No existen discapacitados

No existen discapacitados

Por Marco Eduardo Murueta

Uno de los pro­ble­mas bási­cos de la civi­li­za­ción occi­den­tal es la pos­tu­la­ción de mode­los con­si­de­ra­dos como idó­neos o nor­ma­les y con base en ellos dis­cri­mi­nar a quie­nes no cum­plen con esas expec­ta­ti­vas ideo­ló­gi­cas. Así con­de­na­ron a Sócra­tes a beber la cicu­ta por no ape­gar­se a absur­das leyes al pro­mo­ver la refle­xión y el aná­li­sis crí­ti­co en sus dis­cí­pu­los, por lo que el tri­bu­nal lo con­si­de­ró como des­co­no­ce­dor de los dio­ses y corrup­tor de los jóve­nes. Ale­jan­dro Magno fue el pri­me­ro que qui­so con­quis­tar el mun­do para impo­ner en todos lados el mode­lo de demo­cra­cia ate­nien­se y así civi­li­zar a los lla­ma­dos pue­blos “bár­ba­ros”, por no tener un modo de vida como el de los grie­gos.

De la mis­ma mane­ra, actual­men­te se lla­ma “indí­ge­nas” a quie­nes no se han incor­po­ra­do al modo de vida occi­den­tal, en lugar de reco­no­cer diver­sas for­mas váli­das de orga­ni­za­ción social y de vida cul­tu­ral en cada uno de esos pue­blos que han logra­do sobre­po­ner­se duran­te más de 500 años a dicho pro­ce­so “civi­li­za­to­rio”.  Toda­vía mucha gen­te con­si­de­ra que la hete­ro­se­xua­li­dad es lo “nor­mal” y por tan­to asu­me como “anor­ma­les” a otras con­fi­gu­ra­cio­nes de iden­ti­dad y pre­fe­ren­cia sexual.

En el mis­mo sen­ti­do se habla de “dis­ca­pa­ci­ta­dos” o “minus­vá­li­dos” para refe­rir­se a las per­so­nas que care­cen de algu­nas de las capa­ci­da­des con­si­de­ra­das “nor­ma­les”, no obs­tan­te que muchos de ellos tie­nen otras capa­ci­da­des supe­rio­res. Por ejem­plo, per­so­nas que no tie­nen la capa­ci­dad visual (cie­gos) sue­len tener ele­va­das capa­ci­da­des audi­ti­vas, tác­ti­les, olfa­ti­vas y cog­ni­ti­vas, que no tie­nen los que sí pue­den ver. Per­so­nas sin vis­ta sue­len ser exce­len­tes músi­cos, capa­ces de reco­no­cer bille­tes y otros obje­tos median­te el tac­to, cap­tar aro­mas que les orien­tan, mane­jar el ába­co a velo­ci­da­des impre­sio­nan­tes y cons­truir argu­men­ta­cio­nes lógi­cas sofis­ti­ca­das. Quie­nes tie­nen menos capa­ci­dad audi­ti­va, gene­ral­men­te desa­rro­llan posi­bi­li­da­des visua­les, de memo­ria y de orien­ta­ción geo­grá­fi­ca supe­rio­res a la mayo­ría. Los que no tie­nen la posi­bi­li­dad de arti­cu­lar soni­dos ver­ba­les pue­den ser exce­len­tes dibu­jan­tes, depor­tis­tas, escri­to­res, bai­la­ri­nes o ins­tru­men­tis­tas. Las per­so­nas con lesio­nes en la cor­te­za cere­bral que tie­nen difi­cul­tad para la orga­ni­za­ción lógi­ca de su pen­sa­mien­to (cono­ci­do como “retar­do men­tal”) sue­len tener una sen­si­bi­li­dad emo­cio­nal supe­rior, que al ser valo­ra­da y edu­ca­da podría desa­rro­llar ele­va­das e impor­tan­tes posi­bi­li­da­des afec­ti­vas.

Todas las per­so­nas tie­nen rela­ti­vas limi­ta­cio­nes para algu­nas cosas y posi­bi­li­da­des sobre­sa­lien­tes en otras. En lugar de poner énfa­sis en lo que una per­so­na no pue­de hacer, sería impor­tan­te que la comu­ni­dad valo­ra­ra y reco­no­cie­ra sus talen­tos y vir­tu­des, como lo ilus­tra el video  El cir­co de las mari­po­sas. La orga­ni­za­ción social y la edu­ca­ción, en lugar de pre­ten­der la homo­ge­nei­dad de todos, debie­ran basar­se en las posi­bi­li­da­des de com­bi­nar o arti­cu­lar talen­tos diver­sos que se com­ple­men­ten para pro­du­cir equi­pos de ele­va­da poten­cia. No podría haber una gran orques­ta sin­fó­ni­ca si sola­men­te se con­ta­ra con vio­li­nis­tas, la diver­si­dad es lo que engran­de­ce a la orga­ni­za­ción huma­na.  

No tie­nen por qué  todos tener las mis­mas capa­ci­da­des. Cada ser vivo es lo que es y no tie­ne por qué supo­ner­se que debie­ra ser de otra mane­ra. No pue­de decir­se ‑por ejem­plo- que un ani­mal o un vege­tal es “dis­ca­pa­ci­ta­do” por­que no pue­de hablar o escri­bir, pues no se espe­ra eso de ellos. Así, entre los seres huma­nos es nece­sa­rio no espe­rar de un cie­go que vea o de un sor­do que oiga, etc. Cada quien es lo que es y tie­ne cier­tas posi­bi­li­da­des y no tie­ne otras. Si una per­so­na entra en rela­ción con quie­nes hablan otro idio­ma nece­si­ta­rá un tra­duc­tor de mane­ra simi­lar a alguien que no pue­de cami­nar requie­re de una silla de rue­das o de mule­tas, y si no pue­de ver nece­si­ta­rá del sis­te­ma de escri­tu­ra Brai­lle y de soni­dos que le sir­van para orien­tar­se en el trán­si­to.

La comu­ni­dad debie­ra ofre­cer opcio­nes de acce­si­bi­li­dad para las diver­sas situa­cio­nes: mapas para los turis­tas, soni­dos para los que no ven, min­gi­to­rios y tazas de baño para los de baja esta­tu­ra, puer­tas y techos ade­cua­dos para los de esta­tu­ra alta, sillas de rue­das para quie­nes no cami­nen, tra­duc­to­res para quie­nes no hablen el mis­mo idio­ma, dise­ños ergo­nó­mi­cos para zur­dos, ele­va­do­res para quie­nes tie­nen difi­cul­tad al subir esca­le­ras, etc., etc.  En una comu­ni­dad don­de haya más opcio­nes de acce­si­bi­li­dad para diver­sas cir­cuns­tan­cias y situa­cio­nes mejor será el nivel de vida de cada uno y del con­jun­to, por­que todos podrán dar lo mejor de sí mis­mos a la vida colec­ti­va.

El con­cep­to de “dis­ca­pa­ci­dad” debe des­apa­re­cer. No sir­ve tam­po­co usar el  eufe­mis­mo de “capa­ci­da­des dife­ren­tes”, pues todas las per­so­nas sin excep­ción tie­nen capa­ci­da­des dife­ren­tes, limi­ta­cio­nes en algu­nos aspec­tos y vir­tu­des en otros. En lugar de segre­gar a las per­so­nas que no corres­pon­den al este­reo­ti­po esta­ble­ci­do des­de una pers­pec­ti­va limi­ta­da, ensi­mis­ma­da, debe acep­tar­se la diver­si­dad de situa­cio­nes y capa­ci­da­des de los seres huma­nos y pug­nar por la cons­truc­ción de opcio­nes de acce­si­bi­li­dad para esa diver­si­dad. Es una mane­ra fun­da­men­tal de abrir el diá­lo­go y la coope­ra­ción entre per­so­nas dife­ren­tes como son todos los seres huma­nos. Acep­tar que hay otra for­ma de vivir, de pen­sar y de ser, que pue­de ser valo­ra­da al igual que la pro­pia.

Entre mayor sea el por­cen­ta­je de per­so­nas que requie­ran acce­so a dis­po­si­ti­vos más prio­ri­ta­rio es que la comu­ni­dad los ofrez­ca de mane­ra gene­ra­li­za­da. Por ejem­plo, cada vez se gene­ra­li­za más la pre­vi­sión de ram­pas en las ace­ras y ele­va­do­res para el uso de los dife­ren­tes nive­les de los edi­fi­cios. Tam­bién exis­ten múl­ti­ples opcio­nes de tecla­do para el mane­jo de compu­tado­ras y otras máqui­nas, tan­to como dis­po­si­ti­vos para la con­duc­ción de autos sin tener que usar bra­zos o pier­nas.

Es par­ti­cu­lar­men­te impor­tan­te que haya opcio­nes de acce­si­bi­li­dad a dife­ren­tes dis­po­si­ti­vos que posi­bi­li­ten el desa­rro­llo labo­ral de la más amplia varie­dad de per­so­nas, cap­tan­do sus talen­tos y vir­tu­des y com­pen­san­do sus posi­bles limi­ta­cio­nes. Esta acti­tud de res­pe­to y valo­ra­ción de los demás, es la mejor mane­ra de que cada quien se valo­re mejor a sí mis­mo. Ha sido muy dañino ya para muchas per­so­nas sen­tir­se segre­ga­das por tener una carac­te­rís­ti­ca cor­po­ral o psi­co­ló­gi­ca que sale de los mode­los estan­da­ri­za­dos y las modas. No es real, ni nece­sa­rio, ni con­ve­nien­te que todos sea­mos igua­les; por el con­tra­rio, la comu­ni­dad debe ocu­par­se de apo­yar, valo­rar, res­pe­tar e impul­sar lo dife­ren­te.

A quie­nes se les ha lla­ma­do “indí­ge­nas” debe­mos lla­mar­les “pue­blos ori­gi­na­rios” y a quie­nes se les ha con­si­de­ra­do “dis­ca­pa­ci­ta­dos” se les debe refe­rir por sus talen­tos más que por sus limi­ta­cio­nes: a los cie­gos se les debe lla­mar audi­ti­vos o tác­ti­les, o audi­ti­vo- tac­ti­les. A quie­nes no pue­den cami­nar pero sí mover los bra­zos y las manos se les pue­de con­si­de­rar con capa­ci­dad desa­rro­lla­da en sus extre­mi­da­des supe­rio­res y vice­ver­sa. Se enten­de­rá que los audi­ti­vos no están cen­tra­dos en lo visual y que los que tie­nen énfa­sis en las extre­mi­da­des supe­rio­res posi­ble­men­te ten­gan limi­ta­cio­nes en las infe­rio­res, y así en otros casos: los visua­les no esta­rán cen­tra­dos en la audi­ción y quie­nes sean hiper­afec­ti­vos no ten­drán su eje en los pro­ce­sos racio­na­les.

Lo ante­rior no des­de­ña que exis­tan pro­ce­sos de capa­ci­ta­ción para gene­rar o mejo­rar deter­mi­na­do tipo de capa­ci­da­des, si es posi­ble y las per­so­nas así lo desean: como se ense­ña idio­mas a quie­nes no los hablan. Nue­vas capa­ci­da­des de dife­ren­te tipo que se inte­gran en una per­so­na pue­den abrir­le más opcio­nes y poten­cias labo­ra­les. Pero, con este enfo­que, serán muy esca­sas las per­so­nas que no ten­gan capa­ci­da­des que ofre­cer para ser­vir a la comu­ni­dad a tra­vés de un deter­mi­na­do pues­to labo­ral que inte­gre los dis­po­si­ti­vos ade­cua­dos para sus reque­ri­mien­tos per­so­na­les.

Tecnología del amor

Tecnología del amor

Dr. Marco Eduardo Murueta Reyes (UNAM Iztacala, Amapsi)

El amor, más que el des­amor, es lo que hace a la his­to­ria.

