Blog de Psicología

No existen discapacitados

Por Marco Eduardo Murueta

Uno de los pro­ble­mas bási­cos de la civi­li­za­ción occi­den­tal es la pos­tu­la­ción de mode­los con­si­de­ra­dos como idó­neos o nor­ma­les y con base en ellos dis­cri­mi­nar a quie­nes no cum­plen con esas expec­ta­ti­vas ideo­ló­gi­cas. Así con­de­na­ron a Sócra­tes a beber la cicu­ta por no ape­gar­se a absur­das leyes al pro­mo­ver la refle­xión y el aná­li­sis crí­ti­co en sus dis­cí­pu­los, por lo que el tri­bu­nal lo con­si­de­ró como des­co­no­ce­dor de los dio­ses y corrup­tor de los jóve­nes. Ale­jan­dro Magno fue el pri­me­ro que qui­so con­quis­tar el mun­do para impo­ner en todos lados el mode­lo de demo­cra­cia ate­nien­se y así civi­li­zar a los lla­ma­dos pue­blos “bár­ba­ros”, por no tener un modo de vida como el de los grie­gos.

De la mis­ma mane­ra, actual­men­te se lla­ma “indí­ge­nas” a quie­nes no se han incor­po­ra­do al modo de vida occi­den­tal, en lugar de reco­no­cer diver­sas for­mas váli­das de orga­ni­za­ción social y de vida cul­tu­ral en cada uno de esos pue­blos que han logra­do sobre­po­ner­se duran­te más de 500 años a dicho pro­ce­so “civi­li­za­to­rio”.  Toda­vía mucha gen­te con­si­de­ra que la hete­ro­se­xua­li­dad es lo “nor­mal” y por tan­to asu­me como “anor­ma­les” a otras con­fi­gu­ra­cio­nes de iden­ti­dad y pre­fe­ren­cia sexual.

En el mis­mo sen­ti­do se habla de “dis­ca­pa­ci­ta­dos” o “minus­vá­li­dos” para refe­rir­se a las per­so­nas que care­cen de algu­nas de las capa­ci­da­des con­si­de­ra­das “nor­ma­les”, no obs­tan­te que muchos de ellos tie­nen otras capa­ci­da­des supe­rio­res. Por ejem­plo, per­so­nas que no tie­nen la capa­ci­dad visual (cie­gos) sue­len tener ele­va­das capa­ci­da­des audi­ti­vas, tác­ti­les, olfa­ti­vas y cog­ni­ti­vas, que no tie­nen los que sí pue­den ver. Per­so­nas sin vis­ta sue­len ser exce­len­tes músi­cos, capa­ces de reco­no­cer bille­tes y otros obje­tos median­te el tac­to, cap­tar aro­mas que les orien­tan, mane­jar el ába­co a velo­ci­da­des impre­sio­nan­tes y cons­truir argu­men­ta­cio­nes lógi­cas sofis­ti­ca­das. Quie­nes tie­nen menos capa­ci­dad audi­ti­va, gene­ral­men­te desa­rro­llan posi­bi­li­da­des visua­les, de memo­ria y de orien­ta­ción geo­grá­fi­ca supe­rio­res a la mayo­ría. Los que no tie­nen la posi­bi­li­dad de arti­cu­lar soni­dos ver­ba­les pue­den ser exce­len­tes dibu­jan­tes, depor­tis­tas, escri­to­res, bai­la­ri­nes o ins­tru­men­tis­tas. Las per­so­nas con lesio­nes en la cor­te­za cere­bral que tie­nen difi­cul­tad para la orga­ni­za­ción lógi­ca de su pen­sa­mien­to (cono­ci­do como “retar­do men­tal”) sue­len tener una sen­si­bi­li­dad emo­cio­nal supe­rior, que al ser valo­ra­da y edu­ca­da podría desa­rro­llar ele­va­das e impor­tan­tes posi­bi­li­da­des afec­ti­vas.

