Subjetividad y praxis: la diversidad de los contextos culturales

Sub­je­ti­vi­dad y pra­xis: la diver­si­dad de los con­tex­tos cul­tu­ra­les

Por Mar­co Eduar­do Murue­ta1

Sub­je­ti­vi­dad obje­ti­va y obje­ti­vi­dad sub­je­ti­va

La obje­ti­vi­dad es lo ver­da­de­ra­men­te sub­je­ti­vo. La sub­je­ti­vi­dad es lo ver­da­de­ra­men­te obje­ti­vo. Lo más sub­je­ti­vo es lo obje­ti­vo. Lo más obje­ti­vo es lo sub­je­ti­vo.

Por una par­te, cuan­do se tie­ne un obje­to, hay múl­ti­ples ángu­los y momen­tos en que éste pue­de cir­cuns­cri­bir­se, des­de cada uno de los cua­les se va hacien­do dis­tin­to, es decir, se va hacien­do otro obje­to. El obje­to cam­bia al modi­fi­car­se el con­tex­to, la his­to­ria en la que se enmar­ca y que siem­pre va sien­do dis­tin­ta. El obje­to que en un momen­to lla­mó la aten­ción por su nove­dad al poco tiem­po se hace vie­jo e indi­fe­ren­te, es otro. Pero, aún más, gene­ral­men­te un obje­to nace ambi­guo y com­ple­jo por la simul­tá­nea diver­si­dad y movi­mien­to de los con­tex­tos en los que se inser­ta des­de el prin­ci­pio. Así, un obje­to es siem­pre muchos obje­tos, hay una infi­ni­tud de obje­tos impli­ca­da en cada obje­to, por­que son infi­ni­tos sus con­tex­tos.

Por la otra par­te, no hay nada más paten­te y vívi­do, es decir, no hay nada más obje­ti­vo, que las emo­cio­nes cuan­do éstas son inten­sas, aun­que a veces no se ten­ga pala­bras para des­cri­bir­las.

A dife­ren­cia de lo externo que pue­de ser obser­va­do des­de diver­sos ángu­los y tie­ne des­de su ori­gen múl­ti­ples face­tas, lo interno úni­ca­men­te es des­de el ángu­lo mis­mo en que fue cap­ta­do por la per­so­na que lo obser­va; no es otra cosa, sino eso mis­mo que fue per­ci­bi­do inter­na­men­te. Es dolor, es ale­gría, es nos­tal­gia, es un recuer­do, una ima­gen, una narra­ción que el obser­va­dor ha per­ci­bi­do des­de el úni­co plano en que exis­ten. En cuan­to esas emo­cio­nes y viven­cias inter­nas pue­den ana­li­zar­se se trans­for­man en exter­nas y dejan de ser lo que fue­ron ori­gi­nal­men­te al entrar en rela­ción con otros con­tex­tos.

Con entre­na­mien­to una per­so­na pue­de apren­der a des­cri­bir con alta fide­li­dad sus emo­cio­nes y la for­ma en que desa­rro­lló un pen­sa­mien­to, así como pue­de narrar sus sue­ños que sola­men­te tie­nen un úni­co ángu­lo des­de el que son soña­dos. Sin embar­go, debe que­dar cla­ro que al nom­brar o des­cri­bir un hecho éste se trans­for­ma. Por eso se dice que el sue­ño narra­do es siem­pre dis­tin­to del sue­ño soña­do, y lo mis­mo ocu­rre con cual­quier otro obje­to. Todo obje­to al ser repre­sen­ta­do se modi­fi­ca, se hace otro en cada oca­sión en que se recuer­da. Enten­dien­do esto, podría­mos tener cla­ro que “el pasa­do se pue­de cam­biar” y de hecho cam­bia con sólo men­cio­nar­lo, como cam­bia un libro o una pelí­cu­la a los que se entra por segun­da o enési­ma vez. Los seres huma­nos esta­mos con­de­na­dos a trans­for­mar todo lo que toca­mos, aún cuan­do no sea esa la inten­ción. Por eso la cul­tu­ra cre­ce y se modi­fi­ca con la reite­ra­ción, con los ritua­les, con las cos­tum­bres.

Las emo­cio­nes y los pen­sa­mien­tos tie­nen un sen­ti­do pri­mi­ge­nio úni­co, mien­tras que lo externo es des­de el pri­mer momen­to diver­so, poli­sé­mi­co. Pero lo interno sólo pue­de per­vi­vir exter­na­li­zán­do­se, es decir, hacién­do­se otro. La viven­cia pasa a ser recuer­do. Los recuer­dos, es decir, el pasa­do, va cam­bian­do con­for­me pasa la vida; lo que un día fue tris­te­za y debi­li­dad des­pués se trans­for­ma en orgu­llo y for­ta­le­za, tal como lo mues­tran las his­to­rias heroi­cas.

En psi­co­lo­gía, los obje­ti­vis­tas no con­fia­ban en la per­cep­ción direc­ta de los datos, sino en la medi­da en que dos o más suje­tos obser­va­do­res esta­ban de acuer­do, con lo cual sus datos resul­tan “inter­sub­je­ti­vos”. Del otro lado, muchos teó­ri­cos de la sub­je­ti­vi­dad, en cam­bio, no pare­cen preo­cu­par­se mucho por con­fir­mar sus obser­va­cio­nes, las con­si­de­ran ver­da­de­ras y váli­das des­de el pri­mer momen­to, como si fue­ran obje­ti­vas.

A prin­ci­pios del siglo XXI, toda­vía hay muchos obje­ti­vis­tas que no han enten­di­do que los ojos y los oídos han sido edu­ca­dos para per­ci­bir lo que per­ci­ben, tie­nen una his­to­ria y corres­pon­den a acti­tu­des y creen­cias ideo­ló­gi­cas, y que, por tan­to, lo mis­mo ocu­rre con todos los patro­nes de medi­da a los que han con­si­de­ra­do como si fue­ran imper­so­na­les o ahis­tó­ri­cos.

Los teó­ri­cos de la sub­je­ti­vi­dad no se per­ca­tan de que los fenó­me­nos que con­si­de­ran “sub­je­ti­vos” se pro­du­cen “obje­ti­va­men­te” y se rela­cio­nan de mane­ra obje­ti­va con las con­di­cio­nes de vida mate­rial en que se des­en­vuel­ven per­so­nas y gru­pos. Los teó­ri­cos de la sub­je­ti­vi­dad no com­pren­den lo que bien dice Pablo Fer­nán­dez Christlieb (2004) acer­ca de que el pen­sa­mien­to ocu­rre no sólo en la cabe­za de las per­so­nas sino que pen­sa­mos con movi­mien­tos cor­po­ra­les y con las cosas que nos rodean. Por ejem­plo, un lápiz o una compu­tado­ra, así como la orde­na­ción que hay en un super­mer­ca­do son ele­men­tos del pen­sar de indi­vi­duos y colec­ti­vos. Al dia­lo­gar se pien­sa tam­bién a tra­vés de las pala­bras del otro.

En efec­to, todo es sub­je­ti­vo debi­do a su obje­ti­vi­dad y es obje­ti­vo por su sub­je­ti­vi­dad. Esa es la reali­dad, decía Hegel. No es que el obje­to sea otro más allá de su apa­rien­cia, sino que la apa­rien­cia es ya una par­te del obje­to real que se for­ma de múl­ti­ples, suce­si­vas e infi­ni­tas for­mas de su apa­re­cer. Así, obje­ti­vi­dad y sub­je­ti­vi­dad, tan­to en el sen­ti­do onto­ló­gi­co y epis­te­mo­ló­gi­co como en su dimen­sión pro­pia­men­te psi­co­ló­gi­ca, inclu­so indi­vi­dual, son dimen­sio­nes mutua­men­te cons­ti­tu­ti­vas. Por eso pue­de decir­se que tam­bién el psi­có­ti­co tie­ne razón, como ya nos lo habían hecho ver, por una par­te Cer­van­tes y, por otra, Eras­mo de Rot­ter­dam. Y, sien­do con­se­cuen­tes, tam­bién habría que decir que el saber abso­lu­to pre­ten­di­do por Hegel no deja de cons­ti­tuir un deli­rio de gran­de­za que, por cier­to, muy pocos han podi­do com­pren­der.

Pra­xis y semióti­ca

Los seres huma­nos –como dice Hei­deg­ger (1927/1983; pp. 97–103)– esta­mos “arro­ja­dos” en la sig­ni­fi­ca­ti­vi­dad. Vivi­mos en la sig­ni­fi­ca­ti­vi­dad como los peces en el agua; o más aún, por­que no pode­mos siquie­ra ima­gi­nar o pen­sar un mun­do sin sig­ni­fi­ca­dos. La fal­ta de sig­ni­fi­ca­dos, la nada, equi­va­le al olvi­do o a la muer­te que, sin embar­go, no pue­de com­pren­der­se sino como otra for­ma de vida: el muer­to vive: es un con­jun­to semióti­co vivo. Todo mun­do posi­ble es un con­jun­to semióti­co en movi­mien­to. Todo tie­ne el carác­ter de signo o de sím­bo­lo, todo es semióti­co. Cada cosa es un sig­ni­fi­can­te y un sig­ni­fi­ca­do. Más exac­ta­men­te todo es poli­sé­mi­co, es decir, es muchos sig­ni­fi­can­tes y muchos sig­ni­fi­ca­dos, de mane­ra sin­cró­ni­ca y dia­cró­ni­ca. Los sig­ni­fi­ca­dos se vuel­ven sig­ni­fi­can­tes de otros sig­ni­fi­ca­dos, en una made­ja infi­ni­ta que la filo­so­fía y las cien­cias inten­tan des­en­re­dar y, para­dó­ji­ca­men­te, muchas veces enre­dan más.

En esta pers­pec­ti­va, tie­nen el mis­mo esta­tu­to onto­ló­gi­co las repre­sen­ta­cio­nes men­ta­les, los sue­ños y las emo­cio­nes, las accio­nes cor­po­ra­les, el pen­sa­mien­to, las pala­bras y las corres­pon­dien­tes accio­nes de otros; las cosas mate­ria­les y las cosas inma­te­ria­les con las que inter­ac­tua­mos. Todo es obje­ti­vo-sub­je­ti­vo por­que todo es semióti­co.

