Manejo de emociones en la adolescencia — Psic. Manola Garay Apolinar

Manue­la diri­gió una dis­cu­sión sobre el mane­jo de emo­cio­nes en ado­les­cen­tes, enfa­ti­zan­do la impor­tan­cia de reco­no­cer y vali­dar las emo­cio­nes, y la nece­si­dad de que los adul­tos ayu­den a los ado­les­cen­tes a regu­lar sus emo­cio­nes. Tam­bién pre­sen­tó estra­te­gias para mejo­rar la rela­ción con ado­les­cen­tes, inclu­yen­do el amor incon­di­cio­nal y el res­pe­to mutuo, y diri­gió un ejer­ci­cio de rela­ja­ción para ayu­dar a los par­ti­ci­pan­tes a ges­tio­nar sus emo­cio­nes. La reu­nión con­clu­yó con una dis­cu­sión sobre la impor­tan­cia de las comi­das fami­lia­res y la anun­cio de futu­ras char­las.

  • Padres: rea­li­zar el ejer­ci­cio del coto­ne­te con sus hijos ado­les­cen­tes para evo­car emo­cio­nes y mejo­rar la cone­xión.
  • Padres: imple­men­tar al menos una comi­da fami­liar dia­ria don­de todos se sien­ten jun­tos a la mesa.
  • Padres: evi­tar hablar sobre el cuer­po de los hijos duran­te las comi­das fami­lia­res.
  • Padres: asig­nar tareas rela­cio­na­das con el agua a los ado­les­cen­tes para ayu­dar­les a mane­jar sus emo­cio­nes.
  • Padres: prac­ti­car la téc­ni­ca de rela­ja­ción 5–4‑3–2‑1 con los ado­les­cen­tes para ges­tio­nar emo­cio­nes inten­sas.
  • Padres: leer el libro “el difí­cil víncu­lo entre padres e hijos” para mejo­rar la rela­ción con los ado­les­cen­tes.
  • Ado­les­cen­tes: par­ti­ci­par en el espa­cio psi­co­edu­ca­ti­vo “tu rollo en con­fian­za” el pró­xi­mo vier­nes a las 6 pm.
  • Par­ti­ci­pan­tes: asis­tir a la pró­xi­ma char­la sobre “acom­pa­ña­mien­to fami­liar en casos de due­lo infan­til” el 21 de febre­ro.

Manejo de emociones primarias

La maes­tra manue­la, invi­ta­da por rosa­rio, ini­cia una char­la sobre el mane­jo de emo­cio­nes en ado­les­cen­tes. Manue­la pro­po­ne una acti­vi­dad prác­ti­ca don­de los par­ti­ci­pan­tes dibu­jan el con­torno de su mano para crear un “manual de emo­cio­nes pri­ma­rias”. Ella enfa­ti­za que las emo­cio­nes no son bue­nas ni malas, sino nece­sa­rias, y comien­za expli­can­do la tris­te­za como la pri­me­ra emo­ción, ubi­cán­do­la en el dedo meñi­que del dibu­jo. La acti­vi­dad bus­ca explo­rar el por­qué, el cómo y el para qué de cada emo­ción, rela­cio­nán­do­las tam­bién con sus mani­fes­ta­cio­nes físi­cas y fisio­ló­gi­cas.

Emoción del miedo y sus consecuencias

Manue­la expli­ca la emo­ción del mie­do, sus cau­sas y reac­cio­nes fisio­ló­gi­cas, des­ta­can­do cómo el cuer­po res­pon­de para pro­te­ger­se ante situa­cio­nes de peli­gro real o ima­gi­na­rio. Ella enfa­ti­za la impor­tan­cia de reco­no­cer y vali­dar el mie­do, espe­cial­men­te en los niños, y advier­te sobre las con­se­cuen­cias de repri­mir­lo, como su acu­mu­la­ción en los riño­nes. Manue­la men­cio­na que más ade­lan­te se dis­cu­ti­rán recur­sos para ges­tio­nar ade­cua­da­men­te el mie­do.

