Pregunta por nuestras promociones y descuentos vigentes. Haz click en el botón de Whatsapp para contactar a tu asesor educativo. Descartar
Manuela dirigió una discusión sobre el manejo de emociones en adolescentes, enfatizando la importancia de reconocer y validar las emociones, y la necesidad de que los adultos ayuden a los adolescentes a regular sus emociones. También presentó estrategias para mejorar la relación con adolescentes, incluyendo el amor incondicional y el respeto mutuo, y dirigió un ejercicio de relajación para ayudar a los participantes a gestionar sus emociones. La reunión concluyó con una discusión sobre la importancia de las comidas familiares y la anuncio de futuras charlas.
Padres: realizar el ejercicio del cotonete con sus hijos adolescentes para evocar emociones y mejorar la conexión.
Padres: implementar al menos una comida familiar diaria donde todos se sienten juntos a la mesa.
Padres: evitar hablar sobre el cuerpo de los hijos durante las comidas familiares.
Padres: asignar tareas relacionadas con el agua a los adolescentes para ayudarles a manejar sus emociones.
Padres: practicar la técnica de relajación 5–4‑3–2‑1 con los adolescentes para gestionar emociones intensas.
Padres: leer el libro “el difícil vínculo entre padres e hijos” para mejorar la relación con los adolescentes.
Adolescentes: participar en el espacio psicoeducativo “tu rollo en confianza” el próximo viernes a las 6 pm.
Participantes: asistir a la próxima charla sobre “acompañamiento familiar en casos de duelo infantil” el 21 de febrero.
Manejo de emociones primarias
La maestra manuela, invitada por rosario, inicia una charla sobre el manejo de emociones en adolescentes. Manuela propone una actividad práctica donde los participantes dibujan el contorno de su mano para crear un “manual de emociones primarias”. Ella enfatiza que las emociones no son buenas ni malas, sino necesarias, y comienza explicando la tristeza como la primera emoción, ubicándola en el dedo meñique del dibujo. La actividad busca explorar el porqué, el cómo y el para qué de cada emoción, relacionándolas también con sus manifestaciones físicas y fisiológicas.
Emoción del miedo y sus consecuencias
Manuela explica la emoción del miedo, sus causas y reacciones fisiológicas, destacando cómo el cuerpo responde para protegerse ante situaciones de peligro real o imaginario. Ella enfatiza la importancia de reconocer y validar el miedo, especialmente en los niños, y advierte sobre las consecuencias de reprimirlo, como su acumulación en los riñones. Manuela menciona que más adelante se discutirán recursos para gestionar adecuadamente el miedo.
Manejo de emociones adolescentes
Manuela explica los desafíos emocionales que enfrentan los adolescentes, destacando la dificultad para identificar y gestionar sus emociones debido a los cambios físicos y psicológicos. Se discute cómo el miedo al rechazo y la tristeza por las pérdidas asociadas a la adolescencia afectan a los jóvenes, y se enfatiza la importancia del apoyo de los padres y profesionales en este proceso. Manuela subraya la necesidad de que los adultos estén preparados para ayudar a los adolescentes a regular sus emociones, que a menudo son intensas e intermitentes.
La tristeza y su impacto físico
Manuela explica cómo la tristeza afecta al cuerpo, reduciendo el ritmo cardíaco y la circulación sanguínea, lo que permite la reflexión sobre las pérdidas experimentadas. Ella destaca la importancia de expresar la tristeza adecuadamente y de que los adultos ayuden a los adolescentes a identificar las ganancias que acompañan a las pérdidas. Manuela advierte que si la tristeza no se gestiona correctamente, puede acumularse en los pulmones y convertirse en depresión, que es destructiva en lugar de constructiva.
Amor y deseo en adolescentes
Manuela discute la importancia del amor y el deseo de conocer en el desarrollo de los adolescentes, destacando cómo estas emociones impulsan el aprendizaje y la exploración. Ella explica que cuando se limita la capacidad de los adolescentes para explorar y aprender, pueden surgir problemas como ansiedad, apatía y conductas autodestructivas. Manuela enfatiza la necesidad de ofrecer amor incondicional y un entorno que fomente el crecimiento y la curiosidad en los jóvenes para ayudarles a desarrollar una visión positiva del futuro y motivarlos a perseguir sus ideales.