Sin duda, el amor es lo que mue­ve al mun­do y es lo que da sig­ni­fi­ca­do a cada uno de los esfuer­zos per­so­na­les. Sin embar­go, este sen­ti­mien­to esca­sea cada vez más y en su lugar aumen­tan la sole­dad, las frus­tra­cio­nes, los ren­co­res, la apa­tía y la vio­len­cia.

El amor es un fenó­meno tan natu­ral como la llu­via o como el her­vir del agua a 100 gra­dos cen­tí­gra­dos. Un fenó­meno se pro­du­ce cuan­do ocu­rren un con­jun­to de fac­to­res que lo gene­ran, que lo cau­san.

La téc­ni­ca es la capa­ci­dad para hacer ocu­rrir el con­jun­to nece­sa­rio de fac­to­res para pro­du­cir un fenó­meno. Una téc­ni­ca es un pro­ce­di­mien­to espe­cí­fi­co cuyo resul­ta­do se cono­ce de ante­mano. Por ejem­plo, si calen­ta­mos el agua en esta­do líqui­do has­ta los cien gra­dos cen­tí­gra­dos sabe­mos que se con­ver­ti­rá en vapor poco a poco. Se habla de tec­no­lo­gía cuan­do se arti­cu­lan un con­jun­to de téc­ni­cas para lograr un pro­duc­to com­ple­jo.

¿Se pue­de pro­du­cir inten­cio­nal­men­te el amor? Sí, hacien­do ocu­rrir los fac­to­res que lo cau­san. En la teo­ría de la pra­xis se defi­ne al amor como el sen­tir como pro­pio lo que le suce­de a otro o a otros.

A tra­vés de diver­sas inves­ti­ga­cio­nes se ha logra­do esta­ble­cer cuá­les son los ele­men­tos que pro­du­cen dicha iden­ti­fi­ca­ción amo­ro­sa, inde­pen­dien­te­men­te de la volun­tad de los par­ti­ci­pan­tes. Es impor­tan­te acla­rar que nos refe­ri­mos al “amor” en for­ma gene­ral abar­can­do sen­ti­mien­tos como “esti­ma­ción”, “amis­tad”, “amor filial”, “amor sexual”. El sen­ti­mien­to amo­ro­so será mayor con­for­me más inten­si­dad, dura­ción y fre­cuen­cia ten­ga cada uno de los ingre­dien­tes que a con­ti­nua­ción expo­ne­mos.

1. Reco­no­ci­mien­to. Este fac­tor con­sis­te en expre­sar o hacer saber los aspec­tos que agra­dan de sí mis­mo y de otra(s) persona(s), así como saber cuá­les ras­gos pro­pios per­so­na­les o de gru­po son agra­da­bles para otra(s) persona(s).

2. Con-viven­cia. Un ele­men­to bási­co para la pro­duc­ción del amor con­sis­te en tener viven­cias con­jun­tas como las siguien­tes: jugar comer o beber (¡en sen­ti­do amplio!) jun­tos com­par­tir even­tos como fies­tas, cine, tea­tro, músi­ca, via­jes, lec­tu­ras, etc. reír jun­tos espar­ci­mien­to com­par­ti­do.

3. Gene­ra­ción de expe­rien­cias agra­da­bles espe­cia­les. Quien pro­pi­cia expe­rien­cias que resul­tan agra­da­bles para otro se inte­gra posi­ti­va­men­te en for­ma sim­bó­li­ca en la iden­ti­dad del segun­do, sobre todo en la medi­da en que esas viven­cias gene­ra­das son poco comu­nes. Esto abar­ca des­de la mis­ma ima­gen per­so­nal, los “deta­lles”, las sor­pre­sas agra­da­bles, los rega­los, la risa, los pla­ce­res físi­cos, la poe­sía, la fan­ta­sía, entre muchas otras posi­bi­li­da­des que indu­cen la emo­ción amo­ro­sa.

4. Con­tac­to físi­co agra­da­ble. Este aspec­to es cla­ve para deter­mi­nar los nive­les de pro­fun­di­za­ción amo­ro­sa (amis­tad, rela­ción filial, amor sexual). Abar­ca des­de la mira­da, el salu­do de mano, la pal­ma­da en el hom­bro, el abra­zo, tomar­se del bra­zo, tomar­se de la mano, los besos en la meji­lla, los besos en la boca, has­ta las rela­cio­nes sexua­les pro­pia­men­te dichas, entre muchas otras varian­tes.

5. Co-ope­ra­ción. Es fuen­te de ena­mo­ra­mien­to hacer cosas en las que cada quien cola­bo­ra volun­ta­ria­men­te para lograr un resul­ta­do úni­co. Des­de mover un mue­ble entre dos o más per­so­nas has­ta jue­gos o tra­ba­jos en equi­po de dife­ren­te índo­le, com­ple­ji­dad y dura­ción. El apo­yo de uno en el otro es una for­ma espe­cial de co- ope­ra­ción mayo­res alcan­ces afec­ti­vos.

6. Crea­ti­vi­dad com­par­ti­da. Gene­rar con­jun­ta­men­te cosas intere­san­tes o esté­ti­cas que antes no exis­tían; por ejem­plo, el deco­ra­do de la casa, un inven­to, una obra artís­ti­ca, un libro, la for­ma­ción de un hijo, un des­cu­bri­mien­to, una empre­sa, una ins­ti­tu­ción, etc. Los pro­duc­tos crea­dos con­jun­ta­men­te se con­vier­ten en sím­bo­los de iden­ti­fi­ca­ción amo­ro­sa.

7. Éxi­to com­par­ti­do. La sen­sa­ción de haber alcan­za­do una meta impor­tan­te median­te esfuer­zos com­bi­na­dos de los par­ti­ci­pan­tes pro­du­ce un alto gra­do de emo­ción satis­fac­to­ria que inte­gra a los otros en la sim­bo­li­za­ción de cada uno.

8. Narra­ti­va de vida. Pla­ti­car las viven­cias coti­dia­nas y las anéc­do­tas o recuer­dos ante­rio­res, así como escu­char con aten­ción lo que le ha ocu­rri­do a otro(s) es fuen­te de com­pren­sión e iden­ti­fi­ca­ción pro­gre­si­va, siem­pre y cuan­do lo narra­do no sea emo­cio­nal­men­te agre­si­vo para el que escu­cha. El que narra entre­ga par­te de sí mis­mo a quien lo escu­cha. Este vive ima­gi­na­ria­men­te las emo­cio­nes que gene­ra la narra­ción e incor­po­ra a su ser esa expe­rien­cia del otro.

9. Com­pe­ten­cia exter­na. La cohe­sión de una pare­ja o gru­po requie­re de que esta uni­dad se con­tras­te con otras simi­la­res. En la medi­da en que esta com­pa­ra­ción exter­na fal­ta es más pro­ba­ble que aflo­ren dife­ren­cias inter­nas en el gru­po o pare­ja. Se sugie­re una com­pe­ten­cia sana, posi­ti­va; es decir, com­pe­tir en equi­po por SER MEJORES en los aspec­tos que se con­si­de­ren rele­van­tes. NO com­pe­tir por SER MENOS MALOS, o poner “zan­ca­di­llas” para que otros gru­pos o pare­jas no se desa­rro­llen, como acos­tum­bran quie­nes se sien­ten frus­tra­dos por NO SER ya y sin esfuer­zo lo que qui­sie­ran.

Con una dosis com­bi­na­da y pro­gre­si­va de los ele­men­tos men­cio­na­dos se pro­du­cen pro­ce­sos de iden­ti­fi­ca­ción amo­ro­sa de alta inten­si­dad que pue­den tra­du­cir­se en un esta­do con­ti­nuo de fre­ne­sí. Como todo fenó­meno, si cesan los fac­to­res que lo pro­du­cen tam­bién el fenó­meno des­apa­re­ce. Es decir, el amor requie­re ser cul­ti­va­do para no dejar­lo morir de ina­ni­ción. Cuan­do el amor no se cul­ti­va sur­gen la sole­dad, la frus­tra­ción, la agre­si­vi­dad, el des­pre­cio, los chan­ta­jes, los repro­ches, etc. Enton­ces se cul­ti­va sin saber­lo el odio, la apa­tía, la vio­len­cia, la des­truc­ción de la vida, es decir, la DESTRUCCION DE SI MISMO.

En el amor está la esen­cia de los seres huma­nos y es la base de la salud men­tal. La COMUNION sig­ni­fi­ca la inte­gra­ción amo­ro­sa de cada indi­vi­duo con las colec­ti­vi­da­des en que par­ti­ci­pa (la pare­ja, la fami­lia, los ami­gos, el gru­po de tra­ba­jo, la comu­ni­dad, la patria, la huma­ni­dad), y por tan­to con todo el uni­ver­so.

Vale la pena inten­tar­lo.

Educación y proyecto de humanidad

Educación y proyecto de humanidad

Marco Eduardo Murueta

Des­de hace años se habla de la cri­sis edu­ca­ti­va a nivel mun­dial. Es cier­to que las matrí­cu­las esco­la­res han cre­ci­do y los pro­me­dios de esco­la­ri­dad son poco a poco más altos en los diver­sos paí­ses, así como es evi­den­te que las dife­ren­cias de esco­la­ri­dad afec­tan para bien, y sobre todo para mal, la com­pe­ti­ti­vi­dad eco­nó­mi­ca entre paí­ses, empre­sas e indi­vi­duos. Sin embar­go, los resul­ta­dos obte­ni­dos median­te los actua­les pro­ce­sos de ense­ñan­za-apren­di­za­je en las escue­las, dis­tan mucho de ser los espe­ra­dos en los pla­nes y pro­gra­mas de estu­dio, con­tras­tan­do tam­bién con las expec­ta­ti­vas socia­les sobre la edu­ca­ción y la escue­la.

Muchos alum­nos mani­fies­tan acti­tu­des de recha­zo hacia el tra­ba­jo esco­lar, al cual sien­ten como una pesa­da car­ga, un mal nece­sa­rio para satis­fa­cer a sus padres y/o dis­mi­nuir posi­bles des­ven­ta­jas futu­ras. Espe­cial­men­te en la edu­ca­ción media, es fre­cuen­te que los estu­dian­tes entren en con­flic­to con los docen­tes. Éstos, por su par­te, sue­len que­jar­se de la baja moti­va­ción de la mayo­ría de los estu­dian­tes, la cual avan­za a tra­vés de las gene­ra­cio­nes y deri­va en apa­tía gene­ra­li­za­da.

El hecho sig­ni­fi­ca­ti­vo de que sólo unos cuan­tos logren cul­mi­nar una licen­cia­tu­ra y, menos aún un pos­gra­do, es la medi­da del fra­ca­so de las ins­ti­tu­cio­nes esco­la­res: su baja efi­cien­cia ter­mi­nal, la cual se acen­túa de un nivel a otro. Muchos alum­nos tie­nen defi­cien­cias en sus apren­di­za­jes en la pri­ma­ria y no logran ter­mi­nar la secun­da­ria, otro por­cen­ta­je arras­tra con las defi­cien­cias acu­mu­la­das en esos dos ciclos y ya no pue­de con el bachi­lle­ra­to; de los pocos que logran un espa­cio en las rela­ti­va­men­te esca­sas ins­ti­tu­cio­nes de edu­ca­ción supe­rior, la gran mayo­ría ado­le­ce de mar­ca­das defi­cien­cias edu­ca­ti­vas que le difi­cul­ta­rán con­cluir la licen­cia­tu­ra, y quie­nes lo hagan se enfren­ta­rán a un cons­tre­ñi­do y com­pe­ti­do mer­ca­do de tra­ba­jo pro­fe­sio­nal en el que sus limi­ta­cio­nes for­ma­ti­vas en muchos casos redun­da­rán en frus­tra­ción per­so­nal. De quie­nes logran tener éxi­to pro­fe­sio­nal es fre­cuen­te oír que la uni­ver­si­dad les apor­tó rela­ti­va­men­te poco y que apren­die­ron a ser pro­fe­sio­na­les sobre la mar­cha, una vez con­tra­ta­dos o invo­lu­cra­dos en una empre­sa. La cali­dad de los ser­vi­cios brin­da­dos por esas per­so­nas mal pre­pa­ra­das en los dife­ren­tes nive­les esco­la­res y ocu­pa­cio­na­les corres­pon­dien­tes afec­ta­rá a sus usua­rios e impac­ta­rá con ello los nive­les de cali­dad de vida social de las comu­ni­da­des y paí­ses en que se des­en­vuel­ven. El fra­ca­so de la escue­la con­lle­va el fra­ca­so de una socie­dad.