Es con esta visión que por fin pue­de unir­se en un solo pro­ce­so inte­gral el alma y el cuer­po, la men­te y la con­duc­ta, lo incons­cien­te y lo cons­cien­te, la teo­ría y la prác­ti­ca. A esta diná­mi­ca inte­gral de los seres huma­nos le lla­ma­mos “pra­xis”, es decir, acción huma­na.

La pra­xis se carac­te­ri­za por la pre-visión. Pero esa pre-visión sólo es posi­ble por la incor­po­ra­ción del pasa­do, del pasa­do pro­pio y del pasa­do de otros. No es posi­ble ima­gi­nar nada que no sea una recom­bi­na­ción de lo vivi­do indi­vi­dual y colec­ti­va­men­te. La pra­xis se mues­tra así como tem­po­ra­li­dad, como un pre­sen­tar­se con­ti­nuo advi­nien­do lo que ha sido (al revés de cómo lo vió Hei­deg­ger, Op. Cit.). El sig­ni­fi­ca­do es un pro­duc­to his­tó­ri­co que abre siem­pre otras posi­bi­li­da­des, inme­dia­ta­men­te es un sig­ni­fi­can­te poli­sé­mi­co. Cada pala­bra abre varios dis­cur­sos posi­bles y el hablan­te va eli­gien­do. Al mis­mo tiem­po que quien lo escu­cha hace un esfuer­zo para seguir­lo y no per­der­se en los dis­cur­sos pro­pios que se le van gene­ran­do. Por eso, muchas veces tene­mos que leer otra vez la fra­se o el párra­fo al regre­sar de una de las tan­tas dis­trac­cio­nes pro­vo­ca­das por algu­nas pala­bras o fra­ses que van tocan­do pun­tos diver­sos de la his­to­ria per­so­nal.

A esa con­ti­nua poli­se­mia le hemos lla­ma­do “haz semióti­co”. Todo sím­bo­lo irra­dia sig­ni­fi­ca­dos con dife­ren­te fuer­za evo­ca­do­ra, algu­nos más cla­ros y dis­tin­tos y otros suti­les, ambi­guos, tras­la­pa­dos, mez­cla­dos o inte­gra­dos. Es lo que expli­ca el fenó­meno de la “con­den­sa­ción” que Freud encon­tró en la inter­pre­ta­ción de los sue­ños. Es la mul­ti­pli­ci­dad simul­tá­nea y con­ti­nua de la “aso­cia­ción libre”.

El paso de unos sig­ni­fi­ca­dos a otros es un pro­duc­to indi­so­lu­ble­men­te emo­cio­nal y cog­ni­ti­vo que en todos los casos cons­ti­tu­ye una acción, una acción cere­bral o motriz o ambas. No debe olvi­dar­se que la acción motriz es siem­pre una acción semióti­ca, tal como lo ha plan­tea­do Bru­ner (1991).

Los pro­ce­sos de sig­ni­fi­ca­do o pro­ce­sos semióti­cos tie­nen otra muy impor­tan­te pecu­lia­ri­dad: para gene­rar­se y man­te­ner­se requie­ren ser com­par­ti­dos. El ais­la­mien­to pro­lon­ga­do va borran­do los sig­ni­fi­ca­dos has­ta que lle­ga el momen­to en que no pue­de man­te­ner­se la cohe­ren­cia. Pero des­de un prin­ci­pio, la sen­sa­ción de fal­ta de sen­ti­do, de ambi­güe­dad o con­fu­sión de los sig­ni­fi­can­tes y los sig­ni­fi­ca­dos gene­ra ten­sión emo­cio­nal (neu­ro­sis). La curio­si­dad y la “avi­dez de nove­da­des” bus­can reto­mar el camino del com­par­tir la sig­ni­fi­ca­ti­vi­dad. Pero si el “ano­na­da­mien­to” (la sen­sa­ción de la nada) se pro­lon­ga o se inten­si­fi­ca, la ansie­dad se ele­va y sólo pue­de dis­mi­nuir­se tran­si­to­ria­men­te a tra­vés de tres cami­nos:

  1. Pro­vo­car­se arti­fi­cio­sa y com­pul­si­va­men­te sen­sa­cio­nes pla­cen­te­ras (comer, beber, fumar, dro­gar­se, ir de com­pras, sexua­li­dad, jue­gos para pasar el tiem­po, tele­vi­sión, músi­ca, etc.).

 

  1. Cau­sar males­ta­res a otros (a tra­vés de cul­pas, bur­las, menos­pre­cio, some­ti­mien­to, agre­sión).

  1. Exi­gir a otros que actúen a par­tir de cri­te­rios rígi­dos o este­reo­ti­pa­dos y, por tan­to, absur­dos. Des­de el fana­tis­mo reli­gio­so has­ta la dis­cri­mi­na­ción y las modas.

Como es obvio, en los tres casos se tra­ta de sig­ni­fi­ca­cio­nes for­za­das que se man­tie­nen fun­cio­nan­do como círcu­los vicio­sos: ansie­dad-com­pen­sa­ción tran­si­to­ria-ansie­dad. La vida se hace super­fi­cial y, no obs­tan­te esas fór­mu­las palia­ti­vas cada vez más sofis­ti­ca­das y pato­ló­gi­cas, gra­dual­men­te va hun­dién­do­se en la angus­tia-deses­pe­ra­ción pro­vo­ca­da por el cre­cien­te sen­ti­do de sole­dad y frus­tra­ción.

Esas son las tres carac­te­rís­ti­cas que, des­gra­cia­da­men­te, van pre­do­mi­nan­do en la huma­ni­dad con­for­me se avan­za en el ais­la­mien­to indi­vi­dua­lis­ta que acom­pa­ña al supues­to pro­gre­so. No es casual que algu­nos de los paí­ses con mayor poder tec­no­ló­gi­co ten­gan altos índi­ces en dro­ga­dic­ción, obe­si­dad, infar­tos, vio­len­cia calle­je­ra, fami­liar y mili­tar, depre­sión pro­lon­ga­da, sui­ci­dios, etc. De lo cual, tien­den a cul­par a los paí­ses que tie­nen some­ti­dos. Según ellos, sus jóve­nes se dro­gan por­que los nar­co­tra­fi­can­tes lati­no­ame­ri­ca­nos lle­van las dro­gas has­ta la puer­ta de las escue­las. No advier­ten que son esos jóve­nes y no-tan-jóve­nes, ansio­sos de la dro­ga por el indi­vi­dua­lis­mo en que viven, los que gene­ran el fenó­meno del nar­co­trá­fi­co. Que aun­que encie­rren en las cár­ce­les a todos los nar­co­tra­fi­can­tes actua­les sur­gi­rán otros que cubran esa nece­si­dad obje­ti­vo-sub­je­ti­va de sus habi­tan­tes. Esos paí­ses pode­ro­sos, vigi­lan y con­tro­lan la mane­ra de ser de todos los paí­ses para que sean a ejem­plo y seme­jan­za de ellos.

Hábi­tos y len­gua­je

La sig­ni­fi­ca­ti­vi­dad se orga­ni­za como con­jun­to de hábi­tos y como len­gua­je. Como con­jun­to que inte­gra pro­gre­si­va­men­te hábi­tos sen­so­rio­mo­tri­ces o pra­xias, hábi­tos esté­ti­cos o gus­tos, hábi­tos emo­cio­na­les o sen­ti­mien­tos y hábi­tos cog­ni­ti­vos o creen­cias (Cfr. el con­cep­to de habi­tus en Bor­dieu, 1988). Los sig­ni­fi­ca­dos no-ver­ba­les y los ver­ba­les –como lo vió Vygots­ki (pen­sa­mien­to y len­gua­je)– se com­bi­nan, se entre­cru­zan, para hacer posi­ble la pra­xis, es decir, la acción huma­na y su evo­lu­ción his­tó­ri­ca.

La memo­ria se gene­ra median­te los hábi­tos no-ver­ba­les y la estruc­tu­ra­ción lin­güís­ti­ca (que tam­bién es una estruc­tu­ra­ción de hábi­tos lin­güís­ti­cos). El len­gua­je orga­ni­za y con­so­li­da los gus­tos, los sen­ti­mien­tos, las creen­cias, las pra­xias y así per­mi­te la memo­ria ver­bal y la re-crea­ción pre­sen­te de los acon­te­ci­mien­tos emo­cio­nal­men­te sig­ni­fi­ca­ti­vos. Por eso pue­de hablar­se de una pre­his­to­ria para refe­rir­se a la eta­pa en que la huma­ni­dad aún no había logra­do la gra­fía, que per­mi­te la memo­ria a lar­go pla­zo y que evo­lu­cio­na a tra­vés de las gene­ra­cio­nes. De la mis­ma mane­ra, por razo­nes aná­lo­gas, una per­so­na no pue­de recor­dar sus viven­cia ante­rio­res a lo que Vygots­ki con­ci­bió como “len­gua­je inter­na­li­za­do”.

Las pala­bras estruc­tu­ran el mun­do. Las pala­bras, sin embar­go, son cul­mi­na­ción de la estruc­tu­ra­ción pira­mi­da­da o meta­cog­ni­ti­va de los hábi­tos. Los hábi­tos se “mola­ri­zan”, es decir, se inte­gran en paque­tes y se vin­cu­lan con otros hábi­tos y paque­tes de hábi­tos. Las pala­bras avan­zan hacia su for­ma con­cep­tual más alta en la medi­da en que inte­gran o empa­que­tan con­jun­tos de hábi­tos sen­so­rio­mo­tri­ces, emo­cio­na­les, esté­ti­cos y cog­ni­ti­vos. Las pala­bras repre­sen­tan con­jun­tos sig­ni­fi­ca­ti­vos de dife­ren­te nivel y se rela­cio­nan con otras pala­bras para inte­grar­se en cla­ses, orde­na­cio­nes, ope­ra­cio­nes lógi­cas, ope­ra­cio­nes mate­má­ti­cas.

En ese sen­ti­do, la orga­ni­za­ción y for­ma­ción de los con­cep­tos-pala­bras tien­de a una pará­bo­la: como lo des­cu­brió Pia­get (Pia­get e Inhel­der, 1978; Pia­get, 1979), las pala­bras nacen como nom­bres pega­dos al obje­to o acción que desig­nan; lue­go van hacien­do abs­trac­ción para inte­grar cla­ses de obje­tos y varia­bles abs­trac­tas, lle­gan a la repre­sen­ta­ción alge­brai­ca y ciber­né­ti­ca y, con una pers­pec­ti­va dia­léc­ti­ca (a la que no lle­gó Pia­get), pue­den vol­ver a inte­grar lo abs­trac­to y lo con­cre­to. El pen­sa­mien­to dia­léc­ti­co inte­gra en un solo pro­ce­so el razo­na­mien­to lógi­co y la intui­ción no-ver­bal, la téc­ni­ca y el arte, el tra­ba­jo y el jue­go.