Gestión del enojo en adolescentes
Manuela explica la importancia de gestionar adecuadamente el enojo en los adolescentes, destacando que su origen está en la transgresión del espacio vital. Ella describe cómo el cuerpo reacciona fisiológicamente al enojo y enfatiza que su propósito es identificar y corregir límites, no agredir. Manuela también señala que los adolescentes a menudo expresan enojo en lugar de tristeza durante su búsqueda de independencia, y menciona tres formas inadecuadas de manejar el enojo: reprimirlo, explotarlo o acumularlo hasta explotar.
Importancia de la alegría y empatía
Manuela presenta una charla sobre la importancia de la alegría y su relación con otras emociones, destacando cómo esta afecta nuestra interacción con el mundo y nuestro equilibrio emocional. Ella discute la conexión entre la alegría y el sistema inmunológico, y cómo la gestión adecuada de todas las emociones es crucial para una experiencia de alegría significativa. Manuela también aborda la relación entre adultos y adolescentes, enfatizando la importancia de la empatía y la comprensión mutua, y concluye con un ejercicio práctico utilizando un cotonete para evocar sensaciones de ternura y bienestar.
Amor incondicional y respeto mutuo
Manuela comparte estrategias para mejorar la relación con adolescentes, enfatizando la importancia del amor incondicional y el respeto mutuo. Sugiere asignar tareas relacionadas con el agua para ayudar a manejar el enojo y describe un programa de talleres que aborda habilidades para la vida en diferentes áreas, incluyendo física, emocional, social y cognitiva. Destaca la importancia de las técnicas de relajación en estos talleres y cómo los adolescentes las disfrutan y se benefician de ellas.
Conexión con los sentidos
En la reunión, manuela dirigió un ejercicio de relajación que involucró la conexión con los sentidos, incluyendo la vista, el tacto, el sonido, el olfato y el gusto. Los participantes fueron instruidos a identificar objetos, texturas, sonidos, olores y sabores, y a usar estos para desactivar el secuestro emocional y volver a la parte racional del cerebro. El objetivo del ejercicio era ayudar a los participantes a gestionar sus emociones y encontrar calma. Los participantes reportaron sentirse relajados, vivos y amorosos durante el ejercicio.
Manejo de emociones en adolescentes
Manuela concluye una presentación sobre adolescentes y emociones, recibiendo agradecimientos y comentarios positivos de los participantes. Rosario modera la sesión, compartiendo feedback de la audiencia en zoom y facebook. Manuela enfatiza la importancia de acompañar a los adolescentes durante esta etapa transitoria y recomienda libros sobre manejo de emociones y técnicas para trabajar con jóvenes. La sesión termina con sugerencias para actividades grupales y la importancia del ejercicio en el manejo emocional.
Comidas familiares fomentan la convivencia
Manuela enfatiza la importancia de que las familias, especialmente con adolescentes, compartan al menos una comida al día juntos en la mesa para fomentar la convivencia y observar el bienestar de los jóvenes. Ella destaca cómo la alimentación y las emociones están interconectadas, y aconseja mantener un ambiente calmado durante las comidas para mejorar la nutrición y la salud emocional. Rosario anuncia futuras charlas, incluyendo una sobre el duelo infantil y un espacio psicoeducativo para jóvenes llamado “tu rollo en confianza”.
La reunión se centró en el impacto de las creencias limitantes en el desarrollo de los niños, presentado por la maestra Sara Martínez Uribe. Se discutió cómo estas creencias se forman y afectan el comportamiento, la autoestima y las aspiraciones de los niños, así como la importancia de ser conscientes del lenguaje y los mensajes que se les transmiten. Finalmente, se exploraron técnicas de la terapia cognitivo-conductual para cambiar creencias limitantes y se ofrecieron consejos para modificarlas, enfatizando la importancia de crear un ambiente de apoyo para prevenir problemas de salud mental en el futuro.
Siguientes pasos
Padres: Reflexionar sobre cómo están hablando a sus hijos y qué creencias limitantes pueden estar transmitiendo.
Padres: Hacer un registro de las creencias que transmiten a sus hijos y cómo pueden cambiarlas para motivarlos en lugar de limitarlos.
Padres: Buscar evidencias con los niños para ayudarles a ver que no son incapaces cuando expresan creencias limitantes.
Padres: Cuidar cómo se hablan a sí mismos frente a los niños para no transmitir creencias limitantes indirectamente.
Padres: Validar las emociones de los niños y ser asertivos en la comunicación con ellos.
