Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta Reyes (UNAM Izta­ca­la, Amap­si)
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El amor, más que el des­amor, es lo que hace a la his­to­ria.

Sin duda, el amor es lo que mue­ve al mun­do y es lo que da sig­ni­fi­ca­do a cada uno de los esfuer­zos per­so­na­les. Sin embar­go, este sen­ti­mien­to esca­sea cada vez más y en su lugar aumen­tan la sole­dad, las frus­tra­cio­nes, los ren­co­res, la apa­tía y la vio­len­cia.

El amor es un fenó­meno tan natu­ral como la llu­via o como el her­vir del agua a 100 gra­dos cen­tí­gra­dos. Un fenó­meno se pro­du­ce cuan­do ocu­rren un con­jun­to de fac­to­res que lo gene­ran, que lo cau­san.

La téc­ni­ca es la capa­ci­dad para hacer ocu­rrir el con­jun­to nece­sa­rio de fac­to­res para pro­du­cir un fenó­meno. Una téc­ni­ca es un pro­ce­di­mien­to espe­cí­fi­co cuyo resul­ta­do se cono­ce de ante­mano. Por ejem­plo, si calen­ta­mos el agua en esta­do líqui­do has­ta los cien gra­dos cen­tí­gra­dos sabe­mos que se con­ver­ti­rá en vapor poco a poco. Se habla de tec­no­lo­gía cuan­do se arti­cu­lan un con­jun­to de téc­ni­cas para lograr un pro­duc­to com­ple­jo.

¿Se pue­de pro­du­cir inten­cio­nal­men­te el amor? Sí, hacien­do ocu­rrir los fac­to­res que lo cau­san. En la teo­ría de la pra­xis se defi­ne al amor como el sen­tir como pro­pio lo que le suce­de a otro o a otros.

A tra­vés de diver­sas inves­ti­ga­cio­nes se ha logra­do esta­ble­cer cuá­les son los ele­men­tos que pro­du­cen dicha iden­ti­fi­ca­ción amo­ro­sa, inde­pen­dien­te­men­te de la volun­tad de los par­ti­ci­pan­tes. Es impor­tan­te acla­rar que nos refe­ri­mos al “amor” en for­ma gene­ral abar­can­do sen­ti­mien­tos como “esti­ma­ción”, “amis­tad”, “amor filial”, “amor sexual”. El sen­ti­mien­to amo­ro­so será mayor con­for­me más inten­si­dad, dura­ción y fre­cuen­cia ten­ga cada uno de los ingre­dien­tes que a con­ti­nua­ción expo­ne­mos.

1. Reco­no­ci­mien­to. Este fac­tor con­sis­te en expre­sar o hacer saber los aspec­tos que agra­dan de sí mis­mo y de otra(s) persona(s), así como saber cuá­les ras­gos pro­pios per­so­na­les o de gru­po son agra­da­bles para otra(s) persona(s).

2. Con-viven­cia. Un ele­men­to bási­co para la pro­duc­ción del amor con­sis­te en tener viven­cias con­jun­tas como las siguien­tes: jugar comer o beber (¡en sen­ti­do amplio!) jun­tos com­par­tir even­tos como fies­tas, cine, tea­tro, músi­ca, via­jes, lec­tu­ras, etc. reír jun­tos espar­ci­mien­to com­par­ti­do.

3. Gene­ra­ción de expe­rien­cias agra­da­bles espe­cia­les. Quien pro­pi­cia expe­rien­cias que resul­tan agra­da­bles para otro se inte­gra posi­ti­va­men­te en for­ma sim­bó­li­ca en la iden­ti­dad del segun­do, sobre todo en la medi­da en que esas viven­cias gene­ra­das son poco comu­nes. Esto abar­ca des­de la mis­ma ima­gen per­so­nal, los “deta­lles”, las sor­pre­sas agra­da­bles, los rega­los, la risa, los pla­ce­res físi­cos, la poe­sía, la fan­ta­sía, entre muchas otras posi­bi­li­da­des que indu­cen la emo­ción amo­ro­sa.

4. Con­tac­to físi­co agra­da­ble. Este aspec­to es cla­ve para deter­mi­nar los nive­les de pro­fun­di­za­ción amo­ro­sa (amis­tad, rela­ción filial, amor sexual). Abar­ca des­de la mira­da, el salu­do de mano, la pal­ma­da en el hom­bro, el abra­zo, tomar­se del bra­zo, tomar­se de la mano, los besos en la meji­lla, los besos en la boca, has­ta las rela­cio­nes sexua­les pro­pia­men­te dichas, entre muchas otras varian­tes.

