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Andrea Gómez
Arán­za­zu Rive­ra
Nico­le Sch­war­tz­man

Pro­yec­tos De Inves­ti­ga­ción
Mayo 2008

 

  1. 1 Intro­duc­ción

Tres estu­dian­tes de la carre­ra de Psi­co­lo­gía de la Uni­ver­si­dad Ibe­ro­ame­ri­ca­na ubi­ca­da en el ponien­te de la Ciu­dad de Méxi­co lle­va­ron a cabo un estu­dio de inves­ti­ga­ción acer­ca de la per­cep­ción de los jóve­nes en cuan­to a la rela­ción entre madres tra­ba­ja­do­ras e impac­to en el desa­rro­llo de los hijos. Dicho estu­dio se lle­vó a cabo a tra­vés del ins­tru­men­to, RIGOSCH crea­do por las mis­mas estu­dian­tes (Gómez, Rive­ra, Sch­war­tz­man).

En este tra­ba­jo se dimen­sio­na la rela­ción entre madres tra­ba­ja­do­ras e impac­to en el desa­rro­llo de los hijos en estu­dian­tes uni­ver­si­ta­rios de la Uni­ver­si­dad Ibe­ro­ame­ri­ca­na, sí es que exis­te, y su rela­ción con algu­nas varia­bles según carre­ra, edad y sexo. Se encues­tó a una mues­tra de 427 estu­dian­tes de ambos sexos. Los test fue­ron apli­ca­dos en dife­ren­tes pun­tos de la uni­ver­si­dad, como expla­na­da, salo­nes, etc. Es por eso mis­mo que se con­tó con algu­nas limi­ta­cio­nes (can­san­cio, pre­sen­cia de segun­das per­so­nas, etc.). En rela­ción a la esca­la se detec­tó ade­cua­da con­fia­bi­li­dad.

Los par­ti­ci­pan­tes fue­ron alum­nos que se encon­tra­ban estu­dian­do carre­ras que caye­ron den­tro de algu­na de las siguien­tes áreas: Huma­ni­da­des y Comu­ni­ca­ción; Cien­cia, Arte y Tec­no­lo­gía; Cien­cias Socia­les. Fue a tra­vés de este estu­dio que se bus­có rela­cio­nar las varia­bles de per­cep­ción de las madres tra­ba­ja­do­ras e impac­to del víncu­lo materno en el desa­rro­llo del hijo con las carac­te­rís­ti­cas de los par­ti­ci­pan­tes de sexo, edad y carre­ra para de esta mane­ra defi­nir su con­cep­ción acer­ca del tema.

Una vez que el ins­tru­men­to RIGOSCH fue con­tes­ta­do por los par­ti­ci­pan­tes, se lle­vó a cabo un aná­li­sis de los datos usan­do el pro­gra­ma SPSS ver­sión 14, con el fin de obte­ner grá­fi­cas, resul­ta­dos y recha­zar o acep­tar las hipó­te­sis acor­da­das por los inves­ti­ga­do­res. Por últi­mo, se obtu­vie­ron con­clu­sio­nes y se ana­li­za­ron las limi­ta­cio­nes que se habían pre­sen­ta­do a tra­vés del estu­dio.

  1. 2 Tema

Tema

La per­cep­ción del aban­dono en hijos con o sin madres que tra­ba­jan.

Pre­gun­ta de Inves­ti­ga­ción

¿Cuál es la per­cep­ción social del aban­dono que tie­nen los hijos res­pec­to a las madres tra­ba­ja­do­ras en el Dis­tri­to Fede­ral?

Jus­ti­fi­ca­ción

Debi­do a la situa­ción eco­nó­mi­ca de Méxi­co, ha sur­gi­do un cam­bio social en el que las muje­res, salien­do de un rol tra­di­cio­nal, se enfren­tan al mun­do labo­ral y de mane­ra simul­tá­nea son madres. Dicha situa­ción ha des­equi­li­bra­do la situa­ción fami­liar afec­tan­do direc­ta­men­te al esta­do emo­cio­nal de los hijos quie­nes expe­ri­men­tan sen­ti­mien­tos de aban­dono. Esta situa­ción es impor­tan­te, ya que des­de la épo­ca de los noven­ta la mayo­ría de las muje­res que tra­ba­jan tie­nen entre trein­ta y cin­co a trein­ta y nue­ve años de edad, tenien­do al mis­mo tiem­po res­pon­sa­bi­li­da­des fami­lia­res. Esta con­di­ción incre­men­ta, ya que las muje­res se han vis­to en la nece­si­dad de tra­ba­jar para con­tri­buir en la eco­no­mía del hogar.

En Méxi­co se esti­ma que más de seis de cada diez pesos de los ingre­sos mone­ta­rios de los hoga­res pro­vie­nen de la acti­vi­dad labo­ral feme­ni­na. http://www.inmujer.df.gob.mx/numeralia/part_economica/condiciones_trabajo.html). Y en lo rela­ti­vo a los hijos, el Dis­tri­to Fede­ral sólo cuen­ta con 78 guar­de­rías que cui­dan a 11 mil 855 hijos de muje­res tra­ba­ja­do­ras entre ellas, las del IMSS, lo cual resul­ta esca­so para las nece­si­da­des de la pobla­ción.

Asi­mis­mo, se debe con­si­de­rar que el hecho de que se asig­ne el rol de pro­vee­dor al hom­bre y el emo­cio­nal a la mujer hace que si en algún momen­to lle­ga a haber un divor­cio, sepa­ra­ción o muer­te de la pare­ja, la mujer deba tomar el rol de pro­vee­dor. En 1999, las tasas de par­ti­ci­pa­ción de la PEA feme­ni­na, de acuer­do con el esta­do civil, men­cio­nan que 72 de cada 100 muje­res que rea­li­zan acti­vi­da­des eco­nó­mi­cas son divor­cia­das, las muje­res sepa­ra­das pre­sen­tan una par­ti­ci­pa­ción del 67.4%, las sol­te­ras apro­xi­ma­da­men­te del 40%, y las tasas de par­ti­ci­pa­ción más bajas, las con­for­man las viu­das, casa­das y las uni­das libre­men­te con por­cen­ta­jes entre 32.4 y 28.7%.

