autor– reto­ma las expe­rien­cias peda­gó­gi­cas pro­pues­tas por dife­ren­tes auto­res y, en sín­te­sis, plan­tea lo siguien­te res­pec­to a los pro­ce­sos edu­ca­ti­vos:

1. La escue­la se hace abu­rri­da y moles­ta para edu­can­dos y edu­ca­do­res en la medi­da en que median­te el curri­cu­lum los des­per­so­na­li­za obli­gán­do­los a rea­li­zar una serie de tareas esco­la­res cuya uti­li­dad pocas veces entien­den y está des­vin­cu­la­da de sus intere­ses vita­les en la vida coti­dia­na. Con esto la escue­la intro­du­ce a los edu­can­dos en lo que Marx lla­mó “el tra­ba­jo ena­je­na­do” pro­pio de la socie­dad capi­ta­lis­ta.

2. Así como la vida social capi­ta­lis­ta pro­mue­ve el indi­vi­dua­lis­mo y el inte­rés por acu­mu­lar bie­nes y dine­ro, la escue­la actual gene­ral­men­te pro­pi­cia que sus estu­dian­tes se intere­sen por la cali­fi­ca­ción y el cer­ti­fi­ca­do sin impor­tar­les la soli­dez de su pro­pia for­ma­ción.

3. Los estu­dian­tes deben apren­der un cúmu­lo de nocio­nes que no son de su inte­rés per­so­nal.

4. La mayo­ría de los docen­tes, al tener difi­cul­ta­des para atraer el inte­rés genuino de sus alum­nos, tien­den a exi­gir­lo a tra­vés de medios extrín­se­cos: incen­ti­vos de cali­fi­ca­ción, ame­na­zas abier­tas o vela­das, regis­tros de asis­ten­cia y de otras con­duc­tas, etc. Lo que con­lle­va una mayor o menor dosis de auto­ri­ta­ris­mo que agra­va el recha­zo estu­dian­til.

5. Muchos de quie­nes se dedi­can a la docen­cia no cuen­tan con voca­ción y for­ma­ción para ello, y ven a esta acti­vi­dad como una opción de tra­ba­jo rela­ti­va­men­te des­va­lo­ri­za­da, ante la impo­si­bi­li­dad de rea­li­zar­se en otras esfe­ras pro­fe­sio­na­les.

6. La mayo­ría de los docen­tes se sien­ten mal remu­ne­ra­dos y obli­ga­dos a cum­plir con la tarea ruti­na­ria de ense­ñar una y otra vez los mis­mos temas que ellos han repa­sa­do por años, apre­sa­dos por lo esta­ble­ci­do en pla­nes ins­ti­tu­cio­na­les en cuyo dise­ño ellos no han par­ti­ci­pa­do y por super­vi­sio­nes que les exi­gen cum­plir con dosi­fi­ca­cio­nes y metas esta­ble­ci­das, igua­les para todos los edu­can­dos toma­dos indi­vi­dual­men­te.

7. Los temas esta­ble­ci­dos y las ruti­nas esco­la­res con­tras­tan con la velo­ci­dad actual del acce­so de las nue­vas gene­ra­cio­nes a múl­ti­ples fuen­tes de infor­ma­ción alter­na­ti­vas, espe­cial­men­te la tele­vi­sión e inter­net.

8. Muchos docen­tes pade­cen del lla­ma­do “sín­dro­me de Bor­nout” que se refie­re al des­gas­te exce­si­vo en ambien­tes de tra­ba­jo com­pe­ti­ti­vos y des­per­so­na­li­za­dos que afec­ta la esta­bi­li­dad emo­cio­nal de las per­so­nas, sus fami­lias, y, en este caso, sus alum­nos.

9. El males­tar de la socie­dad se intro­du­ce a la escue­la y gene­ra esta­dos neu­ró­ti­cos en alum­nos y docen­tes, los cua­les se cana­li­zan a tra­vés de agre­sio­nes diri­gi­das hacia los esla­bo­nes más débi­les que fun­gen como “chi­vos expia­to­rios” o dre­na­je de las neu­ro­sis colec­ti­vas. En las aulas los “chi­vos expia­to­rios” pue­den ser los alum­nos más inquie­tos, los atí­pi­cos en su mane­ra de ser o los que tie­nen mayo­res difi­cul­ta­des de apren­di­za­je.