Manejo de emociones adolescentes

Manue­la expli­ca los desa­fíos emo­cio­na­les que enfren­tan los ado­les­cen­tes, des­ta­can­do la difi­cul­tad para iden­ti­fi­car y ges­tio­nar sus emo­cio­nes debi­do a los cam­bios físi­cos y psi­co­ló­gi­cos. Se dis­cu­te cómo el mie­do al recha­zo y la tris­te­za por las pér­di­das aso­cia­das a la ado­les­cen­cia afec­tan a los jóve­nes, y se enfa­ti­za la impor­tan­cia del apo­yo de los padres y pro­fe­sio­na­les en este pro­ce­so. Manue­la sub­ra­ya la nece­si­dad de que los adul­tos estén pre­pa­ra­dos para ayu­dar a los ado­les­cen­tes a regu­lar sus emo­cio­nes, que a menu­do son inten­sas e inter­mi­ten­tes.

La tristeza y su impacto físico

Manue­la expli­ca cómo la tris­te­za afec­ta al cuer­po, redu­cien­do el rit­mo car­día­co y la cir­cu­la­ción san­guí­nea, lo que per­mi­te la refle­xión sobre las pér­di­das expe­ri­men­ta­das. Ella des­ta­ca la impor­tan­cia de expre­sar la tris­te­za ade­cua­da­men­te y de que los adul­tos ayu­den a los ado­les­cen­tes a iden­ti­fi­car las ganan­cias que acom­pa­ñan a las pér­di­das. Manue­la advier­te que si la tris­te­za no se ges­tio­na correc­ta­men­te, pue­de acu­mu­lar­se en los pul­mo­nes y con­ver­tir­se en depre­sión, que es des­truc­ti­va en lugar de cons­truc­ti­va.

Amor y deseo en adolescentes

Manue­la dis­cu­te la impor­tan­cia del amor y el deseo de cono­cer en el desa­rro­llo de los ado­les­cen­tes, des­ta­can­do cómo estas emo­cio­nes impul­san el apren­di­za­je y la explo­ra­ción. Ella expli­ca que cuan­do se limi­ta la capa­ci­dad de los ado­les­cen­tes para explo­rar y apren­der, pue­den sur­gir pro­ble­mas como ansie­dad, apa­tía y con­duc­tas auto­des­truc­ti­vas. Manue­la enfa­ti­za la nece­si­dad de ofre­cer amor incon­di­cio­nal y un entorno que fomen­te el cre­ci­mien­to y la curio­si­dad en los jóve­nes para ayu­dar­les a desa­rro­llar una visión posi­ti­va del futu­ro y moti­var­los a per­se­guir sus idea­les.

Gestión del enojo en adolescentes

Manue­la expli­ca la impor­tan­cia de ges­tio­nar ade­cua­da­men­te el eno­jo en los ado­les­cen­tes, des­ta­can­do que su ori­gen está en la trans­gre­sión del espa­cio vital. Ella des­cri­be cómo el cuer­po reac­cio­na fisio­ló­gi­ca­men­te al eno­jo y enfa­ti­za que su pro­pó­si­to es iden­ti­fi­car y corre­gir lími­tes, no agre­dir. Manue­la tam­bién seña­la que los ado­les­cen­tes a menu­do expre­san eno­jo en lugar de tris­te­za duran­te su bús­que­da de inde­pen­den­cia, y men­cio­na tres for­mas inade­cua­das de mane­jar el eno­jo: repri­mir­lo, explo­tar­lo o acu­mu­lar­lo has­ta explo­tar.

Importancia de la alegría y empatía

Manue­la pre­sen­ta una char­la sobre la impor­tan­cia de la ale­gría y su rela­ción con otras emo­cio­nes, des­ta­can­do cómo esta afec­ta nues­tra inter­ac­ción con el mun­do y nues­tro equi­li­brio emo­cio­nal. Ella dis­cu­te la cone­xión entre la ale­gría y el sis­te­ma inmu­no­ló­gi­co, y cómo la ges­tión ade­cua­da de todas las emo­cio­nes es cru­cial para una expe­rien­cia de ale­gría sig­ni­fi­ca­ti­va. Manue­la tam­bién abor­da la rela­ción entre adul­tos y ado­les­cen­tes, enfa­ti­zan­do la impor­tan­cia de la empa­tía y la com­pren­sión mutua, y con­clu­ye con un ejer­ci­cio prác­ti­co uti­li­zan­do un coto­ne­te para evo­car sen­sa­cio­nes de ter­nu­ra y bien­es­tar.