De igual for­ma, es impor­tan­te cono­cer las nece­si­da­des de las muje­res y reco­no­cer la reali­dad labo­ral, la cual no es equi­ta­ti­va entre hom­bres y muje­res, por lo que deben exce­der la car­ga labo­ral. Los suel­dos de las muje­res son más bajos. Infor­ma­ción de la Comi­sión Eco­nó­mi­ca para Amé­ri­ca Lati­na (CEPAL) reve­la que las muje­res mexi­ca­nas ocu­pa­das en las zonas urba­nas, con 13 o más años de ins­truc­ción, ganan 47% del suel­do de un hom­bre con un igual nivel esco­lar.

En resu­men, con los datos ante­rio­res se pue­de decir que este estu­dio es impor­tan­te para la pobla­ción, ya que las muje­res se ven en nece­si­dad de tra­ba­jar horas extras; sin embar­go, no hay sufi­cien­tes guar­de­rías para sus hijos, sus suel­dos son meno­res que los de los hom­bres y esta situa­ción sigue incre­men­ta­do, crean­do así un pro­ble­ma social de gran rele­van­cia.

Obje­ti­vos

  • Gene­ral

Eva­luar la per­cep­ción que tie­nen los hijos en gene­ral res­pec­to al aban­dono por par­te de las madres tra­ba­ja­do­ras.

  • Espe­cí­fi­cos

  1. For­mu­lar un ins­tru­men­to (cues­tio­na­rio) que mida la per­cep­ción que se tie­ne hacia las madres tra­ba­ja­do­ras.

  2. Apli­car el ins­tru­men­to de medi­ción a jóve­nes uni­ver­si­ta­rios, hijos de madres tra­ba­ja­do­ras y no tra­ba­ja­do­ras.

  3. Com­pa­rar el tipo de aban­dono que per­ci­ben los hijos de madres tra­ba­ja­do­ras con los hijos de madres que no tra­ba­jan.

  4. Cate­go­ri­zar la per­cep­ción de hom­bres y muje­res jóve­nes hacia las madres tra­ba­ja­do­ras

  5. Rela­cio­nar la per­cep­ción del aban­dono con el tipo de carre­ra en cur­so.

Limi­ta­cio­nes

  • La fal­ta de par­ti­ci­pa­ción

  • No aper­tu­ra de sen­ti­mien­tos

  • Men­tir bus­can­do la apro­ba­ción del entre­vis­ta­dor

  • Apa­tía de los encues­ta­dos

  • Dis­trac­cio­nes al momen­to de con­tes­tar las encues­tas

  • Varia­bles extra­ñas de los entre­vis­ta­dos al momen­to de con­tes­tar encues­tas, tales como sue­ño, ham­bre o pro­ble­mas de la vida dia­ria.

  • Que las pre­gun­tas de la encues­ta no se entien­dan bien por los encues­ta­dos.

Glo­sa­rio

  • Doble pre­sen­cia

Doble pre­sen­cia es el lema pro­pues­to por la soció­lo­ga ita­lia­na Lau­ra Bal­bo, a fina­les de la déca­da de los 70, para nom­brar la situa­ción que carac­te­ri­za la vida de la mayo­ría de las muje­res adul­tas en las actua­les socie­da­des indus­tria­li­za­das. El lema se pro­po­ne como posi­ble sus­ti­tu­to del tér­mino “doble jor­na­da” (Refe­ren­cia de Torns, T. (2001). La Doble Pre­sen­cia: ¿Una Pro­pues­ta para lograr la Con­ci­lia­ción?, Espa­ña: Jor­na­da “Doble Jor­na­da-Doble Pre­sen­cia”).

  1. 3 MARCO DE REFERENCIA

INTRODUCCION

A con­ti­nua­ción defi­ni­re­mos algu­nos con­cep­tos que con­si­de­ra­mos de gran impor­tan­cia para poder enten­der la fina­li­dad de este estu­dio, al igual que para lograr ate­rri­zar de una mejor mane­ra los obje­ti­vos pro­pues­tos.

FAMILIA

La fami­lia es un con­jun­to de per­so­nas uni­das por lazos de paren­tes­co o rela­ción afec­ti­va, que viven bajo un mis­mo techo y que com­par­ten recur­sos y/o res­pon­sa­bi­li­da­des; inclu­ye tam­bién a las per­so­nas con lazos de paren­tes­co que no viven en el mis­mo hogar, así como tam­bién a las per­so­nas sin víncu­los de paren­tes­co, que han sido inte­gra­das en for­ma per­ma­nen­te al círcu­lo fami­liar. (http://www.sernam.cl/basemujer/Cap7/02.htm)

El prin­ci­pio de la divi­sión sexual del tra­ba­jo esta­ble­ce la depen­den­cia mutua entre los sexos y les obli­ga enton­ces a per­pe­tuar­se y hallar una fami­lia. (CHODOROW, 1991). Exis­ten dife­ren­tes tipos de fami­lias, entre los cua­les des­ta­can:

  1. La fami­lia bio­ló­gi­ca: la cual está com­pues­ta por padres e hijos bio­ló­gi­cos

  2. La fami­lia exten­di­da: que inclu­ye ade­más de los padres e hijos a parien­tes con­san­guí­neos que viven en pro­xi­mi­dad

  3. La fami­lia nuclear: inte­gra­da por los padres y los hijos, sean estos bio­ló­gi­cos o adop­ti­vos.

  4. La fami­lia mono­pa­ren­tal: que cons­ta de un solo pro­ge­ni­tor y sus hijos.

(http://www.sernam.cl/basemujer/Cap7/02.htm)

PATERNIDAD / MATERNIDAD

Antes de comen­zar a rela­cio­nar la mater­ni­dad con la nece­si­dad labo­ral y el aban­dono infan­til, cree­mos impor­tan­te defi­nir el con­cep­to de mater­ni­dad el cual es enten­di­do como el con­jun­to de fun­cio­nes, res­pon­sa­bi­li­da­des y dere­chos que tie­nen las madres con sus hijos. Dichas fun­cio­nes de mater­ni­dad de las muje­res y de pater­ni­dad de los hom­bres en la crian­za de los hijos están social­men­te deter­mi­na­das y no son exac­ta­men­te las mis­mas en todas las cul­tu­ras y cla­ses socia­les. (JIMENEZ, 2004) El modo como una per­so­na ejer­ce su pater­ni­dad y mater­ni­dad está con­di­cio­na­da por sus pro­pios con­flic­tos y expe­rien­cias infan­ti­les. (CHODOROW, 1991)