Todas las per­so­nas tie­nen rela­ti­vas limi­ta­cio­nes para algu­nas cosas y posi­bi­li­da­des sobre­sa­lien­tes en otras. En lugar de poner énfa­sis en lo que una per­so­na no pue­de hacer, sería impor­tan­te que la comu­ni­dad valo­ra­ra y reco­no­cie­ra sus talen­tos y vir­tu­des, como lo ilus­tra el video  El cir­co de las mari­po­sas. La orga­ni­za­ción social y la edu­ca­ción, en lugar de pre­ten­der la homo­ge­nei­dad de todos, debie­ran basar­se en las posi­bi­li­da­des de com­bi­nar o arti­cu­lar talen­tos diver­sos que se com­ple­men­ten para pro­du­cir equi­pos de ele­va­da poten­cia. No podría haber una gran orques­ta sin­fó­ni­ca si sola­men­te se con­ta­ra con vio­li­nis­tas, la diver­si­dad es lo que engran­de­ce a la orga­ni­za­ción huma­na.  

No tie­nen por qué  todos tener las mis­mas capa­ci­da­des. Cada ser vivo es lo que es y no tie­ne por qué supo­ner­se que debie­ra ser de otra mane­ra. No pue­de decir­se ‑por ejem­plo- que un ani­mal o un vege­tal es “dis­ca­pa­ci­ta­do” por­que no pue­de hablar o escri­bir, pues no se espe­ra eso de ellos. Así, entre los seres huma­nos es nece­sa­rio no espe­rar de un cie­go que vea o de un sor­do que oiga, etc. Cada quien es lo que es y tie­ne cier­tas posi­bi­li­da­des y no tie­ne otras. Si una per­so­na entra en rela­ción con quie­nes hablan otro idio­ma nece­si­ta­rá un tra­duc­tor de mane­ra simi­lar a alguien que no pue­de cami­nar requie­re de una silla de rue­das o de mule­tas, y si no pue­de ver nece­si­ta­rá del sis­te­ma de escri­tu­ra Brai­lle y de soni­dos que le sir­van para orien­tar­se en el trán­si­to.

La comu­ni­dad debie­ra ofre­cer opcio­nes de acce­si­bi­li­dad para las diver­sas situa­cio­nes: mapas para los turis­tas, soni­dos para los que no ven, min­gi­to­rios y tazas de baño para los de baja esta­tu­ra, puer­tas y techos ade­cua­dos para los de esta­tu­ra alta, sillas de rue­das para quie­nes no cami­nen, tra­duc­to­res para quie­nes no hablen el mis­mo idio­ma, dise­ños ergo­nó­mi­cos para zur­dos, ele­va­do­res para quie­nes tie­nen difi­cul­tad al subir esca­le­ras, etc., etc.  En una comu­ni­dad don­de haya más opcio­nes de acce­si­bi­li­dad para diver­sas cir­cuns­tan­cias y situa­cio­nes mejor será el nivel de vida de cada uno y del con­jun­to, por­que todos podrán dar lo mejor de sí mis­mos a la vida colec­ti­va.

El con­cep­to de “dis­ca­pa­ci­dad” debe des­apa­re­cer. No sir­ve tam­po­co usar el  eufe­mis­mo de “capa­ci­da­des dife­ren­tes”, pues todas las per­so­nas sin excep­ción tie­nen capa­ci­da­des dife­ren­tes, limi­ta­cio­nes en algu­nos aspec­tos y vir­tu­des en otros. En lugar de segre­gar a las per­so­nas que no corres­pon­den al este­reo­ti­po esta­ble­ci­do des­de una pers­pec­ti­va limi­ta­da, ensi­mis­ma­da, debe acep­tar­se la diver­si­dad de situa­cio­nes y capa­ci­da­des de los seres huma­nos y pug­nar por la cons­truc­ción de opcio­nes de acce­si­bi­li­dad para esa diver­si­dad. Es una mane­ra fun­da­men­tal de abrir el diá­lo­go y la coope­ra­ción entre per­so­nas dife­ren­tes como son todos los seres huma­nos. Acep­tar que hay otra for­ma de vivir, de pen­sar y de ser, que pue­de ser valo­ra­da al igual que la pro­pia.

