Yo sicario

Yo sicario

(Por: Dioner Francis Marín Puelles, docente EP Psicología UCV Trujillo)

Nues­tra socie­dad se ha vis­to inva­di­da terri­ble­men­te por el sica­ria­to. En com­pa­ra­ción a una déca­da, el incre­men­to de muer­tes por esta moda­li­dad ha ido en sobre­ma­ne­ra. Los meca­nis­mos que gobier­nan la men­te de un sica­rio pue­den ser com­ple­jos. Des­de el mis­mo apren­di­za­je por imi­ta­ción o vica­rio a tra­vés de series, pelí­cu­las que orien­tan y auto­ma­ti­zan el com­por­ta­mien­to has­ta la varie­dad diná­mi­ca y diver­sa de defen­sas psi­co­ana­lí­ti­cas. Indis­cu­ti­ble­men­te los fac­to­res psi­co­so­cia­les, polí­ti­cos y de otra índo­le tam­bién enmar­can esta con­duc­ta anti­so­cial, sin embar­go, en esta opor­tu­ni­dad abor­da­re­mos las defen­sas psi­co­ló­gi­cas inmer­sas.

La cosi­fi­ca­ción del otro, dina­mis­mo median­te el cual se tra­ta a los demás no como per­so­nas, sino como cosas. En la men­te de un sica­rio el pago por silen­ciar una vida, se “jus­ti­fi­ca” por el des­pre­cio de esta. Es el mer­can­ti­lis­mo puro, la com­pra y la ven­ta de un ser­vi­cio. No hay moral ni nor­ma que impor­te y lo impi­da. La cosi­fi­ca­ción coexis­te con un súper yo pobre­men­te desa­rro­lla­do. El súper yo es el con­te­ne­dor de los prin­ci­pios, nor­mas y para evo­lu­cio­nar, requie­re que sus dos ele­men­tos: el ideal del yo y la con­cien­cia moral, se com­ple­men­ten equi­li­bra­da­men­te. El ideal del yo, es el yo ilu­so­rio, el que se sus­ten­ta en la fan­ta­sía, muy nece­sa­rio para el desa­rro­llo del jue­go en la infan­cia y la niñez, prue­ba de ello la gran ima­gi­na­ción de los niños en sus inter­ac­cio­nes lúdi­cas. Poco a poco, con­for­me al desa­rro­llo humano, el ideal del yo tie­ne que apla­car­se y adap­tar­se a las exi­gen­cias del entorno social, por ello la adqui­si­ción de la con­cien­cia moral, el otro com­po­nen­te del súper yo. Esta per­mi­te el res­pe­to al pró­ji­mo, la eje­cu­ción de valo­res; entre otros. En la men­te de un sica­rio, el ideal del yo, fun­cio­na per­ver­sa­men­te y lucha cons­tan­te­men­te con­tra la reali­dad, care­cien­do de una con­cien­cia moral con­sis­ten­te. Ello expli­ca el con­ti­nuo arre­ba­to y frial­dad del vic­ti­ma­rio. Para él, reci­bir dine­ro para matar a alguien corres­pon­de a un jue­go, sim­ple­men­te es como eli­mi­nar o dese­char una cosa, algo míni­mo, ínfi­mo e irri­so­rio. El adul­to al fun­cio­nar con un ideal del yo per­tur­ba­do, hace y des­ha­ce en su entorno como si fue­ra su jugue­te.

Aun así, lo ante­rior requie­re de más meca­nis­mos: la iden­ti­fi­ca­ción pro­yec­ti­va, que se basa en la pro­yec­ción, la cual con­sis­te en atri­buir incons­cien­te­men­te a otros lo que uno es. Sin embar­go, este meca­nis­mo es más com­ple­jo, debi­do a que su pro­yec­ción es per­ver­sa y malig­na, pro­yec­tan­do con gran impul­so el ata­que y des­pre­cio (de viven­cias de vio­len­cia y trau­mas pro­pios) en los demás. Por ello es tan fácil eli­mi­nar a los otros por unos cuan­tos soles, en sí, se des­tru­ye a la víc­ti­ma, des­pla­zan­do toda la mal­dad y agre­si­vi­dad que el vic­ti­ma­rio acae­ció en su vida, eh ahí el fun­da­men­to de este meca­nis­mo tan des­bor­da­do. El cli­va­je obje­tal, tam­bién deno­mi­na­do des­do­bla­mien­to de los ima­gos es otro meca­nis­mo que se adhie­re a la per­ver­sión del sica­rio. Este pro­ce­so con­sis­te en el abor­da­je de la víc­ti­ma en un tra­to “bueno” y uno malo, de mane­ra espe­cial por los extor­sio­na­do­res. El pri­me­ro, fun­da­men­ta el ofre­ci­mien­to del “cha­le­queo” a la víc­ti­ma, de pro­te­ger­la de otras ame­na­zas, cla­ro está con el pago soli­ci­ta­do. El tra­to malo impli­ca la mera extor­sión con el pedi­do fre­cuen­te de cupos con el incre­men­to pau­la­tino y de ten­ta­ti­vas o rea­li­za­cio­nes de aten­ta­dos. El cli­va­je obje­tal bus­ca engan­char a la víc­ti­ma de por vida, vul­ne­rar­la al anto­jo psi­co­pá­ti­co.

Por otro lado, la dádi­va eco­nó­mi­ca no es lo úni­co que bus­ca el sica­rio, sino la sen­sa­ción de poder y aplas­ta­mien­to del otro. Cabe men­cio­nar que el dine­ro es tan solo un media­dor. La men­te de un sica­rio está pre­dis­pues­ta a matar por pla­cer. Las ver­sio­nes de que accio­nan solo a “nivel pro­fe­sio­nal” son meras racio­na­li­za­cio­nes (pre­tex­tos) de su carác­ter delin­cuen­cial.