Las pala­bras son esque­le­to del con­jun­to semióti­co en el que nacen y se desa­rro­llan. Nom­brar es abrir un nue­vo orden, diri­gir la aten­ción, intro­du­cir un refe­ren­te com­par­ti­do, coor­di­nar y diri­gir las accio­nes (Luria, 1979). Lo que no se pone en len­gua­je flo­ta en el ambien­te psi­co­ló­gi­co de la vida indi­vi­dual o de un gru­po; anda como rebo­tan­do entre posi­bi­li­da­des lími­te que impo­nen las cos­tum­bres, los ritua­les, los hábi­tos colec­ti­vos; en los que tam­bién se ve “arro­ja­da” cada per­so­na, for­za­da a repe­tir­los.

Pero los nom­bres, ape­nas se crean, se vuel­ven poli­sé­mi­cos, es decir, nom­bran obje­tos que se van hacien­do dis­tin­tos. Cada nom­bre se inser­ta den­tro de las múl­ti­ples his­to­rias que se sin­te­ti­zan tan­to en una deter­mi­na­da colec­ti­vi­dad como en un indi­vi­duo con­cre­to. A pesar de los dic­cio­na­rios, todos las pala­bras son ambi­guas. Lo que dice el hablan­te es siem­pre dife­ren­te de lo que oye el que lo escu­cha. Es dife­ren­te por­que sus con­tex­tos his­tó­ri­cos son dis­tin­tos.

Los sig­nos o sím­bo­los son al mis­mo tiem­po com­par­ti­dos y no-com­par­ti­dos. Los sig­nos se com­par­ten más cuan­do se inser­tan en his­to­rias y prác­ti­cas simi­la­res o com­ple­men­ta­rias. Los sig­nos, a su vez, diri­gen las his­to­rias y las prác­ti­cas colec­ti­vas. Eso es lo que plan­tea Grams­ci con su con­cep­to de hege­mo­nía. La socie­dad se orga­ni­za a tra­vés de rela­cio­nes prác­ti­co-intui­ti­vas y prác­ti­co-lin­güís­ti­cas sur­gi­das his­tó­ri­ca­men­te. Grams­ci (1975) con­si­de­ra esen­cial modi­fi­car inten­cio­nal­men­te la sig­ni­fi­ca­ti­vi­dad con­cre­ta que cohe­sio­na y le da iden­ti­dad a una deter­mi­na­da colec­ti­vi­dad. Para ello, es nece­sa­rio dise­ñar nue­vos con­cep­tos, apren­der a nom­brar, crear nue­vas pala­bras para dar otra for­ma estruc­tu­ral a las accio­nes-no ver­ba­les; pero, tam­bién lo recí­pro­co: pro­du­cir nue­vos tipos de accio­nes-no ver­ba­les como cal­do de cul­ti­vo de los nue­vos con­cep­tos. Lo uno sin lo otro es tri­vial. Hay que hacer pala­bras para nom­brar las prác­ti­cas no-ver­ba­les social­men­te emer­gen­tes, y al mis­mo tiem­po, es nece­sa­rio abrir nue­vas posi­bi­li­da­des prác­ti­cas a tra­vés de seña­lar absur­dos lógi­cos y deri­var pro­pues­tas téc­ni­cas.

Iden­ti­dad y diver­si­dad cul­tu­ral

Lo que los psi­có­lo­gos lla­man “auto­iden­ti­dad” o “Yo”, tam­bién debe com­pren­der­se como un deter­mi­na­do con­jun­to semióti­co, con una his­to­ria y un por­ve­nir. El “yo” tie­ne su sig­ni­fi­ca­do arti­cu­la­do con el sig­ni­fi­ca­do del mun­do del que for­ma par­te y que, bien vis­tas las cosas, en reali­dad el mun­do es tam­bién par­te del “yo” mis­mo. El “yo” tam­bién es plu­ri­sé­mi­co y por tan­to pue­de com­pren­der­se como un “haz semióti­co”, como todos los haces semióti­cos y los haces lumi­no­sos, con­ti­nua­men­te titi­lan­do, y así pue­de ima­gi­nar­se como un espec­tro en movi­mien­to que cam­bia su con­fi­gu­ra­ción a cada paso.

Si el mun­do se des­di­bu­ja por el ais­la­mien­to social, tam­bién se hace borro­sa la sen­sa­ción de sí mis­mo y la auto­per­cep­ción. Esto redun­da en la bús­que­da de esas sen­sa­cio­nes que tam­bién redu­cen la angus­tia por­que –mien­tras dura su efec­to– ayu­dan a reafir­mar la iden­ti­dad per­so­nal.

No bas­ta con seña­lar la influen­cia de cul­tu­ras deter­mi­na­das sobre los sen­ti­dos con­cre­ta­dos en una per­so­na, es nece­sa­rio com­pren­der de qué mane­ra la diver­si­dad cul­tu­ral impac­ta, se arrai­ga y se desa­rro­lla en cada caso. Pro­fun­di­zar en temas como for­ma­ción esté­ti­ca (edu­ca­ción de los sen­ti­dos), incor­po­ra­ción y pro­duc­ción inten­cio­nal de men­sa­jes, tra­di­cio­nes y valo­res. Los seres huma­nos somos capa­ces de tomar como pro­pias expe­rien­cias de otros a tra­vés de la comu­ni­ca­ción, para gene­rar accio­nes social­men­te per­ti­nen­tes. La pra­xis indi­vi­dual y colec­ti­va es pro­duc­to de la his­to­ria-cul­tu­ra, tan­to como lo inver­so. La reali­dad sur­ge his­tó­ri­ca­men­te con­for­me los seres huma­nos pro­du­cen y repro­ce­san sig­ni­fi­ca­dos de su acti­vi­dad-mun­do, es decir, de su pra­xis. La diver­si­dad de pra­xis es cla­ve para enten­der la diver­si­dad cul­tu­ral que, a su vez, se sin­te­ti­za en cada pra­xis indi­vi­dual o colec­ti­va.

Freud intro­du­jo el con­cep­to de “super­yo” para refe­rir la intro­yec­ción o incor­po­ra­ción de valo­res cul­tu­ra­les a la per­so­na­li­dad de los indi­vi­duos. Según Freud, el “super­yo” inte­gra tan­to al “ideal del yo” como a “la cen­su­ra moral” que deli­mi­ta lo que el indi­vi­duo debe hacer y aque­llo que le está per­mi­ti­do. Sin embar­go, para Freud toda la ener­gía moti­va­cio­nal pro­vie­ne del “ello”, de las “pul­sio­nes” inna­tas de vida y de muer­te. Freud con­ci­bió al “super­yo” como algo esen­cial­men­te mono­lí­ti­co pues no tomó en cuen­ta la diver­si­dad cul­tu­ral en que se des­en­vuel­ve cada per­so­na. Ese con­cep­to freu­diano de “super­yo” pue­de vol­ver­se más intere­san­te si se le con­ci­be des­de la diver­si­dad cul­tu­ral, y, por tan­to, pue­de esta­ble­cer­se una fuer­za moti­va­cio­nal per­so­nal ori­gi­na­da por las con­tra­dic­cio­nes cul­tu­ra­les que incor­po­ra de sus padres, de la escue­la, de los medios de comu­ni­ca­ción y de otras influen­cias semióti­cas. La fuen­te prin­ci­pal de la moti­va­ción per­so­nal, así, no sería de carác­ter bio­ló­gi­co sino semióti­co-cul­tu­ral, o sea his­tó­ri­ca, y esto impli­ca una pro­pues­ta muy rele­van­te en la psi­co­lo­gía con­tem­po­rá­nea, par­ti­cu­lar­men­te en Amé­ri­ca Lati­na, cri­sol de todas las cul­tu­ras.

En ese sen­ti­do, resul­ta intere­san­te la rela­ción entre el con­cep­to de pra­xis y la intro­yec­ción com­ple­ja de diver­sos valo­res cul­tu­ra­les. Las rela­cio­nes prác­ti­cas (sen­so­ria­les, esté­ti­cas) de una per­so­na con el medio cul­tu­ral que le rodea, al mis­mo tiem­po son pro­duc­to de una his­to­ria semióti­ca y, por tan­to, cul­tu­ral, como gene­ran nue­vas dimen­sio­nes semióti­cas y pro­du­cen cul­tu­ra.

Es nece­sa­rio revo­lu­cio­nar el con­cep­to de cul­tu­ra. Toda cul­tu­ra impli­ca una diver­si­dad cul­tu­ral en su inte­rior, todas las cul­tu­ras son cul­tu­ras híbri­das –como diría Gar­cía Can­cli­ni (1990). Un niño tie­ne la influen­cia esen­cial de las cul­tu­ras fami­lia­res dife­ren­tes de las que pro­vie­nen sus padres o tuto­res; la diná­mi­ca cul­tu­ral de las fami­lias se enfren­ta con las cul­tu­ras esco­la­res, inclu­si­ve cada maes­tro y cada com­pa­ñe­ro de la escue­la son expre­sión sin­té­ti­ca de otras com­bi­na­cio­nes cul­tu­ra­les. Los medios de comu­ni­ca­ción masi­va, los comer­cios, los jugue­tes y los jue­gos intro­du­cen otros tan­tos ele­men­tos cul­tu­ra­les en la auto­sen­sa­ción y com­pren­sión de sí mis­mo y del mun­do que le rodea. Las cul­tu­ras loca­les se ven alte­ra­das por la glo­ba­li­dad que, a pesar de todo su impac­to, no ter­mi­na de borrar­las.

Por eso Grams­ci (1987) con­ci­be al indi­vi­duo como “la sín­te­sis de las rela­cio­nes exis­ten­tes” y tam­bién “la his­to­ria de esas rela­cio­nes”. “Es el resul­ta­do de todo el pasa­do” –dice–. Lo mis­mo sería apli­ca­ble a un gru­po deter­mi­na­do, a una cla­se social, a una comu­ni­dad y a la huma­ni­dad toda. En ese sen­ti­do, la cul­tu­ra sig­ni­fi­ca la incor­po­ra­ción-trans­for­ma­ción de las viven­cias de unos en otros, a tra­vés de la re-ite­ra­ción, como le lla­ma Hei­deg­ger (Op. Cit.) al apro­piar­se de lo que ha sido; al vol­ver a hacer pre­sen­te lo que ha sido, de una nue­va mane­ra, en un nue­vo con­tex­to y, por tan­to, como algo nue­vo.

