Autoridades de Amapsi, compañeros, familiares y amigos:
Los integrantes de la primera generación del Diplomado en Psicoterapia Sexual, les damos la más cordial bienvenida y agradecemos su presencia en la Ceremonia de Clausura de las actividades correspondientes.
Hemos organizado este acto con el deseo e interés de compartir con ustedes algunas de las significativas y retadoras experiencias que el Diplomado nos aportó. Su estructura programática, la calidad, riqueza y variedad de los materiales presentados. La calidez, conocimientos y competencia académica de nuestra ponente, la licenciada Cecilia Quero, favorecieron que cada miércoles por la tarde se abriera un paréntesis en la cotidianeidad de nuestras vidas para embarcarnos en la singular aventura de navegar por el proceloso océano de la sexualidad humana; para conocer y comprender las diversas facetas de este aspecto fundamental de la vida del hombre.
De esta manera, en un ambiente de permisividad pero también de respeto, de apertura fundamentada en conceptos teóricos orientadores, de emotividad equilibrada con la reflexión, arribamos a nuevos y estimulantes aprendizajes, de los cuales sólo mencionaremos algunos de ellos.
Entendimos que a pesar de que es evidente que desde la década de los 60as se gestó y se ha llevado a cabo una Revolución Sexual, y que el tema del sexo pasó de la mojigatería y restricciones de la moral victoriana a ser un tema que se trata a la luz del día y en todas partes, no por ello ha dejado de ser causa de angustia y culpa para gran número de personas debido a la ignorancia y prejuicios que aún persisten en nuestra sociedad.
Sustentamos que muchas de las actitudes sexuales del adulto se conforman desde la más tierna infancia por la influencia del contexto parental, familiar y social, a través de diversas conductas y tradiciones como: el color con que visten a los niños según el sexo, los juguetes que les dan, la forma como les demuestran su amor, el modo como los acarician, el nombre que les dan a sus órganos sexuales, las expectativas que tienen acerca de lo que es ser hombre o mujer, y que son adoptados de manera inconsciente por los infantes, formando parte de lo “no pensado”.
Comprendimos que la capacidad para relacionarnos sexualmente con otra u otras personas, depende en gran medida de cómo nos relacionamos en ese sentido con nosotros mismos: qué jerarquía le damos a nuestras necesidades y deseos, cuánto conocemos nuestro cuerpo, sobre todo las zonas erógenas, cómo las mimamos y cuidamos, que nos inhibe, qué nos seduce, qué nos excita.
Clarificamos que la sexualidad es una experiencia subjetiva que integra aspectos biológicos, psicológicos y sociales que se traducen en actitudes y comportamientos, en un proceso dinámico que nos puede hacer transitar del placer sensual al erótico y al coital, matizados todos ellos por aspectos cognoscitivos, afectivos y espirituales.
Finalmente, concluimos que como terapeutas sexuales una de nuestras tareas primordiales es la de coadyuvar a que los pacientes logren una vida sexual plena, responsable y satisfactoria, a partir de los recursos maravillosos con los que cuentan como lo son el deseo, la fantasía, la imaginación, los valores y la creatividad.