Actitud de los de los Estudiantes de sexo masculino de la carrera de Psicología de la Universidad Iberoamericana hacia las Personas con VIH/ SIDA

Helena Itzel van den Berg Mora
Samantha López-Guazo Moreno

Resumen:

El pre­sen­te tra­ba­jo brin­da una inves­ti­ga­ción para deter­mi­nar el nivel de acep­ta­ción de los estu­dian­tes de sexo mas­cu­lino de la carre­ra de psi­co­lo­gía de la Uni­ver­si­dad Ibe­ro­ame­ri­ca­na hacia las per­so­nas infec­ta­das con el virus de inmu­no­de­fi­cien­cia huma­na. La pobla­ción con la que se tra­ba­jó fue­ron 40 hom­bres, de la carre­ra de psi­co­lo­gía de la Uni­ver­si­dad Ibe­ro­ame­ri­ca­na, con un ran­go de eda­des entre 18 y 30 años. Se apli­có un ins­tru­men­to de esca­la tipo Likert a dicha mues­tra. El pro­ce­di­mien­to gene­ral de aná­li­sis fue vacia­do en el pro­gra­ma SPSS de esta­dís­ti­ca des­crip­ti­va, don­de se obtu­vie­ron resul­ta­dos favo­ra­bles para la hipó­te­sis pro­pues­ta; que los estu­dian­tes a un nivel uni­ver­si­ta­rio tie­nen una bue­na tole­ran­cia hacia las per­so­nas infec­ta­das con el virus de Inmu­no­de­fi­cien­cia Huma­na.

Des­crip­to­res: Tole­ran­cia, VIH, SIDA, Uni­ver­si­ta­rios, Carre­ra Psi­co­lo­gía.

 


Abs­tract:

The follo­wing arti­cle pre­sents a research to deter­mi­ne the accep­tan­ce level of the male stu­dents from the Psy­cho­logy degree of the Uni­ver­si­dad Ibe­ro­ame­ri­ca­na towards peo­ple who have been infec­ted with the Human Immu­no­de­fi­ciency Virus, HIV. The popu­la­tion used were 40 men from the Psy­cho­logy degree of the Uni­ver­si­dad Ibe­ro­ame­ri­ca­na, who­se ages ran­ge from 18 to 30. A Likert sca­le like ins­tru­ment was uti­li­zed to the men­tio­ned sam­ple. The gene­ral analy­sis pro­ce­du­re was pou­red to the SPSS des­crip­ti­ve sta­tis­tic pro­gram­me, whe­re favo­ra­ble results were obtai­ned for the hypothe­sis pro­po­sed; which is that colle­ge stu­dents have a good tole­ran­ce level towards peo­ple infec­ted with the Human Immu­no­de­fi­ciency Virus.

Key words:

Tole­rance, HIV, AIDS, Colle­ge stu­dents, Psy­cho­logy.

Intro­duc­ción:

Para dar una bre­ve intro­duc­ción a la mag­ni­tud del SIDA en el mun­do: según las esta­dís­ti­cas a nivel mun­dial, 40 millo­nes de per­so­nas sobre­vi­ven hoy en día con SIDA, de ellas 95% no saben que son VIH posi­ti­vos, 2.5 millo­nes de ellos son meno­res de 15 años; Todos los días 14,000 per­so­nas con­traen VIH, eso es 10 per­so­nas por minu­to.

En 2003, 3 millo­nes de per­so­nas murie­ron por el VIH, 500,000 de ellos eran meno­res de 15años, eso es un niño murien­do por minu­to, ade­más 14 millo­nes de niños alre­de­dor del mun­do han que­da­do huér­fa­nos por el SIDA

En Méxi­co des­de siem­pre el sexo, la geni­ta­li­dad y sobre todo la sexua­li­dad han sido temas tabúes, prác­ti­ca­men­te nin­gún joven reci­be infor­ma­ción de sus padres, que ade­más no per­mi­ten que se las pro­por­cio­nen en las escue­las, ale­gan­do que ese es un asun­to que debe tra­tar­se en el seno fami­liar. Se cons­tru­ye una equi­va­len­cia de la sexua­li­dad con lo prohi­bi­do, con la tras­gre­sión, todo lo cual se hace crí­ti­co e inacep­ta­ble cuan­do se tra­ta de una expre­sión de la sexua­li­dad que no coin­ci­da con el fin de la repro­duc­ción.

