El propósito de este trabajo ha sido el interés por compartir los temas abordados en los últimos años por los psicólogos que han estudiado el campo de las emociones alrededor del mundo. Para lo anterior, se decidió revisar los estudios publicados en los años 2007 a 2018.
Los criterios empleados en la selección de estos estudios son los siguientes:
La originalidad en los temas tratados, algo que en el ámbito de la psicología mexicana es poco considerada.
La utilización de procesos metodológicos novedosos.
Se somete a los sujetos a situaciones emocionales diversas: miedo, sorpresa, alegría; otras emociones surgidas por la interacción social como ansiedad patológica, triunfo, diversión o deseo, entre otras.
Que los sujetos sean sometidos a situaciones experimentales en condiciones reales.
El efecto de la música sobre las emociones.
La relación establecida entre lo social y lo biológico y su efecto en los sujetos.
Que la aportación de los estudios revisados en el campo de las emociones, permitan al psicólogo tener una visión más amplia de las posibles causas de la aparición de trastornos psicológicos.
Como psicólogos y conocedores de las emociones, es importante continuar con su estudio, tomando en cuenta que los seres humanos siempre sentimos, queramos o no, emociones de diversos tipos, en diferentes situaciones y por diversos motivos. Esperamos que esta revisión sea útil e interesante para los lectores, quienes también aportarán la información adquirida en su trabajo cotidiano como psicólogos.
Dr. Marco Eduardo Murueta Reyes (UNAM Iztacala, Amapsi)
El amor, más que el desamor, es lo que hace a la historia.
Sin duda, el amor es lo que mueve al mundo y es lo que da significado a cada uno de los esfuerzos personales. Sin embargo, este sentimiento escasea cada vez más y en su lugar aumentan la soledad, las frustraciones, los rencores, la apatía y la violencia.
El amor es un fenómeno tan natural como la lluvia o como el hervir del agua a 100 grados centígrados. Un fenómeno se produce cuando ocurren un conjunto de factores que lo generan, que lo causan.
La técnica es la capacidad para hacer ocurrir el conjunto necesario de factores para producir un fenómeno. Una técnica es un procedimiento específico cuyo resultado se conoce de antemano. Por ejemplo, si calentamos el agua en estado líquido hasta los cien grados centígrados sabemos que se convertirá en vapor poco a poco. Se habla de tecnología cuando se articulan un conjunto de técnicas para lograr un producto complejo.
¿Se puede producir intencionalmente el amor? Sí, haciendo ocurrir los factores que lo causan. En la teoría de la praxis se define al amor como el sentir como propio lo que le sucede a otro o a otros.
A través de diversas investigaciones se ha logrado establecer cuáles son los elementos que producen dicha identificación amorosa, independientemente de la voluntad de los participantes. Es importante aclarar que nos referimos al “amor” en forma general abarcando sentimientos como “estimación”, “amistad”, “amor filial”, “amor sexual”. El sentimiento amoroso será mayor conforme más intensidad, duración y frecuencia tenga cada uno de los ingredientes que a continuación exponemos.
1. Reconocimiento. Este factor consiste en expresar o hacer saber los aspectos que agradan de sí mismo y de otra(s) persona(s), así como saber cuáles rasgos propios personales o de grupo son agradables para otra(s) persona(s).
2. Con-vivencia. Un elemento básico para la producción del amor consiste en tener vivencias conjuntas como las siguientes: jugar comer o beber (¡en sentido amplio!) juntos compartir eventos como fiestas, cine, teatro, música, viajes, lecturas, etc. reír juntos esparcimiento compartido.
3. Generación de experiencias agradables especiales. Quien propicia experiencias que resultan agradables para otro se integra positivamente en forma simbólica en la identidad del segundo, sobre todo en la medida en que esas vivencias generadas son poco comunes. Esto abarca desde la misma imagen personal, los “detalles”, las sorpresas agradables, los regalos, la risa, los placeres físicos, la poesía, la fantasía, entre muchas otras posibilidades que inducen la emoción amorosa.
4. Contacto físico agradable. Este aspecto es clave para determinar los niveles de profundización amorosa (amistad, relación filial, amor sexual). Abarca desde la mirada, el saludo de mano, la palmada en el hombro, el abrazo, tomarse del brazo, tomarse de la mano, los besos en la mejilla, los besos en la boca, hasta las relaciones sexuales propiamente dichas, entre muchas otras variantes.
5. Co-operación. Es fuente de enamoramiento hacer cosas en las que cada quien colabora voluntariamente para lograr un resultado único. Desde mover un mueble entre dos o más personas hasta juegos o trabajos en equipo de diferente índole, complejidad y duración. El apoyo de uno en el otro es una forma especial de co- operación mayores alcances afectivos.