Des­de la apa­ri­ción del hom­bre, se ha vis­to la dife­ren­cia en la asig­na­ción de dichos roles, hallán­do­se su fun­da­men­to en el hecho de que la mayor agi­li­dad, for­ta­le­za, velo­ci­dad y agre­si­vi­dad de los hom­bres los lle­vó natu­ral­men­te a la caza y que las muje­res des­de enton­ces se dedi­ca­ron a man­te­ner jun­tos y a cui­dar a los niños, para de esta for­ma pro­cu­rar la per­ma­nen­cia de la espe­cie. Actual­men­te, en nues­tra socie­dad, las muje­res no pasan la mayor par­te de su vida emba­ra­za­das ni tie­nen que cui­dar a los niños exclu­si­va­men­te. (CHODOROW, 1991)

El ejer­ci­cio mater­nal no es sólo tener un hijo, impli­ca ade­más ser una per­so­na que socia­li­za y ali­men­ta. Win­ni­cott insi­núa que el hecho de que la madre lle­ve físi­ca­men­te al infan­te en el úte­ro la hace iden­ti­fi­car­se con el niño des­pués de su naci­mien­to y por lo tan­to la lle­va a “una per­cep­ción muy fuer­te de las nece­si­da­des del bebé”. De esta for­ma resul­ta deter­mi­nan­te en la divi­sión sexual del tra­ba­jo. El rol mater­nal tie­ne efec­tos impor­tan­tes en la vida de las muje­res, en la ideo­lo­gía sobre las muje­res, en la repro­duc­ción de la mas­cu­li­ni­dad y de la des­igual­dad sexual y en la vida labo­ral. (CHODOROW, 1991)

Exis­te la ten­den­cia a defi­nir las obli­ga­cio­nes del padre con rela­ción a la man­ten­ción de los hijos, y las de la madre a su cui­da­do dia­rio.

(http://www.sernam.cl/basemujer/Cap7/02.htm)

“Los dis­cur­sos del psi­co­aná­li­sis han con­tri­bui­do mucho a cons­truir una ima­gen con­cre­ta de la pater­ni­dad en nues­tro tiem­po. El padre en psi­co­aná­li­sis es repre­sen­ta­do bajo una figu­ra de prohi­bi­ción, resul­ta­do de una refe­ren­cia hege­mó­ni­ca de auto­ri­dad. Freud resal­tó más sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te la fun­ción de la madre en el desa­rro­llo del niño; de hecho, la cla­ve en su teo­ría eran las expe­rien­cias tem­pra­nas del niño con la madre. Otros auto­res den­tro de la línea psi­co­ana­lí­ti­ca, como Bowlby y Lacan, apo­yan esta idea del padre como fuen­te de auto­ri­dad y de la madre como fuen­te de afec­to; padre como figu­ra de prohi­bi­ción, como pre­sen­cia insos­la­ya­ble, y madre abo­ca­da al cui­da­do.” (JIMENEZ, 2004).

Moss afir­ma que la fal­ta de cui­da­do hacia los niños y niñas peque­ños y el inte­rés por la edu­ca­ción, no es por el tra­ba­jo remu­ne­ra­do de las madres, sino por la fal­ta de impli­ca­ción de los padres en las tareas domés­ti­cas y la fal­ta de corres­pon­sa­bi­li­dad en la edu­ca­ción. (ARENAS, 2000)

Sin embar­go, los padres cuyas com­pa­ñe­ras tra­ba­jan fue­ra del hogar, tien­den a impli­car­se de for­ma más acti­va en las tareas del cui­da­do y crian­za, lle­ván­do­le a una mayor iden­ti­fi­ca­ción con el rol de padre espe­ra­do por la socie­dad en la actua­li­dad. Para­dó­ji­ca­men­te, exis­te una cier­ta insa­tis­fac­ción entre madres tra­ba­ja­do­ras, en lo que se refie­re a su ejer­ci­cio de la mater­ni­dad, sigue sien­do cen­tral el rol mater­nal en la iden­ti­fi­ca­ción feme­ni­na, el buen desem­pe­ño de la mater­ni­dad impli­ca en el fon­do más dedi­ca­ción, más tiem­po con los hijos. Esta situa­ción favo­re­ce un con­ti­nuo apren­di­za­je por par­te de ambos padres (JIMENEZ, 2004).

VINCULO AFECTIVO

Las rela­cio­nes afec­ti­vas que esta­ble­cen los niños con per­so­nas adul­tas tie­nen una gran influen­cia en el tipo de inter­ac­ción que esta­ble­cen con su medio. Depen­dien­do de la cali­dad de dichas rela­cio­nes, el niño cons­tru­ye un sis­te­ma de creen­cias que per­ma­ne­ce a lo lar­go de su desa­rro­llo y se repro­du­ce en el momen­to de esta­ble­cer rela­cio­nes afec­ti­vas (CARRILLO, MALDONADO, SALDARRIAGA, VEGA.; 2004) No hay prue­bas de que las hor­mo­nas o cro­mo­so­mas feme­ni­nos induz­can algu­na dife­ren­cia­ción en la capa­ci­dad huma­na para la mater­ni­dad; pero si hay prue­bas sus­tan­cia­les de que las madres no bio­ló­gi­cas, así como los niños y los hom­bres, pue­den ejer­cer la materno-pater­ni­dad de un modo tan ade­cua­do como las madres bio­ló­gi­cas y sen­tir­se igual­men­te mater­na­les. (CHODOROW, 1991)

TRABAJO

Con­ti­nuan­do con las dis­tin­tas defi­ni­cio­nes de los con­cep­tos impor­tan­tes de este tra­ba­jo, pasa­mos a los dife­ren­tes orí­ge­nes eti­mo­ló­gi­cos que con­lle­va la pala­bra tra­ba­jo.

Según algu­nos auto­res, el ori­gen eti­mo­ló­gi­co de la pala­bra tra­ba­jo pro­vie­ne del latín “trabs” o “tra­bis” que sig­ni­fi­ca tra­ba, la cual se rela­cio­na por­que el tra­ba­jo repre­sen­ta un obs­tácu­lo o reto para los indi­vi­duos ya que lle­va con­si­go un esfuer­zo deter­mi­na­do. (http://archivos.diputados.gob.mx/Centros_Estudio/Cesop/Eje_tematico/d_trabajo.htm)

Otros auto­res comen­tan que tra­ba­jo pro­vie­ne de las pala­bras “labo­ra­re” o “labra­re” que sig­ni­fi­ca labrar, lo cual se refie­re a la labran­za de la tie­rra.

(http://archivos.diputados.gob.mx/Centros_Estudio/Cesop/Eje_tematico/d_trabajo.htm)

Algu­nos auto­res más seña­lan que la pala­bra tra­ba­jo, pro­vie­ne del grie­go thil­bo, que es un con­cep­to que indi­ca una acción de apre­tar, opri­mir o afli­gir.