Por con­se­cuen­te la homo­fo­bia es por lo tan­to, un fenó­meno muy ante­rior a la apa­ri­ción del VIH/ SIDA, que en oca­sio­nes se mani­fies­ta con expre­sio­nes de vio­len­cia y en la mayo­ría con demos­tra­cio­nes de des­pre­cio, de incom­pren­sión y de into­le­ran­cia. Este pro­ble­ma no es exclu­si­vo de las gran­des urbes, se da en todo el país, con muchas varian­tes, todas ellas lamen­ta­bles y con muy con­ta­das excep­cio­nes, casi siem­pre en peque­ños pobla­dos cos­te­ros. Tam­po­co lo es de un gru­po social, se mani­fies­ta tan­to en las cla­ses humil­des como en las pudien­tes.

Los hom­bres hete­ro­se­xua­les se con­si­de­ran aje­nos al VIH/ SIDA por pen­sar que es una enfer­me­dad pro­pia de los homo­se­xua­les. En un país tan machis­ta como el nues­tro, don­de la homo­se­xua­li­dad no es acep­ta­da, el SIDA se tor­na invi­si­ble, inexis­ten­te, para unos el SIDA les es ajeno, a otros les es impo­si­ble adop­tar medi­das de pre­ven­ción por el mie­do de que se pien­se que eso plan­tea la posi­bi­li­dad de que se esté en una con­di­ción de ries­go debi­do a una supues­ta pre­fe­ren­cia sexual.

En 1995 reali­zó una inves­ti­ga­ción titu­la­da: acti­tud de los ado­les­cen­tes hacia la infor­ma­ción sexual. La mues­tra fue de 600 alum­nos en eda­des com­pren­di­das entre 16 y 17 años. Para la reco­lec­ción de los datos se uti­li­zó una esca­la de Likert; se obser­vó en los ado­les­cen­tes la difi­cul­tad para la per­cep­ción de la infor­ma­ción sexual, debi­do a la esca­sa infor­ma­ción biblio­grá­fi­ca. De todas estas obser­va­cio­nes se con­clu­ye, que los ado­les­cen­tes pre­sen­tan poco cono­ci­mien­to sobre edu­ca­ción sexual y una acti­tud posi­ti­va hacia las acti­vi­da­des que con­lle­van hacia la adqui­si­ción de cono­ci­mien­tos, éste ante­ce­den­te tie­ne rela­ción con el estu­dio, debi­do a que en él se hace refe­ren­cia a la acti­tud posi­ti­va hacia el cono­ci­mien­to para la pre­ven­ción, fac­tor cla­ve en el desa­rro­llo de la pre­sen­te inves­ti­ga­ción.

Qui­zás por esta situa­ción de des­pre­cio, y a pesar de que la pobla­ción homo­se­xual es actual­men­te la más afec­ta­da, las inter­ven­cio­nes de pre­ven­ción diri­gi­das a este gru­po en par­ti­cu­lar no se rea­li­zan, por­que, ade­más, fren­te a la obli­ga­ción de pre­ve­nir sur­ge con mayor fuer­za el temor a las con­se­cuen­cias de enfren­tar a una socie­dad homo­fó­bi­ca, que segu­ra­men­te inter­pre­ta­ría las cam­pa­ñas como una pro­mo­ción a estas prác­ti­cas ponien­do en ries­go a la niñez y a la juven­tud.

Estos este­reo­ti­pos muchas veces se ven for­ta­le­ci­dos por las mani­fes­ta­cio­nes orga­ni­za­das de los homo­se­xua­les, como la mar­cha del orgu­llo gay, a las cua­les una gran par­te de los hom­bres con esta pre­fe­ren­cia sexual se abs­tie­nen de par­ti­ci­par por­que no com­par­ten estas expre­sio­nes que los acer­can en su apa­rien­cia a las muje­res.