6. Creatividad compartida. Generar conjuntamente cosas interesantes o estéticas que antes no existían; por ejemplo, el decorado de la casa, un invento, una obra artística, un libro, la formación de un hijo, un descubrimiento, una empresa, una institución, etc. Los productos creados conjuntamente se convierten en símbolos de identificación amorosa.
7. Éxito compartido. La sensación de haber alcanzado una meta importante mediante esfuerzos combinados de los participantes produce un alto grado de emoción satisfactoria que integra a los otros en la simbolización de cada uno.
8. Narrativa de vida. Platicar las vivencias cotidianas y las anécdotas o recuerdos anteriores, así como escuchar con atención lo que le ha ocurrido a otro(s) es fuente de comprensión e identificación progresiva, siempre y cuando lo narrado no sea emocionalmente agresivo para el que escucha. El que narra entrega parte de sí mismo a quien lo escucha. Este vive imaginariamente las emociones que genera la narración e incorpora a su ser esa experiencia del otro.
9. Competencia externa. La cohesión de una pareja o grupo requiere de que esta unidad se contraste con otras similares. En la medida en que esta comparación externa falta es más probable que afloren diferencias internas en el grupo o pareja. Se sugiere una competencia sana, positiva; es decir, competir en equipo por SER MEJORES en los aspectos que se consideren relevantes. NO competir por SER MENOS MALOS, o poner “zancadillas” para que otros grupos o parejas no se desarrollen, como acostumbran quienes se sienten frustrados por NO SER ya y sin esfuerzo lo que quisieran.
Con una dosis combinada y progresiva de los elementos mencionados se producen procesos de identificación amorosa de alta intensidad que pueden traducirse en un estado continuo de frenesí. Como todo fenómeno, si cesan los factores que lo producen también el fenómeno desaparece. Es decir, el amor requiere ser cultivado para no dejarlo morir de inanición. Cuando el amor no se cultiva surgen la soledad, la frustración, la agresividad, el desprecio, los chantajes, los reproches, etc. Entonces se cultiva sin saberlo el odio, la apatía, la violencia, la destrucción de la vida, es decir, la DESTRUCCION DE SI MISMO.
En el amor está la esencia de los seres humanos y es la base de la salud mental. La COMUNION significa la integración amorosa de cada individuo con las colectividades en que participa (la pareja, la familia, los amigos, el grupo de trabajo, la comunidad, la patria, la humanidad), y por tanto con todo el universo.
La forma o proceso sistémico de conocimiento se caracteriza por ser de integración. En vez de darle importancia solo a la diferenciación de distintas formas de conocimiento disciplinario y no disciplinario, busca comprender mejor, el complejo proceso de integración u organización, a fin de dar respuesta creativa a los complejos retos actuales de una aldea global cada vez más interrelacionada y dinámica. La ciencia sistémica es una forma de conocimiento sintético de segundo nivel, que se usa en el proceso permanente de vinculación transversal de las distintas formas de conocimiento de expertos teóricos y prácticos, de sus diversas visiones culturales y valores o del conocimiento transdisciplinario; es una forma transhistórica y transcultural de integración de las diferentes formas de conocimiento; es una meta-ciencia.
El conocimiento ecosistémico es un proceso emergente de conocimiento universal integral o sistémico diseñado para armonizar la relación de los sistemas socioambientales. Para su adecuada utilización requiere de la adquisición gradual de una cultura evolutiva sobre la etapa ecosistémica de la forma sistémica o integral de conocimiento universal. Es una forma más amplia y consciente de conocimiento que tiene un lenguaje específico que es necesario conocer y dominar para su correcta aplicación. Su pensamiento con visión ecocéntrica está respaldado para la transformación de todo tipo de sistemas socioambientales por un conjunto de herramientas metodológicas de transformación para enfrentar de forma oportuna, adecuada y creativa la grave y compleja situación actual de desequilibrio entre sociedad y naturaleza, mediante una visión más amplia y trascendente cualitativa de carácter ecocéntrico, que trasciende la limitada y peligrosa visión antropocéntrica predominante.
Como la casi totalidad de conocimientos sobre cultura sistémica está documentada en idioma inglés, y tomando en cuenta que el segundo idioma materno que más se habla en el mundo, después del chino es el español, el libro se orienta hacia la expansión de la cultura sistémica en este idioma. El proyecto editorial está impulsado por miembros de la Asociación Latinoamericana de Sistémica (ALAS) y del Posgrado del Programa de Ingeniería de Sistemas (PIS) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Dr. Ignacio Enrique Peón Escalante Profesor e Investigador del Programa de Posgrado en Ingeniería de Sistemas, IPN, Secretario de ALAS
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