por Psic. Iván Bení­tez Beris­tain

Características diagnósticas

  • La carac­te­rís­ti­ca esen­cial del tras­torno de ansie­dad gene­ra­li­za­da es la ansie­dad y la preo­cu­pa­ción exce­si­vas (expec­ta­ción apren­si­va) que se obser­van duran­te un perío­do supe­rior a 6 meses y que se cen­tran en una amplia gama de acon­te­ci­mien­tos y situa­cio­nes.
  • El indi­vi­duo tie­ne difi­cul­ta­des para con­tro­lar este esta­do de cons­tan­te preo­cu­pa­ción.
  • La ansie­dad y la preo­cu­pa­ción se acom­pa­ñan de al menos otros tres sín­to­mas de los siguien­tes:
    • Inquie­tud o impa­cien­cia
    • fati­ga pre­coz o fácil
    • difi­cul­ta­des para con­cen­trar­se,
    • irri­ta­bi­li­dad
    • ten­sión mus­cu­lar
    • tras­tor­nos del sue­ño

Foto: Rima Xaros

  • Las situa­cio­nes que ori­gi­nan ansie­dad y preo­cu­pa­ción no se limi­tan a las que son pro­pias de otros tras­tor­nos del Eje I, como:
  1.  
    1. el temor a sufrir una cri­sis de angus­tia (tras­torno de angus­tia),
    2. el mie­do a que­dar mal en públi­co (fobia social),
    3. a con­traer una enfer­me­dad (tras­torno obse­si­vo-com­pul­si­vo),
    4. a estar ale­ja­do de casa o de las per­so­nas que­ri­das (tras­torno por ansie­dad de sepa­ra­ción),
    5. a engor­dar (ano­re­xia ner­vio­sa),
    6. a tener múl­ti­ples sín­to­mas físi­cos (tras­torno de soma­ti­za­ción) o
    7. a pade­cer una gra­ve enfer­me­dad (hipo­con­dría)
    8. y la ansie­dad y la preo­cu­pa­ción no apa­re­cen úni­ca­men­te en el trans­cur­so de un tras­torno por estrés pos­trau­má­ti­co.
  • Aun­que los indi­vi­duos con tras­torno de ansie­dad gene­ra­li­za­da no siem­pre reco­no­cen que sus preo­cu­pa­cio­nes resul­tan exce­si­vas, mani­fies­tan una evi­den­te difi­cul­tad para con­tro­lar­las y les pro­vo­can males­tar sub­je­ti­vo o dete­rio­ro social, labo­ral o de otras áreas impor­tan­tes de acti­vi­dad. Esta alte­ra­ción no se debe a los efec­tos fisio­ló­gi­cos direc­tos de una sus­tan­cia o a una enfer­me­dad médi­ca gene­ral y no apa­re­ce exclu­si­va­men­te en el trans­cur­so de un tras­torno del esta­do de áni­mo, un tras­torno psi­có­ti­co o un tras­torno gene­ra­li­za­do del desa­rro­llo
  • La inten­si­dad, dura­ción o fre­cuen­cia de apa­ri­ción de la ansie­dad y de las preo­cu­pa­cio­nes son cla­ra­men­te des­pro­por­cio­na­das con las posi­bles con­se­cuen­cias que pue­dan deri­var­se de la situa­ción o el acon­te­ci­mien­to temi­dos. A estos indi­vi­duos les resul­ta difí­cil olvi­dar estas preo­cu­pa­cio­nes para poder dedi­car la aten­ción nece­sa­ria a las tareas que están rea­li­zan­do, y toda­vía les cues­ta más eli­mi­nar aqué­llas com­ple­ta­men­te. Los adul­tos con tras­torno de ansie­dad gene­ra­li­za­da acos­tum­bran a preo­cu­par­se por las cir­cuns­tan­cias nor­ma­les de la vida dia­ria, como son las posi­bles res­pon­sa­bi­li­da­des labo­ra­les, temas eco­nó­mi­cos, la salud de su fami­lia, los peque­ños fra­ca­sos de sus hijos y los pro­ble­mas de carác­ter menor (p. ej., las fae­nas domés­ti­cas, la repa­ra­ción del auto­mó­vil o el lle­gar tar­de a las reunio­nes). Los niños con tras­torno de ansie­dad gene­ra­li­za­da tien­den a preo­cu­par-se por su ren­di­mien­to o la cali­dad de sus actua­cio­nes. Duran­te el cur­so del tras­torno el cen­tro de las preo­cu­pa­cio­nes pue­de tras­la­dar­se de un obje­to o una situa­ción a otros.

