Dra. Ana­me­li Mon­roy (Gru­po Ange­les de Méxi­co)

Es impor­tan­te reco­no­cer los esta­dios psi­co­ló­gi­cos por los que pasa una pare­ja infér­til, para poder com­pren­der­los y apo­yar­los duran­te su tra­ta­mien­to médi­co.

Sor­pre­sa y Nega­ción

Cuan­do la per­so­na o la pare­ja se da cuen­ta de que no pue­den lograr un emba­ra­zo o lo logran y lo pier­den su reac­ción es de sor­pre­sa y de cho­que emo­cio­nal. Se pre­gun­tan ¿por qué yo? o ¿por qué a mí?

De ahí se pasa a la nega­ción al pen­sar la posi­bi­li­dad de que se tra­te de una eta­pa que pron­to se supe­ra­rá. La pare­ja elu­de la reali­dad y no acep­ta que se les cla­si­fi­que como infér­til. Si va al médi­co y éste les habla de que es una pare­ja infér­til, es pro­ba­ble que cam­bie de médi­co pues desea oír otra res­pues­ta más gra­ta.

La pre­sión social se hace paten­te a tra­vés de pre­gun­tas de fami­lia­res y ami­gos, pues en nues­tra socie­dad se espe­ra que las pare­jas recién casa­das, más o menos empie­cen pron­to a pro­crear pues es una par­te común en los temas feme­ni­nos. La socie­dad no pre­pa­ra ni está pre­pa­ra­da psi­co­ló­gi­ca­men­te para sobre­lle­var la infer­ti­li­dad.

El con­si­de­rar que la situa­ción es tran­si­to­ria ayu­da a la pare­ja por lo pron­to, a afe­rrar­se a la espe­ran­za de un emba­ra­zo cer­cano.

Agre­sión

Se pue­de decir que el paso del tiem­po modi­fi­ca el cho­que emo­cio­nal y la difi­cul­tad de acep­tar la reali­dad. Sin embar­go estas situa­cio­nes se con­vier­ten en agre­sión hacia la pare­ja, sus fami­lia­res, el médi­co y has­ta a la socie­dad en gene­ral. Sur­gen sen­ti­mien­tos de rece­lo, de ser recha­za­dos por las pare­jas que sí logra­ron tener hijos. La frus­tra­ción, la agre­sión, la deses­pe­ra­ción y la impo­ten­cia, aumen­tan cada día pues nada ni nadie pare­ce poder ayu­dar­les.

La agre­sión hacia otras pare­jas con hijos se hace visi­ble al igual que la envi­dia hacia los hijos de ellas. Estos sen­ti­mien­tos se unen a otros de injus­ti­cia e incon­for­mi­dad. Las rela­cio­nes socia­les se con­vier­ten en pro­ble­má­ti­cas, las rela­cio­nes sexua­les se vuel­ven obli­ga­to­rias y pier­den su encan­to. Ello pro­vo­ca aun mayor agre­sión entre la pare­ja.

Con­duc­tas auto­des­truc­ti­vas

La pare­ja sufre pro­fun­da­men­te, se sien­te infra­va­lo­ra­da y recep­to­ra de algún cas­ti­go lo cual les crea cul­pa. Esto los lle­va a con­duc­tas de auto­des­truc­ción al cuer­po que no pue­de engen­drar o al cón­yu­ge por­que es un inú­til. La agre­sión hacia sí mis­mos se con­vier­te en un esta­do depre­si­vo. La esti­ma per­so­nal se des­mo­ro­na y apa­re­ce un sen­ti­mien­to de poca valía pues no cum­plen con lo que la socie­dad espe­ra de ellos. Las inter­ac­cio­nes socia­les son des­agra­da­bles, los ami­gos no pro­por­cio­nan nin­gún pla­cer entre la pare­ja hay un menor gra­do de unión y por tan­to su comu­ni­ca­ción se difi­cul­ta.