Se usan las mis­mas pala­bras que siem­pre dicen algo dis­tin­to, y por tan­to son otras; se apli­can las mis­mas téc­ni­cas para pro­du­cir efec­tos espe­ra­dos en situa­cio­nes dife­ren­tes por lo que la téc­ni­ca siem­pre inte­gra la intui­ción de la posi­bi­li­dad que nun­ca es cer­te­za abso­lu­ta; se re-pro­du­cen las cos­tum­bres y los ritua­les como con­ti­nui­dad e iden­ti­dad his­tó­ri­ca de indi­vi­duos y comu­ni­da­des que van dejan­do de ser lo que eran, las iden­ti­da­des se trans­for­man. A tra­vés de ello se con­cre­tan y con­so­li­dan valo­res per­so­na­les y com­par­ti­dos por colec­ti­vi­da­des deter­mi­na­das, sin dejar de tener la ten­sión y el movi­mien­to que antes refe­ri­mos; lo mis­mo ocu­rre con las creen­cias y códi­gos de comu­ni­ca­ción, como base para la “socie­dad”, es decir, como base de la acción coor­di­na­da, de la coope­ra­ción y de la memo­ria indi­vi­dual y colec­ti­va. Sin la re-ite­ra­ción es impo­si­ble recor­dar, y por tan­to no sería posi­ble tener his­to­ria e iden­ti­dad; no es posi­ble el ser humano.

Así, la cul­tu­ra es –como decía Grams­ci– orga­ni­za­ción pro­gre­si­va, indi­vi­dual y colec­ti­va. Una cul­tu­ra com­ple­ja per­mi­te una orga­ni­za­ción com­ple­ja, pero tam­bién vice­ver­sa. La apro­pia­ción o re-ite­ra­ción de las expe­rien­cias y viven­cias de otros es lo que per­mi­te enten­der su pun­to de vis­ta, sus pro­pues­tas y el sen­ti­do de sus accio­nes; ele­men­tos indis­pen­sa­bles para coor­di­nar accio­nes colec­ti­vas.

Cul­tu­ra y pseu­do­cul­tu­ra

Quie­nes ten­gan acce­so a expe­rien­cias diver­sas y ricas en su con­te­ni­do ten­drán más cul­tu­ra (al poder re-ite­rar dichas expe­rien­cias) y, por tan­to, podrán cap­tar en mayor medi­da los mati­ces de per­so­na­li­da­des y situa­cio­nes logran­do ima­gi­nar com­bi­na­cio­nes y posi­bi­li­da­des com­ple­jas de mayor alcan­ce prác­ti­co. Podrán con­vo­car a opcio­nes enten­di­bles para muchos sin nece­si­dad de impo­ner­les un deter­mi­na­do pun­to de vis­ta. La impo­si­ción, la vio­len­cia, en el fon­do sig­ni­fi­ca impo­ten­cia, inca­pa­ci­dad para com­pren­der las moti­va­cio­nes de los otros, su pun­to de vis­ta, su valor social e his­tó­ri­co, es decir, fal­ta de cul­tu­ra o anqui­lo­sa­mien­to de la cul­tu­ra (pseu­do­cul­tu­ra). La per­so­na poco cul­ta o anqui­lo­sa­da requie­re del poder del dine­ro y del poder tener un car­go for­mal o un medio de difu­sión para ampli­fi­car e impo­ner su lógi­ca, que a esa mis­ma per­so­na se le ha impues­to des­de fue­ra; pue­de “man­dar obe­de­cien­do” a un sis­te­ma imper­so­nal que no com­pren­de, pero en el que cree cie­ga­men­te. Como dice Pink Floyd, se tor­na en “otro ladri­llo en la pared”, el muro que inhi­be la cul­tu­ra real, el apro­pia­mien­to por cada quien de las viven­cias más diver­sas e intere­san­tes de los seres huma­nos y la posi­bi­li­dad de crear, hacien­do reali­dad lo que pare­cían uto­pías.

A la cul­tu­ra le es inhe­ren­te la auto­ma­ti­za­ción de expe­rien­cias his­tó­ri­ca­men­te asi­mi­la­das, a tra­vés de ritua­les, cos­tum­bres y hábi­tos (prác­ti­cos, creen­cias, sen­ti­mien­tos y gus­tos). Pero dicha auto­ma­ti­za­ción enve­je­ce y poco a poco pier­de fres­cu­ra para aco­plar­se a situa­cio­nes nove­do­sas; de ser una téc­ni­ca o un hábi­to nece­sa­rio y efi­caz en deter­mi­na­da épo­ca o cir­cuns­tan­cia se hace rígi­da y se vuel­ve un obs­tácu­lo para el cul­ti­vo de nue­vas creen­cias, valo­res y cons­tum­bres emer­gen­tes en cir­cuns­tan­cias dis­tin­tas; en lugar de ser “cul­ti­vo de algo” se trans­for­ma en iner­cia que sólo sir­ve para cul­ti­var pre­sio­nes absur­das e irri­ta­ción per­so­nal y colec­ti­va. Esto ha deri­va­do his­tó­ri­ca­men­te en que los colec­ti­vos y las per­so­nas con­si­de­ren como uni­ver­sa­les lo que sólo sería váli­do en deter­mi­na­dos con­tex­tos, lo cual tie­ne como efec­to lógi­co el enfren­ta­mien­to de los uni­ver­sa­les de unos con los de otros que pro­vie­nen de expe­rien­cias dis­tin­tas; los auto­ma­tis­mos o iner­cias de unos con­tra los de otros. Así la gue­rra se ha hecho pre­sen­te en la his­to­ria huma­na, en las fami­lias e inclu­so en el inte­rior de los indi­vi­duos. A eso, pre­ci­sa­men­te, se le pue­de deno­mi­nar “psi­co­pa­to­lo­gía”: afe­rrar­se a deter­mi­na­dos esque­mas, supues­tos o ilu­sio­nes. Las expe­rien­cias cul­tu­ra­les se trans­for­man a veces en una espe­cie de con­tra-cul­tu­ra o pseu­do­cul­tu­ra.

Con toda la gran­dio­si­dad de la cul­tu­ra huma­na, has­ta aho­ra y des­de hace unos 3000 años la pseu­do­cul­tu­ra pre­va­le­ce, inclu­so ésta se tra­ga y deglu­te pro­gre­si­va­men­te a la cul­tu­ra, defor­mán­do­la. A eso se refie­re Nietz­sche (1885/1997) cuan­do seña­la cómo lo que ori­gi­nal­men­te pudo haber sido con­si­de­ra­do como “bueno” por su con­tri­bu­ción a la vida, a la for­ta­le­za de los invi­di­duos y de las colec­ti­vi­da­des, al sedi­men­tar­se se auto­ma­ti­za y tie­ne una fun­ción con­tra­ria. “Pseu­do­cul­tu­ra” por­que en lugar de “cul­ti­var” lo que favo­re­ce el bien­es­tar y el desa­rro­llo de los huma­nos y de la vida en gene­ral, para­dó­ji­ca­men­te cul­ti­va valo­res, creen­cias y cos­tum­bres que, fue­ra de su con­tex­to ori­gi­nal, resul­tan con­tra­rios a dicho bien­es­tar y desa­rro­llo.

Des­afor­tu­na­da­men­te, el poder polí­ti­co y eco­nó­mi­co, así como las posi­bi­li­da­des de difu­sión masi­va, sue­len estar en manos de men­tes cerra­das, rígi­das, a veces inclu­so obnu­bi­la­das, que se han hecho de ese poder a toda cos­ta, pasan­do sobre quien sea, min­tien­do, sobor­nan­do, apa­ren­tan­do, etc. Es difí­cil que una per­so­na real­men­te cul­ta acep­te el cos­to éti­co que los actua­les sis­te­mas eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos requie­ren de sus fun­cio­na­rios. A mayor cul­tu­ra real mayor resis­ten­cia a la inmo­ra­li­dad (la men­ti­ra, la corrup­ción, etc.), al fana­tis­mo y a la mora­li­na. Esto no sig­ni­fi­ca que no haya polí­ti­cos con sen­si­bi­li­dad cul­tu­ral que real­men­te bus­quen con­tri­buir al bene­fi­cio colec­ti­vo, pero des­afor­tu­na­da­men­te has­ta aho­ra han sido mino­ría. Tam­po­co impli­ca un mani­queís­mo, pues entre los dos polos es posi­ble encon­trar una gama en la que qui­zá nadie toque los extre­mos, lo que impli­ca que en cada indi­vi­duo y en cada colec­ti­vo la cul­tu­ra y la pseu­do­cul­tu­ra coexis­ten en deter­mi­na­das pro­por­cio­nes, cam­bian­tes según sus nue­vas expe­rien­cias

La pseu­do­cul­tu­ra en el poder sue­le per­se­guir y ata­car a la cul­tu­ra y a otras ver­sio­nes de pseu­do­cul­tu­ra que le son aver­si­vas, para eso están las leyes, las san­cio­nes y las armas. Vigi­lar y cas­ti­gar –dirá Fou­cault (1996). La pseu­do­cul­tu­ra, real­men­te no deja de ser una cul­tu­ra que tie­ne una acti­tud cerra­da. Como si dije­ra: “sola­men­te será lo que ya ha sido”. Pero no hay una re-ite­ra­ción de lo sido ubi­cán­do­lo en los nue­vos con­tex­tos, sino con­ci­bien­do a lo sido como inmó­vil, es decir “fue­ra de con­tex­to”. Padres y maes­tros que repri­men las modas juve­ni­les olvi­dan­do que ellos tam­bién fue­ron jóve­nes repri­mi­dos. Adul­tos que no son capa­ces de cap­tar los men­sa­jes de las nue­vas gene­ra­cio­nes y las cir­cuns­tan­cias en que viven.