Amor incondicional y respeto mutuo

Manue­la com­par­te estra­te­gias para mejo­rar la rela­ción con ado­les­cen­tes, enfa­ti­zan­do la impor­tan­cia del amor incon­di­cio­nal y el res­pe­to mutuo. Sugie­re asig­nar tareas rela­cio­na­das con el agua para ayu­dar a mane­jar el eno­jo y des­cri­be un pro­gra­ma de talle­res que abor­da habi­li­da­des para la vida en dife­ren­tes áreas, inclu­yen­do físi­ca, emo­cio­nal, social y cog­ni­ti­va. Des­ta­ca la impor­tan­cia de las téc­ni­cas de rela­ja­ción en estos talle­res y cómo los ado­les­cen­tes las dis­fru­tan y se bene­fi­cian de ellas.

Conexión con los sentidos

En la reu­nión, manue­la diri­gió un ejer­ci­cio de rela­ja­ción que invo­lu­cró la cone­xión con los sen­ti­dos, inclu­yen­do la vis­ta, el tac­to, el soni­do, el olfa­to y el gus­to. Los par­ti­ci­pan­tes fue­ron ins­trui­dos a iden­ti­fi­car obje­tos, tex­tu­ras, soni­dos, olo­res y sabo­res, y a usar estos para des­ac­ti­var el secues­tro emo­cio­nal y vol­ver a la par­te racio­nal del cere­bro. El obje­ti­vo del ejer­ci­cio era ayu­dar a los par­ti­ci­pan­tes a ges­tio­nar sus emo­cio­nes y encon­trar cal­ma. Los par­ti­ci­pan­tes repor­ta­ron sen­tir­se rela­ja­dos, vivos y amo­ro­sos duran­te el ejer­ci­cio.

Manejo de emociones en adolescentes

Manue­la con­clu­ye una pre­sen­ta­ción sobre ado­les­cen­tes y emo­cio­nes, reci­bien­do agra­de­ci­mien­tos y comen­ta­rios posi­ti­vos de los par­ti­ci­pan­tes. Rosa­rio mode­ra la sesión, com­par­tien­do feed­back de la audien­cia en zoom y face­book. Manue­la enfa­ti­za la impor­tan­cia de acom­pa­ñar a los ado­les­cen­tes duran­te esta eta­pa tran­si­to­ria y reco­mien­da libros sobre mane­jo de emo­cio­nes y téc­ni­cas para tra­ba­jar con jóve­nes. La sesión ter­mi­na con suge­ren­cias para acti­vi­da­des gru­pa­les y la impor­tan­cia del ejer­ci­cio en el mane­jo emo­cio­nal.

Comidas familiares fomentan la convivencia

Manue­la enfa­ti­za la impor­tan­cia de que las fami­lias, espe­cial­men­te con ado­les­cen­tes, com­par­tan al menos una comi­da al día jun­tos en la mesa para fomen­tar la con­vi­ven­cia y obser­var el bien­es­tar de los jóve­nes. Ella des­ta­ca cómo la ali­men­ta­ción y las emo­cio­nes están inter­co­nec­ta­das, y acon­se­ja man­te­ner un ambien­te cal­ma­do duran­te las comi­das para mejo­rar la nutri­ción y la salud emo­cio­nal. Rosa­rio anun­cia futu­ras char­las, inclu­yen­do una sobre el due­lo infan­til y un espa­cio psi­co­edu­ca­ti­vo para jóve­nes lla­ma­do “tu rollo en con­fian­za”.

