El amor en la teoría de la praxis

Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta Reyes (UNAM Izta­ca­la, Amap­si)
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El amor, más que el des­amor, es lo que hace a la his­to­ria.

El amor ha sido con­si­de­ra­do como uno de los temas más con­tro­ver­ti­dos en cuan­to a sus posi­bi­li­da­des de com­pren­sión y expli­ca­ción racio­nal. Sin embar­go, prác­ti­ca­men­te todos los gran­des filó­so­fos y psi­có­lo­gos han desa­rro­lla­do teo­rías acer­ca de lo que cons­ti­tu­ye este ele­men­to fun­da­men­tal en la vida de los seres huma­nos. Si no se con­ta­ra con una repre­sen­ta­ción de lo que el amor es, cual­quier inten­to de expli­car el pro­ce­so humano resul­ta­ría falli­do.

“Que el amor es un deseo, es una ver­dad evi­den­te; así como es evi­den­te que el deseo de las cosas bellas no es siem­pre el amor”, afir­ma por una par­te Pla­tón en Fedro, y agre­ga que al amor lo gobier­nan dos prin­ci­pios: “el deseo ins­tin­ti­vo del pla­cer” y “el gus­to refle­xi­vo del bien”. En todo caso, para Pla­tón el amor es furor o deli­rio a par­tir de sen­sa­cio­nes que trans­tor­nan al indi­vi­duo ena­mo­ra­do.

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Tecnología del amor

Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta Reyes (UNAM Izta­ca­la, Amap­si)
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El amor, más que el des­amor, es lo que hace a la his­to­ria.

Sin duda, el amor es lo que mue­ve al mun­do y es lo que da sig­ni­fi­ca­do a cada uno de los esfuer­zos per­so­na­les. Sin embar­go, este sen­ti­mien­to esca­sea cada vez más y en su lugar aumen­tan la sole­dad, las frus­tra­cio­nes, los ren­co­res, la apa­tía y la vio­len­cia.

El amor es un fenó­meno tan natu­ral como la llu­via o como el her­vir del agua a 100 gra­dos cen­tí­gra­dos. Un fenó­meno se pro­du­ce cuan­do ocu­rren un con­jun­to de fac­to­res que lo gene­ran, que lo cau­san.

La téc­ni­ca es la capa­ci­dad para hacer ocu­rrir el con­jun­to nece­sa­rio de fac­to­res para pro­du­cir un fenó­meno. Una téc­ni­ca es un pro­ce­di­mien­to espe­cí­fi­co cuyo resul­ta­do se cono­ce de ante­mano. Por ejem­plo, si calen­ta­mos el agua en esta­do líqui­do has­ta los cien gra­dos cen­tí­gra­dos sabe­mos que se con­ver­ti­rá en vapor poco a poco. Se habla de tec­no­lo­gía cuan­do se arti­cu­lan un con­jun­to de téc­ni­cas para lograr un pro­duc­to com­ple­jo.

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Cómo controlar la agresividad infantil

Entre­vis­ta a Rey­na Que­ro, rea­li­za­da por Rafael Mejía y publi­ca­da ori­gi­nal­men­te en Salud y Medi­ci­nas

 

Si su hijo gol­pea a otros niños, reta a los mayo­res y actúa a menu­do con vio­len­cia, bus­que ayu­da espe­cia­li­za­da a la bre­ve­dad, ya que esta con­duc­ta, lejos de des­apa­re­cer por sí mis­ma, sue­le empeo­rar y ser cau­sa de bajo ren­di­mien­to esco­lar y pro­ble­mas de adap­ta­ción social más seve­ros de lo que ima­gi­na.