5. Co-ope­ra­ción. Es fuen­te de ena­mo­ra­mien­to hacer cosas en las que cada quien cola­bo­ra volun­ta­ria­men­te para lograr un resul­ta­do úni­co. Des­de mover un mue­ble entre dos o más per­so­nas has­ta jue­gos o tra­ba­jos en equi­po de dife­ren­te índo­le, com­ple­ji­dad y dura­ción. El apo­yo de uno en el otro es una for­ma espe­cial de co- ope­ra­ción mayo­res alcan­ces afec­ti­vos.

6. Crea­ti­vi­dad com­par­ti­da. Gene­rar con­jun­ta­men­te cosas intere­san­tes o esté­ti­cas que antes no exis­tían; por ejem­plo, el deco­ra­do de la casa, un inven­to, una obra artís­ti­ca, un libro, la for­ma­ción de un hijo, un des­cu­bri­mien­to, una empre­sa, una ins­ti­tu­ción, etc. Los pro­duc­tos crea­dos con­jun­ta­men­te se con­vier­ten en sím­bo­los de iden­ti­fi­ca­ción amo­ro­sa.

7. Éxi­to com­par­ti­do. La sen­sa­ción de haber alcan­za­do una meta impor­tan­te median­te esfuer­zos com­bi­na­dos de los par­ti­ci­pan­tes pro­du­ce un alto gra­do de emo­ción satis­fac­to­ria que inte­gra a los otros en la sim­bo­li­za­ción de cada uno.

8. Narra­ti­va de vida. Pla­ti­car las viven­cias coti­dia­nas y las anéc­do­tas o recuer­dos ante­rio­res, así como escu­char con aten­ción lo que le ha ocu­rri­do a otro(s) es fuen­te de com­pren­sión e iden­ti­fi­ca­ción pro­gre­si­va, siem­pre y cuan­do lo narra­do no sea emo­cio­nal­men­te agre­si­vo para el que escu­cha. El que narra entre­ga par­te de sí mis­mo a quien lo escu­cha. Este vive ima­gi­na­ria­men­te las emo­cio­nes que gene­ra la narra­ción e incor­po­ra a su ser esa expe­rien­cia del otro.

9. Com­pe­ten­cia exter­na. La cohe­sión de una pare­ja o gru­po requie­re de que esta uni­dad se con­tras­te con otras simi­la­res. En la medi­da en que esta com­pa­ra­ción exter­na fal­ta es más pro­ba­ble que aflo­ren dife­ren­cias inter­nas en el gru­po o pare­ja. Se sugie­re una com­pe­ten­cia sana, posi­ti­va; es decir, com­pe­tir en equi­po por SER MEJORES en los aspec­tos que se con­si­de­ren rele­van­tes. NO com­pe­tir por SER MENOS MALOS, o poner “zan­ca­di­llas” para que otros gru­pos o pare­jas no se desa­rro­llen, como acos­tum­bran quie­nes se sien­ten frus­tra­dos por NO SER ya y sin esfuer­zo lo que qui­sie­ran.

Con una dosis com­bi­na­da y pro­gre­si­va de los ele­men­tos men­cio­na­dos se pro­du­cen pro­ce­sos de iden­ti­fi­ca­ción amo­ro­sa de alta inten­si­dad que pue­den tra­du­cir­se en un esta­do con­ti­nuo de fre­ne­sí. Como todo fenó­meno, si cesan los fac­to­res que lo pro­du­cen tam­bién el fenó­meno des­apa­re­ce. Es decir, el amor requie­re ser cul­ti­va­do para no dejar­lo morir de ina­ni­ción. Cuan­do el amor no se cul­ti­va sur­gen la sole­dad, la frus­tra­ción, la agre­si­vi­dad, el des­pre­cio, los chan­ta­jes, los repro­ches, etc. Enton­ces se cul­ti­va sin saber­lo el odio, la apa­tía, la vio­len­cia, la des­truc­ción de la vida, es decir, la DESTRUCCION DE SI MISMO.

En el amor está la esen­cia de los seres huma­nos y es la base de la salud men­tal. La COMUNION sig­ni­fi­ca la inte­gra­ción amo­ro­sa de cada indi­vi­duo con las colec­ti­vi­da­des en que par­ti­ci­pa (la pare­ja, la fami­lia, los ami­gos, el gru­po de tra­ba­jo, la comu­ni­dad, la patria, la huma­ni­dad), y por tan­to con todo el uni­ver­so.

Vale la pena inten­tar­lo.