El con­cep­to de “salud men­tal” es limi­ta­do por­que supo­ne que hay algo interno en la men­te de la per­so­na enfer­ma que no le per­mi­te adap­tar­se a la reali­dad, lo que cons­ti­tu­ye un enfo­que par­cial y es pro­pio de la alo­pa­tía en la que se han for­ma­do los psi­quia­tras, que han sido los que han pos­tu­la­do ese con­cep­to, al que los psi­có­lo­gos no debe­mos ape­gar­nos. De acuer­do a esta pers­pec­ti­va si una per­so­na actúa de mane­ra “anor­mal” o rara será nece­sa­rio admi­nis­trar medi­ca­men­tos o hacer algún tipo de inter­ven­ción en sus pro­ce­sos fisio­ló­gi­cos cere­bra­les y hor­mo­na­les, sin aten­der la mane­ra en que está vivien­do, sus víncu­los afec­ti­vos y sus posi­bi­li­da­des y limi­ta­cio­nes en su con­tex­to real. Hablar de “salud men­tal” impli­ca una equi­vo­ca­da sepa­ra­ción entre la men­te y el cuer­po, así como con el entorno físi­co y social. En la teo­ría de la pra­xis se pro­po­ne un enfo­que inte­gral en el que los fenó­me­nos psi­co­ló­gi­cos se con­ci­ben como una dimen­sión esen­cial de lo real y no como algo sepa­ra­do.

En esta teoría,tener salud psi­co­ló­gi­ca es dife­ren­te de “ser nor­mal”. Por­que no se tra­ta sim­ple­men­te de com­por­tar­se de acuer­do a las nor­mas. La nor­ma psi­co­ló­gi­ca, lo que pre­va­le­ce social­men­te, es la neu­ro­sis en diver­sos gra­dos moti­va­das por los absur­dos reales en que se des­en­vuel­ve la mayo­ría de las per­so­nas en la actua­li­dad; las per­so­nas más sanas psi­co­ló­gi­ca­men­te son mino­ría.

 

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Foto: Xava Du

La Teo­ría de la Pra­xis plan­tea un nue­vo con­cep­to de salud psi­co­ló­gi­ca a tra­vés de los siguien­tes fac­to­res que con­si­de­ra­mos indis­pen­sa­bles para sen­tir­se libre y autó­no­mo, para tomar las rien­das de la vida y, por tan­to, man­te­ner un gra­do bási­co de satis­fac­ción de cada quien con­si­go mis­mo. Pue­de con­si­de­ra­se que una per­so­na tie­ne salud psi­co­ló­gi­ca cuan­do:

  1. Tie­ne un nivel alto de auto­es­ti­ma o auto­va­lo­ra­ción, sin caer en el extre­mo de la ego­la­tría (ado­ra­ción faná­ti­ca a sí mis­mo) que –como dice Fromm– repre­sen­ta una com­pen­sa­ción a una baja auto­es­ti­ma esen­cial.
  2. For­ma par­te de un gru­po pri­ma­rio (de al menos dos miem­bros) cohe­sio­na­do por fuer­tes sen­ti­mien­tos de amor y man­tie­ne víncu­los amis­to­sos impor­tan­tes (gru­po secun­da­rio) con al menos otras 2 per­so­nas.
  3. Cuen­ta con aspi­ra­cio­nes y pro­yec­tos a rea­li­zar en el cor­to, mediano y lar­go pla­zo.
  4. Está lle­van­do a cabo por ini­cia­ti­va pro­pia acti­vi­da­des coti­dia­nas diri­gi­das hacia sus aspi­ra­cio­nes per­so­na­les, rea­li­za eva­lua­cio­nes perió­di­cas de sus avan­ces (por lo menos dos veces al año) y pro­cu­ra apren­der de las expe­rien­cias ante­rio­res.
  5. Com­par­te con alguien sus ideas y pro­yec­tos.
  6. Sien­te con­fian­za y com­par­te la mayor par­te de sus sen­ti­mien­tos o pen­sa­mien­tos ínti­mos con al menos otra per­so­na, en for­ma esta­ble.
  7. Man­tie­ne acti­vi­da­des fre­cuen­tes de con­vi­ven­cia pla­cen­te­ra (por lo menos dos veces a la sema­na) con una o más per­so­nas cer­ca­nas afec­ti­va­men­te.
  8. Tie­ne fle­xi­bi­li­dad para adap­tar­se a cir­cuns­tan­cias impre­vis­tas o nove­do­sas.
  9. En gene­ral, tole­ra los fra­ca­sos y fallas pro­pios y de los demás, bus­can­do nue­vas alter­na­ti­vas racio­na­les y rea­lis­tas para salir de ellos.
  10. Reco­no­ce sin­ce­ra­men­te vir­tu­des, cua­li­da­des y éxi­tos de otros, tan­to como los pro­pios
  11. La mayo­ría de las veces, expre­sa direc­ta­men­te, de mane­ra opor­tu­na y en for­ma cor­dial sus opi­nio­nes y sen­ti­mien­tos, sean com­par­ti­dos o no por otros.
  12. Por lo gene­ral, res­pe­ta las opi­nio­nes, accio­nes y sen­ti­mien­tos de los demás que no le afec­ten nega­ti­va­men­te en for­ma direc­ta.
  13. Sólo tie­ne temor ante los peli­gros reales y usual­men­te toma las pre­ven­cio­nes más ade­cua­das para evi­tar ries­gos
  14. Tie­ne faci­li­dad para esta­ble­cer rela­cio­nes inter­per­so­na­les y comu­ni­car­se de una mane­ra cor­dial y direc­ta.
  15. Man­tie­ne buen humor la mayor par­te del tiem­po; ríe y son­ríe com­par­tien­do con los demás en for­ma des­inhi­bi­da, sin ser gro­tes­co
  16. Es gene­ro­so con los demás, pero defien­de sus prin­ci­pios y sus dere­chos per­so­na­les. Evi­ta la obten­ción de bene­fi­cios per­so­na­les a tra­vés de per­ju­di­car a otros.
  17. Toma deci­sio­nes libre­men­te y asu­me con res­pon­sa­bi­li­dad las con­se­cuen­cias.
  18. Pre­fie­re las solu­cio­nes pací­fi­cas y la con­ci­lia­ción jus­ta de intere­ses; recha­za acti­va­men­te la vio­len­cia ver­bal o físi­ca, sal­vo en casos inelu­di­bles.
  19. Man­tie­ne cohe­ren­cia y con­gruen­cia (al menos en un 80%) entre lo que sien­te, lo que pien­sa, lo que dice y lo que hace.
  20. Tie­ne sue­ños agra­da­bles o no recuer­da lo que sue­ña.
  21. De mane­ra gene­ral, cui­da el esta­do físi­co y la ima­gen de su cuer­po median­te hábi­tos higié­ni­cos, de ali­men­ta­ción, ejer­ci­cio y aci­ca­la­mien­to, así como atien­de con dili­gen­cia sus males­ta­res.
  22. Lle­va a cabo accio­nes rela­ti­va­men­te fre­cuen­tes que repre­sen­tan amor sin­ce­ro por su comu­ni­dad, por su patria, por la huma­ni­dad y por la natu­ra­le­za.
  23. Recu­rre al apo­yo de per­so­nas capa­ci­ta­das, de mane­ra pre­ven­ti­va o nece­sa­ria, para ele­var su cali­dad de vida per­so­nal y colec­ti­va.

Cada uno de los fac­to­res está rela­cio­na­do inte­gral­men­te con los demás, de tal mane­ra que el avan­ce en uno de los ras­gos con­lle­va nece­sa­ria­men­te ade­lan­tos en otros aspec­tos, y vice­ver­sa.