El méto­do uti­li­za­do para el aná­li­sis psi­co­mé­tri­co fue la apli­ca­ción de cua­ren­ta encues­tas a hom­bres de la Uni­ver­si­dad Ibe­ro­ame­ri­ca­na, de Psi­co­lo­gía, cons­tan­do de cua­ren­ta reac­ti­vos, don­de se cubren las áreas de: pare­ci­do con otras per­so­nas, seguir patro­nes, influen­cia social y seguir pará­me­tros esta­ble­ci­dos por la moda. Des­pués se hizo un aná­li­sis cuan­ti­ta­ti­vo con todos los datos obte­ni­dos en dichas encues­tas, por medio del pro­gra­ma SPSS de esta­dís­ti­ca des­crip­ti­va.

Fun­da­men­to Bio­ló­gi­co

SIDA son las siglas de Sín­dro­me de Inmu­no­de­fi­cien­cia Adqui­ri­da, una enfer­me­dad has­ta aho­ra incu­ra­ble, pro­gre­si­va y mor­tal; Para enten­der mejor en que con­sis­te este mal, es nece­sa­rio antes com­pren­der algu­nos otros con­cep­tos:

El sis­te­ma inmu­no­ló­gi­co es el sis­te­ma de defen­sa del cuer­po, con­tra orga­nis­mos que le son extra­ños y dañi­nos, está com­pues­to por dife­ren­tes gru­pos de célu­las lla­ma­das lin­fo­ci­tos que son las que diri­gen la defen­sa, envian­do seña­les quí­mi­cas a otros gru­pos lin­fo­ci­ta­rios para exter­mi­nar al agen­te dañino, lla­ma­do antí­geno.

El virus de la inmu­no­de­fi­cien­cia huma­na es un virus que ata­ca pre­ci­sa­men­te a estas célu­las, intro­du­cién­do­se su códi­go gené­ti­co en el de ellas y obli­gán­do­las de esta mane­ra a repro­du­cir virus en su lugar, ani­qui­lán­do­las al mis­mo tiem­po.

Cuan­do el virus ha logra­do des­truir con­si­de­ra­ble­men­te al sis­te­ma inmu­ni­ta­rio, deci­mos que hay una inmu­no­de­fi­cien­cia y que es adqui­ri­da por­que no es con­gé­ni­ta, es decir no es here­di­ta­ria, aun­que algu­nas veces se naz­ca con ella por­que se adqui­rió de una madre infec­ta­da; esta trans­mi­sión pue­de ser duran­te la ges­ta­ción, al momen­to del par­to o en la lac­tan­cia.

Al exis­tir una inmu­no­de­fi­cien­cia sig­ni­fi­ca­ti­va apa­re­cen cier­tos sig­nos o sín­to­mas que en con­jun­to se lla­man sín­dro­me y que son carac­te­rís­ti­cos de este pade­ci­mien­to; por ejem­plo infec­cio­nes y cán­ce­res opor­tu­nis­tas, es impor­tan­te recal­car que el virus de la inmu­no­de­fi­cien­cia huma­na per­te­ne­ce a la fami­lia de los len­ti­vi­rus, lo que sig­ni­fi­ca que pue­de per­ma­ne­cer en esta­do de laten­cia den­tro del orga­nis­mo duran­te lar­gos perio­dos de tiem­po, para acti­var­se cuan­do sur­gen las con­di­cio­nes favo­ra­bles para ello. Sin embar­go, aho­ra sabe­mos que el VIH nun­ca per­ma­ne­ce inac­ti­vo, ya que des­de su ingre­so al orga­nis­mo empie­za a repro­du­cir­se en los gan­glios lin­fá­ti­cos, cau­san­do la muer­te de miles de millo­nes de célu­las por día.