Efectos de las creencias limitantes en el desarrollo de los niños — Mtra. Sara Martínez Uribe

La reu­nión se cen­tró en el impac­to de las creen­cias limi­tan­tes en el desa­rro­llo de los niños, pre­sen­ta­do por la maes­tra Sara Mar­tí­nez Uri­be. Se dis­cu­tió cómo estas creen­cias se for­man y afec­tan el com­por­ta­mien­to, la auto­es­ti­ma y las aspi­ra­cio­nes de los niños, así como la impor­tan­cia de ser cons­cien­tes del len­gua­je y los men­sa­jes que se les trans­mi­ten. Final­men­te, se explo­ra­ron téc­ni­cas de la tera­pia cog­ni­ti­vo-con­duc­tual para cam­biar creen­cias limi­tan­tes y se ofre­cie­ron con­se­jos para modi­fi­car­las, enfa­ti­zan­do la impor­tan­cia de crear un ambien­te de apo­yo para pre­ve­nir pro­ble­mas de salud men­tal en el futu­ro.

Siguientes pasos

  • Padres: Refle­xio­nar sobre cómo están hablan­do a sus hijos y qué creen­cias limi­tan­tes pue­den estar trans­mi­tien­do.
  • Padres: Hacer un regis­tro de las creen­cias que trans­mi­ten a sus hijos y cómo pue­den cam­biar­las para moti­var­los en lugar de limi­tar­los.
  • Padres: Bus­car evi­den­cias con los niños para ayu­dar­les a ver que no son inca­pa­ces cuan­do expre­san creen­cias limi­tan­tes.
  • Padres: Cui­dar cómo se hablan a sí mis­mos fren­te a los niños para no trans­mi­tir creen­cias limi­tan­tes indi­rec­ta­men­te.
  • Padres: Vali­dar las emo­cio­nes de los niños y ser aser­ti­vos en la comu­ni­ca­ción con ellos.
  • Padres: Con­si­de­rar bus­car acom­pa­ña­mien­to pro­fe­sio­nal de un psi­co­te­ra­peu­ta para obte­ner mejo­res herra­mien­tas en la crian­za.
  • Asis­ten­tes: Com­par­tir la infor­ma­ción de la plá­ti­ca con más fami­lia­res, padres y maes­tros para gene­rar una mejor socie­dad.

Creencias Limitantes en Niños

En la reu­nión, Rosa­rio pre­sen­tó a la maes­tra Sara Mar­tí­nez Uri­be, quien habló sobre el impac­to de las creen­cias limi­tan­tes en el desa­rro­llo de los niños. Sara expli­có que estas creen­cias se for­man a par­tir de las pri­me­ras expe­rien­cias de los niños y pue­den limi­tar su poten­cial. Ella tam­bién dis­cu­tió cómo las creen­cias limi­tan­tes pue­den sur­gir de fac­to­res exter­nos como la edu­ca­ción y el con­tex­to social, y cómo pue­den res­trin­gir las aspi­ra­cio­nes de los niños. Sara uti­li­zó un video para ilus­trar cómo las creen­cias limi­tan­tes pue­den afec­tar el com­por­ta­mien­to y las moti­va­cio­nes de los niños. La reu­nión con­clu­yó con Sara enfa­ti­zan­do la impor­tan­cia de ser cons­cien­te de las creen­cias que se trans­mi­ten a los niños y de evi­tar limi­tar sus aspi­ra­cio­nes.

Formando Creencias en Los Niños

Sara expli­ca cómo las creen­cias afec­tan nues­tro com­por­ta­mien­to y toma de deci­sio­nes, espe­cial­men­te en los niños. Des­ta­ca que las creen­cias nega­ti­vas pue­den limi­tar el poten­cial de una per­so­na, afec­tar su auto­es­ti­ma y capa­ci­dad para rela­cio­nar­se. Sara enfa­ti­za la impor­tan­cia de ser cons­cien­tes de las pala­bras y men­sa­jes que trans­mi­ti­mos a los niños, ya que pue­den for­mar creen­cias dura­de­ras que impac­ten su desa­rro­llo y salud men­tal. Tam­bién men­cio­na que es posi­ble cam­biar las creen­cias limi­tan­tes, aun­que no pro­fun­di­za en las téc­ni­cas espe­cí­fi­cas para hacer­lo.