Padres: Considerar buscar acompañamiento profesional de un psicoterapeuta para obtener mejores herramientas en la crianza.
Asistentes: Compartir la información de la plática con más familiares, padres y maestros para generar una mejor sociedad.
Creencias Limitantes en Niños
En la reunión, Rosario presentó a la maestra Sara Martínez Uribe, quien habló sobre el impacto de las creencias limitantes en el desarrollo de los niños. Sara explicó que estas creencias se forman a partir de las primeras experiencias de los niños y pueden limitar su potencial. Ella también discutió cómo las creencias limitantes pueden surgir de factores externos como la educación y el contexto social, y cómo pueden restringir las aspiraciones de los niños. Sara utilizó un video para ilustrar cómo las creencias limitantes pueden afectar el comportamiento y las motivaciones de los niños. La reunión concluyó con Sara enfatizando la importancia de ser consciente de las creencias que se transmiten a los niños y de evitar limitar sus aspiraciones.
Formando Creencias en Los Niños
Sara explica cómo las creencias afectan nuestro comportamiento y toma de decisiones, especialmente en los niños. Destaca que las creencias negativas pueden limitar el potencial de una persona, afectar su autoestima y capacidad para relacionarse. Sara enfatiza la importancia de ser conscientes de las palabras y mensajes que transmitimos a los niños, ya que pueden formar creencias duraderas que impacten su desarrollo y salud mental. También menciona que es posible cambiar las creencias limitantes, aunque no profundiza en las técnicas específicas para hacerlo.
Terapia Cognitivo-Conductual Para Niños
Sara explica varias técnicas de la terapia cognitivo-conductual para cambiar creencias limitantes en niños y adolescentes. Menciona el diálogo socrático, el registro de creencias disfuncionales, el análisis de ventajas y desventajas, y el continuo cognitivo. Enfatiza que con los niños se utilizan estas técnicas a través del juego, ya que su sistema cognitivo aún no está completamente desarrollado. Para los adolescentes, se pueden aplicar técnicas más reflexivas como el continuo cognitivo, que ayuda a evidenciar creencias polarizadas y encontrar puntos intermedios entre el éxito y el fracaso.
Modificando Las Creencias Limitantes
Sara presenta información sobre las creencias limitantes y su impacto en el desarrollo de los niños. Explica cómo estas creencias se forman a través del lenguaje y la comunicación de los padres, y ofrece consejos para modificarlas. Sugiere buscar evidencias para contrarrestar las creencias negativas, usar un lenguaje más positivo y ser conscientes de cómo nos comunicamos con los niños. Sara enfatiza la importancia de validar las emociones de los niños y brindarles un ambiente de amor y apoyo para prevenir problemas de salud mental en el futuro.
(Por: Dioner Francis Marín Puelles, Docente EP Psicología UCV Trujillo)
La formación reactiva es un mecanismo psicológico que consiste en la expresión del impulso contrario al original, por ejemplo, en vez de odio, se expresa inconscientemente un amor exagerado. Es conocido que en las relaciones de pareja se presenta de manera ciertamente frecuente. Sin embargo, el presente, no conduce a su desarrollo en ese ámbito, sino en el rubro del mundo educativo y de la enseñanza aprendizaje.
La interacción de la comunidad educativa (estudiantes, docentes, padres de familia y autoridades) en los jardines y diversos colegios es muy relevante; pero el matiz y calidad de la misma, conlleva a dinamismos ya sea característicos de respeto, tolerancia, responsabilidad o por su antítesis: desborde, impulsividad, invasión del escenario educativo; entre otros.
Cada vez es más frecuente estudiantes con tendencia a una menor responsabilidad, búsqueda de lo fácil, una menor paciencia y tolerancia, y tras de ellos, padres laxos, impulsivos, en franca resguarda de la conducta inapropiada de sus hijos. Estudiantes con nota desaprobatoria justificada, se resisten a la asunción de la misma, demostrando una negación rotunda de su responsabilidad. Se adhiere a lo anterior el respaldo de sus padres o protectores, quienes invaden colegios de educación primaria y secundaria, reclamando a diestra y siniestra la “corrección” de la nota de su hijo, sin escatimar en culpar de ello a los docentes, autoridades e incluso a compañeros de la misma clase. Apelando a la aplicación e interpretación del mecanismo planteado, los padres, tutores, protectores que actúan conforme a lo mencionado, expresan una fehaciente formación reactiva. Inconscientemente, no aceptan los errores y fallas de sus hijos, dado que ello sería de mucha ansiedad y angustia, entonces la psique de una manera inconsciente prefiere demostrar lo opuesto: sobreproteger al hijo, respaldando su actuar, ir contra todos, con tal de seguir negando la condición real de su hijo. Si comparamos el modus operandi de los colegios de la actualidad con las instituciones de hace unos 20 o 30 años, hallaremos abismales diferencias: funcionamientos psicológicos más vulnerables, sensibles, dependientes, adolescentes abocados a la poca exigencia; pero con tendencia a querer mucho para sí, en otras palabras, una meritocracia venida a menos. Es así que padres e hijos viven de uno u otro modo fusionados, impidiendo la adecuada asunción de la responsabilidad por los actos.