La enfer­me­dad es mani­fes­ta­da cuan­do el sis­te­ma inmu­no­ló­gi­co ha sido dis­mi­nui­do con­si­de­ra­ble­men­te por el VIH, apa­re­cen las infec­cio­nes y los cán­ce­res lla­ma­dos opor­tu­nis­tas, por­que apro­ve­chan esta con­di­ción del orga­nis­mo para ata­car y desa­rro­llar­se.

Para tener la cer­te­za de que el virus exis­te en el orga­nis­mo es nece­sa­rio hacer­se la prue­ba de Eli­sa, que con­sis­te en bus­car los anti­cuer­pos que el cuer­po pro­du­ce para com­ba­tir al VIH. Cuan­do esta prue­ba resul­ta posi­ti­va, se debe hacer una con­fir­ma­to­ria lla­ma­da Wes­tern blot, una vez con­fir­ma­da la pre­sen­cia del virus en el orga­nis­mo,

El VIH se trans­mi­te úni­ca­men­te por tener rela­cio­nes sexua­les con una per­so­na infec­ta­da con VIH/ SIDA sin la pro­tec­ción de un con­dón de látex, por reci­bir san­gre y sus deri­va­dos u órga­nos de una per­so­na con VIH/ SIDA, inclu­yen­do el uso com­par­ti­do de jerin­gas no este­ri­li­za­das antes de uti­li­zar­se nue­va­men­te, de una mujer emba­ra­za­da con VIH/ SIDA a su hijo, duran­te la ges­ta­ción, en el momen­to del par­to o al ama­man­tar­lo.

El VIH no se trans­mi­te por: Pica­du­ras de insec­tos, El uso de ins­ta­la­cio­nes sani­ta­rias como alber­cas, baños, res­tau­ran­tes y otros luga­res públi­cos, Salu­dar, abra­zar, besar o tener cual­quier con­tac­to casual con per­so­nas con VIH/ SIDA, comer en la mis­ma vaji­lla o com­par­tir uten­si­lios con una per­so­na con VIH/ SIDA, vivir, tra­ba­jar, estu­diar o rea­li­zar cual­quier acti­vi­dad, bajo el mis­mo techo con per­so­nas con VIH/ SIDA, cui­dar a per­so­nas con VIH/ SIDA o Cual­quier cir­cuns­tan­cia dis­tin­ta a las tres cau­sas enu­me­ra­das.

Fun­da­men­to Social

En las ulti­mas déca­das, este pade­ci­mien­to ha ten­di­do a incre­men­tar­se, en espe­cial en los paí­ses en desa­rro­llo y en los gru­pos socia­les des­fa­vo­re­ci­dos; ésta ten­den­cia se pue­de atri­buir a diver­sos fac­to­res; los mas impor­tan­tes se aso­cian con los cam­bios en los patro­nes de com­por­ta­mien­to sexual: una estruc­tu­ra demo­grá­fi­ca con alta pro­por­ción de jóve­nes, una urba­ni­za­ción rápi­da, la ten­den­cia actual a una mayor pre­co­ci­dad y pro­mis­cui­dad sexual y una posi­ción de des­ven­ta­ja de las muje­res de la pare­ja, que les impi­de nego­ciar los tér­mi­nos bajo los cua­les se pro­du­cen los encuen­tros sexua­les. En tal sen­ti­do Lan­ger y otros (1993), men­cio­na que tal vez el ins­tru­men­to mas pode­ro­so de que dis­po­nen las per­so­nas sea la infor­ma­ción, que abre nue­vas posi­bi­li­da­des.

Crear con­cien­cia y com­pren­sión acer­ca de los bene­fi­cios de la pla­ni­fi­ca­ción de la fami­lia y los peli­gros de las infec­cio­nes de trans­mi­sión sexual, poten­cia a los indi­vi­duos y posi­bi­li­ta que com­pren­dan los pro­ce­sos de adop­ción de deci­sio­nes en sus comu­ni­da­des y par­ti­ci­pen efi­caz­men­te en ellas. Pro­ba­ble­men­te, el incre­men­to del nume­ro de per­so­nas afec­ta­das por las infec­cio­nes de trans­mi­sión sexual, este rela­cio­na­da con la acti­tud, que según Bier­ge (1982) es la orga­ni­za­ción esta­ble de per­cep­cio­nes, ten­den­cias, apren­di­za­jes, hábi­tos, pro­ce­sos cog­nos­ci­ti­vos y emo­cio­na­les que dan lugar a una con­duc­ta deter­mi­na­da.