Ante esa pro­ble­má­ti­ca edu­ca­ti­va, la teo­ría de la pra­xis con­si­de­ra nece­sa­rio y posi­ble con­vo­car a un movi­mien­to de trans­for­ma­ción edu­ca­ti­va y social con base en los siguien­tes plan­tea­mien­tos:

a) Los pla­nes edu­ca­ti­vos, actual­men­te rígi­dos, deben modi­fi­car­se para cons­truir pro­pues­tas que si bien sir­van de mar­co de refe­ren­cia y orien­ta­ción para las acti­vi­da­des de docen­tes y estu­dian­tes, sean abier­tas y fle­xi­bles para pro­pi­ciar la crea­ti­vi­dad social a par­tir de las aulas.

b) Los pla­nes edu­ca­ti­vos y los pro­pios docen­tes deben diri­gir­se a la orga­ni­za­ción de los gru­pos y la coor­di­na­ción intra­gru­pal, de tal mane­ra que no todos los alum­nos reali­cen las mis­mas acti­vi­da­des, sino que explo­ren acti­va­men­te dife­ren­tes posi­bi­li­da­des temá­ti­cas den­tro de una temá­ti­ca gene­ral, con base en sus intere­ses per­so­na­les y por equi­pos de tra­ba­jo.

c) De esa mane­ra, las pro­pues­tas edu­ca­ti­vas para cada gra­do y/o área edu­ca­ti­va podrían cons­ti­tuir­se como menús y sub­me­nús de opcio­nes temá­ti­cas y suge­ren­cias de acti­vi­da­des de explo­ra­ción y dise­ño de alter­na­ti­vas socia­les. Los gru­pos podrían retro­ali­men­tar y enri­que­cer dichas pro­pues­tas edu­ca­ti­vas con base en sus ideas y expe­rien­cias pre­vias, así como tam­bién con­si­de­ran­do las que sur­jan duran­te el tra­ba­jo edu­ca­ti­vo.

d) Para ele­var la cali­dad de la edu­ca­ción y su bene­fi­cio social es nece­sa­rio reva­lo­rar el ser­vi­cio que los docen­tes brin­dan des­de pre­es­co­lar has­ta pos­gra­do. El pri­mer paso debe dar­lo el pro­pio docen­te rei­vin­di­can­do su cali­dad pro­fe­sio­nal. Como todo pro­fe­sio­nis­ta tie­ne la res­pon­sa­bi­li­dad de dar resul­ta­dos: lograr una alta edu­ca­ción de sus alum­nos que inclu­ya cono­ci­mien­tos, capa­ci­da­des, acti­tu­des y valo­res. El reto de cada docen­te es con­vo­car a sus alum­nos, lograr apa­sio­nar­los por el cono­ci­mien­to y el com­pro­mi­so social más que por cali­fi­ca­cio­nes. El docen­te debe dejar de ser un vigi­lan­te auto­ri­ta­rio para trans­for­mar­se en un líder orga­ni­za­dor y pro­mo­tor de nue­vas posi­bi­li­da­des. Para ello el docen­te requie­re ser auto­crí­ti­co, com­pro­me­ter­se con­si­go mis­mo y –más allá del aspec­to téc­ni­co de la ense­ñan­za– fun­dar su tra­ba­jo en prin­ci­pios éti­cos corres­pon­dien­tes a esta impor­tan­te pro­fe­sión.

e) El tra­ba­jo esco­lar de estu­dian­tes y docen­tes debe orien­tar­se a inci­dir en la vida social con­tem­po­rá­nea, gene­ran­do ideas y pro­pues­tas, dise­ñan­do y rea­li­zan­do pro­yec­tos comu­ni­ta­rios, a par­tir de los intere­ses y moti­va­cio­nes pro­pias del gru­po con­vo­ca­do fle­xi­ble­men­te por los docen­tes y las mis­mas pro­pues­tas de estu­dio.

f) Las eva­lua­cio­nes en lugar de ser sim­ple­men­te numé­ri­cas y a car­go del docen­te, podrían incluir aná­li­sis colec­ti­vos de los edu­can­dos y el edu­ca­dor sobre los resul­ta­dos obte­ni­dos en cada pro­yec­to y acti­vi­dad rea­li­za­dos por indi­vi­duos y equi­pos de tra­ba­jo, gene­ran­do con­clu­sio­nes y reco­men­da­cio­nes.