A la ten­sión mus­cu­lar que pre­sen­tan estos indi­vi­duos pue­den aña­dir­se tem­blo­res, sacu­di­das, inquie­tud moto­ra, y dolo­res o entu­me­ci­mien­tos mus­cu­la­res. Muchos indi­vi­duos con tras­torno de ansie­dad gene­ra­li­za­da tam­bién pue­den pre­sen­tar sín­to­mas somá­ti­cos (p. ej., manos frías y pega­jo­sas, boca seca, sudo­ra­ción, náu­seas o dia­rreas, pola­quiu­ria, pro­ble­mas para tra­gar o que­jas de tener «algo en la gar­gan­ta») y res­pues­tas de sobre­sal­to exa­ge­ra­das. Los sín­to­mas depre­si­vos tam­bién son fre­cuen­tes. El tras­torno de ansie­dad gene­ra­li­za­da sue­le coexis­tir con tras­tor­nos del esta­do de áni­mo (p. ej., tras­torno depre­si­vo mayor o tras­torno dis­tí­mi­co), con otros tras­tor­nos de ansie­dad (p. ej., tras­torno de angus­tia, fobia social, fobia espe­cí­fi­ca) y con tras­tor­nos rela­cio­na­dos con sus­tan­cias (p. ej., depen­den­cia o abu­so de alcohol o sedan­tes, hip­nó­ti­cos o ansio­lí­ti­cos). Otros tras­tor­nos nor­mal-men­te aso­cia­dos al estrés (p. ej., sín­dro­me del colon irri­ta­ble, dolo­res de cabe­za) acom­pa­ñan con bas­tan­te fre­cuen­cia al tras­torno de ansie­dad gene­ra­li­za­da.

 

Etiología

Entre los fac­to­res inter­vi­nien­tes se encuen­tran la heren­cia bio­ló­gi­ca y en segun­do lugar una serie de expe­rien­cias y even­tos comu­nes que se pue­den  obser­var en el entorno de las per­so­nas que más tar­de pade­ce­rán una enfer­me­dad ansio­sa. Sola­men­te la com­bi­na­ción de varios de estos fac­to­res: gené­ti­ca + apren­di­za­je + des­en­ca­de­nan­tes, lle­ga a pro­du­cir un tras­torno de ansie­dad algu­nos de ellos son:

Influen­cia Paren­to-filial. Se con­si­de­ran los valo­res y creen­cias del gru­po de crian­za, los méto­dos y dis­ci­pli­nas uti­li­za­dos, los mode­los ofre­ci­dos por los adul­tos sig­ni­fi­ca­ti­vos, en espe­cial los padres, el lugar que ocu­pa el pacien­te con res­pec­to a sus her­ma­nos, si es hijo natu­ral o adop­ti­vo, divor­cios y recons­truc­ción fami­liar.

Padres sobre­pro­tec­to­res. Padres que ampa­ran exce­si­va­men­te al niño de las adver­si­da­des de la vida. Muchas veces este sur­ge por­que nece­si­tan tener a alguien que depen­da de ellos, esto tien­de a afian­zar la creen­cia de que todo en el afue­ra es ries­go­so y que con­vie­ne evi­tar salir del círcu­lo fami­liar

Ausen­cia paren­tal. Físi­ca o psi­co­ló­gi­ca de uno o de ambos padres, que no cubren las nece­si­da­des bási­cas de afec­to, orien­ta­ción, lími­tes y super­vi­sión en la crian­za. Den­tro de este fac­tor esta­ría la ausen­cia o pri­va­ción afec­ti­va que sufren los niños con padres que no están dis­po­ni­bles afec­ti­va­men­te. Un niño pue­de expe­ri­men­tar ansie­dad al sepa­rar­se de sus padres, sobre todo cuan­do no entien­de los moti­vos

Abu­so infan­til. El abu­so psi­co­fí­si­co pre­sen­te en los padres cas­ti­ga­do­res que las­ti­man de dife­ren­tes mane­ras y el abu­so psi­co­ló­gi­co que cau­sa un sufri­mien­to inne­ce­sa­rio y exce­si­vo que inclu­ye la des­va­lo­ri­za­ción, ame­na­zas de aban­dono o crí­ti­cas exce­si­vas, tam­bién inclui­do el abu­so sexual.