Si bien la pro­ble­má­ti­ca de la escue­la antes seña­la­da pue­de ser mayor en unos paí­ses que en otros, la reali­dad es que se mani­fies­ta tam­bién en los paí­ses con mejo­res nive­les eco­nó­mi­cos y de mayor esco­la­ri­dad pro­me­dio, la cual en los mejo­res casos no reba­sa el nivel de bachi­lle­ra­to. Has­ta aho­ra nin­gún país ha logra­do con­tar con una pobla­ción mayo­ri­ta­ria de per­so­nas con nivel licen­cia­tu­ra o supe­rior.

Se sabe que la pirá­mi­de esco­lar resul­ta nece­sa­ria en una socie­dad con estruc­tu­ra ocu­pa­cio­nal y eco­nó­mi­ca pira­midal. Si la mayo­ría o casi todas las per­so­nas logra­ran con­cluir una licen­cia­tu­ra ¿quién se ocu­pa­ría de las labo­res que no requie­ren una alta esco­la­ri­dad y que son las que pre­va­le­cen en la épo­ca actual? Es difí­cil pen­sar en pro­fe­sio­na­les uni­ver­si­ta­rios encar­ga­dos de la reco­lec­ción de basu­ra, de cor­tar el cés­ped, resol­ver pro­ble­mas de dre­na­jes tapa­dos, arre­glar neu­má­ti­cos, subir o bajar mue­bles para una mudan­za o bul­tos de cemen­to en una cons­truc­ción, ope­rar un taxi o un auto­bús urbano, cam­biar las lám­pa­ras del alum­bra­do, ayu­dar a los turis­tas con su equi­pa­je, aten­der direc­ta­men­te la siem­bra y cose­cha de ver­du­ras, cerea­les y fru­tas; fun­gir como recep­cio­nis­tas, dis­tri­buir car­tas, aten­der a los usua­rios de un esta­ble­ci­mien­to comer­cial, repa­rar apa­ra­tos elec­tro­do­més­ti­cos, etc., etc.

Enton­ces, para una socie­dad como la actual, el fra­ca­so esco­lar resul­ta nece­sa­rio. El éxi­to de las escue­las afec­ta­ría la mane­ra de orga­ni­zar­se de la socie­dad. Por eso, la escue­la se ha con­ce­bi­do implí­ci­ta o explí­ci­ta­men­te como un fil­tro. Sólo los mejo­res logran sor­tear el cúmu­lo de obs­tácu­los que ella repre­sen­ta y son los que lle­gan a los nive­les esco­la­res más altos y, en su caso, tie­nen éxi­to pro­fe­sio­nal. Se asu­me que “son mejo­res” por naci­mien­to o por una volun­tad per­so­nal de per­se­ve­rar que lle­ga a su con­cien­cia no se sabe cómo, bajo la idea del “libre albe­drío”. No se entien­de que si una per­so­na per­se­ve­ra, esto obe­de­ce esen­cial­men­te a su his­to­ria per­so­nal, a su his­to­ria for­ma­ti­va, es decir, al pro­pio pro­ce­so de su edu­ca­ción, no tan­to a tra­vés de la pro­pia escue­la sino por la suer­te de for­mar par­te de fami­lias o comu­ni­da­des con nive­les cul­tu­ra­les acu­mu­la­dos rela­ti­vos, que son la base que les per­mi­te enfren­tar con mayor pro­ba­bi­li­dad de éxi­to los retos esco­la­res y ocu­pa­cio­na­les corres­pon­dien­tes a cada nivel esco­lar. No fal­tan las excep­cio­nes que pro­vi­nien­do de fami­lias o comu­ni­da­des con esca­so nivel cul­tu­ral y eco­nó­mi­co logren lle­gar a nive­les esco­la­res u ocu­pa­cio­na­les más altos por haber­se topa­do for­tui­ta­men­te con influen­cias esco­la­res y extra­es­co­la­res que les apor­tan esa posi­bi­li­dad. Pero es fun­da­men­tal que un nue­vo pen­sa­mien­to edu­ca­ti­vo asu­ma cla­ra­men­te la idea de que la moti­va­ción y las acti­tu­des de una per­so­na son pro­duc­to de una his­to­ria, pues nada sur­ge del vacío. Si alguien logra triun­far esco­lar y pro­fe­sio­nal­men­te es por­que en su his­to­ria for­ma­ti­va con­cu­rrie­ron un con­jun­to de ingre­dien­tes psi­co­ló­gi­cos para ello; de la mis­ma mane­ra, el fra­ca­so esco­lar o pro­fe­sio­nal debe expli­car­se por la his­to­ria for­ma­ti­va res­pec­ti­va.

Muchos padres de fami­lia cul­pan del fra­ca­so esco­lar a la indo­len­cia de sus pro­pios hijos que “no quie­ren estu­diar”, de mane­ra simi­lar a la con­cep­ción gene­ra­li­za­da de que “las ins­ti­tu­cio­nes socia­les están bien dise­ña­das, pero lo que falla son las per­so­nas”. Otro sec­tor, numé­ri­ca­men­te impor­tan­te pero mino­ri­ta­rio, res­pon­sa­bi­li­za del fra­ca­so de las per­so­nas a las pro­pias escue­las y a los docen­tes y, por tan­to, se expli­ca la corrup­ción, la vio­len­cia social, la inefi­cien­cia gene­ra­li­za­da, el nar­co­trá­fi­co, como efec­to de la mala cali­dad de la edu­ca­ción en las escue­las. En reci­pro­ci­dad, las escue­las y los docen­tes atri­bu­yen los pro­ble­mas en el apren­di­za­je a los con­flic­tos fami­lia­res, a la pro­ble­má­ti­ca eco­nó­mi­ca y/o a la fal­ta de volun­tad de sus alum­nos. Muy pocos padres de fami­lia, escue­las y docen­tes asu­men su pro­pia res­pon­sa­bi­li­dad de mane­ra auto­crí­ti­ca y se ocu­pan de bus­car solu­cio­nes efi­ca­ces.

Des­de nues­tro pun­to de vis­ta, es evi­den­te que tan­to la fami­lia como la escue­la y otras influen­cias for­ma­ti­vas, entre las que des­ta­can los medios de comu­ni­ca­ción masi­va, afec­tan para bien o para mal la for­ma­ción inte­gral de niños y ado­les­cen­tes. Sin embar­go –como vere­mos a con­ti­nua­ción– lo que ocu­rre en las aulas es sufi­cien­te y muy pro­ba­ble­men­te el fac­tor más impor­tan­te para pro­pi­ciar la pro­ble­má­ti­ca que hemos des­cri­to. En ese sen­ti­do, rea­li­zar cam­bios en el pro­ce­so de ense­ñan­za-apren­di­za­je en las escue­las ten­dría un papel fun­da­men­tal y prio­ri­ta­rio para supe­rar inclu­si­ve muchas pro­ble­má­ti­cas fami­lia­res y, así, por tan­to, cons­ti­tuir la pun­ta de lan­za de una nue­va diná­mi­ca social.

Pensamiento educativo y enseñanza escolar

En efec­to, el reto es cómo y en qué direc­ción es posi­ble rea­li­zar dicha trans­for­ma­ción de los pro­ce­sos esco­la­res. Esta ha sido la preo­cu­pa­ción y la ocu­pa­ción de pen­sa­do­res de la edu­ca­ción, pla­ni­fi­ca­do­res edu­ca­ti­vos y de muchos docen­tes. La peda­go­gía y la didác­ti­ca han sido moti­vo de gran­des refle­xio­nes y de múl­ti­ples inves­ti­ga­cio­nes sin que has­ta aho­ra se haya logra­do el pro­pó­si­to men­cio­na­do.

Con algu­nas excep­cio­nes rela­ti­va­men­te poco difun­di­das, los pen­sa­do­res de la edu­ca­ción, los pla­ni­fi­ca­do­res y los docen­tes, en el fon­do y en esen­cia sue­len basar­se en un enfo­que equi­vo­ca­do del pro­ce­so edu­ca­ti­vo cuyo pos­tu­lan­te his­tó­ri­co es el teó­ri­co fran­cés de fina­les del siglo XIX, Emi­le Durkheim. No es que con él haya sur­gi­do dicho enfo­que, pues su ori­gen se remon­ta inclu­si­ve a la mayéu­ti­ca socrá­ti­ca que pro­cu­ra­ba median­te pre­gun­tas sis­te­má­ti­cas hacer nacer las ideas arque­tí­pi­cas, el cono­ci­mien­to de “lo ver­da­de­ro”. Pero es Durkheim quien lo expre­sa de mane­ra más explí­ci­ta. Según este autor, la edu­ca­ción es una acción ejer­ci­da por una gene­ra­ción de adul­tos sobre una gene­ra­ción de jóve­nes para trans­fe­rir­les un con­jun­to de cono­ci­mien­tos, capa­ci­da­des y valo­res que “una socie­dad” con­si­de­ra rele­van­tes para sus miem­bros y para dar­le homo­ge­nei­dad y cohe­sión a la mis­ma.

Así, la edu­ca­ción se con­ci­be como un pro­ce­so esen­cial­men­te uni­di­rec­cio­nal sobre la base de nocio­nes (cono­ci­mien­tos, capa­ci­da­des y valo­res) pre­es­ta­ble­ci­das social­men­te. Los méto­dos para lograr el apren­di­za­je de esas nocio­nes pue­den variar des­de el auto­ri­ta­ris­mo (“la letra con san­gre entra”) has­ta la escue­la nue­va que uti­li­za al jue­go y mate­ria­les didác­ti­cos como herra­mien­ta o medio para que los alum­nos apren­dan lo que deben apren­der. Inclu­so auto­res actual­men­te tan valo­ra­dos en el ámbi­to edu­ca­ti­vo como Pia­get y Vygots­ki (pila­res del lla­ma­do “cons­truc­ti­vis­mo”), y sus segui­do­res, pro­po­nen estra­te­gias inno­va­do­ras para lograr que el apren­di­za­je de esas nocio­nes sea sig­ni­fi­ca­ti­vo, inclu­si­ve co-cons­trui­do entre docen­tes y alum­nos.

No obs­tan­te que el cons­truc­ti­vis­mo ha sido la base de los pla­nes de estu­dio de pri­ma­ria y secun­da­ria en las últi­mas dos déca­das, no ha logra­do impac­tar noto­ria­men­te sobre la pro­ble­má­ti­ca seña­la­da más arri­ba. Un fac­tor que expli­ca esto es la iner­cia for­ma­ti­va de los docen­tes, sus pro­pias pro­ble­má­ti­cas for­ma­ti­vas y labo­ra­les, así como sus difi­cul­ta­des con­cep­tua­les y acti­tu­di­na­les para pro­ce­sar las inno­va­cio­nes edu­ca­ti­vas pro­pues­tas por los nue­vos pla­nes de estu­dio, toman­do en cuen­ta ade­más las difi­cul­ta­des eco­nó­mi­cas y logís­ti­cas para su acce­so a la debi­da “capa­ci­ta­ción” en rela­ción con los nue­vos mode­los edu­ca­ti­vos pla­nea­dos.