g) Con­si­de­ran­do la fle­xi­bi­li­dad del curri­cu­lum, en lugar de apro­bar deter­mi­na­das mate­rias, los estu­dian­tes podrían acu­mu­lar un núme­ro de cré­di­tos asig­na­dos a los pro­yec­tos que hayan rea­li­za­do y pasar a una fase, ciclo o nivel pos­te­rior, al demos­trar haber cubier­to una deter­mi­na­da can­ti­dad de dichos cré­di­tos de acuer­do a la pon­de­ra­ción acor­da­da al dise­ñar las pro­pues­tas edu­ca­ti­vas con la par­ti­ci­pa­ción de los invo­lu­cra­dos.

h) De esa mane­ra, las escue­las podrían con­ver­tir­se en cen­tros de acción comu­ni­ta­ria invo­lu­cran­do la for­ma­ción tam­bién de padres de fami­lia y otros sec­to­res de la comu­ni­dad, con quie­nes docen­tes y estu­dian­tes ten­drían inter­ac­ción a par­tir de sus pro­yec­tos de inci­den­cia social.

i) Por comu­ni­dad no debe enten­der­se al con­jun­to de per­so­nas que con­vi­ven den­tro de una uni­dad terri­to­rial o ins­ti­tu­cio­nal, sino el gru­po de per­so­nas que entran en rela­ción por diver­sas afi­ni­da­des y a tra­vés de diver­sos medios, aún cuan­do no ten­gan una cer­ca­nía espa­cial coti­dia­na. En ese sen­ti­do, los docen­tes y estu­dian­tes de todos los nive­les esco­la­res podrían gene­rar pro­yec­tos diri­gi­dos a una colo­nia, a un sec­tor pobla­cio­nal, a per­so­nas por rama de acti­vi­dad, a gru­pos socia­les, a orga­ni­za­cio­nes, a ins­ti­tu­cio­nes diver­sas, a los pode­res polí­ti­cos muni­ci­pa­les, esta­ta­les, nacio­na­les y mun­dia­les, e inclu­so a la huma­ni­dad toda. El inter­net ha abier­to todas las posi­bi­li­da­des.

 

Con esa base, los pro­yec­tos edu­ca­ti­vos no sólo deben orien­tar­se a dotar de cono­ci­mien­tos, capa­ci­da­des, acti­tu­des y valo­res a los indi­vi­duos para incor­po­rar­los a la socie­dad, sino esen­cial­men­te a pro­mo­ver que cada docen­te y cada estu­dian­te sien­ta como algo pro­pio lo que ocu­rre en torno suyo y se invo­lu­cre en la supera­ción de pro­ble­má­ti­cas y el dise­ño de alter­na­ti­vas socia­les.

Des­de nues­tro pun­to de vis­ta, esta es la vía por la que pue­de supe­rar­se la cri­sis edu­ca­ti­va que se pade­ce en Méxi­co y en todo el mun­do. No es fácil remon­tar las con­cep­cio­nes y las prác­ti­cas peda­gó­gi­cas y socia­les pre­va­le­cien­tes, por eso la idea es con­vo­car a quien nos escu­che para des­de su ubi­ca­ción como pla­nea­dor edu­ca­ti­vo, como direc­ti­vo, como docen­te o como estu­dian­te ini­cie y con­ti­nue, en la medi­da de sus posi­bi­li­da­des y en con­jun­to con otras per­so­nas afi­nes, este pro­ce­so de trans­for­ma­ción edu­ca­ti­va con miras a la crea­ción pau­la­ti­na de una nue­va for­ma de vida social que irra­die no sólo a un país, sino al con­jun­to de los seres huma­nos de este vapu­lea­do pla­ne­ta.

Si la mayo­ría de los maes­tros logra­ra apa­sio­nar a sus alum­nos por el cono­ci­mien­to, inquie­tar­los en la bús­que­da de alter­na­ti­vas socia­les y en la inves­ti­ga­ción sis­te­má­ti­ca, si pro­mo­vie­ran la crea­ción rele­van­te y no la repe­ti­ción, si infun­die­ran la ima­gi­na­ción y la gran­de­za, en esa medi­da dis­mi­nui­ría la deser­ción, el abu­rri­mien­to, la apa­tía, el fra­ca­so esco­lar. Se ele­va­ría la auto­es­ti­ma per­so­nal y colec­ti­va, así como la satis­fac­ción por rea­li­zar pro­yec­tos. Más per­so­nas lle­ga­rían a tener altos nive­les edu­ca­ti­vos y esco­la­res, trans­for­man­do la estruc­tu­ra y la diná­mi­ca eco­nó­mi­ca, social y polí­ti­ca de los dife­ren­tes paí­ses y de la huma­ni­dad en su con­jun­to.