Terapia Cognitivo-Conductual Para Niños

Sara expli­ca varias téc­ni­cas de la tera­pia cog­ni­ti­vo-con­duc­tual para cam­biar creen­cias limi­tan­tes en niños y ado­les­cen­tes. Men­cio­na el diá­lo­go socrá­ti­co, el regis­tro de creen­cias dis­fun­cio­na­les, el aná­li­sis de ven­ta­jas y des­ven­ta­jas, y el con­ti­nuo cog­ni­ti­vo. Enfa­ti­za que con los niños se uti­li­zan estas téc­ni­cas a tra­vés del jue­go, ya que su sis­te­ma cog­ni­ti­vo aún no está com­ple­ta­men­te desa­rro­lla­do. Para los ado­les­cen­tes, se pue­den apli­car téc­ni­cas más refle­xi­vas como el con­ti­nuo cog­ni­ti­vo, que ayu­da a evi­den­ciar creen­cias pola­ri­za­das y encon­trar pun­tos inter­me­dios entre el éxi­to y el fra­ca­so.

Modificando Las Creencias Limitantes

Sara pre­sen­ta infor­ma­ción sobre las creen­cias limi­tan­tes y su impac­to en el desa­rro­llo de los niños. Expli­ca cómo estas creen­cias se for­man a tra­vés del len­gua­je y la comu­ni­ca­ción de los padres, y ofre­ce con­se­jos para modi­fi­car­las. Sugie­re bus­car evi­den­cias para con­tra­rres­tar las creen­cias nega­ti­vas, usar un len­gua­je más posi­ti­vo y ser cons­cien­tes de cómo nos comu­ni­ca­mos con los niños. Sara enfa­ti­za la impor­tan­cia de vali­dar las emo­cio­nes de los niños y brin­dar­les un ambien­te de amor y apo­yo para pre­ve­nir pro­ble­mas de salud men­tal en el futu­ro.

Diálogo receptivo entre padres e hijos — Dr. Marco Eduardo Murueta

El Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta Reyes pre­sen­tó una char­la sobre el diá­lo­go recep­ti­vo entre padres e hijos, enfa­ti­zan­do la impor­tan­cia de la escu­cha acti­va, la com­pren­sión mutua y la coope­ra­ción en lugar de la obe­dien­cia for­za­da. Expli­có cómo el con­tex­to y las expe­rien­cias com­par­ti­das influ­yen en la comu­ni­ca­ción fami­liar, des­ta­can­do la nece­si­dad de dedi­car tiem­po a la con­vi­ven­cia, el jue­go y las con­ver­sa­cio­nes indi­vi­dua­les para mejo­rar las rela­cio­nes. Final­men­te, ofre­ció estra­te­gias prác­ti­cas para fomen­tar el diá­lo­go pro­duc­ti­vo con niños y ado­les­cen­tes, inclu­yen­do téc­ni­cas de escu­cha sin pre­jui­cios, aná­li­sis con­jun­to de situa­cio­nes y la impor­tan­cia de man­te­ner un equi­li­brio entre tiem­po per­so­nal, en pare­ja y en gru­po.

Siguientes pasos

  • Padres: Prac­ti­car la escu­cha acti­va y recep­ti­va con sus hijos.
  • Padres: Dedi­car tiem­po para char­las indi­vi­dua­les con cada hijo (10–15 minu­tos para niños meno­res de 6 años, 20 minu­tos para niños de 7–12 años, 30 minu­tos para ado­les­cen­tes, 2–3 veces por sema­na).
  • Padres: Bus­car acti­vi­da­des y jue­gos atrac­ti­vos para fomen­tar la con­vi­ven­cia y el diá­lo­go con los hijos.• Padres: Fami­lia­ri­zar­se con los intere­ses de los hijos (músi­ca, video­jue­gos, pelí­cu­las) para mejo­rar la comu­ni­ca­ción.
  • Padres: Evi­tar el cas­ti­go y prac­ti­car la moti­va­ción intrín­se­ca en la edu­ca­ción de los hijos.
  • Padres: Apren­der a hacer pro­pues­tas posi­ti­vas en lugar de recla­ma­cio­nes nega­ti­vas al comu­ni­car­se con los hijos.
  • Padres: Bus­car el apo­yo de un psi­có­lo­go pro­fe­sio­nal si se difi­cul­ta la comu­ni­ca­ción con los hijos.
  • Padres: Alter­nar entre con­vi­ven­cias diá­di­cas, gru­pa­les y momen­tos de sole­dad para los hijos.
  • Padres: Leer el folle­to “Cómo edu­car a los niños” pro­du­ci­do por AMAPSI.

