Diplomado y Especialidad en Psicología y Psicoterapia Infantil*

En este diplo­ma­do se ana­li­zan ‑des­de una pers­pec­ti­va inte­gral- dife­ren­tes pade­ci­mien­tos psi­co­ló­gi­cos de la eta­pa infan­til y sus alter­na­ti­vas de inter­ven­ción, con­si­de­ran­do los aspec­tos bio­mé­di­cos, psi­co­mo­tri­ces, de len­gua­je y apren­di­za­je, de socia­li­za­ción, afec­ti­vos, de las fun­cio­nes cor­po­ra­les y de la sexua­li­dad, revi­san­do casos clí­ni­cos.

* Este diplo­ma­do, jun­to con el de Psi­co­lo­gía Infan­til: Desa­rro­llo, Alter­na­ti­vas Edu­ca­ti­vas y Psi­co­te­ra­pia, inte­gran la Espe­cia­li­dad en Psi­co­lo­gía y Psi­co­te­ra­pia Infan­til, la cual tie­ne como pro­pó­si­to pro­fun­di­zar en el domi­nio de cono­ci­mien­tos teó­ri­cos, téc­ni­cos y meto­do­ló­gi­cos en esta área y ampliar la capa­ci­ta­ción pro­fe­sio­nal, inte­gran­do cohe­ren­te­men­te los con­te­ni­dos de ambos diplo­ma­dos.

Diri­gi­do a psi­có­lo­gos, estu­dian­tes de psi­co­lo­gía (míni­mo 75% de cré­di­tos de licen­cia­tu­ra), edu­ca­do­res, pedia­tras, pai­do­psi­quia­tras y pro­fe­sio­nes afi­nes.

Con­sul­ta los requi­si­tos.

Módulos

  1. Linea­mien­tos gene­ra­les en psi­co­te­ra­pia infan­til
  2. Fac­to­res bio­mé­di­cos que influ­yen en el desa­rro­llo del niño
  3. Desa­rro­llo y alte­ra­cio­nes de la psi­co­mo­tri­ci­dad. Alter­na­ti­vas de inter­ven­ción
  4. Desa­rro­llo y alte­ra­cio­nes del len­gua­je y apren­di­za­je. Alter­na­ti­vas de inter­ven­ción
  5. Desa­rro­llo y alte­ra­cio­nes de la socia­li­za­ción y manías. Alter­na­ti­vas de inter­ven­ción
  6. Desa­rro­llo y alte­ra­cio­nes de la afec­ti­vi­dad y las fun­cio­nes cor­po­ra­les. Alter­na­ti­vas de inter­ven­ción
  7. Desa­rro­llo y alte­ra­cio­nes de la sexua­li­dad. Alter­na­ti­vas de inter­ven­ción

Versión presencial

CDMX

Ini­cia: 4 de mar­zo
Sába­dos 4 a 8 pm

Toluca

Ini­cia: 27 de febre­ro
Lunes 4 a 8 pm

Versión en línea

Ini­cia: 2 de mar­zo
Jue­ves 5 a 7 pm

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Un militar en la educación

Dioner Francis Marín Puelles

Direc­tor Escue­la de Psi­co­lo­gía de la Uni­ver­si­dad César Valle­jo

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Foto: Tim Ellis

Y te veo entrar a cla­se como un Dios, todo omni­po­ten­te; plas­ma­do del res­pal­do ins­ti­tu­cio­nal, regio­nal y nacio­nal. Ini­cias, dis­pa­ran­do tu arma­men­to hacia noso­tros, con los cas­tra­do­res exá­me­nes ora­les, mini­mi­zan­do a quien no sabe y aplau­dien­do al estu­dian­te que expre­sa según lo que espe­ras, basa­do tan solo en aque­llas teo­rías que domi­nan a la per­so­na y que no hacen pre­va­le­cer al ser humano como tal. Pero no pue­do juz­gar­te, por­que así como yo, vie­nes de un sis­te­ma dise­ña­do mili­tar­men­te, des­de que fuis­te estu­dian­te en tu ini­cial, pri­ma­ria, secun­da­ria, y así tam­bién cuan­do fuis­te un ejem­plar repre­sen­tan­te uni­ver­si­ta­rio. Y si vamos más a nues­tro tras­fon­do, y digo nues­tro, por­que sería negli­gen­te excluir­me, pade­ci­mos y pade­ce­mos de una gran y tris­te his­to­ria mili­tar, una his­to­ria fres­ca, así como per­ver­sa. Has­ta los 80, tuvi­mos una serie de nefas­tos y corrup­tos gobier­nos mili­ta­res, cuya peor heren­cia ha sido su matiz hiper ver­ti­cal en el ambien­te de la edu­ca­ción, inclu­yen­do a la uni­ver­si­ta­ria. Pos­te­rior­men­te los gobier­nos, civi­les en apa­rien­cia, for­ta­le­cie­ron el sis­te­ma con el auto­ri­ta­ris­mo, sober­bia y arro­gan­cia, en las cua­les las auto­ri­da­des se valie­ron de la para­fer­na­lia docu­men­ta­ria y trá­mi­te buro­crá­ti­co para que, incon­cien­te­men­te, asfi­xien al estu­dian­ta­do y demás miem­bros de la comu­ni­dad edu­ca­ti­va, y por ende a una socie­dad: prue­ba de ello la corrup­ción, la que tan­to se vale de la espe­ra eter­na a la res­pues­ta a un docu­men­to y así dila­tar el tiem­po para que sus cóm­pli­ces cum­plan sus metas, encon­tran­do meca­nis­mos para­le­los para sis­te­ma­ti­zar sus accio­nes.

Cuan­do niño y ado­les­cen­te, recuer­do ver a un que­ri­do fami­liar quien lucha­ba, con la serie de exi­gen­cias y docu­men­tos, suje­tos al Minis­te­rio de Edu­ca­ción, ente que pare­cía más eva­luar al docen­te por su capa­ci­dad de sopor­te buro­crá­ti­co (uni­da a una mala paga), que por su capa­ci­dad de fide­li­zar real­men­te al estu­dian­te. Todos, estu­dian­tes y docen­tes, y sin dar­nos cuen­ta, par­ti­ci­pá­ba­mos cons­tan­te­men­te de esta retro­ali­men­ta­ción, la cual es de índo­le mera­men­te con­duc­tual: estu­diar para no ser jala­do; estu­diar para tener la mejor nota o, estu­diar; para no ser víc­ti­ma de san­cio­nes. En los cuar­te­les, se cum­ple a car­ta cabal las indi­ca­cio­nes, sin lugar a opi­nio­nes o crí­ti­cas, y así no ser pasi­ble de cas­ti­gos o expul­sio­nes. Eso se tras­la­dó a los ambien­tes edu­ca­ti­vos en gene­ral, ale­jan­do a la hori­zon­ta­li­dad entre docen­tes y estu­dian­tes, y acer­can­do a la ver­ti­ca­li­dad, la cual con­lle­va a la dis­cri­mi­na­ción y a estu­diar no por con­vic­ción, sino por mie­do; a leer por leer y no, por creer en ello. 

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