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No existen discapacitados

Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta Reyes (UNAM Izta­ca­la, Amap­si)
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Uno de los pro­ble­mas bási­cos de la civi­li­za­ción occi­den­tal es la pos­tu­la­ción de mode­los con­si­de­ra­dos como idó­neos o nor­ma­les y con base en ellos dis­cri­mi­nar a quie­nes no cum­plen con esas expec­ta­ti­vas ideo­ló­gi­cas. Así con­de­na­ron a Sócra­tes a beber la cicu­ta por no ape­gar­se a absur­das leyes al pro­mo­ver la refle­xión y el aná­li­sis crí­ti­co en sus dis­cí­pu­los, por lo que el tri­bu­nal lo con­si­de­ró como des­co­no­ce­dor de los dio­ses y corrup­tor de los jóve­nes. Ale­jan­dro Magno fue el pri­me­ro que qui­so con­quis­tar el mun­do para impo­ner en todos lados el mode­lo de demo­cra­cia ate­nien­se y así civi­li­zar a los lla­ma­dos pue­blos “bár­ba­ros”, por no tener un modo de vida como el de los grie­gos.

De la mis­ma mane­ra, actual­men­te se lla­ma “indí­ge­nas” a quie­nes no se han incor­po­ra­do al modo de vida occi­den­tal, en lugar de reco­no­cer diver­sas for­mas váli­das de orga­ni­za­ción social y de vida cul­tu­ral en cada uno de esos pue­blos que han logra­do sobre­po­ner­se duran­te más de 500 años a dicho pro­ce­so “civi­li­za­to­rio”.  Toda­vía mucha gen­te con­si­de­ra que la hete­ro­se­xua­li­dad es lo “nor­mal” y por tan­to asu­me como “anor­ma­les” a otras con­fi­gu­ra­cio­nes de iden­ti­dad y pre­fe­ren­cia sexual.

En el mis­mo sen­ti­do se habla de “dis­ca­pa­ci­ta­dos” o “minus­vá­li­dos” para refe­rir­se a las per­so­nas que care­cen de algu­nas de las capa­ci­da­des con­si­de­ra­das “nor­ma­les”, no obs­tan­te que muchos de ellos tie­nen otras capa­ci­da­des supe­rio­res. Por ejem­plo, per­so­nas que no tie­nen la capa­ci­dad visual (cie­gos) sue­len tener ele­va­das capa­ci­da­des audi­ti­vas, tác­ti­les, olfa­ti­vas y cog­ni­ti­vas, que no tie­nen los que sí pue­den ver. Per­so­nas sin vis­ta sue­len ser exce­len­tes músi­cos, capa­ces de reco­no­cer bille­tes y otros obje­tos median­te el tac­to, cap­tar aro­mas que les orien­tan, mane­jar el ába­co a velo­ci­da­des impre­sio­nan­tes y cons­truir argu­men­ta­cio­nes lógi­cas sofis­ti­ca­das. Quie­nes tie­nen menos capa­ci­dad audi­ti­va, gene­ral­men­te desa­rro­llan posi­bi­li­da­des visua­les, de memo­ria y de orien­ta­ción geo­grá­fi­ca supe­rio­res a la mayo­ría. Los que no tie­nen la posi­bi­li­dad de arti­cu­lar soni­dos ver­ba­les pue­den ser exce­len­tes dibu­jan­tes, depor­tis­tas, escri­to­res, bai­la­ri­nes o ins­tru­men­tis­tas. Las per­so­nas con lesio­nes en la cor­te­za cere­bral que tie­nen difi­cul­tad para la orga­ni­za­ción lógi­ca de su pen­sa­mien­to (cono­ci­do como “retar­do men­tal”) sue­len tener una sen­si­bi­li­dad emo­cio­nal supe­rior, que al ser valo­ra­da y edu­ca­da podría desa­rro­llar ele­va­das e impor­tan­tes posi­bi­li­da­des afec­ti­vas.