Resumen

Diálogo receptivo entre padres e hijos

Rosa­rio da la bien­ve­ni­da a una nue­va sesión de la escue­la para padres de Amap­si, anun­cian­do un pró­xi­mo espa­cio para ado­les­cen­tes coor­di­na­do por el psi­có­lo­go Fer­nan­do Mon­to­ya. Pre­sen­ta al invi­ta­do, el Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta Reyes, quien habla­rá sobre “El diá­lo­go recep­ti­vo entre padres e hijos”. Rosa­rio deta­lla la des­ta­ca­da tra­yec­to­ria aca­dé­mi­ca y pro­fe­sio­nal del Dr. Murue­ta, men­cio­nan­do sus estu­dios, expe­rien­cia docen­te, publi­ca­cio­nes y reco­no­ci­mien­tos en el cam­po de la psi­co­lo­gía y edu­ca­ción.

Diálogo receptivo entre padres e hijos

Mar­co pre­sen­ta la idea del diá­lo­go recep­ti­vo entre padres e hijos como par­te de los pro­yec­tos Amap­si y Socie­dad del Afec­to. Expli­ca que el diá­lo­go impli­ca com­pren­sión y refle­xión, enfa­ti­zan­do la impor­tan­cia de la recep­ti­vi­dad en lugar de la sim­ple obe­dien­cia. Mar­co con­tras­ta los con­cep­tos de obe­dien­cia y coope­ra­ción, argu­men­tan­do que la cola­bo­ra­ción volun­ta­ria y la moti­va­ción intrín­se­ca son pre­fe­ri­bles a la obe­dien­cia for­za­da, que pue­de gene­rar con­flic­tos inter­nos y ten­sio­nes en la rela­ción entre padres e hijos.

Contexto en la comunicación

Mar­co expli­ca la impor­tan­cia del con­tex­to en la comu­ni­ca­ción, espe­cial­men­te entre padres e hijos. Uti­li­za un ejem­plo visual para demos­trar cómo el cam­bio de con­tex­to pue­de alte­rar com­ple­ta­men­te la per­cep­ción de un obje­to. Enfa­ti­za que el emi­sor y el recep­tor siem­pre tie­nen con­tex­tos e his­to­rias dife­ren­tes, lo que sig­ni­fi­ca que el men­sa­je emi­ti­do nun­ca es exac­ta­men­te igual al reci­bi­do. Esta idea se pre­sen­ta como fun­da­men­tal para enten­der el diá­lo­go y la comu­ni­ca­ción efec­ti­va.

Comunicación efectiva a través del contexto

Mar­co expli­ca la impor­tan­cia de com­par­tir con­tex­tos para una comu­ni­ca­ción efec­ti­va. Des­ta­ca que la con­vi­ven­cia, el jue­go y las char­las diá­di­cas son fun­da­men­ta­les para acer­car los con­tex­tos entre per­so­nas, espe­cial­men­te en las rela­cio­nes fami­lia­res y de pare­ja. Advier­te que la fal­ta de estos ele­men­tos pue­de lle­var a malen­ten­di­dos y con­flic­tos, y cri­ti­ca la cul­tu­ra cen­tra­da en la pro­duc­ti­vi­dad que des­cui­da estos aspec­tos, rela­cio­nán­do­la con pro­ble­mas socia­les como el con­su­mo de dro­gas. Mar­co enfa­ti­za la nece­si­dad de dedi­car tiem­po a la comu­ni­ca­ción indi­vi­dual con cada hijo y entre pare­jas para mejo­rar el enten­di­mien­to y las rela­cio­nes.