Ais­la­mien­to

Todos los sen­ti­mien­tos y con­duc­tas ante­rio­res los van lle­van­do al ais­la­mien­to, pues así evi­tan el sen­tir­se cues­tio­na­dos, recha­za­dos, el con­fron­tar a los que sí han podi­do tener hijos, así como ver a estos últi­mos o inclu­si­ve ente­rar­se de un nue­vo emba­ra­zo. En otras pala­bras evi­tan el sen­tir­se mise­ra­bles, de cali­dad dife­ren­te e inclu­si­ve infe­rior. La pare­ja sufre pro­fun­da­men­te, se sien­te incom­pren­di­da y sur­ge una polé­mi­ca entre ellos al sen­tir que al otro no le impor­ta o no com­pren­de los sen­ti­mien­tos y la cri­sis emo­cio­nal por la que atra­vie­sa el cón­yu­ge infér­til. La pare­ja sufre en sole­dad, en silen­cio.

Cul­pa

Cuan­do la pare­ja se esfuer­za en inten­tar el emba­ra­zo y no lo con­si­gue, cre­ce pau­la­ti­na­men­te un sen­ti­mien­to de cul­pa por no poder dar vida a otro ser humano (apro­xi­ma­da­men­te el 10% de las pare­jas sufren de infer­ti­li­dad en Argen­ti­na, 1 de cada 7 en el Rei­no Uni­do) y esto le hace pen­sar en dar­le la opor­tu­ni­dad de que se una a alguien quien sí pue­da hacer­lo. La frá­gil situa­ción de la pare­ja infér­til se con­vier­te en una situa­ción into­le­ra­ble.

Due­lo

Final­men­te, des­pués de perio­dos de inten­sa espe­ran­za y opti­mis­mo que se alter­nan con angus­tia, cul­pa y frus­tra­ción, poco a poco van acep­tan­do su inca­pa­ci­dad para con­ce­bir, al igual que cuan­do se pier­de a un ser que­ri­do, la pare­ja pasa por un perio­do de due­lo y aban­do­na la posi­bi­li­dad de la con­cep­ción, acep­tan­do la este­ri­li­dad como una limi­ta­ción per­so­nal.

Acep­ta­ción y reso­lu­ción

La acep­ta­ción de la este­ri­li­dad es el final de un lar­go sufri­mien­to que lle­ga con pro­fun­da depre­sión ya que impli­ca aban­do­nar la lucha y resig­nar­se. La rela­ción sexual, al no ligar­se a la repro­duc­ción toma otra dimen­sión nue­va­men­te pla­cen­te­ra, pues ya no es obli­ga­to­ria.

En esta eta­pa se rees­truc­tu­ra la vida emo­cio­nal de la pare­ja, para acep­tar­se nue­va­men­te como una pare­ja infér­til, lo cual repre­sen­ta un fra­ca­so per­so­nal y debe­rán enfren­tar­se ante la socie­dad como tal, esta­ble­cer la nue­va auto­es­ti­ma y valía y encon­trar nue­vas metas u optar por otras opcio­nes como la de per­ma­ne­cer sin hijos, la adop­ción, etc.. Asi­mis­mo, impli­ca poner fin a un lar­go y dolo­ro­so con­flic­to y ter­mi­nar con un esta­do de angus­tia y ten­sión cons­tan­tes, rees­truc­tu­rar la vida mari­tal y bus­car la tran­qui­li­dad emo­cio­nal. Cada pare­ja tie­ne sin duda varian­tes espe­cí­fi­cas y cada una encon­tra­rá una solu­ción ópti­ma si lo dis­cu­ten abier­ta­men­te. Como en toda cri­sis las per­so­nas madu­ran emo­cio­nal­men­te para enfren­tar la pre­sión social y para resol­ver su con­flic­ti­va emo­cio­nal. Lo que ha pasa­do mati­za­rá las per­cep­cio­nes y emo­cio­nes futu­ras.

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