Entre mayor sea el por­cen­ta­je de per­so­nas que requie­ran acce­so a dis­po­si­ti­vos más prio­ri­ta­rio es que la comu­ni­dad los ofrez­ca de mane­ra gene­ra­li­za­da. Por ejem­plo, cada vez se gene­ra­li­za más la pre­vi­sión de ram­pas en las ace­ras y ele­va­do­res para el uso de los dife­ren­tes nive­les de los edi­fi­cios. Tam­bién exis­ten múl­ti­ples opcio­nes de tecla­do para el mane­jo de compu­tado­ras y otras máqui­nas, tan­to como dis­po­si­ti­vos para la con­duc­ción de autos sin tener que usar bra­zos o pier­nas.

Es par­ti­cu­lar­men­te impor­tan­te que haya opcio­nes de acce­si­bi­li­dad a dife­ren­tes dis­po­si­ti­vos que posi­bi­li­ten el desa­rro­llo labo­ral de la más amplia varie­dad de per­so­nas, cap­tan­do sus talen­tos y vir­tu­des y com­pen­san­do sus posi­bles limi­ta­cio­nes. Esta acti­tud de res­pe­to y valo­ra­ción de los demás, es la mejor mane­ra de que cada quien se valo­re mejor a sí mis­mo. Ha sido muy dañino ya para muchas per­so­nas sen­tir­se segre­ga­das por tener una carac­te­rís­ti­ca cor­po­ral o psi­co­ló­gi­ca que sale de los mode­los estan­da­ri­za­dos y las modas. No es real, ni nece­sa­rio, ni con­ve­nien­te que todos sea­mos igua­les; por el con­tra­rio, la comu­ni­dad debe ocu­par­se de apo­yar, valo­rar, res­pe­tar e impul­sar lo dife­ren­te.

A quie­nes se les ha lla­ma­do “indí­ge­nas” debe­mos lla­mar­les “pue­blos ori­gi­na­rios” y a quie­nes se les ha con­si­de­ra­do “dis­ca­pa­ci­ta­dos” se les debe refe­rir por sus talen­tos más que por sus limi­ta­cio­nes: a los cie­gos se les debe lla­mar audi­ti­vos o tác­ti­les, o audi­ti­vo- tac­ti­les. A quie­nes no pue­den cami­nar pero sí mover los bra­zos y las manos se les pue­de con­si­de­rar con capa­ci­dad desa­rro­lla­da en sus extre­mi­da­des supe­rio­res y vice­ver­sa. Se enten­de­rá que los audi­ti­vos no están cen­tra­dos en lo visual y que los que tie­nen énfa­sis en las extre­mi­da­des supe­rio­res posi­ble­men­te ten­gan limi­ta­cio­nes en las infe­rio­res, y así en otros casos: los visua­les no esta­rán cen­tra­dos en la audi­ción y quie­nes sean hiper­afec­ti­vos no ten­drán su eje en los pro­ce­sos racio­na­les.

Lo ante­rior no des­de­ña que exis­tan pro­ce­sos de capa­ci­ta­ción para gene­rar o mejo­rar deter­mi­na­do tipo de capa­ci­da­des, si es posi­ble y las per­so­nas así lo desean: como se ense­ña idio­mas a quie­nes no los hablan. Nue­vas capa­ci­da­des de dife­ren­te tipo que se inte­gran en una per­so­na pue­den abrir­le más opcio­nes y poten­cias labo­ra­les. Pero, con este enfo­que, serán muy esca­sas las per­so­nas que no ten­gan capa­ci­da­des que ofre­cer para ser­vir a la comu­ni­dad a tra­vés de un deter­mi­na­do pues­to labo­ral que inte­gre los dis­po­si­ti­vos ade­cua­dos para sus reque­ri­mien­tos per­so­na­les.

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