Cada per­so­na ten­dría sen­ti­do de comu­ni­dad sin­tien­do como pro­pio el bien­es­tar y los pro­ble­mas socia­les, tan­to como defen­de­ría efi­caz­men­te sus dere­chos indi­vi­dua­les y colec­ti­vos. No habría moti­va­ción ni faci­li­dad para el abu­so de unos por otros. La mayor cali­dad edu­ca­ti­va lle­va­ría a opti­mi­zar recur­sos y ele­var la efi­ca­cia pro­duc­ti­va. Con ello se incre­men­ta­ría la rique­za mate­rial y su dis­tri­bu­ción sería equi­ta­ti­va, al gra­do que con pocas horas de tra­ba­jo sería sufi­cien­te para con­tar con más de los recur­sos nece­sa­rios para una vida dig­na y con­for­ta­ble. No habría lugar para la gue­rra, cana­li­zan­do ese cúmu­lo de esfuer­zos huma­nos hacia fines favo­ra­bles a la vida huma­na. Así, inclu­so habría exce­den­tes de pro­duc­tos que nadie reque­ri­ría, por lo cual cada vez dis­mi­nui­rían las jor­na­das labo­ra­les y habría más posi­bi­li­dad de con­vi­vir, via­jar y recrear­se. Podrían desa­rro­llar­se las poten­cia­li­da­des artís­ti­cas y gene­rar un cre­ci­mien­to cul­tu­ral y cien­tí­fi­co enor­me.

El tra­ba­jo sería tam­bién intere­san­te y esen­cial­men­te crea­ti­vo con­fun­dién­do­se con la diver­sión. Todas las tareas repe­ti­ti­vas que hoy rea­li­zan seres huma­nos con poca esco­la­ri­dad, podrían ser cada vez rea­li­za­das por robots y otros dis­po­si­ti­vos auto­má­ti­cos, sin menos­ca­bo de la cul­tu­ra ambien­tal gene­ra­li­za­da que dis­mi­nui­ría la con­ta­mi­na­ción por basu­ra, rui­do, smog y dese­chos indus­tria­les. Cola­bo­rar en tareas hoga­re­ñas y comu­ni­ta­rias podría ser pla­cen­te­ro y una for­ma de con­vi­vir y diver­tir­se.

Todo esto es una uto­pía que hoy pode­mos comen­zar a rea­li­zar. Bas­ta de auto­li­mi­tar­nos. Sea­mos rea­lis­tas, haga­mos lo impo­si­ble.

Píldora de emergencia…

Pil­do­ra de Emer­gen­cia:

Con­si­de­ra­cio­nes Socia­les y su influen­cia en la Acti­tud de los Jóve­nes.

 

 

Montserrat Betancourt
María Teresa Roa
Ingrid Schroeder

Resu­men

En el pre­sen­te tra­ba­jo se pre­ten­dió des­cu­brir la rela­ción que exis­te entre el con­su­mo abu­si­vo de la Píl­do­ra de Emer­gen­cia y la fal­ta de infor­ma­ción, sien­do ésta lo que pue­de pro­du­cir que los jóve­nes no cono­cie­ran los efec­tos secun­da­rios y a lar­go pla­zo de este méto­do de anti­con­cep­ción.

El moti­vo por el cual se deci­dió hacer esta inves­ti­ga­ción fue debi­do a que se obser­vó en el ambien­te de ado­les­cen­tes y jóve­nes con­duc­tas sexua­les ries­go­sas, mis­mas que des­pués des­en­ca­de­na­ban en la posi­bi­li­dad de un emba­ra­zo no desea­do, sien­do este hecho el des­en­ca­de­nan­te de un uso des­me­di­do de la Anti­con­cep­ción de Emer­gen­cia.