El papel de los medios de comu­ni­ca­ción en torno al SIDA y temas rela­cio­na­dos con la sexua­li­dad, debe enfo­car­se tan­to a infor­mar como a crear un cli­ma social de tole­ran­cia y res­pe­to que favo­rez­ca el tra­ba­jo pre­ven­ti­vo y el cono­ci­mien­to de la sexua­li­dad. Ante pro­ble­mas socia­les de la mag­ni­tud como la del SIDA, la vio­len­cia hacia las muje­res o la explo­ta­ción sexual, los medios de comu­ni­ca­ción y los cen­tros edu­ca­ti­vos tie­nen una cla­ra res­pon­sa­bi­li­dad que no pue­den ni deben elu­dir, toman­do en cuen­ta que en el dere­cho a la infor­ma­ción no sólo impli­ca que se faci­li­te a las per­so­nas el acce­so y la difu­sión de ésta, sino tam­bién que se tras­mi­ta de mane­ra obje­ti­va, sin pre­jui­cios y con res­pe­to a la dig­ni­dad de las per­so­nas.

Homo­se­xua­li­dad y SIDA

Cuan­do se des­cu­brió el VIH y el sín­dro­me de inmu­no­de­fi­cien­cia adqui­ri­da, se le rela­cio­nó direc­ta­men­te con la homo­se­xua­li­dad, al extre­mo de lla­mar­la la “cán­cer gay”; y aún cuan­do esa rela­ción ha que­da­do des­men­ti­da por la reali­dad, muchas per­so­nas con­ti­núan sin infor­mar­se y sos­tie­nen que el VIH y el SIDA sólo con­cier­nen a ese sec­tor de la pobla­ción.

La edu­ca­ción for­mal e infor­mal refuer­za siem­pre la homo­fo­bia, ya sea por omi­sión o por comi­sión. Por omi­sión, por­que al no hablar de las dife­ren­tes expre­sio­nes de la sexua­li­dad huma­na, vali­da lo que se dice en la calle de prác­ti­cas dife­ren­tes a la repro­duc­ti­va; el maes­tro que habla de metá­fo­ras infan­ti­les refe­ren­tes a la sexua­li­dad, dejan­do a sus alum­nos en la más com­ple­ta inde­fen­sión fren­te a con­cep­tos equi­vo­ca­dos y aún ten­den­cio­sos sobre quie­nes tie­nen otras pre­fe­ren­cias sexua­les. Por comi­sión, por­que muchas veces son los maes­tros los pri­me­ros en estig­ma­ti­zar la homo­se­xua­li­dad, bur­lán­do­se inclu­si­ve de algún alumno que de mane­ra espo­rá­di­ca o per­ma­nen­te tie­ne algu­na acti­tud deli­ca­da o algún ama­ne­ra­mien­to que el maes­tro inter­pre­ta para sus alum­nos como una fal­ta de hom­bría; en la edu­ca­ción infor­mal el homo­se­xual pasi­vo tie­ne que jugar social­men­te el rol sumi­so de la mujer, debe per­mi­tir todo tipo de agre­sio­nes, tan­to ver­ba­les como físi­cas.

El cre­cien­te núme­ro de per­so­nas que viven con el VIH o con SIDA en gru­pos de pobla­ción hete­ro­se­xual obli­ga a con­cluir que no es la homo­se­xua­li­dad por sí mis­ma, como con­duc­ta, la que deter­mi­na el mayor ries­go, sino la mane­ra de ejer­cer la sexua­li­dad.