(http://archivos.diputados.gob.mx/Centros_Estudio/Cesop/Eje_tematico/d_trabajo.htm)

Final­men­te el Dic­cio­na­rio de la Real Aca­de­mia Espa­ño­la des­cri­be al tér­mino tra­ba­jo como un esfuer­zo humano apli­ca­do a la pro­duc­ción de rique­za.

(http://archivos.diputados.gob.mx/Centros_Estudio/Cesop/Eje_tematico/d_trabajo.htm)

Por lo que pue­de con­cluir­se que el tra­ba­jo es al fin y al cabo resul­ta­do de la acti­vi­dad huma­na que tie­ne como obje­to crear satis­fac­to­res.

(http://archivos.diputados.gob.mx/Centros_Estudio/Cesop/Eje_tematico/d_trabajo.htm)

Hoy en día se per­ci­be una gran dis­tin­ción entre la defi­ni­ción del tra­ba­jo para los hom­bres y la defi­ni­ción del tra­ba­jo para las muje­res; La defi­ni­ción del tra­ba­jo para los hom­bres es la que se adop­ta gene­ral­men­te en el sis­te­ma de pro­duc­ción de mer­can­cías para el mer­ca­do o para la colec­ti­vi­dad, es decir, en si para el tra­ba­jo asa­la­ria­do. Pero para las muje­res el tra­ba­jo se refie­re, en gran medi­da, al tra­ba­jo de repro­duc­ción de los indi­vi­duos, aun­que tam­bién se les atri­buía la labor de tra­ba­jo de pro­duc­ción. (DEL RE, 1995)

Estas dife­ren­cias de géne­ro han teni­do con­se­cuen­cias en la elec­ción del tipo de tra­ba­jo asa­la­ria­do, en el nivel de ingre­sos y en la dura­ción de la jor­na­da labo­ral para las muje­res. Las muje­res per­ci­ben el tra­ba­jo asa­la­ria­do como un tra­ba­jo secun­da­rio lo cual las lle­va­ra a acep­tar sala­rios infe­rio­res y jor­na­das labo­ra­les injus­tas.

(DEL RE, 1995)

LA INCORPORACIÓN DE LA MUJER AL ÁREA LABORAL

En cuan­to a esta­dís­ti­cas se refie­re se pue­de obser­var que con­for­me pasan los años exis­te un núme­ro cada vez mayor de muje­res tra­ba­ja­do­ras que tie­nen la nece­si­dad de com­bi­nar sus labo­res de madres jun­to con sus labo­res empre­sa­ria­les.

Algu­nas de las esta­dís­ti­cas encon­tra­das a lo lar­go de la ela­bo­ra­ción de este tra­ba­jo fue­ron:

En 1950, la tasa mun­dial de acti­vi­dad eco­nó­mi­ca de las muje­res ascen­día a un 59 por cien­to en el gru­po de 20–24 años, baja­ba has­ta un 54 por cien­to en las muje­res con diez años más de edad, se man­te­nía rela­ti­va­men­te cons­tan­te para los 15 años siguien­tes y caía rápi­da­men­te des­pués de los 49 años. Hacia 1990, la tasa de acti­vi­dad eco­nó­mi­ca asu­mió un nue­vo mode­lo mun­dial, con tasas de ingre­so muy ele­va­das para las muje­res vein­tea­ñe­ras, una par­ti­ci­pa­ción cre­cien­te en el mer­ca­do de tra­ba­jo de las de entre 30 y 40 años, y una baja a par­tir de los 50 años. En otras pala­bras, cada vez hay más muje­res que pasan sus años de crian­za de los hijos como tra­ba­ja­do­ras asa­la­ria­das.

(http://www.ilo.org/public/spanish/standards/relm/ilc/ilc87/rep-v‑1.htm#La%20protección%20de%20la%20maternidad%20en%20el%20trabajo)

Entre 2000 y 2006, el núme­ro de muje­res tra­ba­ja­do­ras con hijos, aumen­tó 30%, con un uni­ver­so de 11.4 millo­nes al cie­rre de año pasa­do. Has­ta 2006, tra­ba­ja­ron 16.02 millo­nes de muje­res, lo que repre­sen­tó 37.4% de la pobla­ción ocu­pa­da total. (GONZÁLEZ I., PEDRERO F.; 2007)

Del total de muje­res tra­ba­ja­do­ras, el 71.2%, son madres, de acuer­do con infor­ma­ción del Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Esta­dís­ti­ca, Geo­gra­fía e Infor­má­ti­ca (INEGI). (GONZÁLEZ I., PEDRERO F.; 2007)

En Méxi­co las madres tra­ba­ja­do­ras tie­nen en pro­me­dio 8.5 años de estu­dio, nivel de edu­ca­ción equi­va­len­te al segun­do año de secun­da­ria. (GONZÁLEZ I., PEDRERO F.; 2007)

Estu­dios rea­li­za­dos por la Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Méxi­co (UNAM) reve­lan que el 63% de las muje­res eje­cu­ti­vas en Méxi­co no tie­nen hijos, ante la difi­cul­tad que enfren­tan para con­ci­liar su papel como pro­fe­sio­nis­tas y madres. (GONZÁLEZ I., PEDRERO F.; 2007)

En 1999 las tasas de par­ti­ci­pa­ción de la PEA feme­ni­na, de acuer­do con el esta­do civil, indi­can que la mayor par­ti­ci­pa­ción la tie­nen las muje­res divor­cia­das, don­de 72 de cada 100 rea­li­zan acti­vi­da­des eco­nó­mi­cas, le sigue el gru­po de muje­res sepa­ra­das con una par­ti­ci­pa­ción del 67.4%, las sol­te­ras con cer­ca del 40%, y en el últi­mo gru­po, con las tasas de par­ti­ci­pa­ción más bajas, se encuen­tran las viu­das, casa­das y las uni­das libre­men­te con por­cen­ta­jes entre 32.4 y 28.7%.

(http://www.inmujer.df.gob.mx/numeralia/part_economica/condiciones_trabajo.html)

Infor­ma­ción de la Comi­sión Eco­nó­mi­ca Para Amé­ri­ca Lati­na (CEPAL) reve­la que las muje­res mexi­ca­nas ocu­pa­das en las zonas urba­nas, con 13 o más años de ins­truc­ción, ganan 47% del suel­do de un hom­bre con un igual nivel esco­lar.