Para lle­var a cabo esta inves­ti­ga­ción se ela­bo­ró un mar­co teó­ri­co refe­ren­te a cómo la fal­ta de infor­ma­ción pue­de estar influen­cian­do estas con­duc­tas de ries­go y con­su­mo exce­si­vo de la píl­do­ra. Ade­más se ela­bo­ró un ins­tru­men­to para eva­luar la acti­tud e infor­ma­ción que se tenía fren­te a la píl­do­ra del día siguien­te a jóve­nes muje­res den­tro de una uni­ver­si­dad pri­va­da en la Ciu­dad de Méxi­co.

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Guía para la entrevista clínica inicial

Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta Reyes (UNAM Izta­ca­la, Amap­si)

info@amapsi.org

I. Estructura de la entrevista

Apo­yán­do­se en la teo­ría de la pra­xis la entre­vis­ta clí­ni­ca ini­cial se com­po­ne de las siguien­tes par­tes:

1. Recep­ción y salu­do. –Dura­ción de 5 a 20 segun­dos–

2. Datos bási­cos y esta­ble­ci­mien­to de empa­tía o rap­port –Dura­ción de 2 a 3 minu­tos–

3. Psi­co­gra­ma : ¿Con cuán­tas per­so­nas vive? De cada una tomar los siguien­tes datos:

•Nom­bre pro­pio (sin ape­lli­dos)
•Paren­tes­co
•Edad
•Ocu­pa­ción
•Esco­la­ri­dad
•Carác­ter o mane­ra de ser (en dos o tres pala­bras) –Dura­ción de 2 a 4 minu­tos–

4. Moti­vo de la con­sul­ta: ¿Qué es lo que le deci­dió a venir con un psi­có­lo­go?
–Dura­ción menos de 3 minu­tos–

5. Explo­ra­ción del cua­dro clí­ni­co (sín­to­mas o preo­cu­pa­cio­nes: ini­cio, inten­si­dad, pre­ci­sión semán­ti­ca o cua­li­ta­ti­va, dura­ción, fre­cuen­cia, aso­cia­ción con acon­te­ci­mien­tos o situa­cio­nes) –Dura­ción entre 3 y 10 minu­tos–

6. His­to­ria direc­ta de la diná­mi­ca del cua­dro clí­ni­co (ante­ce­den­tes, evo­lu­ción de las rela­cio­nes en con­flic­to des­de su ori­gen, bús­que­da de las diná­mi­cas que pro­vo­ca­ron direc­ta­men­te el cua­dro clí­ni­co ante­rior). –Dura­ción entre 5 y 15 minu­tos–

7. His­to­ria gene­ral o con­tex­to de vida.

a) Explo­ra­ción de eta­pas gene­ra­les de la vida bus­can­do ele­men­tos rela­cio­na­dos con el cua­dro clí­ni­co: pri­me­ra infan­cia (0 a 6años); segun­da infan­cia (6 a 12 años); ado­les­cen­cia (12 has­ta inde­pen­den­cia eco­nó­mi­ca si la hay); adul­tez joven (has­ta los 40 años); adul­tez madu­ra (40 a 65–70 años); senec­tud (más de 70 años). –Dura­ción entre 10 y 20 minu­tos–
b) Explo­ra­ción del sig­ni­fi­ca­do diná­mi­co-casual de eta­pas espe­cia­les: cam­bios de casa, matri­mo­nio, pri­mer hijo, cam­bios de tra­ba­jo, pér­di­das o ganan­cias emo­cio­na­les impor­tan­tes, etc. –Dura­ción entre 10 y 20 minu­tos–
c) Explo­ra­ción muy gene­ral de la his­to­ria de los padres o sus equi­va­len­tes.
–Dura­ción entre 5 minu­tos–

8. Expli­ca­ción de con­clu­sio­nes al pacien­te:

a) Cuá­les son las cau­sas evi­den­tes de su pro­ble­má­ti­ca
b) Cuá­les son fac­to­res hipo­té­ti­cos que inter­vie­nen en la pro­ble­má­ti­ca
c) Cuá­les son los ele­men­tos favo­ra­bles desa­rro­lla­dos por el pacien­te que copen­san los fac­to­res nega­ti­vos
d)Qué ele­men­tos de la diná­mi­ca de vida del pacien­te han sido o pue­den ser posi­ti­vos para la salud men­tal del pacien­te
e) Retro­ali­men­ta­cio­nes del pacien­te y acla­ra­cio­nes de sus dudas–Duración 5 a 15 minu­tos–