En la actua­li­dad, sin duda la mayo­ría de los mexi­ca­nos tie­ne algún cono­ci­do, ami­go, parien­te más o menos cer­cano que vive con VIH o con SIDA o ha falle­ci­do a cau­sa de esa enfer­me­dad. No obs­tan­te, vemos el asun­to como un pro­ble­ma de homo­se­xua­les y dro­ga­dic­tos.

Acti­tud

Según el Dic­cio­na­rio Enci­clo­pé­di­co Espe­cial (1988) la acti­tud es una for­ma de valo­rar la reali­dad y actuar en con­se­cuen­cia. En tal sen­ti­do, los miem­bros de la fami­lia asu­men una acti­tud fren­te a una situa­ción deter­mi­na­da, depen­dien­do de sus cono­ci­mien­tos acer­ca de esta.

Bier­ge (1982) refie­re que por acti­tud, se sue­le enten­der la orga­ni­za­ción esta­ble de per­cep­cio­nes, ten­den­cias, apren­di­za­jes, hábi­tos, pro­ce­sos cog­nos­ci­ti­vos y emo­cio­na­les que dan lugar a una con­duc­ta deter­mi­na­da. Otra defi­ni­ción de acti­tud es apor­ta­da por Gag­ne y otros (1979) quie­nes la con­ci­ben como “esta­dos inter­nos que influ­yen en las elec­cio­nes de acción per­so­nal”. Resul­ta per­ti­nen­te des­ta­car, que las per­so­nas están some­ti­das a un sin nume­ro de fac­to­res inter­nos que reper­cu­ten de una u otra mane­ra en su vida.

Cabe con­si­de­rar, por otra par­te la defi­ni­ción de acti­tud según Horrocks (1990), el cual men­cio­na que acti­tud es “… un esta­do direc­cio­nal apren­di­do y con­sis­ten­te de dis­po­si­ción favo­ra­ble para res­pon­der (habi­to, pre­dis­po­si­ción) a una cla­se dada de obje­tos, acti­vi­da­des y con­cep­tos, no como estos son en reali­dad, sino como se cree que son”. en torno a esta idea, se pue­de decir que cada per­so­na tie­ne una visión par­ti­cu­lar de las cosas y en base a ella se com­por­ta.

En cuan­to al cono­ci­mien­to cien­tí­fi­co, Tama­yo y Tama­yo (1994), lo defi­ne como una de las for­mas que tie­ne el hom­bre para otor­gar­le un sig­ni­fi­ca­do con sen­ti­do a la reali­dad. Por lo tan­to se podría pen­sar que la fami­lia al adqui­rir cono­ci­mien­to cien­tí­fi­co sobre las infec­cio­nes de trans­mi­sión sexual ten­drían una visión apro­pia­da de las mis­mas. Por con­si­guien­te, los miem­bros de la fami­lia pue­den obte­ner las dos cla­ses de cono­ci­mien­to, el vul­gar de la inter­ac­ción social y el cien­tí­fi­co de la bús­que­da inten­cio­na­da de infor­ma­ción pro­du­ci­dos por la cien­cia.

Resul­ta­dos

Uti­li­zan­do un ins­tru­men­to de esca­la tipo Likert dise­ña­do para esta inves­ti­ga­ción, el cual pro­bó ser con­fia­ble inter­na y exter­na­men­te, se encon­tró en los resul­ta­dos que la hipó­te­sis de inves­ti­ga­ción es ver­da­de­ra, en el sen­ti­do en que la gran mayo­ría de los estu­dian­tes a los que se les apli­có la prue­ba poseen un buen nivel de tole­ran­cia para con las per­so­nas infec­ta­das con el Virus de Inmu­no­de­fi­cien­cia Huma­na / SIDA.

Del mis­mo modo, deri­va­do del aná­li­sis de los resul­ta­dos, se per­ci­be que no hay una dife­ren­cia sig­ni­fi­ca­ti­va, una rela­ción direc­ta­men­te pro­por­cio­nal, entre la edad de los par­ti­ci­pan­tes y la tole­ran­cia que estos pre­sen­tan a los por­ta­do­res del virus de inmu­no­de­fi­cien­cia huma­na.