Des­de nues­tro pun­to de vis­ta, el pro­ble­ma esen­cial de la edu­ca­ción actual con­sis­te en que se basa en la idea durkhei­mia­na de trans­mi­tir nocio­nes pre­via­men­te selec­cio­na­das que dan base a uno de los con­cep­tos más difun­di­dos en el ámbi­to edu­ca­ti­vo: el curri­cu­lum. En la pri­ma­ria los niños deben apren­der cier­tas cosas en cada gra­do, lec­ción tras lec­ción, cla­se tras cla­se, y lo mis­mo ocu­rre en los nive­les con­se­cu­ti­vos, qui­zá con la excep­ción del pos­gra­do. El tipo de acti­vi­da­des pre­vis­tas para ello pue­de variar en cada caso, pero “el estu­dian­te” (así, de mane­ra indi­vi­dual y en abs­trac­to) ha de reco­rrer un camino pre­es­ta­ble­ci­do, le gus­te o no, le intere­se o no, si quie­re obte­ner una cali­fi­ca­ción apro­ba­to­ria, un cer­ti­fi­ca­do.

El cen­tro del esfuer­zo de apren­di­za­je de los estu­dian­tes se cen­tra en la cali­fi­ca­ción, en ser apro­ba­do, en “pasar año”. Lo esen­cial se vuel­ve medio para lo no esen­cial, los valo­res se invier­ten. Los estu­dian­tes pue­den copiar, fabri­car acor­deo­nes, reci­bir las res­pues­tas de examen a tra­vés de un men­sa­je en su celu­lar, memo­ri­zar lo que hay que res­pon­der, acep­tar acrí­ti­ca­men­te lo que dicen los maes­tros o los libros, lo impor­tan­te es apro­bar. Qué impor­ta si es sig­ni­fi­ca­ti­vo el apren­di­za­je o no, lo impor­tan­te es la cali­fi­ca­ción. Muchos estu­dian­tes se que­jan de que algu­nos maes­tros se esfuer­zan por hacer sig­ni­fi­ca­ti­vo su apren­di­za­je, lo que soli­ci­tan es una supues­ta “guía de estu­dios” que les indi­que lo que hay que hacer para apro­bar. Esto es aná­lo­go a lo que ocu­rre en la mayo­ría de los pues­tos de tra­ba­jo en la socie­dad actual: al tra­ba­ja­dor no le impor­ta el usua­rio al que des­ti­na su tra­ba­jo, su men­te está cen­tra­da en el sala­rio que ha de reci­bir, si pudie­ra no tra­ba­jar y tener el dine­ro tan­to mejor. Son pocos los que se ena­mo­ran de su tra­ba­jo, como son pocos los estu­dian­tes que se apa­sio­nan por apren­der.

Está tan difun­di­da esa situa­ción en la socie­dad y en las escue­las actua­les que muchos lo ven como algo natu­ral, como si no hubie­ra otra posi­bi­li­dad. Ima­gi­nar una socie­dad en la que la gen­te tra­ba­ja­ra con fer­vor o una escue­la lle­na de mucha­chos viva­ra­chos y entu­sias­tas alta­men­te moti­va­dos por el apren­di­za­je es algo que gene­ral­men­te se con­si­de­ra pro­pio de uto­pis­tas o soña­do­res, algo muy lejano a lo posi­bi­li­dad de hacer­lo real.

Sin embar­go, hay algu­nos pen­sa­do­res socia­les y de la edu­ca­ción que lo han vis­to via­ble. Se han rea­li­za­do algu­nas expe­rien­cias que apun­tan hacia esa posi­bi­li­dad. Pero has­ta aho­ra esto ha sido limi­ta­do y ha tro­pe­za­do con iner­cias socia­les e intere­ses polí­ti­cos. Entre los enfo­ques peda­gó­gi­cos cono­ci­dos que rom­pen esen­cial­men­te con el enfo­que pro­ta­go­ni­za­do por Durkheim, encon­tra­mos auto­res como: Neil, Wallon, Illich, Frei­net, Frei­re y el gru­po de aná­li­sis ins­ti­tu­cio­nal (Lapas­sa­de, Lou­reau, Lobrot, Oury). No obs­tan­te sus con­cep­tos y expe­rien­cias no se han expan­di­do y pue­de decir­se que sólo tie­nen una influen­cia limi­ta­da en las escue­las y docen­tes con­tem­po­rá­neos.

En el caso de Neil e Illich sus pro­pues­tas rom­pen de una mane­ra tajan­te y radi­cal con los pro­ce­sos esco­la­res actua­les y, por tan­to, con las nocio­nes anqui­lo­sa­das de padres de fami­lia y las ins­ti­tu­cio­nes esta­ta­les. A fina­les de los años 30 del siglo XX, Neil desa­rro­lló el pro­yec­to Sumerhill, una comu­ni­dad edu­ca­ti­va don­de estu­dian­tes y docen­tes par­ti­ci­pa­ban de todas las deci­sio­nes impor­tan­tes para la comu­ni­dad y, al mis­mo tiem­po, cada niño hacía sólo aque­llo con lo que esta­ba de acuer­do, mien­tras no afec­ta­ra a los demás. Los niños de Sum­merhill vivían en una isla de liber­tad sepa­ra­dos de un océano social adver­so. Al salir de esa isla era pre­vi­si­ble que encon­tra­ran difi­cul­ta­des para adap­tar­se a los esti­los pre­va­le­cien­tes en la socie­dad.

En el otro extre­mo Illich, pro­po­ne de plano eli­mi­nar las ins­ti­tu­cio­nes esco­la­res para pro­pi­ciar la con­vi­ven­cia­li­dad den­tro de una socie­dad en la que el pro­ce­so ense­ñan­za-apren­di­za­je ocu­rrie­ra de mane­ra direc­ta en los cen­tros de tra­ba­jo, los maes­tros serían en cada caso los res­pon­sa­bles y por tan­to exper­tos en rea­li­zar las dis­tin­tas acti­vi­da­des socia­les: quien qui­sie­ra apren­der inge­nie­ría debe­ría acu­dir a los luga­res don­de se están cons­tru­yen­do puen­tes, carre­te­ras o edi­fi­cios. Illich, como otros auto­res, crí­ti­ca radi­cal­men­te el ais­la­mien­to de la vida que ha sig­ni­fi­ca­do el “encie­rro” de los niños y jóve­nes en las escue­las. No hay un pro­ce­so de trans­for­ma­ción de la socie­dad actual, sino que pro­po­ne direc­ta­men­te crear otra for­ma de orga­ni­za­ción social con base en la des­apa­ri­ción de la escue­la.

En cam­bio, Wallon, Frei­net, Frei­re y los teó­ri­cos del Aná­li­sis ins­ti­tu­cio­nal coin­ci­den en pro­po­ner alter­na­ti­vas peda­gó­gi­cas que invo­lu­cran a la escue­la con la socie­dad actual como esen­cia del pro­ce­so edu­ca­ti­vo y como vía para la trans­for­ma­ción social. La for­ma de rea­li­zar esa vin­cu­la­ción entre escue­la y socie­dad tie­ne sus mati­ces en cada caso: Wallon pro­po­ne fami­lia­ri­zar a los edu­can­dos con “todas las for­mas de acti­vi­dad pro­pias de la épo­ca”; podría decir­se intro­du­cir la socie­dad den­tro de la vida esco­lar de tal mane­ra que estu­dian­tes y docen­tes ana­li­cen y dia­lo­guen sobre lo que ocu­rre en la vida social toman­do par­ti­do. Esto, a su vez, pos­te­rior­men­te es con­cre­ta­do por Frei­re al pon­de­rar el diá­lo­go entre edu­ca­dor y edu­can­dos para “pro­ble­ma­ti­zar” y cri­ti­car la diná­mi­ca social en que se encuen­tran inmer­sos los edu­can­dos con el pro­pó­si­to de gene­rar la “con­cien­cia social” y polí­ti­ca de los mis­mos como base de accio­nes socia­les con­se­cuen­tes. Los teó­ri­cos del Aná­li­sis ins­ti­tu­cio­nal dan un paso más al plan­tear el cues­tio­na­mien­to de lo “ins­ti­tui­do” den­tro del pro­pio ámbi­to esco­lar para con­ver­tir a los edu­can­dos en “ins­ti­tu­yen­tes” de nue­vas diná­mi­cas socia­les, deri­van­do en lo que lla­ma­ron “auto­ges­tión edu­ca­ti­va”. Frei­net, por su par­te, es el úni­co peda­go­go que no sólo pro­po­ne lle­var la vida social al seno del aula, sino tomar el aula como cen­tro de reu­nión para pla­ni­fi­car accio­nes socia­les que impac­ten a la comu­ni­dad cir­cun­dan­te: la escue­la vol­ca­da sobre la vida social.

A dife­ren­cia del movi­mien­to cono­ci­do como “escue­la nue­va”, los auto­res antes seña­la­dos no sólo se plan­tean hacer agra­da­ble y has­ta fle­xi­ble el curri­cu­lum, sino que pro­mue­ven un enfo­que edu­ca­ti­vo en el que estu­dian­tes y docen­tes son acto­res en la bús­que­da y selec­ción de los temas y enfo­ques que serán pro­ce­sa­dos en el aula. Los temas no están orga­ni­za­dos de una mane­ra estan­da­ri­za­da y homo­gé­nea para cada gra­do y para todos los gru­pos que lo cur­sen, sino que las temá­ti­cas sur­gen de lo que está ocu­rrien­do en la socie­dad y que pue­de ser de inte­rés del gru­po de edu­can­dos y edu­ca­dor. Wallon se man­tie­ne en la dimen­sión indi­vi­dual de la edu­ca­ción, mien­tras Frei­re, Frei­net y el Aná­li­sis ins­ti­tu­cio­nal se ocu­pan esen­cial­men­te de gru­pos con­ci­bién­do­los como algo muy dife­ren­te de un con­jun­to de indi­vi­duos.

Escue­la y trans­for­ma­ción social

La teo­ría de la pra­xis –de la cual soy autor– reto­ma las expe­rien­cias peda­gó­gi­cas pro­pues­tas por dife­ren­tes auto­res y, en sín­te­sis, plan­tea lo siguien­te res­pec­to a los pro­ce­sos edu­ca­ti­vos:

1. La escue­la se hace abu­rri­da y moles­ta para edu­can­dos y edu­ca­do­res en la medi­da en que median­te el curri­cu­lum los des­per­so­na­li­za obli­gán­do­los a rea­li­zar una serie de tareas esco­la­res cuya uti­li­dad pocas veces entien­den y está des­vin­cu­la­da de sus intere­ses vita­les en la vida coti­dia­na. Con esto la escue­la intro­du­ce a los edu­can­dos en lo que Marx lla­mó “el tra­ba­jo ena­je­na­do” pro­pio de la socie­dad capi­ta­lis­ta.

2. Así como la vida social capi­ta­lis­ta pro­mue­ve el indi­vi­dua­lis­mo y el inte­rés por acu­mu­lar bie­nes y dine­ro, la escue­la actual gene­ral­men­te pro­pi­cia que sus estu­dian­tes se intere­sen por la cali­fi­ca­ción y el cer­ti­fi­ca­do sin impor­tar­les la soli­dez de su pro­pia for­ma­ción.

3. Los estu­dian­tes deben apren­der un cúmu­lo de nocio­nes que no son de su inte­rés per­so­nal.

4. La mayo­ría de los docen­tes, al tener difi­cul­ta­des para atraer el inte­rés genuino de sus alum­nos, tien­den a exi­gir­lo a tra­vés de medios extrín­se­cos: incen­ti­vos de cali­fi­ca­ción, ame­na­zas abier­tas o vela­das, regis­tros de asis­ten­cia y de otras con­duc­tas, etc. Lo que con­lle­va una mayor o menor dosis de auto­ri­ta­ris­mo que agra­va el recha­zo estu­dian­til.