Que­da en noso­tros refle­xio­nar seria­men­te que los sica­rios son el pro­duc­to de una degra­da­ción social en el desa­rro­llo moral, inte­lec­tual, de la pér­di­da del sen­ti­mien­to hacia el otro, en todas las esfe­ras: fami­liar, edu­ca­ti­va, his­tó­ri­ca, cul­tu­ral; entre otras. El sica­ria­to corres­pon­de al espe­jo de una socie­dad.

Inauguración. Roles e identidad en los adolescentes — Dr. Marco Eduardo Murueta Reyes

El Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta ana­li­za la iden­ti­dad y los roles en la ado­les­cen­cia. Expli­ca que los ado­les­cen­tes sufren una cri­sis de iden­ti­dad al dejar de ser niños pero aún no ser adul­tos, lo que gene­ra con­fu­sión e ines­ta­bi­li­dad emo­cio­nal. Pro­po­ne una “adul­ti­za­ción gra­dual” des­de la infan­cia, don­de los niños asu­man res­pon­sa­bi­li­da­des y tra­ba­jen de for­ma lúdi­ca para evi­tar una tran­si­ción brus­ca. Tam­bién seña­la la impor­tan­cia de man­te­ner víncu­los afec­ti­vos y de con­fian­za con los ado­les­cen­tes, así como de com­pren­der que sus con­flic­tos pue­den ser resul­ta­do de resen­ti­mien­tos acu­mu­la­dos duran­te la infan­cia.

Técnicas aplicables a casos de fobia social en adolescentes. Una mirada cognitivo-conductual — Mtra. Araceli Hernández

La maes­tra Ara­ce­li Her­nán­dez Veláz­quez pre­sen­ta una con­fe­ren­cia sobre téc­ni­cas cog­ni­ti­vo-con­duc­tua­les para tra­tar la ansie­dad social en ado­les­cen­tes. Expli­ca que este tras­torno se ha vuel­to más pre­va­len­te des­pués de la pan­de­mia, espe­cial­men­te en estu­dian­tes que pasa­ron de cla­ses en línea a pre­sen­cia­les. Des­cri­be un caso clí­ni­co de una ado­les­cen­te de 15 años con ansie­dad social y deta­lla el plan de tra­ta­mien­to, que inclu­yó rees­truc­tu­ra­ción cog­ni­ti­va, entre­na­mien­to en res­pi­ra­ción y rela­ja­ción, habi­li­da­des socia­les y expo­si­ción gra­dual. Enfa­ti­za la impor­tan­cia de com­pren­der a fon­do al ado­les­cen­te y nor­ma­li­zar los cam­bios pro­pios de esta eta­pa. Pos­te­rior­men­te res­pon­de pre­gun­tas sobre inter­ven­ción, habi­li­da­des socia­les y mane­jo del diag­nós­ti­co con la escue­la.

Suicidio en la adolescencia, factores de riesgo y estrategias de prevención — Dr. Carlos Prado Romero

El Dr. Car­los Pra­do Rome­ro ofre­ce una pre­sen­ta­ción sobre el sui­ci­dio en ado­les­cen­tes, des­ta­can­do su pre­va­len­cia y fac­to­res de ries­go. Seña­la que el sui­ci­dio es la segun­da cau­sa de muer­te en jóve­nes de 15 a 29 años, con 700,000 muer­tes anua­les a nivel mun­dial. Expli­ca con­cep­tos cla­ve como idea­ción sui­ci­da, con­duc­ta sui­ci­da y el acto de sui­ci­dio, enfa­ti­zan­do que el sui­ci­dio sue­le ser resul­ta­do de un dolor pro­fun­do más que un deseo de morir. Pre­sen­ta esta­dís­ti­cas sobre tasas de sui­ci­dio por géne­ro y ubi­ca­ción geo­grá­fi­ca en Méxi­co. Dis­cu­te mitos comu­nes sobre el sui­ci­dio y des­cri­be fac­to­res de ries­go y pro­tec­ción. Final­men­te, expli­ca la estra­te­gia de “guar­dia­nes” para iden­ti­fi­car y ayu­dar a per­so­nas en ries­go, basa­da en el mode­lo COPPERR: iden­ti­fi­car, per­sua­dir y refe­rir.

El mundo de la adolescencia. Un modelo de intervención psicoeducativo — Dr. Samuel Islas Ramos

Samuel pre­sen­ta un mode­lo de inter­ven­ción para ado­les­cen­tes lla­ma­do “El Mun­do de la Ado­les­cen­cia”. Este soft­wa­re inter­ac­ti­vo eva­lúa a los ado­les­cen­tes y gene­ra un pre­diag­nós­ti­co que per­mi­te dise­ñar inter­ven­cio­nes per­so­na­li­za­das. El mode­lo inclu­ye tra­ba­jo con ado­les­cen­tes, docen­tes y padres de fami­lia. Se ha apli­ca­do en varias escue­las secun­da­rias, iden­ti­fi­can­do pro­ble­mas como abu­so sexual, ansie­dad, depre­sión y con­su­mo de dro­gas. Samuel des­ta­ca la impor­tan­cia de retra­sar el ini­cio del con­su­mo de dro­gas y la acti­vi­dad sexual en ado­les­cen­tes. El soft­wa­re pue­de apli­car­se des­de 4to de pri­ma­ria has­ta 4to semes­tre de bachi­lle­ra­to, y está dis­po­ni­ble para imple­men­tar­se en otras escue­las y con­sul­to­rios pri­va­dos.