Un padre joven, en su etapa de fortaleza, al proteger en demasía a su hijo, probablemente logra conseguir que su descendiente “se salga con la suya”, al no asumir la responsabilidad de sus actos en el mundo educativo, sin embargo el padre al envejecer, yendo su fuerza a un natural menoscabo, ya no tendrá la energía suficiente para ello, y el hijo ya entrado en años, al haberse acostumbrado a la exagerada protección, simplemente quedará de uno u otro modo desvalido y se frustrará al no conseguir los resultados acostumbrados por un clima de formación reactiva en la familia. Lamentablemente esa frustración conlleva a que muchos hijos ya adultos violenten a sus padres ancianos quienes en su momento los sobreprotegieron. A mayor desborde de la formación reactiva, sobreviene un mayor efecto contraproducente en la relación humana. Es así que los hijos (estudiantes) sobreprotegidos son pasibles de una inutilización gradual y progresiva, anulando la posibilidad de un desempeño eficiente en los diversos escenarios productivos que requiere la sociedad. Mucha sobreprotección “mata” anula la conducta deseable, siendo un caldo de cultivo para otros comportamientos como violencia, delincuencia o corrupción.
La formación reactiva desbordada atenta contra la familia, las instituciones educativas y por ende a la sociedad. Apuntar a la asunción de la responsabilidad de los individuos es el mejor camino a un orden social.
(Por: Dioner Francis Marín Puelles, Docente EP Psicología UCV Trujillo)
La agresión humana corresponde a un impulso meramente natural; el odio, la defensa frente a un ataque, la fundamentan. Sin embargo, cuando el desarrollo psicológico se ve enmarcado por conflictos, el mecanismo orientado a la expresión de los impulsos (no solamente los agresivos, sino también los sexuales) hacia los demás, se deforma y desemboca en el desajuste del proceso denominado: la vuelta contra sí mismo.
La vuelta contra sí mismo es un mecanismo de defensa en el ser humano. En condiciones favorables y saludables, nos permite el repliegue hacia la reflexión, un encuentro con nosotros mismos, el disfrutar de estar a solas y de una soledad constructiva. Al alterarse este mecanismo, ya sea por inadecuados aprendizajes, por un entorno autoritario o déficit en la madurez de la recepción y expresión del afecto, sobreviene una degradación del mismo, reflejada en auto ataques, auto lesiones y otros.
Adolescentes y adultos que padecen de un deterioro de este mecanismo, evidencian una alteración exacerbada de los impulsos, manifestados por la realización de cortes, lesiones en sus propios cuerpos. La agresión y energía que debería ser dirigida a otros, ya sea a padres, familiares, pareja u otras personas de distintos entornos, no encuentra la canalización debida y se repliega de manera exagerada en el cuerpo. La lesión a uno mismo es la realización de la hostilidad e incluso odio hacia otros en el propio cuerpo. El mecanismo la vuelta contra sí mismo entra en regresión y puede volverse muy nocivo, manifestando autoagresión de manera muy intensa y frecuente. Los casos más graves demuestran antecedentes de años de autolesiones llegando a intentos de suicidio. Lamentablemente hay casos que consuman ese propósito.
Hay una forma de la vuelta contra sí mismo, en la cual se expresa un masoquismo. El dolor autoinfligido, genera entretenimiento y placer. Tengamos en cuenta que el masoquismo coexiste con el sadismo. Dado que en los casos de la vuelta contra sí mismo, es la propia persona que se hace daño, asume el papel también de un sádico (autoritario, agresor). En otras palabras, se identifica con los comportamientos de miembros de su entorno, ya sea padres u otros que ejercen conductas violentas o de algún tipo de maltrato; pero por una imposibilidad de expresión directa, también fundamentada por una baja autoestima y problemas de asertividad, las frustraciones prefieren desplazarse hacia el propio cuerpo.