La pseu­do­cul­tu­ra se basa en y pro­mue­ve la des­con­fian­za gene­ra­li­za­da, como en el enfo­que de Hob­bes y Freud. La colec­ti­vi­dad con­ti­nua­men­te sin­tién­do­se ame­na­za­da por los intere­ses indi­vi­dua­les. Para todo hay que crear nor­mas, vigi­lan­tes y san­cio­nes res­pec­ti­vas. Por ejem­plo, eso sus­ten­ta la mal lla­ma­da “cul­tu­ra demo­crá­ti­ca” que pre­va­le­ce en el mun­do y que muchos dan por sen­ta­do como un con­jun­to de valo­res uni­ver­sa­les: la lega­li­dad, la obje­ti­vi­dad, la impar­cia­li­dad, la tole­ran­cia, el voto influi­do por el mejor mane­jo publi­ci­ta­rio que con fre­cuen­cia pro­mo­cio­na a la medio­cri­dad y el ego­cen­tris­mo; los tru­cos lega­loi­des, la gue­rra ver­bal para demos­trar que el otro es peor, etc.

Por el con­tra­rio, la cul­tu­ra impli­ca orga­ni­za­ción y con-viven­cia, o qui­zá más bien al revés: la con-viven­cia (viven­cia com­par­ti­da) como base de la orga­ni­za­ción. La cul­tu­ra pro­mue­ve la con­fian­za recí­pro­ca y el afec­to. Al con-vivir se cap­tan y se com­par­ten pun­tos de vis­ta que pue­den coor­di­nar­se para rea­li­zar un pro­yec­to. La co-ope­ra­ción nace de la inte­gra­ción afec­ti­va y la pro­du­ce. Tener intere­ses com­par­ti­dos o cap­tar como pro­pio el inte­rés del otro, de los otros, es el fun­da­men­to de la “socie­dad” (ser socios).

La pseu­do­cul­tu­ra invier­te el sen­ti­do de esa “socie­dad”. El incul­to o pseu­do­cul­to usa a los otros como medios para intere­ses inme­dia­tos. Cuan­do cola­bo­ra en un pro­yec­to lo hace pen­san­do en el bene­fi­cio per­so­nal que obten­drá de esa “socie­dad”, sin impor­tar­le el sen­ti­do colec­ti­vo del pro­yec­to. El incul­to está diso­cia­do de la comu­ni­dad a la que “des­afor­tu­na­da­men­te” per­te­ne­ce y des­pre­cia.

La cul­tu­ra como incor­po­ra­ción-repro­duc­ción y apro­pia­mien­to de las expe­rien­cias de otros –en el gra­do en que eso ocu­rra– invo­lu­cra a cada per­so­na y a cada gru­po con la colec­ti­vi­dad, pro­mue­ve el sen­ti­do de comu­ni­dad, de iden­ti­dad colec­ti­va inte­gra­da en la iden­ti­dad indi­vi­dual, lo cual es la base ver­da­de­ra de la res­pon­sa­bi­li­dad social y de la acción éti­ca. Pero el sen­ti­do de comu­ni­dad no pue­de sur­gir como pseu­do­cul­tu­ra median­te el adoc­tri­na­mien­to o la coer­ción, su posi­bi­li­dad se basa en la expan­sión y pro­fun­di­za­ción de los afec­tos (com­pa­ñe­ris­mo, esti­ma­ción, amis­tad, amor) median­te la rea­li­za­ción de acti­vi­da­des que per­mi­tan que unos incor­po­ren lo más direc­ta­men­te posi­ble las expe­rien­cias de otros: dia­lo­gar escu­chan­do las his­to­rias, jugar y con­vi­vir, com­par­tir pro­yec­tos exi­to­sos. En el gra­do en que estos tres ele­men­tos for­man par­te de la vida indi­vi­dual y, por tan­to, colec­ti­va, la sen­sa­ción de liber­tad cobra reali­dad. Es el sen­ti­do esen­cial de la fra­se céle­bre de José Mar­tí: Ser cul­tos para ser libres.

La liber­tad de un indi­vi­duo, de un gru­po, de una orga­ni­za­ción, de un país, de la huma­ni­dad toda, se acre­cien­ta con­for­me en cada caso se inte­gran como pro­pios las pers­pec­ti­vas y los sen­ti­mien­tos de los demás; con­for­me éstos se hacen una pers­pec­ti­va y un sen­ti­mien­to pro­pio. Para ello resul­ta esen­cial la fami­lia­ri­za­ción con las diver­sas his­to­rias, los diver­sos con­tex­tos. De esa mane­ra, el libre deseo de un indi­vi­duo tien­de a iden­ti­fi­car­se con los anhe­los y valo­res pro­fun­dos de los colec­ti­vos en que se des­en­vuel­ve, es decir, en los que par­ti­ci­pa. Con esto se dis­mi­nu­ye la fun­cio­na­li­dad de vigi­lan­tes y san­cio­nes, al cre­cer la con­fian­za entre los indi­vi­duos y hacia las ins­ti­tu­cio­nes. Los indi­vi­duos toman el poder (poder hacer).

Biblio­gra­fía

Bor­dieu, P. (1988) La dis­tin­ción. Cri­te­rios y bases socia­les del gus­to. Tau­rus, Madrid.

Bru­ner, J. (1991). Actos de sig­ni­fi­ca­do: más allá de la revo­lu­ción cog­ni­ti­va. Alian­za, Madrid.

Fer­nán­dez Christlieb, P. (2004). La socie­dad men­tal. Anth­ro­pos, Bar­ce­lo­na.

Fou­cault, M. (1996). Vigi­lar y cas­ti­gar. Naci­mien­to de la pri­sión. Siglo XXI, Madrid.

 

Gar­cía Can­cli­ni, N. (1990). Cul­tu­ras híbri­das: Estra­te­gias para entrar y salir de la moder­ni­dad. Gri­jal­bo, Méxi­co.

Grams­ci, A. (1975). Los inte­lec­tua­les y la orga­ni­za­ción de la cul­tu­ra, Juan Pablos Edi­tor. Méxi­co.

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Hei­deg­ger, M. (1927). El ser y el tiem­po. Fon­do de Cul­tu­ra Eco­nó­mi­ca, Méxi­co, 1983.

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Vygots­ki, L. S. (1988). Pen­sa­mien­to y len­gua­je. Quin­to sol, Méxi­co.

1 Pro­fe­sor Titu­lar de la Carre­ra de Psi­co­lo­gía en la UNAM Izta­ca­la (Méxi­co). Pre­si­den­te de la Aso­cia­ción Mexi­ca­na de Alter­na­ti­vas en Psi­co­lo­gía (AMAPSI). Correo‑e: murueta@servidor.unam.mx

Ejercicio terapéutico

Ejer­ci­cio tera­péu­ti­co

 

Dise­ña­do por

Dr. Marco Eduardo Murueta

Este ejer­ci­cio está dise­ña­do espe­cial­men­te para:

  • Pro­pi­ciar el auto­co­no­ci­mien­to y la ele­va­ción de la auto­es­ti­ma,

  • Gene­rar la moti­va­ción para la supera­ción psi­co­ló­gi­ca,

  • Com­ba­tir los esta­dos depre­si­vos o apá­ti­cos,

  • Mejo­rar la ubi­ca­ción per­so­nal

INSTRUCCIONES: En un cua­derno com­ple­ta con sin­ce­ri­dad y en for­ma pre­ci­sa las siguien­tes fra­ses:

  1. Mis cin­co cua­li­da­des prin­ci­pa­les son

  2. Lo que más me agra­da físi­ca­men­te de mí es

  3. La mejor épo­ca de mi vida ha sido…

Por­que…

  1. Mis tres habi­li­da­des o capa­ci­da­des prin­ci­pa­les son

  2. Tres cosas que he hecho y me han sali­do bien son

  3. Las per­so­nas que más quie­ro son

  4. Las per­so­nas que más me han que­ri­do son

  5. Tres per­so­nas con las que más me gus­ta pla­ti­car son

  6. Las tres acti­vi­da­des que más me gus­tan son

  7. Los temas que más intere­san son los siguien­tes:

  8. Tres comi­das que me gus­tan mucho son

  9. Tres can­cio­nes o melo­días que me gus­tan mucho son

  10. Tres pelí­cu­las que me han gus­ta­do son

  11. Los luga­res don­de más me gus­ta estar son

  12. Si yo tuvie­ra una “lám­pa­ra mági­ca” como la de Ala­dino, pedi­ría los tres deseos siguien­tes

  13. Tres metas que qui­sie­ra lograr en mi vida son

  14. En los pró­xi­mos seis meses espe­ro lograr

  15. Dos pro­pó­si­tos que pue­do rea­li­zar en los pró­xi­mos días son

  16. Las per­so­nas con quie­nes pue­do com­par­tir mis pro­yec­tos son

  17. La per­so­na a quien más con­fian­za le ten­go es

  18. Me gus­ta diver­tir­me en com­pa­ñía de

  19. Para diver­tir­me en los pró­xi­mos días pue­do hacer lo siguien­te:

  20. Me gus­ta­ría NO ENOJARME cuan­do alguien

  21. En lugar de eno­jar­me lo que pue­do hacer es

  22. Una cosa que hago y me gus­ta­ría cam­biar es

  23. Un sen­ti­mien­to que ten­go y me gus­ta­ría cam­biar es

  24. Tres per­so­nas cer­ca­nas que hacen las cosas muy bien son

  25. Tres per­so­nas que res­pe­to y opi­nan muy dife­ren­te a mi son

  26. Estoy en des­acuer­do con mucha gen­te en la opi­nión de que

  27. Me gus­ta­ría supe­rar el mie­do a

  28. Me gus­ta­ría tener más cui­da­do cuan­do

  29. Tres per­so­nas que me gus­ta­ría cono­cer y pla­ti­car con ellas

  30. Tres per­so­nas a las que me gus­ta­ría ayu­dar son

  31. Tres cosas que NO acep­ta­ría de otras per­so­nas son

  32. Si ten­go un con­flic­to con otra per­so­na pue­do hacer lo siguien­te:

  33. Esta­ría dis­pues­to a luchar por

  34. El sue­ño que más recuer­do es

  35. Las tres cosas que más valo­ro de mi país son

  36. Los per­so­na­jes de la his­to­ria que más admi­ro son… por­que..

  37. Pien­so que todos los seres huma­nos tie­ne dere­cho a

  38. Tres cosas que pro­pon­dría para cui­dar el medio ambien­te son

  39. Tres pala­bras que expre­san valo­res fun­da­men­ta­les para mi son

  40. Este ejer­ci­cio me ha hecho sen­tir

  • Una vez ter­mi­na­do el ejer­ci­cio indi­vi­dual, es con­ve­nien­te comen­tar tus res­pues­tas con una per­so­na de con­fian­za.