5. Muchos de quie­nes se dedi­can a la docen­cia no cuen­tan con voca­ción y for­ma­ción para ello, y ven a esta acti­vi­dad como una opción de tra­ba­jo rela­ti­va­men­te des­va­lo­ri­za­da, ante la impo­si­bi­li­dad de rea­li­zar­se en otras esfe­ras pro­fe­sio­na­les.

6. La mayo­ría de los docen­tes se sien­ten mal remu­ne­ra­dos y obli­ga­dos a cum­plir con la tarea ruti­na­ria de ense­ñar una y otra vez los mis­mos temas que ellos han repa­sa­do por años, apre­sa­dos por lo esta­ble­ci­do en pla­nes ins­ti­tu­cio­na­les en cuyo dise­ño ellos no han par­ti­ci­pa­do y por super­vi­sio­nes que les exi­gen cum­plir con dosi­fi­ca­cio­nes y metas esta­ble­ci­das, igua­les para todos los edu­can­dos toma­dos indi­vi­dual­men­te.

7. Los temas esta­ble­ci­dos y las ruti­nas esco­la­res con­tras­tan con la velo­ci­dad actual del acce­so de las nue­vas gene­ra­cio­nes a múl­ti­ples fuen­tes de infor­ma­ción alter­na­ti­vas, espe­cial­men­te la tele­vi­sión e inter­net.

8. Muchos docen­tes pade­cen del lla­ma­do “sín­dro­me de Bor­nout” que se refie­re al des­gas­te exce­si­vo en ambien­tes de tra­ba­jo com­pe­ti­ti­vos y des­per­so­na­li­za­dos que afec­ta la esta­bi­li­dad emo­cio­nal de las per­so­nas, sus fami­lias, y, en este caso, sus alum­nos.

9. El males­tar de la socie­dad se intro­du­ce a la escue­la y gene­ra esta­dos neu­ró­ti­cos en alum­nos y docen­tes, los cua­les se cana­li­zan a tra­vés de agre­sio­nes diri­gi­das hacia los esla­bo­nes más débi­les que fun­gen como “chi­vos expia­to­rios” o dre­na­je de las neu­ro­sis colec­ti­vas. En las aulas los “chi­vos expia­to­rios” pue­den ser los alum­nos más inquie­tos, los atí­pi­cos en su mane­ra de ser o los que tie­nen mayo­res difi­cul­ta­des de apren­di­za­je.

Ante esa pro­ble­má­ti­ca edu­ca­ti­va, la teo­ría de la pra­xis con­si­de­ra nece­sa­rio y posi­ble con­vo­car a un movi­mien­to de trans­for­ma­ción edu­ca­ti­va y social con base en los siguien­tes plan­tea­mien­tos:

a) Los pla­nes edu­ca­ti­vos, actual­men­te rígi­dos, deben modi­fi­car­se para cons­truir pro­pues­tas que si bien sir­van de mar­co de refe­ren­cia y orien­ta­ción para las acti­vi­da­des de docen­tes y estu­dian­tes, sean abier­tas y fle­xi­bles para pro­pi­ciar la crea­ti­vi­dad social a par­tir de las aulas.

b) Los pla­nes edu­ca­ti­vos y los pro­pios docen­tes deben diri­gir­se a la orga­ni­za­ción de los gru­pos y la coor­di­na­ción intra­gru­pal, de tal mane­ra que no todos los alum­nos reali­cen las mis­mas acti­vi­da­des, sino que explo­ren acti­va­men­te dife­ren­tes posi­bi­li­da­des temá­ti­cas den­tro de una temá­ti­ca gene­ral, con base en sus intere­ses per­so­na­les y por equi­pos de tra­ba­jo.

c) De esa mane­ra, las pro­pues­tas edu­ca­ti­vas para cada gra­do y/o área edu­ca­ti­va podrían cons­ti­tuir­se como menús y sub­me­nús de opcio­nes temá­ti­cas y suge­ren­cias de acti­vi­da­des de explo­ra­ción y dise­ño de alter­na­ti­vas socia­les. Los gru­pos podrían retro­ali­men­tar y enri­que­cer dichas pro­pues­tas edu­ca­ti­vas con base en sus ideas y expe­rien­cias pre­vias, así como tam­bién con­si­de­ran­do las que sur­jan duran­te el tra­ba­jo edu­ca­ti­vo.

d) Para ele­var la cali­dad de la edu­ca­ción y su bene­fi­cio social es nece­sa­rio reva­lo­rar el ser­vi­cio que los docen­tes brin­dan des­de pre­es­co­lar has­ta pos­gra­do. El pri­mer paso debe dar­lo el pro­pio docen­te rei­vin­di­can­do su cali­dad pro­fe­sio­nal. Como todo pro­fe­sio­nis­ta tie­ne la res­pon­sa­bi­li­dad de dar resul­ta­dos: lograr una alta edu­ca­ción de sus alum­nos que inclu­ya cono­ci­mien­tos, capa­ci­da­des, acti­tu­des y valo­res. El reto de cada docen­te es con­vo­car a sus alum­nos, lograr apa­sio­nar­los por el cono­ci­mien­to y el com­pro­mi­so social más que por cali­fi­ca­cio­nes. El docen­te debe dejar de ser un vigi­lan­te auto­ri­ta­rio para trans­for­mar­se en un líder orga­ni­za­dor y pro­mo­tor de nue­vas posi­bi­li­da­des. Para ello el docen­te requie­re ser auto­crí­ti­co, com­pro­me­ter­se con­si­go mis­mo y –más allá del aspec­to téc­ni­co de la ense­ñan­za– fun­dar su tra­ba­jo en prin­ci­pios éti­cos corres­pon­dien­tes a esta impor­tan­te pro­fe­sión.

e) El tra­ba­jo esco­lar de estu­dian­tes y docen­tes debe orien­tar­se a inci­dir en la vida social con­tem­po­rá­nea, gene­ran­do ideas y pro­pues­tas, dise­ñan­do y rea­li­zan­do pro­yec­tos comu­ni­ta­rios, a par­tir de los intere­ses y moti­va­cio­nes pro­pias del gru­po con­vo­ca­do fle­xi­ble­men­te por los docen­tes y las mis­mas pro­pues­tas de estu­dio.

f) Las eva­lua­cio­nes en lugar de ser sim­ple­men­te numé­ri­cas y a car­go del docen­te, podrían incluir aná­li­sis colec­ti­vos de los edu­can­dos y el edu­ca­dor sobre los resul­ta­dos obte­ni­dos en cada pro­yec­to y acti­vi­dad rea­li­za­dos por indi­vi­duos y equi­pos de tra­ba­jo, gene­ran­do con­clu­sio­nes y reco­men­da­cio­nes.

g) Con­si­de­ran­do la fle­xi­bi­li­dad del curri­cu­lum, en lugar de apro­bar deter­mi­na­das mate­rias, los estu­dian­tes podrían acu­mu­lar un núme­ro de cré­di­tos asig­na­dos a los pro­yec­tos que hayan rea­li­za­do y pasar a una fase, ciclo o nivel pos­te­rior, al demos­trar haber cubier­to una deter­mi­na­da can­ti­dad de dichos cré­di­tos de acuer­do a la pon­de­ra­ción acor­da­da al dise­ñar las pro­pues­tas edu­ca­ti­vas con la par­ti­ci­pa­ción de los invo­lu­cra­dos.

h) De esa mane­ra, las escue­las podrían con­ver­tir­se en cen­tros de acción comu­ni­ta­ria invo­lu­cran­do la for­ma­ción tam­bién de padres de fami­lia y otros sec­to­res de la comu­ni­dad, con quie­nes docen­tes y estu­dian­tes ten­drían inter­ac­ción a par­tir de sus pro­yec­tos de inci­den­cia social.

i) Por comu­ni­dad no debe enten­der­se al con­jun­to de per­so­nas que con­vi­ven den­tro de una uni­dad terri­to­rial o ins­ti­tu­cio­nal, sino el gru­po de per­so­nas que entran en rela­ción por diver­sas afi­ni­da­des y a tra­vés de diver­sos medios, aún cuan­do no ten­gan una cer­ca­nía espa­cial coti­dia­na. En ese sen­ti­do, los docen­tes y estu­dian­tes de todos los nive­les esco­la­res podrían gene­rar pro­yec­tos diri­gi­dos a una colo­nia, a un sec­tor pobla­cio­nal, a per­so­nas por rama de acti­vi­dad, a gru­pos socia­les, a orga­ni­za­cio­nes, a ins­ti­tu­cio­nes diver­sas, a los pode­res polí­ti­cos muni­ci­pa­les, esta­ta­les, nacio­na­les y mun­dia­les, e inclu­so a la huma­ni­dad toda. El inter­net ha abier­to todas las posi­bi­li­da­des.

Con esa base, los pro­yec­tos edu­ca­ti­vos no sólo deben orien­tar­se a dotar de cono­ci­mien­tos, capa­ci­da­des, acti­tu­des y valo­res a los indi­vi­duos para incor­po­rar­los a la socie­dad, sino esen­cial­men­te a pro­mo­ver que cada docen­te y cada estu­dian­te sien­ta como algo pro­pio lo que ocu­rre en torno suyo y se invo­lu­cre en la supera­ción de pro­ble­má­ti­cas y el dise­ño de alter­na­ti­vas socia­les.

Des­de nues­tro pun­to de vis­ta, esta es la vía por la que pue­de supe­rar­se la cri­sis edu­ca­ti­va que se pade­ce en Méxi­co y en todo el mun­do. No es fácil remon­tar las con­cep­cio­nes y las prác­ti­cas peda­gó­gi­cas y socia­les pre­va­le­cien­tes, por eso la idea es con­vo­car a quien nos escu­che para des­de su ubi­ca­ción como pla­nea­dor edu­ca­ti­vo, como direc­ti­vo, como docen­te o como estu­dian­te ini­cie y con­ti­nue, en la medi­da de sus posi­bi­li­da­des y en con­jun­to con otras per­so­nas afi­nes, este pro­ce­so de trans­for­ma­ción edu­ca­ti­va con miras a la crea­ción pau­la­ti­na de una nue­va for­ma de vida social que irra­die no sólo a un país, sino al con­jun­to de los seres huma­nos de este vapu­lea­do pla­ne­ta.

Si la mayo­ría de los maes­tros logra­ra apa­sio­nar a sus alum­nos por el cono­ci­mien­to, inquie­tar­los en la bús­que­da de alter­na­ti­vas socia­les y en la inves­ti­ga­ción sis­te­má­ti­ca, si pro­mo­vie­ran la crea­ción rele­van­te y no la repe­ti­ción, si infun­die­ran la ima­gi­na­ción y la gran­de­za, en esa medi­da dis­mi­nui­ría la deser­ción, el abu­rri­mien­to, la apa­tía, el fra­ca­so esco­lar. Se ele­va­ría la auto­es­ti­ma per­so­nal y colec­ti­va, así como la satis­fac­ción por rea­li­zar pro­yec­tos. Más per­so­nas lle­ga­rían a tener altos nive­les edu­ca­ti­vos y esco­la­res, trans­for­man­do la estruc­tu­ra y la diná­mi­ca eco­nó­mi­ca, social y polí­ti­ca de los dife­ren­tes paí­ses y de la huma­ni­dad en su con­jun­to.