Aprender a escuchar: la segunda prioridad educativa

Mar­co expli­ca la impor­tan­cia de apren­der a escu­char como la segun­da prio­ri­dad edu­ca­ti­va de la socie­dad, des­pués de apren­der a escri­bir. Des­ta­ca que escu­char impli­ca tener una pre­dis­po­si­ción posi­ti­va, cap­tar las ideas del otro, y pre­gun­tar para acla­rar dudas. Mar­co enfa­ti­za que el diá­lo­go es un pro­ce­so con­ti­nuo de inter­cam­bio y cons­truc­ción de sig­ni­fi­ca­dos com­par­ti­dos, don­de es cru­cial prio­ri­zar escu­char sobre hablar, ser fle­xi­ble en la pro­pia pers­pec­ti­va, y bus­car cons­truir con­sen­sos. Final­men­te, seña­la la impor­tan­cia de dar segui­mien­to a los acuer­dos alcan­za­dos en el diá­lo­go para ase­gu­rar su cum­pli­mien­to.

El arte de hacer preguntas

Mar­co expli­ca el con­cep­to de mayéu­ti­ca, desa­rro­lla­do por Sócra­tes en la anti­gua Gre­cia, que con­sis­te en el arte de hacer pre­gun­tas para ayu­dar a otros a des­cu­brir cono­ci­mien­tos que ya poseen. Lue­go, rela­cio­na esta idea con el méto­do clí­ni­co de Pia­get, quien estu­dió cómo los niños pien­san de mane­ra dife­ren­te a los adul­tos. Mar­co ilus­tra esto con un ejem­plo sobre­có­mo los niños de dife­ren­tes eda­des entien­den la rela­ción entre cla­ses lógi­cas, como fru­tas y man­za­nas, demos­tran­do cómo su razo­na­mien­to evo­lu­cio­na con el tiem­po.

Diálogo productivo con niños

Mar­co expli­ca cómo fomen­tar el diá­lo­go pro­duc­ti­vo con niños y ado­les­cen­tes. Reco­mien­da escu­char sin pre­jui­cios, ana­li­zar con­jun­ta­men­te lo posi­ti­vo y nega­ti­vo de las situa­cio­nes, bus­car alter­na­ti­vas de mejo­ra pro­pues­tas por ellos mis­mos, y dar segui­mien­to a los acuer­dos. Sugie­re tener char­las regu­la­res de 10–30 minu­tos según la edad, empe­zar con temas agra­da­bles antes de abor­dar pro­ble­mas, hacer pro­pues­tas en posi­ti­vo, y dar espa­cio para que se expre­sen sin ser intru­si­vos. Para casos difí­ci­les, pro­po­ne bus­car media­do­res o apo­yo pro­fe­sio­nal.

Jugar para fortalecer la relación

Mar­co dis­cu­te la impor­tan­cia del jue­go y la con­fian­za en la rela­ción entre padres e hijos. Expli­ca que el jue­go fomen­ta la cone­xión, crea con­tex­tos com­par­ti­dos y mejo­ra la comu­ni­ca­ción. Reco­mien­da una varie­dad de jue­gos, des­de depor­tes y jue­gos tra­di­cio­na­les has­ta video­jue­gos, enfa­ti­zan­do la impor­tan­cia de que los padres par­ti­ci­pen. Mar­co tam­bién abor­da el tema de ser ami­go de los hijos, sugi­rien­do una rela­ción de cola­bo­ra­ción y apo­yo mutuo en lugar de una estric­ta­men­te auto­ri­ta­ria o per­mi­si­va.

Equilibrar la soledad y la convivencia

Mar­co enfa­ti­za la impor­tan­cia de balan­cear el tiem­po entre la sole­dad, las inter­ac­cio­nes en pare­ja y las gru­pa­les, ideal­men­te dis­tri­bu­yén­do­las en par­tes igua­les. Reco­mien­da jue­gos de mesa, visi­tas a par­ques y ver videos edu­ca­ti­vos para fomen­tar el diá­lo­go y la auto­es­ti­ma en los niños. Para incen­ti­var la con­vi­ven­cia con jóve­nes que se aís­lan, sugie­re conec­tar a tra­vés de sus intere­ses, como músi­ca o tec­no­lo­gía, y abor­dar temas rele­van­tes para ellos. Mar­co con­clu­ye des­ta­can­do la impor­tan­cia de escu­char sin pre­jui­cios y bus­car espa­cios atrac­ti­vos para dia­lo­gar con los jóve­nes.