  • Es reco­men­da­ble asis­tir con un psi­có­lo­go para ana­li­zar tu situa­ción per­so­nal y gene­rar una mejor pers­pec­ti­va de vida.

Para reci­bir orien­ta­ción pro­fe­sio­nal lla­ma:

Tels.: 53 41 80 12 y 53 41 50 39.

Aso­cia­ción Mexi­ca­na de Alter­na­ti­vas en Psi­co­lo­gía (Amap­si)

Calle Ins­ti­tu­to de Higie­ne No. 56, Col. Popotla

(jun­to al Árbol de la Noche “Tris­te”, cer­ca Metro Cuitláhuac)

Méxi­co, D. F.

Códi­go Pos­tal 11400

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Más allá de la psicología, de la medicina y de la enseñanza

Manuel Cal­vi­ño Val­dés-Fauly (Facul­tad de Psi­co­lo­gía. Uni­ver­si­dad de La Haba­na. Cuba.)
\n calvino@infomed.sld.cu Esta direc­ción de correo elec­tró­ni­co está pro­te­gi­da con­tra los robots de spam, nece­si­tas tener Javas­cript acti­va­do para poder ver­la

Los con­cep­tos y nocio­nes tra­di­cio­na­les con los que ope­ra­mos en nues­tra geo­me­tría psí­qui­ca están cla­ra­men­te deli­mi­ta­dos. Pero, de algu­na mane­ra, su ins­crip­ción dis­tan­cia nues­tro dis­cur­so del dis­cur­so de nues­tro usua­rio y por ende del sen­ti­do coti­diano de nues­tras prác­ti­cas. Jun­to a esto las prác­ti­cas de la psi­co­lo­gía, así como sus prac­ti­can­tes, han esta­do barro­ca­men­te “mul­ti­co­to­mi­za­dos” por para­dig­mas de rup­tu­ra y dife­ren­cia­ción. A pesar de esto, exis­te una uni­dad. Nos lla­ma­mos psi­có­lo­gos no casual­men­te, hace­mos psi­co­lo­gía. Argu­men­tos exis­ten. Pero la uni­dad real de una pro­fe­sión se rea­li­za en su inten­cio­na­li­dad social. La inten­ción es la meta, es la uto­pía posi­ble des­de el accio­nar pro­fe­sio­nal inser­ta­do en una reali­dad social, eco­nó­mi­ca, polí­ti­ca. Una pro­fe­sión es “pro­fe­sión en si”, acu­dien­do a una ana­lo­gía de la teo­ri­za­ción mar­xis­ta de las cla­ses, mien­tras exis­te como con­jun­to más o menos arti­cu­la­do o rela­cio­nal de per­so­nas que rea­li­zan prác­ti­cas simi­la­res, tie­nen per­cep­cio­nes y auto­per­cep­cio­nes comu­nes en su per­fil pro­fe­sio­nal y guar­dan rela­cio­nes aná­lo­gas con su entorno. Solo cuan­do el gre­mio toma cons­cien­cia de su misión pro­fe­sio­nal y la asu­me devie­ne “pro­fe­sión para si”, que no sig­ni­fi­ca que es pro­fe­sión para ella mis­ma, sino pro­fe­sión para rea­li­zar su rol social, aque­llo por lo que ella exis­te. La iden­ti­dad de una pro­fe­sión, su cons­cien­cia real de exis­ten­cia, se fra­gua en una misión que se cons­ti­tu­ye como tal en una suer­te de des­tino asu­mi­do con carác­ter inexo­ra­ble. La suma de las volun­ta­des inten­cio­nal­men­te diri­gi­das a un pro­pó­si­to. Así, como exis­te (exis­tió) un supra­sen­ti­do en las pra­xis de los que hicie­ron emer­ger la psi­co­lo­gía como cien­cia, así mis­mo, hay un supra­sen­ti­do que sus­ten­ta la uni­dad real, la misión aglu­ti­nan­te de la psi­co­lo­gía como pra­xis pro­fe­sio­na­les, y más par­ti­cu­lar­men­te en las pra­xis pro­fe­sio­na­les de la psi­co­lo­gía en el cam­po de la clí­ni­ca, la salud. Pode­mos (y debe­mos) cons­truir una hipó­te­sis, que al menos nos refuer­ce la ener­gía posi­ti­va (tan nece­sa­ria en estos tiem­pos difí­ci­les). Enton­ces ¿cuál es la misión de los pro­fe­sio­na­les “psi”? ¿cuál es la uni­dad de los psi­có­lo­gos que anda­mos espar­ci­dos por el mun­do sem­bran­do bien­es­tar? Dino­sau­rios… a volar!!! Nues­tra misión des­de y para siem­pre es la feli­ci­dad.

Palabras de clausura por parte de los estudiantes del diplomado en Psicoterapia Sexual

Redac­ta­das por: Lic. Ana­lu­pe Miran­da

Auto­ri­da­des de Amap­si, com­pa­ñe­ros, fami­lia­res y ami­gos:

Los inte­gran­tes de la pri­me­ra gene­ra­ción del Diplo­ma­do en Psi­co­te­ra­pia Sexual, les damos la más cor­dial bien­ve­ni­da y agra­de­ce­mos su pre­sen­cia en la Cere­mo­nia de Clau­su­ra de las acti­vi­da­des corres­pon­dien­tes.

Hemos orga­ni­za­do este acto con el deseo e inte­rés de com­par­tir con uste­des algu­nas de las sig­ni­fi­ca­ti­vas y reta­do­ras expe­rien­cias que el Diplo­ma­do nos apor­tó. Su estruc­tu­ra pro­gra­má­ti­ca, la cali­dad, rique­za y varie­dad de los mate­ria­les pre­sen­ta­dos. La cali­dez, cono­ci­mien­tos y com­pe­ten­cia aca­dé­mi­ca de nues­tra ponen­te, la licen­cia­da Ceci­lia Que­ro, favo­re­cie­ron que cada miér­co­les por la tar­de se abrie­ra un parén­te­sis en la coti­dia­nei­dad de nues­tras vidas para embar­car­nos en la sin­gu­lar aven­tu­ra de nave­gar por el pro­ce­lo­so océano de la sexua­li­dad huma­na; para cono­cer y com­pren­der las diver­sas face­tas de este aspec­to fun­da­men­tal de la vida del hom­bre.

De esta mane­ra, en un ambien­te de per­mi­si­vi­dad pero tam­bién de res­pe­to, de aper­tu­ra fun­da­men­ta­da en con­cep­tos teó­ri­cos orien­ta­do­res, de emo­ti­vi­dad equi­li­bra­da con la refle­xión, arri­ba­mos a nue­vos y esti­mu­lan­tes apren­di­za­jes, de los cua­les sólo men­cio­na­re­mos algu­nos de ellos.

Enten­di­mos que a pesar de que es evi­den­te que des­de la déca­da de los 60as se ges­tó y se ha lle­va­do a cabo una Revo­lu­ción Sexual, y que el tema del sexo pasó de la moji­ga­te­ría y res­tric­cio­nes de la moral vic­to­ria­na a ser un tema que se tra­ta a la luz del día y en todas par­tes, no por ello ha deja­do de ser cau­sa de angus­tia y cul­pa para gran núme­ro de per­so­nas debi­do a la igno­ran­cia y pre­jui­cios que aún per­sis­ten en nues­tra socie­dad.

Sus­ten­ta­mos que muchas de las acti­tu­des sexua­les del adul­to se con­for­man des­de la más tier­na infan­cia por la influen­cia del con­tex­to paren­tal, fami­liar y social, a tra­vés de diver­sas con­duc­tas y tra­di­cio­nes como: el color con que vis­ten a los niños según el sexo, los jugue­tes que les dan, la for­ma como les demues­tran su amor, el modo como los aca­ri­cian, el nom­bre que les dan a sus órga­nos sexua­les, las expec­ta­ti­vas que tie­nen acer­ca de lo que es ser hom­bre o mujer, y que son adop­ta­dos de mane­ra incons­cien­te por los infan­tes, for­man­do par­te de lo “no pen­sa­do”.

Com­pren­di­mos que la capa­ci­dad para rela­cio­nar­nos sexual­men­te con otra u otras per­so­nas, depen­de en gran medi­da de cómo nos rela­cio­na­mos en ese sen­ti­do con noso­tros mis­mos: qué jerar­quía le damos a nues­tras nece­si­da­des y deseos, cuán­to cono­ce­mos nues­tro cuer­po, sobre todo las zonas eró­ge­nas, cómo las mima­mos y cui­da­mos, que nos inhi­be, qué nos sedu­ce, qué nos exci­ta.

Cla­ri­fi­ca­mos que la sexua­li­dad es una expe­rien­cia sub­je­ti­va que inte­gra aspec­tos bio­ló­gi­cos, psi­co­ló­gi­cos y socia­les que se tra­du­cen en acti­tu­des y com­por­ta­mien­tos, en un pro­ce­so diná­mi­co que nos pue­de hacer tran­si­tar del pla­cer sen­sual al eró­ti­co y al coital, mati­za­dos todos ellos por aspec­tos cog­nos­ci­ti­vos, afec­ti­vos y espi­ri­tua­les.

Final­men­te, con­clui­mos que como tera­peu­tas sexua­les una de nues­tras tareas pri­mor­dia­les es la de coad­yu­var a que los pacien­tes logren una vida sexual ple­na, res­pon­sa­ble y satis­fac­to­ria, a par­tir de los recur­sos mara­vi­llo­sos con los que cuen­tan como lo son el deseo, la fan­ta­sía, la ima­gi­na­ción, los valo­res y la crea­ti­vi­dad.

Vacío existencial, un mal contemporáneo

Rafael Mejía

Gran núme­ro de per­so­nas sufren ago­bio por la vio­len­cia, apa­tía y ruti­nas que enfren­tan a dia­rio, y ello les hace sen­tir que su vida no tie­ne pro­pó­si­to; en sus pro­pias pala­bras, expe­ri­men­tan un “vacío” que se agu­di­za y les res­ta vita­li­dad. ¿Este éste su caso y desea hacer algo para cam­biar su situa­ción? Des­cu­bra a con­ti­nua­ción cómo con­se­guir­lo.

Es difí­cil igno­rar que los índi­ces delic­ti­vos en Méxi­co y el mun­do pre­sen­tan cifras ascen­den­tes, que la depre­sión va ganan­do terreno en per­so­nas de todas las eda­des y que dis­tin­tos tipos de adic­ción se vuel­ven más comu­nes en nues­tro espa­cio vital. Las ciu­da­des pare­cen más peli­gro­sas y asfi­xian­tes que nun­ca, des­per­tan­do en muchos de sus habi­tan­tes un sen­ti­mien­to trá­gi­co que por momen­tos pare­ce incon­tro­la­ble.