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Criterios de salud psicológica en la Teoría de la Praxis

El con­cep­to de “salud men­tal” es limi­ta­do por­que supo­ne que hay algo interno en la men­te de la per­so­na enfer­ma que no le per­mi­te adap­tar­se a la reali­dad, lo que cons­ti­tu­ye un enfo­que par­cial y es pro­pio de la alo­pa­tía en la que se han for­ma­do los psi­quia­tras, que han sido los que han pos­tu­la­do ese con­cep­to, al que los psi­có­lo­gos no debe­mos ape­gar­nos. De acuer­do a esta pers­pec­ti­va si una per­so­na actúa de mane­ra “anor­mal” o rara será nece­sa­rio admi­nis­trar medi­ca­men­tos o hacer algún tipo de inter­ven­ción en sus pro­ce­sos fisio­ló­gi­cos cere­bra­les y hor­mo­na­les, sin aten­der la mane­ra en que está vivien­do, sus víncu­los afec­ti­vos y sus posi­bi­li­da­des y limi­ta­cio­nes en su con­tex­to real. Hablar de “salud men­tal” impli­ca una equi­vo­ca­da sepa­ra­ción entre la men­te y el cuer­po, así como con el entorno físi­co y social. En la teo­ría de la pra­xis se pro­po­ne un enfo­que inte­gral en el que los fenó­me­nos psi­co­ló­gi­cos se con­ci­ben como una dimen­sión esen­cial de lo real y no como algo sepa­ra­do.

En esta teoría,tener salud psi­co­ló­gi­ca es dife­ren­te de “ser nor­mal”. Por­que no se tra­ta sim­ple­men­te de com­por­tar­se de acuer­do a las nor­mas. La nor­ma psi­co­ló­gi­ca, lo que pre­va­le­ce social­men­te, es la neu­ro­sis en diver­sos gra­dos moti­va­das por los absur­dos reales en que se des­en­vuel­ve la mayo­ría de las per­so­nas en la actua­li­dad; las per­so­nas más sanas psi­co­ló­gi­ca­men­te son mino­ría.

 

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Foto: Xava Du

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Enajenación y neurosis

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La ena­je­na­ción cons­ti­tu­ye el pro­ble­ma cla­ve en el que se sus­ten­tan las diver­sas mani­fes­ta­cio­nes de la irra­cio­na­li­dad1 de la vida social con­tem­po­rá­nea, el cúmu­lo de absur­dos en que se des­en­vuel­ve. Supe­rar la ena­je­na­ción sig­ni­fi­ca supe­rar esen­cial­men­te dicha irra­cio­na­li­dad y, por tan­to, acce­der pro­gre­si­va­men­te a una nue­va dimen­sión ‑has­ta aho­ra des­co­no­ci­da- de las rela­cio­nes entre los seres huma­nos.

La pra­xis ‑la acción huma­na, que es obje­ti­va en su movi­mien­to- plas­ma esta obje­ti­vi­dad en sus pro­duc­tos. De esa mane­ra, los pro­duc­tos tie­nen una exis­ten­cia inde­pen­dien­te del movi­mien­to que los ha crea­do, entran­do en rela­ción no sólo con su pro­duc­tor sino tam­bién con otros seres huma­nos, quie­nes pue­den usar o con­su­mir dichos pro­duc­tos. La socie­dad, sur­gi­da de esa base, sig­ni­fi­ca el inter­cam­bio de los pro­duc­tos de unos por los de otros: la co-ope­ra­ción.

Con el desa­rro­llo y la varie­dad de los pro­duc­tos las for­mas de inter­cam­bio se hacen cada vez más com­ple­jas; los pro­duc­to­res satis­fa­cen las nece­si­da­des de con­su­mi­do­res no inme­dia­ta­men­te reco­no­ci­dos que, a su vez, con­su­men los pro­duc­tos de otros seres huma­nos sin obte­ner­los direc­ta­men­te de ellos. La mis­ma orga­ni­za­ción pro­duc­ti­va cada vez más se desa­rro­lla sobre la base de la coope­ra­ción entre per­so­nas que no man­tie­nen una rela­ción inme­dia­ta. Se esta­ble­ce así una socie­dad com­ple­ja basa­da en un modo de pro­duc­ción que defi­ne las for­mas de la coope­ra­ción entre los seres huma­nos y abar­ca todas las dimen­sio­nes de su vida.

 

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Foto: Vinoth Chan­dar

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