9. Expli­ca­ción de pro­nós­ti­cos pro­ba­ble a par­tir dela diná­mi­ca de vida actual

a) Sin ayu­da pro­fe­sio­nal tera­péu­ti­ca
b) Con ayu­da pro­fe­sio­nal tera­péu­ti­ca
c) Retro­ali­men­ta­cio­nes y acla­ra­cio­nes de dudas del pacien­te.
–Dura­ción entre 5 y 10 minu­tos–

10. Gene­ra­ción de 2 a 6 pro­pó­si­tos inme­dia­tos por escri­to
–Dura­ción entre 2 y 5 minu­tos–

11. Des­pe­di­da y cobro de hono­ra­rios (1 o 2minutos)

Total de dura­ción míni­ma: 54 minu­tos
Total de dura­ción máxi­ma: 110 minu­tos (1 hora, 50 minu­tos)
Dura­ción pro­me­dio: 1 hora 22 minu­tos.
Las dura­cio­nes son indi­ca­ti­vas y no pres­crip­ti­vas, por lo que pue­den variar en cada caso.

II. Características de un buen entrevistador clínico

1. Su voz es sere­na, audi­ble y segu­ra.
2. Su posi­ción cor­po­ral refle­ja segu­ri­dad, pro­fe­sio­na­lis­mo y sere­ni­dad.
3. Sus movi­mien­tos son segu­ros, pro­fe­sio­na­les y sere­nos.
4. Esta­ble­ce rap­port o empa­tía con natu­ra­li­dad y agi­li­dad en for­ma opor­tu­na.
5. Man­tie­ne con­tac­to visual con el pacien­te más del80% del tiem­po, sobre todo al prin­ci­pio de la entre­vis­ta.
6. Toma los datos bási­cos com­ple­tos, con pre­ci­sión y agi­li­dad.
7. Reca­ba con pre­ci­sión y agi­li­dad, en for­ma hori­zon­tal, el psi­co­gra­ma.
8. Pre­gun­ta con natu­ra­li­dad y pre­ci­sión qué es lo que hizo que el pacien­te deci­die­ra acu­dir a con­sul­ta psi­co­ló­gi­ca.
9. Evi­tar hacer pre­gun­tas suge­ri­das.
10. Evi­tar repe­tir pre­gun­tas que ya han sido res­pon­di­das.
11. Razo­na sus pre­gun­tas pero no titu­bea o gene­ra silen­cios pro­lon­ga­dos.
12. Se expre­sa con pre­ci­sión y len­gua­je acce­si­ble para el pacien­te.
13. Pro­mue­ve que el pacien­te se expla­ye sufi­cien­te­men­te en sus res­pues­tas.
14. Se mues­tra com­pren­si­vo de los sen­ti­mien­tos, pen­sa­mien­tos y accio­nes del pacien­te.
15. Evi­ta refu­tar agre­si­va­men­te u ofen­der al pacien­te.
16. Evi­ta con habi­li­dad y pru­den­cia que el pacien­te se extien­da inne­ce­sa­ria­men­te.
17. Man­tie­ne el con­trol y rit­mo de la entre­vis­ta (evi­ta que el pacien­te sea el que deter­mi­ne uni­la­te­ral­men­te los pun­tos a tocar, que sal­te de uno a otro, o se extien­da dema­sia­do).
18. Apro­ve­cha el tiem­po reca­ban­do infor­ma­ción sin per­der sere­ni­dad y natu­ra­li­dad.
19. Des­pués de pre­gun­tar el moti­vo de la con­sul­ta, sus pre­gun­tas son lógi­cas para explo­rar fac­to­res hipo­té­ti­cos que podrían inter­ve­nir direc­ta o indi­rec­ta­men­te en el cua­dro sin­to­má­ti­co, con­si­de­ran­do tam­bién los Cri­te­rios de Salud Men­tal.
20. Hace pre­gun­tas sis­te­má­ti­cas pro­cu­ran­do abor­dar en for­ma con­cre­ta (pide corre­gir los dis­cur­sos abs­trac­tos o gene­ra­les) las expe­rien­cias del pacien­te en una etapa/aspecto de su vida.
21. Mues­tra sis­te­ma­ti­ci­dad para abor­dar las áreas y eta­pas de la vida del pacien­te según el gra­do de cer­ca­nía o per­ti­nen­cia al cua­dro sin­to­ma­to­ló­gi­co.
22. Explo­ra sis­te­má­ti­ca­men­te la pre­sen­cia de fac­to­res físi­co-bio­ló­gi­cos que pue­dan estar par­ti­ci­pan­do en el cua­dro de sín­to­mas.
23. No pre­gun­tar aspec­tos de la vida ínti­ma de los pacien­tes que no sean real­men­te nece­sa­rios para la com­pren­sión del caso.
24. Retro­ali­men­ta o con­so­li­da las expre­sio­nes ver­ba­les espon­tá­neas del pacien­te que sig­ni­fi­can ideas o pro­pó­si­tos acti­vos para supe­rar la diná­mi­ca que man­tie­ne el cua­dro clí­ni­co.
25. No ade­lan­ta reco­men­da­cio­nes, con­se­jos o pro­pues­tas que no se basen en una explo­ra­ción clí­ni­ca sufi­cien­te.
26. Expli­ca cla­ra­men­te al pacien­te las con­clu­sio­nes a que ha lle­ga­do al final de la entre­vis­ta.
27. Expli­ca la pers­pec­ti­va que el caso ten­dría sin el apo­yo psi­co­te­ra­péu­ti­co.
28. Expli­ca la pers­pec­ti­va el caso pue­de tener con apo­yo psi­co­te­ra­péu­ti­co, en qué con­sis­ti­rá, y cuán­to pue­de durar apro­xi­ma­da­men­te.
29. Orien­ta al pacien­te sobre posi­bi­li­da­des físi­cas, médi­cas, lega­les, edu­ca­ti­vas, tec­no­ló­gi­cas, socia­les y eco­nó­mi­cas que pue­dan ser de ayu­da en su caso.
30. Evi­ta dar con­se­jos volun­ta­rio­sos o mora­lis­tas (“cor­ne­jis­mo”).
31. Evi­ta hacer sen­tir cul­pa­ble, ton­to o irres­pon­sa­ble al pacien­te.
32. Pro­po­ne al pacien­te una lis­ta escri­ta de 2 a 6 pro­pó­si­tos acce­si­bles a rea­li­zar en el pla­zo inme­dia­to para ini­ciar el cam­bio en la diná­mi­ca de vida del pacien­te que pre­sun­ta­men­te está gene­ran­do el cua­dro sin­to­ma­to­ló­gi­co.
33. En común acuer­do con el pacien­te esta­ble­ce la fecha y hora de la siguien­te cita.
34. Rea­li­za una des­pe­di­da al mis­mo tiem­po cáli­da, moti­va­do­ra y pro­fe­sio­nal.