A decir de Mar­co Eduar­do Murue­ta Reyes, pre­si­den­te de la Aso­cia­ción Mexi­ca­na de Alter­na­ti­vas en Psi­co­lo­gía (Amap­si), “el vacío exis­ten­cial es la sen­sa­ción de fal­ta de sen­ti­do de la vida, de tedio, de no saber para qué se vive, y que lle­va al ais­la­mien­to y enra­re­ci­mien­to de la rela­ción con la fami­lia y la socie­dad”. Un con­cep­to simi­lar fue crea­do por el filó­so­fo ale­mán Mar­tin Hei­deg­ger (1889–1976), quien habló del “ano­na­da­mien­to” para des­cri­bir que una per­so­na ‘sien­te la nada’ y per­ci­be la “inhos­pi­ta­bi­li­dad del mun­do”.

El vacío de la exis­ten­cia, ase­gu­ra el espe­cia­lis­ta en psi­co­lo­gía y filo­so­fía por la Uni­ver­si­dad Nacio­nal Autó­no­ma de Méxi­co (UNAM), se rela­cio­na con cri­sis emo­cio­na­les des­en­ca­de­na­das por sufrir frus­tra­cio­nes de mane­ra con­ti­nua, inca­pa­ci­dad para con­cre­tar pro­pó­si­tos indi­vi­dua­les y rea­li­za­ción de acti­vi­da­des ruti­na­rias que dejan poco espa­cio a la crea­ti­vi­dad, pero se debe sobre todo a la fal­ta de afec­to y de rela­cio­nes socia­les enri­que­ce­do­ras.

Asi­mis­mo, lla­ma la aten­ción sobre el hecho de que el pacien­te con este pro­ble­ma expe­ri­men­ta habi­tual­men­te esta­dos de angus­tia, es decir, “momen­tos de alte­ra­ción, ten­sión o ansie­dad sin que haya algo que los pro­vo­que; la per­so­na sien­te que le preo­cu­pa todo, pero a la vez nada en espe­cí­fi­co. Ha per­di­do la moti­va­ción y el inte­rés por lo que ocu­rre y ello hace que crea que vivir es lo peor que le pue­de pasar; es de supo­ner que cuan­do dicha situa­ción se pro­lon­ga y es muy inten­sa, lle­ga a des­en­ca­de­nar el sui­ci­dio”.

Pro­ble­ma indi­vi­dual, pro­ble­ma común

Aun­que tra­di­cio­nal­men­te se ha esta­ble­ci­do que la sen­sa­ción de vacío se pre­sen­ta más a menu­do duran­te la senec­tud, el tam­bién cate­drá­ti­co de la Facul­tad de Estu­dios Supe­rio­res de Izta­ca­la, per­te­ne­cien­te a la UNAM, indi­ca que este pro­ble­ma se pue­de obser­var casi a cual­quier edad, sobre todo a par­tir de la ado­les­cen­cia, que es cuan­do el ser humano comien­za a pre­gun­tar­se cuál es el sen­ti­do de la exis­ten­cia.

Más aun, el Dr. Murue­ta Reyes comen­ta que “es nota­ble que en fechas recien­tes se ha ele­va­do la sen­sa­ción de ago­bio en per­so­nas con 25 años o menos y que las tasas de pro­ble­mas psi­co­ló­gi­cos y sui­ci­dio en este sec­tor pobla­cio­nal se han incre­men­tan­do en todos los paí­ses, al pare­cer por­que la glo­ba­li­za­ción gene­ra la sen­sa­ción de encon­trar­se ante una maqui­na­ria social de la cual ni siquie­ra se sien­te par­te y que ha sido impues­ta. A dife­ren­cia de sus simi­la­res de los años 1950 a 1970, que eran emo­cio­nal­men­te más fuer­tes y creían que podían cam­biar al mun­do, los jóve­nes de 1980 a la fecha dan la impre­sión de expe­ri­men­tar una sen­sa­ción de depre­sión gene­ra­li­za­da y de impo­ten­cia que se acen­túa poco a poco”.

Exis­ten varias razo­nes que expli­can la agu­di­za­ción del des­en­can­to hacia la vida, sien­do sobre­sa­lien­te “el fenó­meno de des­per­so­na­li­za­ción que gene­ra la socie­dad indus­trial. La téc­ni­ca ha arro­lla­do a las mani­fes­ta­cio­nes cul­tu­ra­les, que son refe­ren­tes impor­tan­tes de iden­ti­dad y per­te­nen­cia a un gru­po, en tan­to que las calles, los cen­tros de tra­ba­jo y medios de trans­por­te como el metro ofre­cen un ambien­te en el que las per­so­nas viven rodea­das de gen­te, apa­ren­te­men­te acom­pa­ña­das, pero soli­ta­rias en lo emo­cio­nal”.

En opi­nión del espe­cia­lis­ta, este fenó­meno fue obser­va­do des­de sus orí­ge­nes (siglo XIX) por el filó­so­fo danés Sören Kir­ke­gaard y ha sido des­cri­to por nume­ro­sos escri­to­res, como el ruso León Tols­toi, el fran­cés Jean Paul Sar­tre, el colom­biano Gabriel Gar­cía Már­quez o el mexi­cano Octa­vio Paz. Empe­ro, la pér­di­da de espe­ran­za se ha ace­le­ra­do en las ulti­mas déca­das por hechos como la caí­da del blo­que socia­lis­ta, que para muchos repre­sen­ta­ba una alter­na­ti­va de cam­bio que ha des­apa­re­ci­do.

Otro tan­to hay que decir de las rela­cio­nes fami­lia­res, en las que es común obser­var aban­dono afec­ti­vo y fal­ta de comu­ni­ca­ción. Des­cri­be el psi­có­lo­go que aun­que en los hoga­res exis­ta la pre­sen­cia físi­ca de uno o ambos padres, éstos se encuen­tren emo­cio­nal­men­te ausen­tes “como suce­de en la pelí­cu­la El muro (The wall), de Pink Floyd, don­de el per­so­na­je requie­re a su madre y ella pare­ce no res­pon­der”, o bien, las nece­si­da­des ori­llan a los tuto­res a pasar mucho tiem­po fue­ra de casa y “a vivir ensi­mis­ma­dos tra­tan­do de sol­ven­tar su pro­ble­má­ti­ca eco­nó­mi­ca, mien­tras los niños se encuen­tran en otra reali­dad, como ejem­pli­fi­ca la cin­ta Vidas per­di­das (Kids)”.

Todo este pano­ra­ma ha favo­re­ci­do el dis­tan­cia­mien­to de las rela­cio­nes huma­nas y afec­ti­vas, a la vez que ha gene­ra­do incre­du­li­dad res­pec­to a la idea de que las per­so­nas pue­den actuar de mane­ra hones­ta o autén­ti­ca. “La pér­di­da de con­fian­za en los demás por sufrir aban­dono, decep­cio­nes, trai­cio­nes y actos de vio­len­cia —sos­tie­ne el psi­có­lo­go— se con­vier­te en una pér­di­da de iden­ti­dad y de con­fian­za en sí mis­mo, pues un indi­vi­duo sin rela­cio­nes satis­fac­to­rias con sus seme­jan­tes no tie­ne refe­ren­tes cla­ros con los cua­les com­pren­der­se, pro­du­cien­do de esta for­ma una sen­sa­ción de vacío”.

Con­se­cuen­cias nota­bles

En medio de ave­ni­das y del ir y venir de auto­mó­vi­les resul­ta difí­cil esta­ble­cer cuán­do una per­so­na expe­ri­men­ta fal­ta de inte­rés por la vida, sobre todo por­que así es impo­si­ble cono­cer los sen­ti­mien­tos de la gen­te y el esta­do de sus rela­cio­nes afec­ti­vas y fami­lia­res. Sin embar­go, bas­ta con ana­li­zar un poco las esce­nas que se pre­sen­tan a dia­rio para enten­der que la sen­sa­ción de ago­bio es mucho más nota­ble y común de lo que pare­ce a sim­ple vis­ta.

En pri­mer lugar, des­cri­be el Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta, es evi­den­te que una de las prin­ci­pa­les con­se­cuen­cias direc­tas de este pro­ble­ma es la depre­sión, pero se debe con­si­de­rar que “las per­so­nas con este pade­ci­mien­to tien­den a ser bipo­la­res o mania­co­de­pre­si­vos, es decir, que lue­go de pasar por un perío­do de cri­sis entran en una fase eufó­ri­ca o mania­ca en la que inten­ta­rán expe­ri­men­tar sen­sa­cio­nes que les hagan olvi­dar el vacío exis­ten­cial, por lo menos duran­te un momen­to”.

Así, la his­to­ria per­so­nal de cada per­so­na deter­mi­na­rá la mane­ra en que se tra­ta de supe­rar o eva­dir la angus­tia. “Por ejem­plo, un joven que sien­te vacío exis­ten­cial de mane­ra sig­ni­fi­ca­ti­va pue­de acep­tar la invi­ta­ción que le hacen para con­su­mir ener­van­tes, con­vir­tién­do­se en un dro­ga­dic­to. Pero así como ocu­rre esto pode­mos hablar de una mujer con cier­ta capa­ci­dad eco­nó­mi­ca que adquie­re satis­fac­to­res mate­ria­les para sen­tir­se mejor y que se trans­for­ma en una com­pra­do­ra com­pul­si­va, o bien, de aque­llas per­so­nas que inte­gran pan­di­llas para come­ter asal­tos o una vio­la­ción, de modo que su pato­lo­gía pue­de ser la vio­len­cia social”.

Sobre este últi­mo pun­to el Dr. Murue­ta expli­ca que “los secues­tra­do­res y ase­si­nos pasan nece­sa­ria­men­te por una serie de cri­sis emo­cio­na­les, y entre más vio­len­tos sean sus actos demues­tran que son más insen­si­bles hacia los demás y hacia ellos mis­mos. Bas­ta con recor­dar el caso del secues­tra­dor Daniel Ariz­men­di: cuan­do lo cap­tu­ra­ron y le pre­gun­ta­ron qué cas­ti­go le daría a quien haga lo mis­mo que él, con­tes­tó con la mayor frial­dad que mere­ce­ría la pena de muer­te. Era cons­cien­te, pero no le impor­ta­ba nada, ni él mis­mo; a tra­vés del cri­men tra­ta­ba de lle­nar su vacío exis­ten­cial y sen­tir que pasa­ba algo en su vida, como lo hace mucha gen­te a tra­vés del dine­ro, agre­si­vi­dad, exce­so de tra­ba­jo y con­su­mo de esti­mu­lan­tes”.