(http://www.inmujer.df.gob.mx/numeralia/part_economica/condiciones_trabajo.html)

A prin­ci­pios del dece­nio de 1920, las muje­res se incor­po­ra­ron masi­va­men­te al ámbi­to labo­ral y muchas de ellas lo aban­do­na­ron pocos años más tar­de para dar a luz y criar a sus hijos.

(http://www.ilo.org/public/spanish/standards/relm/ilc/ilc87/rep-v‑1.htm#La%20protección%20de%20la%20maternidad%20en%20el%20trabajo).

La incor­po­ra­ción de la mujer al mer­ca­do labo­ral ha supues­to una ver­da­de­ra revo­lu­ción y la dig­ni­fi­ca­ción de su papel en la socie­dad. Sin embar­go, este cam­bio no ha ido acom­pa­ña­do por las nece­sa­rias trans­for­ma­cio­nes socia­les para acom­pa­ñar el tra­ba­jo feme­nino fue­ra de casa y las labo­res que las muje­res desem­pe­ñan en el hogar, inclui­do el cui­da­do de niños y de ancia­nos. Esta situa­ción ha fomen­ta­do el incre­men­to de guar­de­rías que se hagan car­go de los hijos de las madres que tra­ba­jan fue­ra del hogar.

(http://www.inmujer.df.gob.mx/numeralia/part_economica/condiciones_trabajo.html)

En Méxi­co exis­te un gran défi­cit de guar­de­rías, ya que sólo se atien­de al 28% de la deman­da de dere­cho­ha­bien­tes, lo cual deja fue­ra a millo­nes de muje­res sin acce­so a este bene­fi­cio. Por esta fal­ta de guar­de­rías públi­cas, han aumen­ta­do las pri­va­das.

(http://www.inmujer.df.gob.mx/numeralia/part_economica/condiciones_trabajo.html)

En Méxi­co exis­ten 899 guar­de­rías que alber­gan a cer­ca de 103 mil 707 niños en todo el país. En el D.F. suman ape­nas 78 guar­de­rías que cui­dan a 11 mil 855 hijos de muje­res tra­ba­ja­do­ras entre ellas, las del IMSS. Sin embar­go resul­ta insu­fi­cien­te y las madres que tra­ba­jan tie­nen que dejar a sus hijos en sus hoga­res o con algún fami­liar para que los cui­den, ya que los gas­tos de una guar­de­ría par­ti­cu­lar supe­ran sus posi­bi­li­da­des eco­nó­mi­cas.

(http://www.inmujer.df.gob.mx/numeralia/part_economica/condiciones_trabajo.html)

  • Las Madres Tra­ba­ja­do­ras Y La Ley Fede­ral Del Tra­ba­jo

Los artícu­los que pro­cu­ran a las madres que tra­ba­jan son:

  1. Cuan­do se pon­ga en peli­gro la salud de la madre o del pro­duc­to, ya sea duran­te el esta­do de ges­ta­ción o el de lac­tan­cia y sin que sufra per­jui­cio en su sala­rio, pres­ta­cio­nes y dere­chos, no se podrá uti­li­zar su tra­ba­jo en labo­res insa­lu­bres o peli­gro­sas, tra­ba­jo noc­turno indus­trial, en esta­ble­ci­mien­tos comer­cia­les o de ser­vi­cio des­pués de las diez de la noche, así como en horas extra­or­di­na­rias.

  2. Duran­te el emba­ra­zo no podrá rea­li­zar escuer­zos que le per­ju­di­quen a su salud o a la del pro­duc­to.

  3. Dis­fru­ta­rán de un des­can­so de seis sema­nas ante­rio­res y seis pos­te­rio­res al par­to. Si sur­gen com­pli­ca­cio­nes, éste se pue­de alar­gar reci­bien­do el 50% de su sala­rio, no mayor de 60 días.

  4. En el perio­do de lac­tan­cia ten­drán dos repo­sos de media hora cada uno para poder ali­men­tar a sus hijos

  5. En los des­can­sos de seis sema­nas ante­rio­res y pos­te­rio­res al par­to, las muje­res dis­fru­ta­rán de su sala­rio ínte­gro.

  6. Pue­de regre­sar al pues­to que desem­pe­ña­ban ante­rior­men­te, siem­pre que no haya trans­cu­rri­do más de un año des­de la fecha del par­to

  7. Los ser­vi­cios de guar­de­ría infan­til serán pres­ta­dos por el Ins­ti­tu­to Mexi­cano del Segu­ro Social

(http://www.albebe.com/cgi-bin/albebe/familia.pl?527.html)

La “doble pre­sen­cia” con el que se adje­ti­va la vida coti­dia­na de aque­llas muje­res que deben afron­tar la acti­vi­dad labo­ral y el tra­ba­jo domés­ti­co-fami­liar como úni­co hori­zon­te via­ble y obli­ga­do. Dicha con­ci­lia­ción las lle­va a com­par­tir un ele­men­to en común: la fal­ta de tiem­po para vivir (TORNS, 2001).

A pesar de que la mayo­ría de las muje­res, cua­tro de cada cin­co, demues­tran satis­fac­ción por tra­ba­jar fue­ra del hogar, la mitad de las madres con­si­de­ra que esta situa­ción es mala para los niños.

(http://educacionparalaciudadania.wordpress.com/2007/11/06/discriminacion-de-la-madre-trabajadora/)

CONSECUENCIAS DE LA DOBLE PRESENCIA

Una situa­ción nega­ti­va que pue­de cau­sar la doble pre­sen­cia es el aban­dono infantil‑, ya que, todo ser humano, para su cre­ci­mien­to, nece­si­ta ser toca­do, escu­cha­do, ama­do y acom­pa­ña­do en los pri­me­ros años de vida. Por lo que el aban­dono infan­til, que se lle­va a cabo por la nece­si­dad de la madre de lle­var una vida labo­ral acti­va, podría traer algu­nas con­se­cuen­cias a futu­ro como: pro­ble­mas de salud, baja auto­es­ti­ma, difi­cul­tad en el mane­jo de la agre­sión, pro­ble­mas de inte­gra­ción social, difi­cul­tad para esta­ble­cer víncu­los cer­ca­nos y esta­bles duran­te su vida, y recur­sos pobres para enfren­tar la vida.

(http://www.inkaland.org/index.php?view=article&id=48&tmpl=component&print=1&page=&Itemid=50&option=com_content).