Actitud de los de los Estudiantes de sexo masculino de la carrera de Psicología de la UIA

Actitud de los de los Estudiantes de sexo masculino de la carrera de Psicología de la Universidad Iberoamericana hacia las Personas con VIH/ SIDA

Helena Itzel van den Berg Mora
Samantha López-Guazo Moreno

Resumen:

El pre­sen­te tra­ba­jo brin­da una inves­ti­ga­ción para deter­mi­nar el nivel de acep­ta­ción de los estu­dian­tes de sexo mas­cu­lino de la carre­ra de psi­co­lo­gía de la Uni­ver­si­dad Ibe­ro­ame­ri­ca­na hacia las per­so­nas infec­ta­das con el virus de inmu­no­de­fi­cien­cia huma­na. La pobla­ción con la que se tra­ba­jó fue­ron 40 hom­bres, de la carre­ra de psi­co­lo­gía de la Uni­ver­si­dad Ibe­ro­ame­ri­ca­na, con un ran­go de eda­des entre 18 y 30 años. Se apli­có un ins­tru­men­to de esca­la tipo Likert a dicha mues­tra. El pro­ce­di­mien­to gene­ral de aná­li­sis fue vacia­do en el pro­gra­ma SPSS de esta­dís­ti­ca des­crip­ti­va, don­de se obtu­vie­ron resul­ta­dos favo­ra­bles para la hipó­te­sis pro­pues­ta; que los estu­dian­tes a un nivel uni­ver­si­ta­rio tie­nen una bue­na tole­ran­cia hacia las per­so­nas infec­ta­das con el virus de Inmu­no­de­fi­cien­cia Huma­na.

Des­crip­to­res: Tole­ran­cia, VIH, SIDA, Uni­ver­si­ta­rios, Carre­ra Psi­co­lo­gía.

 

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