El grue­so de los encues­ta­dos sien­te un nivel de empa­tía medio a alto, en algu­nos casos podría decir­se que es indi­fe­ren­te, y no tie­nen pre­jui­cios o ideas pre­con­ce­bi­das hacia lo rela­cio­na­do con el SIDA y el VIH.

Los pun­ta­jes mas bajos fue­ron en rela­ción con el área de cono­ci­mien­to gene­ral de la enfer­me­dad, don­de los resul­ta­dos mues­tran que pocos son los que gozan de cono­ci­mien­tos pro­fun­dos acer­ca de lo que es el SIDA y su for­ma de con­ta­gio, las reper­cu­sio­nes en la socie­dad y la afec­ción a la vida per­so­nal de la per­so­na.

Como se men­cio­nó ante­rior­men­te, el resul­ta­do glo­bal de las apli­ca­cio­nes arro­ja que los estu­dian­tes pre­sen­tan una bue­na tole­ran­cia hacia las per­so­nas que están infec­ta­das con el Virus de la Inde­fi­cien­cia Huma­na.

Dis­cu­sión de Resul­ta­dos

Como limi­ta­cio­nes al rea­li­zar­se esta inves­ti­ga­ción, podría­mos men­cio­nar el nulo deseo de par­ti­ci­pa­ción por par­te de cier­tos estu­dian­tes, ya sea por fal­ta de tiem­po, igno­ran­cia o sim­ple­men­te apa­tía; de la mis­ma mane­ra,

al hacer un aná­li­sis más deta­lla­do y veri­fi­car cuan­ti­ta­ti­va­men­te todos los resul­ta­dos, nos damos cuen­ta de que seria reco­men­da­ble para inves­ti­ga­cio­nes ulte­rio­res reco­ger una mues­tra mas gran­de, para de esta for­ma obte­ner resul­ta­dos mas sig­ni­fi­ca­ti­vos.

Se suge­ri­ría, igual­men­te, para una mas com­ple­ta la inves­ti­ga­ción el uso de un cues­tio­na­rio para ahon­dar en las res­pues­tas que se dan seca­men­te en la esca­la Likert y poder encon­trar el por­qué mas pre­ci­so de las res­pues­tas dadas, ya que solo un si o no, aun­que da una idea de la acti­tud en gene­ral, no brin­da toda la infor­ma­ción desea­ble para poder lle­var a cabo un son­deo impor­tan­te acer­ca de un tema tan rele­van­te como es la acti­tud de jóve­nes estu­dian­tes a nivel licen­cia­tu­ra hacia per­so­nas VIH posi­ti­vas, que pue­den incluir niños, ado­les­cen­tes, ancia­nos y jóve­nes.

Con­clu­sio­nes

Con res­pec­to a las hipó­te­sis, la de inves­ti­ga­ción resul­ta ver­da­de­ra en el sen­ti­do en que la mayo­ría de los estu­dian­tes a los que se les apli­có la prue­ba tie­nen una tole­ran­cia acep­ta­ble hacia las per­so­nas con VIH/ SIDA, con acep­ta­ble nos refe­ri­mos a que las per­so­nas logran rela­cio­nar­se de mane­ra ade­cua­da y no sien­ten abe­rra­ción por este tipo de per­so­nas. Sin embar­go pen­sa­mos que cada cul­tu­ra y país es dife­ren­te y esta es solo una peque­ña mues­tra de la socie­dad mexi­ca­na de un nivel socio­eco­nó­mi­co medio-alto. Por otra par­te sabe­mos que entre mas infor­ma­ción menor será el nivel de dis­cri­mi­na­ción para las per­so­nas que pade­cen de este Sín­dro­me de Inmu­no­de­fi­cien­cia Adqui­ri­da.

Biblio­gra­fía:

Ber­nal, J (comp.)(1989) CONOCIMIENTO Y ACTITUDES Y EDUCANDOS. Resu­men en base elec­tró­ni­ca CDR32/75660 Tabloi­de Ilus­tra­do. Chi­le.

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