Cada per­so­na ten­dría sen­ti­do de comu­ni­dad sin­tien­do como pro­pio el bien­es­tar y los pro­ble­mas socia­les, tan­to como defen­de­ría efi­caz­men­te sus dere­chos indi­vi­dua­les y colec­ti­vos. No habría moti­va­ción ni faci­li­dad para el abu­so de unos por otros. La mayor cali­dad edu­ca­ti­va lle­va­ría a opti­mi­zar recur­sos y ele­var la efi­ca­cia pro­duc­ti­va. Con ello se incre­men­ta­ría la rique­za mate­rial y su dis­tri­bu­ción sería equi­ta­ti­va, al gra­do que con pocas horas de tra­ba­jo sería sufi­cien­te para con­tar con más de los recur­sos nece­sa­rios para una vida dig­na y con­for­ta­ble. No habría lugar para la gue­rra, cana­li­zan­do ese cúmu­lo de esfuer­zos huma­nos hacia fines favo­ra­bles a la vida huma­na. Así, inclu­so habría exce­den­tes de pro­duc­tos que nadie reque­ri­ría, por lo cual cada vez dis­mi­nui­rían las jor­na­das labo­ra­les y habría más posi­bi­li­dad de con­vi­vir, via­jar y recrear­se. Podrían desa­rro­llar­se las poten­cia­li­da­des artís­ti­cas y gene­rar un cre­ci­mien­to cul­tu­ral y cien­tí­fi­co enor­me.

El tra­ba­jo sería tam­bién intere­san­te y esen­cial­men­te crea­ti­vo con­fun­dién­do­se con la diver­sión. Todas las tareas repe­ti­ti­vas que hoy rea­li­zan seres huma­nos con poca esco­la­ri­dad, podrían ser cada vez rea­li­za­das por robots y otros dis­po­si­ti­vos auto­má­ti­cos, sin menos­ca­bo de la cul­tu­ra ambien­tal gene­ra­li­za­da que dis­mi­nui­ría la con­ta­mi­na­ción por basu­ra, rui­do, smog y dese­chos indus­tria­les. Cola­bo­rar en tareas hoga­re­ñas y comu­ni­ta­rias podría ser pla­cen­te­ro y una for­ma de con­vi­vir y diver­tir­se.

Todo esto es una uto­pía que hoy pode­mos comen­zar a rea­li­zar. Bas­ta de auto­li­mi­tar­nos. Sea­mos rea­lis­tas, haga­mos lo impo­si­ble.

Autoestima

Autoestima

por Marco Eduardo Murueta

La salud psi­co­ló­gi­ca tie­ne como base el prin­ci­pio de la reali­dad, es decir, la sen­sa­ción de que el mun­do es inde­pen­dien­te y por tan­to que es algo que los demás per­ci­ben de mane­ra simi­lar. Sin embar­go, la “reali­dad” no es exac­ta­men­te la mis­ma para dos o más per­so­nas dife­ren­tes. Cada quien acep­ta aque­llo que le rodea y a sí mis­mo con base en lo que ha apren­di­do a tra­vés de su vida. El “yo”, la per­cep­ción de si mis­mo, es pro­duc­to de las expe­rien­cias y las rela­cio­nes socia­les en que se des­en­vuel­ve una per­so­na. Esto hace que cada quien con­si­de­re como más o como menos valio­sos los ras­gos y carac­te­rís­ti­cas que posee, en con­tras­te con los de otras per­so­nas que cono­ce.

Auto­es­ti­ma sig­ni­fi­ca valo­ra­ción de sí mis­mo, la cual pue­de ser alta o baja en dife­ren­tes casos y aspec­tos.

Uno de los pro­ble­mas psi­co­ló­gi­cos más impor­tan­tes en Méxi­co y otros paí­ses simi­la­res es la gran can­ti­dad de per­so­nas con baja auto­es­ti­ma. Esta situa­ción les hace pade­cer inse­gu­ri­dad, ner­vio­sis­mo, tor­pe­za, preo­cu­pa­cio­nes exa­ge­ra­das, poca o nula ini­cia­ti­va, envi­dia, celos, con­flic­tos con los demás, has­ta pro­ble­mas de salud físi­ca deri­va­dos de los ele­men­tos ante­rio­res.

Autoestima colectiva y autoestima personal

Uno de los ele­men­tos que influ­ye más en la for­ma en como cada quien se per­ci­be es la sen­sa­ción de per­te­nen­cia a gru­pos, ins­ti­tu­cio­nes o cla­ses socia­les res­pec­to a los cua­les tie­ne un deter­mi­na­do sen­ti­mien­to ya sea de admi­ra­ción o des­pre­cio. Quien se sien­te per­te­ne­cien­te a un gru­po, ins­ti­tu­ción o cla­se que valo­ra mucho se sien­te orgu­llo­so de sí mis­mo, mien­tras que se auto­des­pre­cia quien se sien­te par­te de una colec­ti­vi­dad deva­lua­da. La pare­ja, la fami­lia, el equi­po, el cen­tro de tra­ba­jo, la comu­ni­dad, el país y la huma­ni­dad son enti­da­des colec­ti­vas cuya valo­ra­ción o des­va­lo­ra­ción afec­ta­rá, para bien o para mal, a la auto­es­ti­ma de sus miem­bros.

Una per­so­na que se ale­ja o se aís­la duran­te perío­dos pro­lon­ga­dos se des­orien­ta res­pec­to a sí mis­mo y la vida va per­dien­do sen­ti­do, como una bal­sa que de noche en medio del mar no tie­ne estre­llas o faros que le den sig­ni­fi­ca­do a sus movi­mien­tos.

La sen­sa­ción de amar y de ser ama­do, la inte­gra­ción afec­ti­va, es algo bási­co para que cada quien se ame a sí mis­mo y ten­ga una ele­va­da auto­es­ti­ma, para que le encuen­tre sen­ti­do a sus esfuer­zos y gus­to a la vida.

Sentimientos de autoestima

Los sen­ti­mien­tos que se pre­sen­tan en las per­so­nas con una auto­es­ti­ma ele­va­da son los siguien­tes.

- Sen­tir­se útil - Sen­tir­se impor­tan­te - Sen­tir­se inte­li­gen­te
- Sen­tir­se bello - Sen­tir­se fuer­te - Sen­tir­se sano
- Sen­tir­se admi­ra­do - Sen­tir­se que­ri­do - Sen­tir­se valien­te
- Sen­tir­se audaz - Sen­tir­se atrac­ti­vo - Sen­tir­se acep­ta­do
- Sen­tir­se inge­nio­so - Sen­tir­se crea­ti­vo - Sen­tir­se pro­duc­ti­vo
- Sen­tir­se cómo­do - Sen­tir­se tran­qui­lo - Sen­tir­se dife­ren­te
- Sen­tir­se exi­to­so - Sen­tir­se per­se­ve­ran­te - Sen­ti­se orgu­llo­so
- Sen­tir­se hábil - Sen­tir­se nece­sa­rio - Sen­tir­se sen­sual
- Sen­tir­se sabio - Sen­tir­se afor­tu­na­do - Sen­tir­se pode­ro­so
- Sen­tir­se due­ño de sí mis­mo    

Estos sen­ti­mien­tos pue­den pre­sen­tar­se en algu­nas áreas de acti­vi­dad y no en otras.

Cuan­to mayo­res sean estos sen­ti­mien­tos y más áreas abar­quen mayor será la auto­va­lo­ra­ción de la per­so­na. Por el con­tra­rio, si no se pre­sen­tan o se pre­sen­tan con poca inten­si­dad, la auto­es­ti­ma será menor.

Si deseas hacer un aná­li­sis de tu pro­pia auto­es­ti­ma, con sin­ce­ri­dad colo­ca un nume­ro del 0 al 3 según la inten­si­dad y fre­cuen­cia con que cada sen­ti­mien­to se pre­sen­ta en tu vida: 0 es “nun­ca o nada”, 1 es “poco o a veces”, 2 es “regu­lar o con cier­ta fre­cuen­cia”, y 3 es “mucho o casi siem­pre”.

En algu­nos casos la auto­es­ti­ma se vuel­ve faná­ti­ca y la per­so­na se ado­ra a sí mis­ma. Esta pato­lo­gía psi­co­ló­gi­ca gene­ral­men­te repre­sen­ta una sobre­com­pen­sa­ción que en reali­dad encu­bre una baja auto­es­ti­ma. La per­so­na se afe­rra a sen­tir­se más que como antes de un cam­bio brus­co en las rela­cio­nes afec­ti­vas que apa­re­cían esta­bles. Es una espe­cie de ven­gan­za con­tra aque­llos que repen­ti­na­men­te le deva­lua­ron des­pués de que supues­ta­men­te le valo­ra­ban mucho. Tam­bién pue­de gene­ra­se por el temor a per­der la valo­ra­ción a la que se está acos­tum­bra­do. Esto con­lle­va estrés y sufri­mien­to de dicha per­so­na y de quie­nes le rodean deri­van­do en dra­má­ti­cas situa­cio­nes con­for­me la reali­dad exter­na se impo­ne a la fan­ta­sía egó­la­tra.

¿Cómo contribuir para elevar la autoestima en personas que se sienten disminuidas?

  1. Ayu­dar­le a reco­no­cer sus habi­li­da­des o capa­ci­da­des.
  2. Recor­dar con­jun­ta­men­te anéc­do­tas de los mejo­res momen­tos de su vida per­so­nal.
  3. Orien­tar­le para modi­fi­car algu­nas ideas equi­vo­ca­das que deva­lúen las carac­te­rís­ti­cas pro­pias.
  4. Pro­mo­ver la rea­li­za­ción de deseos y pro­yec­tos inme­dia­tos que gene­ren la chis­pa moti­va­cio­nal hacia pro­yec­tos de más lar­go alcan­ce.
  5. Comen­tar y cono­cer a fon­do los pasa­jes más agra­da­bles o admi­ra­bles de la his­to­ria de los colec­ti­vos en que par­ti­ci­pa (pare­ja, fami­lia, escue­la, cen­tro de tra­ba­jo, orga­ni­za­ción, país, huma­ni­dad).
  6. Pro­po­ner­le lle­var a cabo accio­nes para la cons­truc­ción pau­la­ti­na de rela­cio­nes afec­ti­vas cada vez más inten­sas y gra­ti­fi­can­tes.
  7. Ayu­dar­le a ensa­yar y prac­ti­car la aser­ti­vi­dad para expre­sar sen­ti­mien­tos de apro­ba­ción y recha­zo en for­ma sere­na y cor­dial.
  8. Pro­mo­ver y retro­ali­men­tar su apren­di­za­je de expre­sión cor­po­ral de segu­ri­dad (mirar a los ojos, hacer ade­ma­nes y ges­tos expre­si­vos cohe­ren­tes, parar­se y cami­nar con segu­ri­dad, etc.).
  9. Incen­ti­var su par­ti­ci­pa­ción en pro­yec­tos de tras­cen­den­cia social afi­nes a su his­to­ria y situa­ción per­so­nal.
  10. Moti­var­le a pro­bar cada vez expe­rien­cias de mayor éxi­to de acuer­do a los valo­res per­so­na­les.

HOY ES UN BUEN DIA PARA EMPEZAR.

Una pequeña excepción

Una pequeña excepción

MG. Dioner Francis Marín Puelles

Estan­do en un café, obser­vé a una joven que tra­jo con­si­go un libro, y divi­sé que era del escri­tor Her­mann Hes­se, aun­que no pude apre­ciar el títu­lo de la obra. De pron­to repa­ré que de los jóve­nes pre­sen­tes en este café, solo ella se delei­ta­ba con un libro. El res­to, estan­do casi todos en algu­na for­ma de gru­po, esta­ba en ple­na inter­ac­ción no con sus amis­ta­des, sino con su smart o celu­lar, sien­do la acti­vi­dad más pro­ba­ble algún tipo de chat.

Pero cla­ro, uno vie­ne a un café para rea­li­zar lo que se le plaz­ca, pero me puse a pen­sar en el por qué tan solo una joven, de un apro­xi­ma­do de 27 per­so­nas en este recin­to, esta­ba leyen­do, sien­do esta ten­den­cia simi­lar, al menos en las oca­sio­nes que he podi­do estar en este u otro café.