Reglas fami­lia­res rígi­das. Criar­se en un fami­lia con reglas muy rígi­das o por exi­gen­cia des­me­di­das, pue­de esta­ble­cer un patrón de todo o nada que se con­ti­nua­rá sos­te­nien­do en la dul­tez

Apro­ba­ción según el desem­pe­ño. Cuan­do el suje­to es valo­ra­do solo cuan­do su desem­pe­ño cum­ple las expec­ta­ti­vas de los padres, este hecho es impac­tan­te cuan­do los padres son per­fec­cio­nis­tas .

Supre­sión o nega­ción de sen­ti­mien­tos. Pue­de dar­se de dos mane­ras: direc­ta­men­te ins­tru­yen­do al niño para que supri­ma su expre­sión usan­do fra­ses como “no llo­res”, o cuan­do estos nie­gan la vali­dez de los sen­ti­mien­tos del niño.

 

Ejemplo

Un elec­tri­cis­ta de 27 años de edad, acu­de a la con­sul­ta por mareos, sudo­ra­ción pal­pi­ta­cio­nes y acu­fe­nos (sen­sa­ción audi­ti­va anor­mal y que se per­ci­be solo por el suje­to) des­de hace 18 meses. Tam­bién refie­re seque­dad de boca y gar­gan­ta, perio­dos de ten­sión mus­cu­lar extre­ma y una sen­sa­ción de inquie­tud  y de vigi­lan­cia que a menu­do han inter­ve­ni­do en su capa­ci­dad de con­cen­tra­ción. Esta sen­sa­ción ha esta­do pre­sen­te la mayor par­te del tiem­po a lo lar­go de estos dos últi­mos años. A pesar de que estos sín­to­mas en oca­sio­nes le hacen sen­tir­se des­ani­ma­do, nie­ga sen­tir­se depri­mi­do y con­ti­nua dis­fru­tan­do de la vida.

Debi­do a estos sín­to­mas, el enfer­mo ha con­sul­ta­do con un médi­co de cabe­ce­ra, un neu­ró­lo­go, un neu­ro­ci­ru­jano, un qui­ro­prac­ti­can­te y un oto­rri­no­la­rin­gó­lo­go. Se le ha indi­ca­do die­ta hipo­glu­cé­mi­ca, ha reci­bi­do fisio­te­ra­pia por el pin­za­mien­to de un ner­vio y ha comu­ni­ca­do la posi­bi­li­dad de pade­cer algún “tras­torno del oído interno”.

Está preo­cu­pa­do por infi­ni­dad de cosas. Se preo­cu­pa cons­tan­te­men­te por la salud de sus padres. Su padre, de hecho, sufrió un infar­to de mio­car­dio hace 2 años, del que se ha res­ta­ble­ci­do por com­ple­to. Tam­bién se mues­tra preo­cu­pa­do por si es buen padre, por si su mujer le deja­rá algún día (no exis­te nada que indi­que que su espo­sa no esté satis­fe­cha con el matri­mo­nio) y por si resul­ta sim­pá­ti­co a sus ami­gos del tra­ba­jo. A pesar de que reco­no­ce que sus preo­cu­pa­cio­nes son infun­da­das, no pue­de evi­tar sen­tir­se preo­cu­pa­do.

A lo lar­go de los dos últi­mos años, el enfer­mo ha teni­do poco con­tac­to de tipo social debi­do a su sin­to­ma­to­lo­gía ner­vio­sa. Aun­que algu­nas veces ha teni­do que irse del tra­ba­jo por­que los sín­to­mas se hacían into­le­ra­bles, con­ti­núa tra­ba­jan­do para la mis­ma empre­sa con la que empe­zó una vez ter­mi­na­dos sus estu­dios. Tien­de a evi­tar que su mujer y sus hijos se de los sín­to­mas que pade­ce, ante quie­nes quie­re pare­cer  “per­fec­to” y refie­re tener pocos pro­ble­mas con ellos a pesar de estar enfer­mo.

 

Tratamiento

Téc­ni­cas Con­duc­tua­les

Res­pi­ra­ción con­tro­la­da y rela­ja­ción
La prác­ti­ca de una res­pi­ra­ción len­ta y pro­fun­da con­tri­bu­ye  a con­tro­lar la ten­sión y a redu­cir la acti­va­ción psi­co­fio­sio­ló­gi­ca. Así mis­mo la rela­ja­ción mus­cu­lar es un medio muy ade­cua­do para redu­cir la ten­sión cró­ni­ca, lo cual se podría hacer median­te el méto­do de la rela­ja­ción pro­gre­si­va de Jacob­son.