Los niños que fue­ron aban­do­na­dos en su infan­cia pro­ba­ble­men­te cuan­do sean adul­tos y ten­gan hijos, tam­bién los aban­do­na­ran. El aban­dono infan­til, como con­duc­ta vin­cu­la­da a la ausen­cia de mater­ni­dad o pater­ni­dad, se repe­ti­rá por lo menos tres gene­ra­cio­nes suce­si­vas.

(http://www.inkaland.org/index.php?view=article&id=48&tmpl=component&print=1&page=&Itemid=50&option=com_content).

Aun­que el aban­dono infan­til esta rela­cio­na­do con la pobre­za, esto no sig­ni­fi­ca que en otros sec­to­res socia­les, los niños no sean aban­do­na­dos

(http://www.inkaland.org/index.php?view=article&id=48&tmpl=component&print=1&page=&Itemid=50&option=com_content).

No todas las con­se­cuen­cias de la doble pre­sen­cia son nega­ti­vas, pues hay auto­res que con­si­de­ran que no hay víncu­lo direc­to entre el tra­ba­jo de la mujer y la salud psi­co­ló­gi­ca del niño. Ade­más, la ausen­cia de la madre no sig­ni­fi­ca una caren­cia afec­ti­va a con­di­ción de que la madre sea siem­pre lo sufi­cien­te­men­te bue­na, es decir, aman­te y con­fia­da para su hijo. (GIAMPINO, 2002).

Para que el niño no per­ci­ba el tra­ba­jo de la madre como un aban­dono, es pre­ci­so que al niño se le expli­quen las cau­sas de la ausen­cia de su madre y ase­gu­rar­se de que estas cau­sas sean total­men­te com­pren­di­das por el hijo; tomar en cuen­ta la per­so­na­li­dad del niño y expli­car la situa­ción con­for­me a lo obser­va­do; si una per­so­na exter­na se encar­ga del niño, la rela­ción entre el per­so­nal que se ocu­pa­ra del niño y los padres debe­rá ser cla­ra y de con­fian­za. (GIAMPINO, 2002).

“Exis­ten estu­dios que apun­tan a que los hijos de madres que tra­ba­jan fue­ra del hogar tie­nen mejor ren­di­mien­to esco­lar que aque­llos cuyas madres están cesan­tes o sim­ple­men­te están todo el día en su casa. Este resul­ta­do se basa­ría en que estos niños esta­rían mejor moti­va­dos debi­do al mayor nivel cul­tu­ral de sus pro­ge­ni­to­res”

(http://www.chileunido.cl/corrientes/docs_corrientes/CdeOp57maternidad.pdf

 

  1. 4 Meto­do­lo­gía

4.1 Hipó­te­sis con­cep­tual

Hay un impac­to nega­ti­vo en la acti­tud de jóve­nes con res­pec­to a las madres tra­ba­ja­do­ras, pues se con­si­de­ra que aban­do­nan a sus hijos.

4.2 Hipó­te­sis meto­do­ló­gi­cas.

H01: No exis­te dife­ren­cia esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­va entre la per­cep­ción de los jóve­nes con res­pec­to a las madres tra­ba­ja­do­ras y la carre­ra que cur­san.

H02: No exis­te dife­ren­cia esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­va entre la per­cep­ción de los jóve­nes con res­pec­to a las madres tra­ba­ja­do­ras y la edad que tie­nen.

H03: No exis­te dife­ren­cia esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­va entre la per­cep­ción de los jóve­nes con res­pec­to a las madres tra­ba­ja­do­ras y su sexo.

4.3 Varia­bles

Depen­dien­te: Acti­tud de los estu­dian­tes hacia madres Tra­ba­ja­do­ras con res­pec­to a los hijos; Acti­tud ante el impac­to del vincu­lo materno

  • Nivel de medi­ción: esca­lar

Inde­pen­dien­te: Sexo y Edad

  • Sexo

Nivel de medi­ción: nomi­nal

  • Edad

Nivel de medi­ción: ordi­nal

La varia­ble depen­dien­te, acti­tud de los estu­dian­tes hacia la rela­ción entre madres tra­ba­ja­do­ras e hijos, se defi­ne ope­ra­cio­nal­men­te en el ins­tru­men­to RIGOSH a tra­vés de cri­te­rios que se pre­sen­tan en los ítems tipo Likert: 20, 23, 2, 17, 13, 15, 9, 6, y 4

La varia­ble depen­dien­te, des­crip­ción del vincu­lo materno y su reper­cu­sión en la actua­li­dad se defi­ne ope­ra­cio­nal­men­te en el ins­tru­men­to RIGOSH a tra­vés de cri­te­rios que se pre­sen­tan en los ítems tipo Likert: 1, 12, 18, 25, 8, 21, 10, 3, 5, 7, 22, 11, 14, 16, 19, y 24

Las varia­bles inde­pen­dien­tes de edad y sexo se encon­tra­ran uti­li­zan­do el ins­tru­men­to RIGOSH pre­gun­tan­do en que gru­po se iden­ti­fi­can,

    1. 4.4 Suje­tos

Para el pre­sen­te estu­dio se uti­li­zó una mues­tra de 427 suje­tos, hom­bres y muje­res. Los suje­tos a los que se les apli­có el pre­sen­te ins­tru­men­to son estu­dian­tes uni­ver­si­ta­rios de entre 18 y 27 años que actual­men­te cur­san dis­tin­tas carre­ras ubi­ca­das en áreas de estu­dio: Divi­sión de estu­dios socia­les; Divi­sión de cien­cia, arte y tec­no­lo­gía; y Divi­sión de huma­ni­da­des y comu­ni­ca­ción.

Este estu­dio se lle­vo a aca­bo a tra­vés de una selec­ción no pro­ba­bi­lís­ti­ca al azar la cual se con­for­mo de 427 casos apli­ca­dos en la Uni­ver­si­dad Ibe­ro­ame­ri­ca­na en sus dis­tin­tas cafe­te­rías, en los salo­nes, de cla­ses, en la zona de los res­ti­ra­do­res de los depar­ta­men­tos de arqui­tec­tu­ra, en la expla­na­da y en las salas de cómpu­to.

    1. 4.5 Ins­tru­men­tos

El ins­tru­men­to con el que se lle­vó a cabo la reco­lec­ción de datos para el pre­sen­te estu­dio se deno­mi­na “RIGOSCH”. Los auto­res son Gómez Can­tón Andrea , Rive­ra Her­nán­dez Arán­za­zu Mon­tse­rrat y Sch­war­tz­man Faer­man Nico­le Batia, alum­nas que actual­men­te se encuen­tran cur­san­do el sex­to semes­tre de la carre­ra de Psi­co­lo­gía, quie­nes tuvie­ron por labor el dise­ño, la vali­dez y con­fia­bi­li­dad.