Estoy segu­ro que la moti­va­ción, suma­da a una for­ma de reco­no­ci­mien­to a tra­vés del chat des­me­di­do, tie­ne mucho que ver. Muchos jóve­nes sim­ple­men­te no leen por­que no encuen­tran a tra­vés de esta acción, algu­na recom­pen­sa o reco­no­ci­mien­to inme­dia­to, coyun­tu­ra que si pasa cuan­do se entra al mun­do del chat, que empo­de­ra y maqui­lla una ima­gen.

Pero, que podría tener aque­lla joven, para encon­trar el pla­cer en la lec­tu­ra, a dife­ren­cia de los demás. Si, se pue­de decir que ya vie­ne con ese hábi­to des­de casa, o el cole­gio, pero qué más. Podría aña­dir que encuen­tra una for­ma de mayor com­pren­sión del mun­do y una for­ma de supera­ción pro­fe­sio­nal. Aún así, sigo bus­can­do expli­ca­cio­nes y pien­so en los mode­los; sí, en aque­llos mode­los repre­sen­ta­ti­vos en nues­tro país. Estoy segu­ro que esta chi­ca ha podi­do res­ca­tar mode­los de índo­le aca­dé­mi­co en su vida: pue­de ser que alguno de sus padres haya sido lec­tor o algu­na com­pa­ñe­ra o pro­fe­so­ra y yen­do más allá, alguno de los esca­sos polí­ti­cos que real­men­te sean aca­dé­mi­cos.

Pude infe­rir, que en el caso de los otros jóve­nes, su psi­que haya suc­cio­na­do los otros tipos de mode­los en nues­tro país: jóve­nes atrac­ti­vos y vacíos en jue­gos de tv ridícu­los, polí­ti­cos pode­ro­sos, pero no lec­to­res; muchas per­so­nas que han lle­ga­do al éxi­to por cami­nos oscu­ros, lejos del ver­da­de­ro pla­cer de leer. Y enton­ces, para qué se van a esme­rar con la lec­tu­ra, si solo a tra­vés de la escul­tu­ra del cuer­po en gim­na­sios, o mos­trar ropas caras, ape­lar a la exa­ge­ra­da sen­sua­li­dad para obte­ner favo­res mate­ria­les, o yen­do a nive­les como la esta­fa o delin­cuen­cia se pue­de obte­ner el éxi­to desea­do. Para qué van a leer si ven a tan­ta per­so­na famo­sa que no lo es por su hábi­to lec­tor, sino por su mane­jo y mar­ke­ting enga­ño­so y super­fi­cial.

Y tam­bién pien­so que de las muchas per­so­nas que vie­nen acá, per­te­ne­cen a una cla­se media o en otros casos, alta. Es decir, es pro­ba­ble que ten­gan algu­na for­ma de acce­so a edu­ca­ción ins­ti­tu­cio­nal de pres­ti­gio, o tam­bién a poder ser auto­di­dác­tas; pero no lo apro­ve­chan. Caso dis­tin­to de muchos niños y ado­les­cen­tes que están sumi­dos en la pobre­za, y en la cual es difí­cil que prio­ri­cen lo aca­dé­mi­co, sien­do su preo­cu­pa­ción del día, tener algo que comer, y tra­ba­jar para ayu­dar con algo a la inci­pien­te eco­no­mía de su fami­lia.

Los mode­los super­fi­cia­les ven­den más, por­que ganan más dine­ro y de for­ma más fácil, irra­dian­do un mun­do de gran depen­den­cia de la vida cool. Pero, la vida no pue­de redu­cir­se tan solo a lo eco­nó­mi­co. 

Estoy segu­ro que aque­lla joven lec­to­ra, ten­drá posi­bi­li­da­des reales de ser inde­pen­dien­te, no solo en lo eco­nó­mi­co, ya sea con lo poco o mucho que pue­da ganar, sino tam­bién, en el ejer­ci­cio libre de sus accio­nes como mujer y per­so­na, empo­de­rán­do­la fren­te a la vida del abu­so y la des­igual­dad.

Vacío existencial, un mal contemporáneo

Vacío existencial, un mal contemporáneo

Rafael Mejía

Es difí­cil igno­rar que los índi­ces delic­ti­vos en Méxi­co y el mun­do pre­sen­tan cifras ascen­den­tes, que la depre­sión va ganan­do terreno en per­so­nas de todas las eda­des y que dis­tin­tos tipos de adic­ción se vuel­ven más comu­nes en nues­tro espa­cio vital. Las ciu­da­des pare­cen más peli­gro­sas y asfi­xian­tes que nun­ca, des­per­tan­do en muchos de sus habi­tan­tes un sen­ti­mien­to trá­gi­co que por momen­tos pare­ce incon­tro­la­ble.

A decir de Mar­co Eduar­do Murue­ta Reyes, pre­si­den­te de la Aso­cia­ción Mexi­ca­na de Alter­na­ti­vas en Psi­co­lo­gía (Amap­si), “el vacío exis­ten­cial es la sen­sa­ción de fal­ta de sen­ti­do de la vida, de tedio, de no saber para qué se vive, y que lle­va al ais­la­mien­to y enra­re­ci­mien­to de la rela­ción con la fami­lia y la socie­dad”. Un con­cep­to simi­lar fue crea­do por el filó­so­fo ale­mán Mar­tin Hei­deg­ger (1889–1976), quien habló del “ano­na­da­mien­to” para des­cri­bir que una per­so­na ‘sien­te la nada’ y per­ci­be la “inhos­pi­ta­bi­li­dad del mun­do”.

El vacío de la exis­ten­cia, ase­gu­ra el espe­cia­lis­ta en psi­co­lo­gía y filo­so­fía por la Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Méxi­co (UNAM), se rela­cio­na con cri­sis emo­cio­na­les des­en­ca­de­na­das por sufrir frus­tra­cio­nes de mane­ra con­ti­nua, inca­pa­ci­dad para con­cre­tar pro­pó­si­tos indi­vi­dua­les y rea­li­za­ción de acti­vi­da­des ruti­na­rias que dejan poco espa­cio a la crea­ti­vi­dad, pero se debe sobre todo a la fal­ta de afec­to y de rela­cio­nes socia­les enri­que­ce­do­ras.

Asi­mis­mo, lla­ma la aten­ción sobre el hecho de que el pacien­te con este pro­ble­ma expe­ri­men­ta habi­tual­men­te esta­dos de angus­tia, es decir, “momen­tos de alte­ra­ción, ten­sión o ansie­dad sin que haya algo que los pro­vo­que; la per­so­na sien­te que le preo­cu­pa todo, pero a la vez nada en espe­cí­fi­co. Ha per­di­do la moti­va­ción y el inte­rés por lo que ocu­rre y ello hace que crea que vivir es lo peor que le pue­de pasar; es de supo­ner que cuan­do dicha situa­ción se pro­lon­ga y es muy inten­sa, lle­ga a des­en­ca­de­nar el sui­ci­dio”.

Problema individual, problema común

Aun­que tra­di­cio­nal­men­te se ha esta­ble­ci­do que la sen­sa­ción de vacío se pre­sen­ta más a menu­do duran­te la senec­tud, el tam­bién cate­drá­ti­co de la Facul­tad de Estu­dios Supe­rio­res de Izta­ca­la, per­te­ne­cien­te a la UNAM, indi­ca que este pro­ble­ma se pue­de obser­var casi a cual­quier edad, sobre todo a par­tir de la ado­les­cen­cia, que es cuan­do el ser humano comien­za a pre­gun­tar­se cuál es el sen­ti­do de la exis­ten­cia.

Más aun, el Dr. Murue­ta Reyes comen­ta que “es nota­ble que en fechas recien­tes se ha ele­va­do la sen­sa­ción de ago­bio en per­so­nas con 25 años o menos y que las tasas de pro­ble­mas psi­co­ló­gi­cos y sui­ci­dio en este sec­tor pobla­cio­nal se han incre­men­tan­do en todos los paí­ses, al pare­cer por­que la glo­ba­li­za­ción gene­ra la sen­sa­ción de encon­trar­se ante una maqui­na­ria social de la cual ni siquie­ra se sien­te par­te y que ha sido impues­ta. A dife­ren­cia de sus simi­la­res de los años 1950 a 1970, que eran emo­cio­nal­men­te más fuer­tes y creían que podían cam­biar al mun­do, los jóve­nes de 1980 a la fecha dan la impre­sión de expe­ri­men­tar una sen­sa­ción de depre­sión gene­ra­li­za­da y de impo­ten­cia que se acen­túa poco a poco”.

Exis­ten varias razo­nes que expli­can la agu­di­za­ción del des­en­can­to hacia la vida, sien­do sobre­sa­lien­te “el fenó­meno de des­per­so­na­li­za­ción que gene­ra la socie­dad indus­trial. La téc­ni­ca ha arro­lla­do a las mani­fes­ta­cio­nes cul­tu­ra­les, que son refe­ren­tes impor­tan­tes de iden­ti­dad y per­te­nen­cia a un gru­po, en tan­to que las calles, los cen­tros de tra­ba­jo y medios de trans­por­te como el metro ofre­cen un ambien­te en el que las per­so­nas viven rodea­das de gen­te, apa­ren­te­men­te acom­pa­ña­das, pero soli­ta­rias en lo emo­cio­nal”.

En opi­nión del espe­cia­lis­ta, este fenó­meno fue obser­va­do des­de sus orí­ge­nes (siglo XIX) por el filó­so­fo danés Sören Kir­ke­gaard y ha sido des­cri­to por nume­ro­sos escri­to­res, como el ruso León Tols­toi, el fran­cés Jean Paul Sar­tre, el colom­biano Gabriel Gar­cía Már­quez o el mexi­cano Octa­vio Paz. Empe­ro, la pér­di­da de espe­ran­za se ha ace­le­ra­do en las ulti­mas déca­das por hechos como la caí­da del blo­que socia­lis­ta, que para muchos repre­sen­ta­ba una alter­na­ti­va de cam­bio que ha des­apa­re­ci­do.

Otro tan­to hay que decir de las rela­cio­nes fami­lia­res, en las que es común obser­var aban­dono afec­ti­vo y fal­ta de comu­ni­ca­ción. Des­cri­be el psi­có­lo­go que aun­que en los hoga­res exis­ta la pre­sen­cia físi­ca de uno o ambos padres, éstos se encuen­tren emo­cio­nal­men­te ausen­tes “como suce­de en la pelí­cu­la El muro (The wall), de Pink Floyd, don­de el per­so­na­je requie­re a su madre y ella pare­ce no res­pon­der”, o bien, las nece­si­da­des ori­llan a los tuto­res a pasar mucho tiem­po fue­ra de casa y “a vivir ensi­mis­ma­dos tra­tan­do de sol­ven­tar su pro­ble­má­ti­ca eco­nó­mi­ca, mien­tras los niños se encuen­tran en otra reali­dad, como ejem­pli­fi­ca la cin­ta Vidas per­di­das (Kids)”.

Todo este pano­ra­ma ha favo­re­ci­do el dis­tan­cia­mien­to de las rela­cio­nes huma­nas y afec­ti­vas, a la vez que ha gene­ra­do incre­du­li­dad res­pec­to a la idea de que las per­so­nas pue­den actuar de mane­ra hones­ta o autén­ti­ca. “La pér­di­da de con­fian­za en los demás por sufrir aban­dono, decep­cio­nes, trai­cio­nes y actos de vio­len­cia —sos­tie­ne el psi­có­lo­go— se con­vier­te en una pér­di­da de iden­ti­dad y de con­fian­za en sí mis­mo, pues un indi­vi­duo sin rela­cio­nes satis­fac­to­rias con sus seme­jan­tes no tie­ne refe­ren­tes cla­ros con los cua­les com­pren­der­se, pro­du­cien­do de esta for­ma una sen­sa­ción de vacío”.