Expo­si­ción a las situa­cio­nes evi­ta­das
Dado que en el TAG no apa­re­cen con­duc­tas de evi­ta­ción cla­ra­men­te deli­mi­ta­das, se pue­den iden­ti­fi­car situa­cio­nes más o menos suti­les que el pacien­te tien­de a evi­tar sis­te­má­ti­ca­men­te, las cua­les ofre­cen un ali­vio momen­tá­neo, pero sin embar­go man­tie­nen y extien­den las con­duc­tas de temor. Por lo cual el tra­ta­mien­to con­sis­te en deli­mi­tar el per­fil de evi­ta­ción del pacien­te y enfren­tar­le de for­ma repe­ti­da y pro­lon­ga­da a la mayor par­te posi­ble de los com­po­nen­tes de la con­fi­gu­ra­ción esti­mu­lar ansió­ge­na, con arre­glo a una prác­ti­ca gra­dual y con un regis­tro de tareas.

Expo­si­ción a las preo­cu­pa­cio­nes
El pacien­te con TAG dedi­ca mucho tiem­po a las preo­cu­pa­cio­nes, pero no se pro­du­ce pro­pia­men­te una habi­tua­ción a las mis­mas por­que al enca­de­nar­se rápi­da­men­te unas con otras el tiem­po de expo­si­ción a cada una de ellas es cor­to. El des­pla­za­mien­to con­ti­núo de la aten­ción de una preo­cu­pa­ción a otra, cada vez más catas­tró­fi­ca, gene­ra más aler­ta e impi­de la habi­tua­ción ade­cua­da a cada una de ellas. Sólo cuan­do se ha con­se­gui­do un con­trol razo­na­ble de la pri­me­ra preo­cu­pa­ción se aco­me­ten otras preo­cu­pa­cio­nes a la jerar­quía que se abor­dan de la mis­ma for­ma: prác­ti­ca de la expo­si­ción en la con­sul­ta delan­te del tera­peu­ta y tareas dia­rias para casa de expo­si­ción a una o dos preo­cu­pa­cio­nes espe­cí­fi­cas.

Con­trol del tiem­po y pro­gra­ma­ción de acti­vi­da­des lúdi­cas y de osio.
El con­trol del tiem­po es impor­tan­te para no sen­tir­se abru­ma­do e impli­ca tres com­po­nen­tes fun­da­men­ta­les: dele­ga­ción de res­pon­sa­bi­li­da­des, aser­ti­vi­dad para negar­se a com­pro­mi­sos no desea­dos y la reor­ga­ni­za­ción del tiem­po dis­po­ni­ble.
La impli­ca­ción de acti­vi­da­des lúdi­cas y socia­les con­tri­bu­ye a crear expec­ta­ti­vas posi­ti­vas y a redu­cir el gra­do de ansie­dad expe­ri­men­ta­do por el pacien­te

Tera­pia Cog­ni­ti­va.

            Auto­ins­truc­cio­nes
Es el pro­ce­so de ense­ñar al pacien­te a hablar­se a sí mis­mo de otra mane­ra, el obje­ti­vo es modi­fi­car el diá­lo­go interno para faci­li­tar el afron­ta­mien­to de una deter­mi­na­da situa­ción, el entre­na­mien­to debe estar refe­ri­do hacia el ini­cio de con­duc­tas posi­ti­vas que a la inhi­bi­ción de las con­duc­tas nega­ti­vas.

            Dis­trac­ción cog­ni­ti­va.
La pre­sen­cia de preo­cu­pa­cio­nes exce­si­vas,  refe­ri­das  a acon­te­ci­mien­tos pasa­dos en for­ma de temo­res ante posi­bles suce­sos futu­ros como es el caso de las per­so­nas con TAG, tien­de a para­li­zar al pacien­te o a inter­fe­rir nega­ti­va­men­te en su con­duc­ta, por lo tan­to de tra­ta de orien­tar la aten­ción del suje­to a situa­cio­nes no vin­cu­la­das a la per­cep­ción de aspec­tos ame­na­zan­tes.

 

Bibliografía

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Calle, R. (1990). Ante la ansie­dad. Bar­ce­lo­na: Urano.
Bobes, et. al. (2002) Tras­torno de Ansie­dad Gene­ra­li­za­da. Bar­ce­loa­na: Ars Nor­di­ca.
Spitzer, R. et. Al. (1996)DSM-IV libro de casos. Bar­ce­lo­na: Ed. Mas­son