El Cues­tio­na­rio es una esca­la tipo Likert, que cons­ta de 25 reac­ti­vos cuyas opcio­nes de res­pues­ta son:

  1. Total­men­te en des­acuer­do.

  2. En des­acuer­do.

  3. Neu­tro.

  4. De acuer­do.

  5. Total­men­te de acuer­do.

Ini­cial­men­te el ins­tru­men­to uti­li­za­do se ela­bo­ro de 45 reac­ti­vos los cua­les fue­ron eva­lua­dos por un jura­do espe­cia­li­za­do en la mate­ria y ya depu­ra­do se apli­co a una mues­tra de 50 per­so­nas. Los resul­ta­dos fue­ron ana­li­za­dos uti­li­zan­do las tablas de dis­cri­mi­na­ción, con­fia­bi­li­dad y vali­dez a tra­vés de las cua­les que­do un ins­tru­men­to de 25 reac­ti­vos, el cual fue apli­ca­do a 427 suje­tos. A par­tir de los resul­ta­dos de los mis­mos se obtu­vie­ron las con­clu­sio­nes.

 

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    1. 4.6 Pro­ce­di­mien­to

El tipo de estu­dio es por obje­ti­vos, por tiem­po y por esce­na­rio; De acuer­do al esce­na­rio en el que se lle­vó a cabo, es un estu­dio de cam­po. Como los inves­ti­ga­do­res no tuvie­ron con­trol direc­to con las varia­bles inde­pen­dien­tes, no se mani­pu­la­ron varia­bles sino que úni­ca­men­te se midie­ron. Por lo tan­to, se tra­ta de un dise­ño no expe­ri­men­tal tam­bién lla­ma­do EX — POST – FACTO

4. 7 Prue­ba de Hipó­te­sis

A con­ti­nua­ción se pre­sen­ta el aná­li­sis esta­dís­ti­co que se obtu­vo del estu­dio de los resul­ta­dos arro­ja­dos por las encues­tas ela­bo­ra­das el cual ayu­do a obte­ner una con­clu­sión en la inves­ti­ga­ción.

 

 

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  • Para la rea­li­za­ción de este estu­dio, se requi­rió una mues­tra repre­sen­ta­ti­va com­pues­ta por 427 suje­tos, de los cua­les, el 50.6% corres­pon­de al Depar­ta­men­to de Cien­cias Socia­les, el 36.8% al Depar­ta­men­to de Cien­cia, Arte y Tec­no­lo­gía, el 11.8% del Depar­ta­men­to de Huma­ni­da­des y Comu­ni­ca­ción.

 

 

ANOVA de un fac­tor

 

 

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  • El impac­to del víncu­lo materno cuen­ta con una sig­ni­fi­can­cia de 0.086 > 0.05. Por lo tan­to, no exis­te una dife­ren­cia esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­va en el impac­to del víncu­lo materno para el desa­rro­llo de las per­so­nas, lo que refie­re a la per­cep­ción de que el víncu­lo materno no influ­ye direc­ta­men­te en el desa­rro­llo nor­mal del hijo.

  • Por otro lado, la varia­ble de madres tra­ba­ja­do­ras e hijos cuen­ta con una sig­ni­fi­can­cia de 0.28 > 0.05. Por lo tan­to, se encon­tró que exis­ten dife­ren­cias esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vas en las madres tra­ba­ja­do­ras e hijos, por lo que se dedu­ce que la per­cep­ción de los jóve­nes se orien­ta a la idea de que el hecho de que las madres tra­ba­jen, afec­ta el víncu­lo que exis­te entre madre e hijo.

Prue­bas post hoc

Sub­con­jun­tos homo­gé­neos

 

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  • En la varia­ble sobre el impac­to del víncu­lo materno, las carre­ras per­te­ne­cien­tes al Depar­ta­men­to de Huma­ni­da­des y Comu­ni­ca­ción, al Depar­ta­men­to de Cien­cia, Arte y Tec­no­lo­gía y al Depar­ta­men­to de Cien­cias Socia­les cuen­tan con una sig­ni­fi­can­cia de 0.075 > 0.05. Por lo tan­to, se con­clu­ye que los tres gru­pos coin­ci­den en la idea de que el víncu­lo materno impac­ta direc­ta­men­te en el desa­rro­llo de la per­so­na. Sin embar­go, se encon­tró que el Depar­ta­men­to de Cien­cias Socia­les pre­sen­ta un mayor con­ven­ci­mien­to con res­pec­to a dicha idea.

 

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  • En la varia­ble de madres tra­ba­ja­do­ras e hijos, se encon­tró que las per­so­nas que estu­dian carre­ras del Depar­ta­men­to de Cien­cia, Arte y Tec­no­lo­gía están más de acuer­do con la idea de que las madres que tra­ba­jan afec­tan nega­ti­va­men­te al desa­rro­llo nor­mal de los hijos.

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  • Es posi­ble obser­var que exis­ten dife­ren­cias esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vas entre hom­bres y muje­res acer­ca de la acti­tud hacia la rela­ción entre madres tra­ba­ja­do­ras e hijos, con una sig­ni­fi­can­cia de la prue­ba t de stu­dent de 0.000. < 0.05. Asi­mis­mo, exis­te una dife­ren­cia esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­va entre hom­bres y muje­res en cuan­to a la per­cep­ción del impac­to del víncu­lo materno en el desa­rro­llo de los hijos, con una sig­ni­fi­can­cia de la prue­ba t de stu­dent de 0.000. < 0.05.

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  • La mues­tra de jóve­nes uni­ver­si­ta­rios que par­ti­ci­pa­ron en la apli­ca­ción de la encues­ta, se divi­dió en ran­gos de edad que iban de 0 a 20 años, 20 a 21 años, 21 a 22 años y de 22 en ade­lan­te.

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  • De una mues­tra con­for­ma­da por 427 estu­dian­tes uni­ver­si­ta­rios, las eda­des más fre­cuen­tes fue­ron las siguien­tes: 102 estu­dian­tes pre­sen­ta­ron una edad de 20 años, 86 de 21 años, 77 de 22 años y 76 de 19 años.