Consecuencias notables

En medio de ave­ni­das y del ir y venir de auto­mó­vi­les resul­ta difí­cil esta­ble­cer cuán­do una per­so­na expe­ri­men­ta fal­ta de inte­rés por la vida, sobre todo por­que así es impo­si­ble cono­cer los sen­ti­mien­tos de la gen­te y el esta­do de sus rela­cio­nes afec­ti­vas y fami­lia­res. Sin embar­go, bas­ta con ana­li­zar un poco las esce­nas que se pre­sen­tan a dia­rio para enten­der que la sen­sa­ción de ago­bio es mucho más nota­ble y común de lo que pare­ce a sim­ple vis­ta.

En pri­mer lugar, des­cri­be el Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta, es evi­den­te que una de las prin­ci­pa­les con­se­cuen­cias direc­tas de este pro­ble­ma es la depre­sión, pero se debe con­si­de­rar que “las per­so­nas con este pade­ci­mien­to tien­den a ser bipo­la­res o mania­co­de­pre­si­vos, es decir, que lue­go de pasar por un perío­do de cri­sis entran en una fase eufó­ri­ca o mania­ca en la que inten­ta­rán expe­ri­men­tar sen­sa­cio­nes que les hagan olvi­dar el vacío exis­ten­cial, por lo menos duran­te un momen­to”.

Así, la his­to­ria per­so­nal de cada per­so­na deter­mi­na­rá la mane­ra en que se tra­ta de supe­rar o eva­dir la angus­tia. “Por ejem­plo, un joven que sien­te vacío exis­ten­cial de mane­ra sig­ni­fi­ca­ti­va pue­de acep­tar la invi­ta­ción que le hacen para con­su­mir ener­van­tes, con­vir­tién­do­se en un dro­ga­dic­to. Pero así como ocu­rre esto pode­mos hablar de una mujer con cier­ta capa­ci­dad eco­nó­mi­ca que adquie­re satis­fac­to­res mate­ria­les para sen­tir­se mejor y que se trans­for­ma en una com­pra­do­ra com­pul­si­va, o bien, de aque­llas per­so­nas que inte­gran pan­di­llas para come­ter asal­tos o una vio­la­ción, de modo que su pato­lo­gía pue­de ser la vio­len­cia social”.

Sobre este últi­mo pun­to el Dr. Murue­ta expli­ca que “los secues­tra­do­res y ase­si­nos pasan nece­sa­ria­men­te por una serie de cri­sis emo­cio­na­les, y entre más vio­len­tos sean sus actos demues­tran que son más insen­si­bles hacia los demás y hacia ellos mis­mos. Bas­ta con recor­dar el caso del secues­tra­dor Daniel Ariz­men­di: cuan­do lo cap­tu­ra­ron y le pre­gun­ta­ron qué cas­ti­go le daría a quien haga lo mis­mo que él, con­tes­tó con la mayor frial­dad que mere­ce­ría la pena de muer­te. Era cons­cien­te, pero no le impor­ta­ba nada, ni él mis­mo; a tra­vés del cri­men tra­ta­ba de lle­nar su vacío exis­ten­cial y sen­tir que pasa­ba algo en su vida, como lo hace mucha gen­te a tra­vés del dine­ro, agre­si­vi­dad, exce­so de tra­ba­jo y con­su­mo de esti­mu­lan­tes”.

Otra for­ma de enfren­tar el males­tar inte­rior, comen­ta el espe­cia­lis­ta, se pre­sen­ta cuan­do la per­so­na afec­ta­da lite­ral­men­te se blo­quea. Dicho pro­ble­ma se lla­ma ansie­dad dis­mi­nui­da, y en ella el pacien­te deja de sen­tir; “no expe­ri­men­ta la angus­tia ni la vida, y aun­que cae en algu­na cri­sis cuen­ta con una espe­cie de meca­nis­mo men­tal que le per­mi­te eva­dir­lo un rato, Por lo gene­ral son aque­llos indi­vi­duos que se mues­tran siem­pre indi­fe­ren­tes y apá­ti­cos”.

Una mani­fes­ta­ción más con­sis­te en man­te­ner rela­cio­nes sexua­les oca­sio­na­les. Al prin­ci­pio, entrar en con­tac­to ínti­mo con dis­tin­tas pare­jas pue­de des­per­tar muchas emo­cio­nes en la per­so­na, dar la impre­sión de que algo ocu­rre y de que se recu­pe­ra la vita­li­dad, pero con­for­me pasa el tiem­po y se man­tie­ne la mis­ma situa­ción es casi inevi­ta­ble que se mani­fies­te la depre­sión con mayor seve­ri­dad, pues el pacien­te comien­za a com­pren­der que “no es impor­tan­te para nadie y nadie es impor­tan­te para él”, dan­do ori­gen a un fuer­te sen­ti­mien­to de sole­dad.

Así, que­da cla­ro que el des­en­can­to por la vida está pre­sen­te en muchas per­so­nas, aun­que no lo mani­fies­ten direc­ta­men­te, pero a pesar de ello muchas cam­pa­ñas publi­ci­ta­rias tra­tan de apro­ve­char su exis­ten­cia. “La socie­dad de con­su­mo se vale de este pro­ble­ma comer­cial­men­te, y si la gen­te sien­te vacío tra­ta­rá de lle­nar­lo, o al menos inten­ta­rá dar la impre­sión de hacer­lo. De ahí la moda o slo­gans como el que dice: ‘un psi­có­lo­go nun­ca enten­de­rá el valor de un ves­ti­do nue­vo’; la ver­dad es que sí lo enten­de­mos, pero sabe­mos que la feli­ci­dad que gene­ra sólo dura dos o tres días”.

John Lennon tenía razón

A decir del Dr. Murue­ta Reyes, la per­so­na que expe­ri­men­ta vacío exis­ten­cial pue­de recu­rrir a la psi­co­te­ra­pia para com­pren­der el ori­gen de su angus­tia, expre­sar sus pro­ble­mas emo­cio­na­les y apren­der nue­vas estra­te­gias para rela­cio­nar­se satis­fac­to­ria­men­te con sus seres cer­ca­nos y fami­lia­res, de modo que logre cam­biar la per­cep­ción que tie­ne de sí mis­mo y de los demás, com­pren­dien­do que no todo es color negro y que siem­pre hay gen­te hones­ta, leal y de bue­nas inten­cio­nes.

Asi­mis­mo, refie­re que en la agru­pa­ción que pre­si­de, la Amap­si, “hemos gene­ran­do algu­nas alter­na­ti­vas en las que se da aten­ción a las nece­si­da­des de las per­so­nas, por lo que si com­pren­de­mos que el vacío exis­ten­cial se ori­gi­na por los pro­ble­mas emo­cio­na­les que hemos des­cri­to, sabe­mos que lo que el pacien­te nece­si­ta es apren­der a pro­du­cir afec­to”. Al menos sobre este pun­to, los Beatles esta­ban en lo cier­to cuan­do decían que “todo lo que nece­si­tas es amor”.

El psi­có­lo­go comen­ta que su gru­po de tra­ba­jo ha desa­rro­lla­do una pro­pues­ta lla­ma­da “tec­no­lo­gía del amor”, que cons­ta de nue­ve fac­to­res que ayu­dan a que las per­so­nas tomen el poder de su vida, esta­blez­can rela­cio­nes sóli­das y sean capa­ces de gene­rar cam­bios reales. En resu­men, dichos pun­tos son:

  • Cono­cer y saber expre­sar los aspec­tos que agra­dan de sí mis­mo y de otras per­so­nas.
  • Com­par­tir momen­tos de espar­ci­mien­to con fami­lia­res y per­so­nas cer­ca­nas median­te acti­vi­da­des como el jue­go, fies­tas o asis­tir al cine, tea­tro u otros espec­tácu­los recrea­ti­vos.
  • Gene­rar expe­rien­cias agra­da­bles y úni­cas con las per­so­nas cer­ca­nas; ello se logra dan­do mayor aten­ción a los deta­lles, sor­pre­sas, rega­los, fan­ta­sías y buen humor.
  • Mejo­rar el con­tac­to físi­co para pro­fun­di­zar las rela­cio­nes de amis­tad y de amor. Este aspec­to inclu­ye la mane­ra en que se salu­da de mano a los seme­jan­tes y los abra­zos, besos y pal­ma­das en el hom­bro que se inter­cam­bian con ami­gos y fami­lia­res, sin olvi­dar la impor­tan­cia de las rela­cio­nes sexua­les con la pare­ja.
  • Coope­rar volun­ta­ria­men­te en la rea­li­za­ción de acti­vi­da­des con un fin común, con­tem­plan­do para ello des­de mover un mue­ble entre dos o más per­so­nas has­ta orga­ni­zar jue­gos o tra­ba­jos en equi­po.
  • Com­par­tir una acti­vi­dad crea­ti­va con los seres cer­ca­nos; por ejem­plo, el deco­ra­do de la casa, escri­bir un poe­ma, pla­near unas vaca­cio­nes o la crea­ción de una peque­ña empre­sa.
  • Dis­fru­tar del éxi­to obte­ni­do a tra­vés del tra­ba­jo en gru­po, dan­do su jus­ta dimen­sión a la rea­li­za­ción de metas impor­tan­tes median­te el esfuer­zo com­bi­na­do con otras per­so­nas.
  • Con­ver­sar sobre las viven­cias coti­dia­nas, anéc­do­tas o recuer­dos, así como apren­der a escu­char con aten­ción los rela­tos sobre lo que le ha ocu­rri­do a otros.
  • Dar lugar a la sana com­pe­ten­cia, enten­di­da como el deseo cons­truc­ti­vo de tra­tar de ser un poco mejor cada día.

“Lo que bus­ca­mos con esto —sugie­re el espe­cia­lis­ta— es ayu­dar a gene­rar chis­pas moti­va­cio­na­les, es decir, que los pacien­tes logren crear pro­yec­tos de vida intere­san­tes por cuen­ta pro­pia y que los com­par­tan con sus seme­jan­tes. No debe­mos olvi­dar que muchas veces la gen­te con vacío emo­cio­nal pre­fie­ren dejar de reír y no ente­rar­se de lo que pasa en su comu­ni­dad para evi­tar ser víc­ti­mas de chis­mes o que los asal­ten, y se aís­lan en una bur­bu­ja cuan­do lo que deben hacer es refor­zar sus rela­cio­nes huma­nas”.

A pesar de los bue­nos resul­ta­dos obte­ni­dos, el Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta opi­na que un cam­bio dura­de­ro nece­si­ta de la rea­li­za­ción de otras medi­das que invo­lu­cren a la socie­dad en su con­jun­to. Por ejem­plo, habla de crear una nue­va cul­tu­ra labo­ral en la que se con­tem­ple al tra­ba­ja­dor como un ser humano con emo­cio­nes que nece­si­ta con­vi­vir más con su fami­lia, sin olvi­dar el valor que ten­dría ayu­dar a que las per­so­nas apren­dan a esta­ble­cer rela­cio­nes enri­que­ce­do­ras y res­pe­tuo­sas, así como a hacer uso inte­li­gen­te de sus emo­cio­nes.

Por últi­mo, el filó­so­fo y psi­có­lo­go con­clu­ye que sería de gran uti­li­dad para toda la socie­dad crear “alter­na­ti­vas via­bles y edi­fi­can­tes que alcan­cen tam­bién a la esfe­ra polí­ti­ca, en don­de los deba­tes se redu­cen a bus­car ‘quién es el peor’. Pien­so que en vez de esto es posi­ble empe­zar a gene­rar pro­pues­tas como la crea­ción de ‘escue­las para padres’, en don­de se ense­ñe a los pro­ge­ni­to­res cómo enfren­tar sus pro­ble­mas, así como de nue­vos mode­los edu­ca­ti­vos que hagan que los chi­cos sean más par­ti­ci­pa­ti­vos en su comu­ni­dad, o gra­cias a los cua­les apren­da­mos a ser mejor pare­ja y a tra­ba­jar en equi­po en nues­tros tra­ba­jos. Sí hay posi­bi­li­dad de lograr un cam­bio, y aun­que no es fácil, al menos pode­mos inten­tar­lo”.