Es relevante tener en cuenta que la piel es un órgano pasible del afecto, las caricias, los cuidados de nuestros protectores, especialmente en etapas determinadas de nuestra existencia. Las interacciones afectivas deficitarias o deterioradas, conllevan a una psique que prefiere replegarse en el sí mismo a afrontar las diversas problemáticas en su entorno. Inconscientemente, la sensación de impotencia puede ser tan grande que optar por la furia contra sí mismo es preferible a la expresión hacia otros. Aun así, y de manera especial los adolescentes, consiguen generar un gran malestar y preocupación en los padres o tutores. Ver a un hijo lastimarse, daña al progenitor o protector. Se agrede así a los seres queridos, violentando el propio cuerpo. Por ello, es muy importante la madurez en el control del impulso, dado que conlleva a su expresión futura hacia los demás. La perturbación de su forma, sobrelleva a un estancamiento, concentrándolo fehacientemente en la piel, dañándola de diversas formas, “resolviendo” así conflictos y emociones.
Es necesario reflexionar que la reducción de la violencia y de un clima autoritario en los hogares y otros contextos, facilitará una adecuada canalización de las emociones, y, por lo tanto, el camino a la realización en los seres humanos.
Por: Dioner Francis Marín Puelles, docente EP Psicología UCV Trujillo
Es innegable que el uso de las redes es indispensable y ha contribuido de sobremanera a los diversos ámbitos de la sociedad, sin embargo, es meritorio embarcarnos en el análisis de la naturaleza de cierta praxis. El uso indiscriminado de plataformas como facebook, instagram, tik tok; entre otros, con la característica de publicaciones desmedidas de selfies, fotos, grabaciones de la propia imagen con el decoro propio de los filtros, posteo de platos de comida probablemente costosos, viajes, lujos, maquillaje y una vida ostentosa, apuntan a una obtención del reconocimiento plasmado a través de los likes en sus varias formas; pero, por otro lado, de una manera silenciosa, paulatina, conlleva al reforzamiento del culto del yo o también llamado ego. Nuestro yo, es el ejecutor de la personalidad, específicamente del carácter, el cual se refuerza por la expresión de los diversos hábitos, entrenamientos y aprendizajes. La conducta orientada a captar la atención desmedida en las redes, conlleva a un reforzamiento egocéntrico con la consecuencia probable de afección del sentimiento de otredad, es decir de ser empático, de ponerse en el lugar del otro, con insensibilidad a los problemas psicosociales, desinterés a lo que realmente sucede a nuestro alrededor. Importa más lo propio que lo fraterno. Procurando una relación de lo tratado por el psicólogo Leopoldo Chiappo, sobre sus argumentos del paravalor (falso valor) y el valor, correspondiente el primero a la superficialidad, frialdad, el aspecto calculador, la excesiva competencia, la poca o nula empatía, y el segundo a la fraternidad, la preocupación por el prójimo, la ejecución de la honestidad, la solidaridad; entre otros, podemos ubicar a la praxis desbordada de redes en el paravalor, el desarrollo y refuerzo de lo narcisista, donde ganar por ser más bello o exitoso es lo más relevante, pudiendo nuestro entorno estar en “llamas” y no alarmarnos por ello. Con este tipo de práctica, el ego puede ser tan poderoso y destructivo que impide darnos cuenta que la falta del sentimiento y respeto por el otro, nos está llevando al caos. Así también, el uso reiterativo de lo visual, ha conllevado a un facilismo con el desmedro por el ejercicio de la letra, del escrito. Leer y escribir cada vez cuesta más, después de todo una foto vende mucho más que un texto. La práctica desmedida de manera yoica en las redes, refuerza el paravalor en el individuo, reflejando en su desempeño una denodada preocupación por sí mismo. Por otro lado, consideramos que una foto refleja una vida, sin embargo, es tan solo la captura de un momento. La vida es un continuo, la acumulación de una diversidad de situaciones, vivencias, experiencias, el dinamismo en sí.
La práctica exagerada de las redes nos hace creer en una existencia probablemente falaz. Compensamos carencias y malestares, acompañados de un culto desmedido a nuestro yo.