 

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  • En lo que res­pec­ta a la varia­ble de la per­cep­ción sobre la rela­ción entre madres tra­ba­ja­do­ras e hijos, se encon­tró que el ran­go de edad que abar­ca has­ta los 21 años, pre­sen­ta una media de 21.6466, mien­tras que el ran­go de 22 años o más cuen­ta con una media de 21.7361. Mien­tras tan­to, en la varia­ble rela­ti­va a la acti­tud de los jóve­nes hacia el impac­to del víncu­lo materno en el desa­rro­llo de los hijo, se obser­va que en el ran­go de edad que abar­ca has­ta los 21 años, la media es de 67.7032; al mis­mo tiem­po en el ran­go de edad de 22 años o más, la media es de 68.375.

 

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  • Se pue­de obser­var que no exis­ten dife­ren­cias esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vas entre la edad y la per­cep­ción de los jóve­nes acer­ca de la rela­ción entre madres tra­ba­ja­do­ras y sus hijos, con­tan­do con una sig­ni­fi­can­cia bila­te­ral de 0.886 > 0.05. Asi­mis­mo, no exis­ten dife­ren­cias esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vas entre la edad y la acti­tud acer­ca del impac­to del víncu­lo materno en el desa­rro­llo de los hijos, con­tan­do con una sig­ni­fi­can­cia bila­te­ral de 0.546 > 0.05.

GRÁFICAS

 

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  • El víncu­lo materno infan­til fue medi­do en una esca­la de 16 a 80 pun­tos. En la grá­fi­ca se mues­tra que el gru­po de estu­dian­tes de Cien­cias Socia­les tuvo el mayor pro­me­dio con 69.06 pun­tos, mos­tran­do un mayor acuer­do en cuan­to a esta dimen­sión.

Grá­fi­co inter­ac­ti­vo

 

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  • La rela­ción entre madres tra­ba­ja­do­ras e hijos, fue medi­da en una esca­la de 9 a 45 pun­tos. En la grá­fi­ca se mues­tra que el gru­po de estu­dian­tes de

 

5. Dis­cu­sión de resul­ta­dos

El ins­tru­men­to de medi­ción RIGOSCH, el cual mide la per­cep­ción de la acti­vi­dad labo­ral mater­na, se apli­có a 427 estu­dian­tes de la Uni­ver­si­dad Ibe­ro­ame­ri­ca­na, den­tro de los cua­les 218 corres­pon­die­ron al Depar­ta­men­to de Cien­cias Socia­les, 157 per­te­ne­cie­ron al Depar­ta­men­to de Cien­cia, Arte y Tec­no­lo­gía, y 50 alum­nos corres­pon­dien­tes del Depar­ta­men­to de Huma­ni­da­des y Comu­ni­ca­ción.

A tra­vés de la inter­pre­ta­ción de dichas encues­tas fue posi­ble lle­gar a las siguien­tes con­clu­sio­nes:

  • No exis­te una dife­ren­cia esta­dís­ti­ca­men­te sig­ni­fi­ca­ti­va en el impac­to del víncu­lo materno para el desa­rro­llo de las per­so­nas; es decir, que el víncu­lo materno no influ­ye direc­ta­men­te en el desa­rro­llo nor­mal del hijo.

  • La per­cep­ción de los jóve­nes en cuan­to a las madres tra­ba­ja­do­ras se orien­ta a la idea de que el hecho de que las madres tra­ba­jen afec­ta el víncu­lo que exis­te entre madre e hijo.

  • Los estu­dian­tes de los tres gru­pos de carre­ras (Huma­ni­da­des y Comu­ni­ca­ción; Cien­cia, Arte y Tec­no­lo­gía; Cien­cias Socia­les) coin­ci­den con la idea de que el víncu­lo materno impac­ta direc­ta­men­te en el desa­rro­llo de la per­so­na.

  • Se encon­tró que los estu­dian­tes que per­te­ne­cen al Depar­ta­men­to de Cien­cias Socia­les, pre­sen­tan un mayor con­ven­ci­mien­to de que el víncu­lo materno impac­ta direc­ta­men­te en el desa­rro­llo de la per­so­na.

  • Las per­so­nas que estu­dian carre­ras del Depar­ta­men­to de Cien­cia, Arte y Tec­no­lo­gía están más de acuer­do con la idea de que las madres que tra­ba­jan afec­tan nega­ti­va­men­te al desa­rro­llo nor­mal de los hijos.

6. Con­clu­sio­nes

Algu­nas de las con­clu­sio­nes más sig­ni­fi­ca­ti­vas a las que se pudo lle­gar con esta inves­ti­ga­ción son que las dife­ren­cias indi­vi­dua­les de las per­so­nas duran­te su infan­cia deter­mi­nan el apro­ve­cha­mien­to del víncu­lo materno para su desa­rro­llo, es decir, que el víncu­lo materno no influ­ye prio­ri­ta­ria­men­te en el tipo de desa­rro­llo del niño.

Otra de las con­clu­sio­nes fue que la situa­ción social no ha per­mi­ti­do la crea­ción de con­di­cio­nes nece­sa­rias para el desa­rro­llo de víncu­los esta­bles y sanos para los hijos de madres que tra­ba­jan, es decir, que la incor­po­ra­ción de la mujer al mer­ca­do labo­ral ha supues­to una ver­da­de­ra revo­lu­ción y dig­ni­fi­ca­ción de su papel en la socie­dad, sin embra­go este cam­bio no ha con­tem­pla­do una trans­for­ma­ción en la idea con la que cuen­tan actual­men­te los jóve­nes acer­ca de que la madre es la úni­ca que pue­de satis­fa­cer el rol materno.

De igual mane­ra se des­cu­brió que los jóve­nes, hijos de madres tra­ba­ja­do­ras e hijos de madres dedi­ca­das al hogar, de entre 18 a 25 años creen que el hecho de que las madres tra­ba­jen pro­pi­cia una rela­ción de aban­dono entre madre e hijo.

Los jóve­nes de las carre­ras de tipo social con­si­de­ran que el vincu­lo materno impac­ta direc­ta­men­te en el desa­rro­llo de las per­so­nas; se cree que esta situa­ción se da ya que en eses tipo de carre­ras se enfo­can mas en lo humano y en las nece­si­da­des de la pobla­ción. De lo con­tra­rio los jóve­nes de las carre­ras de tipo tec­no­ló­gi­ca cuen­tan con la idea de que el hecho de que las madres tra­ba­jen afec­ta en mayor gra­do al desa­rro­llo de los hijos que al víncu­lo materno.

 

 

7. Refe­ren­cias Biblio­grá­fi­cas