Otra for­ma de enfren­tar el males­tar inte­rior, comen­ta el espe­cia­lis­ta, se pre­sen­ta cuan­do la per­so­na afec­ta­da lite­ral­men­te se blo­quea. Dicho pro­ble­ma se lla­ma ansie­dad dis­mi­nui­da, y en ella el pacien­te deja de sen­tir; “no expe­ri­men­ta la angus­tia ni la vida, y aun­que cae en algu­na cri­sis cuen­ta con una espe­cie de meca­nis­mo men­tal que le per­mi­te eva­dir­lo un rato, Por lo gene­ral son aque­llos indi­vi­duos que se mues­tran siem­pre indi­fe­ren­tes y apá­ti­cos”.

Una mani­fes­ta­ción más con­sis­te en man­te­ner rela­cio­nes sexua­les oca­sio­na­les. Al prin­ci­pio, entrar en con­tac­to ínti­mo con dis­tin­tas pare­jas pue­de des­per­tar muchas emo­cio­nes en la per­so­na, dar la impre­sión de que algo ocu­rre y de que se recu­pe­ra la vita­li­dad, pero con­for­me pasa el tiem­po y se man­tie­ne la mis­ma situa­ción es casi inevi­ta­ble que se mani­fies­te la depre­sión con mayor seve­ri­dad, pues el pacien­te comien­za a com­pren­der que “no es impor­tan­te para nadie y nadie es impor­tan­te para él”, dan­do ori­gen a un fuer­te sen­ti­mien­to de sole­dad.

Así, que­da cla­ro que el des­en­can­to por la vida está pre­sen­te en muchas per­so­nas, aun­que no lo mani­fies­ten direc­ta­men­te, pero a pesar de ello muchas cam­pa­ñas publi­ci­ta­rias tra­tan de apro­ve­char su exis­ten­cia. “La socie­dad de con­su­mo se vale de este pro­ble­ma comer­cial­men­te, y si la gen­te sien­te vacío tra­ta­rá de lle­nar­lo, o al menos inten­ta­rá dar la impre­sión de hacer­lo. De ahí la moda o slo­gans como el que dice: ‘un psi­có­lo­go nun­ca enten­de­rá el valor de un ves­ti­do nue­vo’; la ver­dad es que sí lo enten­de­mos, pero sabe­mos que la feli­ci­dad que gene­ra sólo dura dos o tres días”.

John Len­non tenía razón

A decir del Dr. Murue­ta Reyes, la per­so­na que expe­ri­men­ta vacío exis­ten­cial pue­de recu­rrir a la psi­co­te­ra­pia para com­pren­der el ori­gen de su angus­tia, expre­sar sus pro­ble­mas emo­cio­na­les y apren­der nue­vas estra­te­gias para rela­cio­nar­se satis­fac­to­ria­men­te con sus seres cer­ca­nos y fami­lia­res, de modo que logre cam­biar la per­cep­ción que tie­ne de sí mis­mo y de los demás, com­pren­dien­do que no todo es color negro y que siem­pre hay gen­te hones­ta, leal y de bue­nas inten­cio­nes.

Asi­mis­mo, refie­re que en la agru­pa­ción que pre­si­de, la Amap­si, “hemos gene­ran­do algu­nas alter­na­ti­vas en las que se da aten­ción a las nece­si­da­des de las per­so­nas, por lo que si com­pren­de­mos que el vacío exis­ten­cial se ori­gi­na por los pro­ble­mas emo­cio­na­les que hemos des­cri­to, sabe­mos que lo que el pacien­te nece­si­ta es apren­der a pro­du­cir afec­to”. Al menos sobre este pun­to, los Beatles esta­ban en lo cier­to cuan­do decían que “todo lo que nece­si­tas es amor”.

El psi­có­lo­go comen­ta que su gru­po de tra­ba­jo ha desa­rro­lla­do una pro­pues­ta lla­ma­da “tec­no­lo­gía del amor”, que cons­ta de nue­ve fac­to­res que ayu­dan a que las per­so­nas tomen el poder de su vida, esta­blez­can rela­cio­nes sóli­das y sean capa­ces de gene­rar cam­bios reales. En resu­men, dichos pun­tos son:

  • Cono­cer y saber expre­sar los aspec­tos que agra­dan de sí mis­mo y de otras per­so­nas.
  • Com­par­tir momen­tos de espar­ci­mien­to con fami­lia­res y per­so­nas cer­ca­nas median­te acti­vi­da­des como el jue­go, fies­tas o asis­tir al cine, tea­tro u otros espec­tácu­los recrea­ti­vos.
  • Gene­rar expe­rien­cias agra­da­bles y úni­cas con las per­so­nas cer­ca­nas; ello se logra dan­do mayor aten­ción a los deta­lles, sor­pre­sas, rega­los, fan­ta­sías y buen humor.
  • Mejo­rar el con­tac­to físi­co para pro­fun­di­zar las rela­cio­nes de amis­tad y de amor. Este aspec­to inclu­ye la mane­ra en que se salu­da de mano a los seme­jan­tes y los abra­zos, besos y pal­ma­das en el hom­bro que se inter­cam­bian con ami­gos y fami­lia­res, sin olvi­dar la impor­tan­cia de las rela­cio­nes sexua­les con la pare­ja.
  • Coope­rar volun­ta­ria­men­te en la rea­li­za­ción de acti­vi­da­des con un fin común, con­tem­plan­do para ello des­de mover un mue­ble entre dos o más per­so­nas has­ta orga­ni­zar jue­gos o tra­ba­jos en equi­po.
  • Com­par­tir una acti­vi­dad crea­ti­va con los seres cer­ca­nos; por ejem­plo, el deco­ra­do de la casa, escri­bir un poe­ma, pla­near unas vaca­cio­nes o la crea­ción de una peque­ña empre­sa.
  • Dis­fru­tar del éxi­to obte­ni­do a tra­vés del tra­ba­jo en gru­po, dan­do su jus­ta dimen­sión a la rea­li­za­ción de metas impor­tan­tes median­te el esfuer­zo com­bi­na­do con otras per­so­nas.
  • Con­ver­sar sobre las viven­cias coti­dia­nas, anéc­do­tas o recuer­dos, así como apren­der a escu­char con aten­ción los rela­tos sobre lo que le ha ocu­rri­do a otros.
  • Dar lugar a la sana com­pe­ten­cia, enten­di­da como el deseo cons­truc­ti­vo de tra­tar de ser un poco mejor cada día.

“Lo que bus­ca­mos con esto —sugie­re el espe­cia­lis­ta— es ayu­dar a gene­rar chis­pas moti­va­cio­na­les, es decir, que los pacien­tes logren crear pro­yec­tos de vida intere­san­tes por cuen­ta pro­pia y que los com­par­tan con sus seme­jan­tes. No debe­mos olvi­dar que muchas veces la gen­te con vacío emo­cio­nal pre­fie­ren dejar de reír y no ente­rar­se de lo que pasa en su comu­ni­dad para evi­tar ser víc­ti­mas de chis­mes o que los asal­ten, y se aís­lan en una bur­bu­ja cuan­do lo que deben hacer es refor­zar sus rela­cio­nes huma­nas”.

A pesar de los bue­nos resul­ta­dos obte­ni­dos, el Dr. Mar­co Eduar­do Murue­ta opi­na que un cam­bio dura­de­ro nece­si­ta de la rea­li­za­ción de otras medi­das que invo­lu­cren a la socie­dad en su con­jun­to. Por ejem­plo, habla de crear una nue­va cul­tu­ra labo­ral en la que se con­tem­ple al tra­ba­ja­dor como un ser humano con emo­cio­nes que nece­si­ta con­vi­vir más con su fami­lia, sin olvi­dar el valor que ten­dría ayu­dar a que las per­so­nas apren­dan a esta­ble­cer rela­cio­nes enri­que­ce­do­ras y res­pe­tuo­sas, así como a hacer uso inte­li­gen­te de sus emo­cio­nes.

Por últi­mo, el filó­so­fo y psi­có­lo­go con­clu­ye que sería de gran uti­li­dad para toda la socie­dad crear “alter­na­ti­vas via­bles y edi­fi­can­tes que alcan­cen tam­bién a la esfe­ra polí­ti­ca, en don­de los deba­tes se redu­cen a bus­car ‘quién es el peor’. Pien­so que en vez de esto es posi­ble empe­zar a gene­rar pro­pues­tas como la crea­ción de ‘escue­las para padres’, en don­de se ense­ñe a los pro­ge­ni­to­res cómo enfren­tar sus pro­ble­mas, así como de nue­vos mode­los edu­ca­ti­vos que hagan que los chi­cos sean más par­ti­ci­pa­ti­vos en su comu­ni­dad, o gra­cias a los cua­les apren­da­mos a ser mejor pare­ja y a tra­ba­jar en equi­po en nues­tros tra­ba­jos. Sí hay posi­bi­li­dad de lograr un cam­bio, y aun­que no es fácil, al menos pode­mos inten­tar­lo”.

Menopausia y cáncer mamario

Dra. Ana­me­li Mon­roy L. (Aso­cia­ción Mexi­ca­na para el Estu­dio del Cli­ma­te­rio)

INTRODUCCION:

El ser humano es un ser bio­ló­gi­co, psi­co­ló­gi­co y socio­cul­tu­ral. Dis­gre­gar­lo en su con­cep­ción inte­gral es impo­si­ble y cuan­do se tra­ta de hacer­lo, se des­cui­dan aspec­tos y sus cone­xio­nes que son impor­tan­tes duran­te los pro­ce­sos de salud y de enfer­me­dad (1,4,6).

Des­gra­cia­da­men­te la his­to­ria nos dice que la medi­ci­na sepa­ró des­de sus orí­ge­nes al alma y al cuer­po y esta dico­to­mía se sigue pre­ser­van­do al ini­ciar este nue­vo mile­nio en la mayo­ría de las espe­cia­li­da­des, en don­de a la psi­co­lo­gía del desa­rro­llo se le da esca­so valor y se con­si­de­ra más bien a la psi­co­pa­to­lo­gía o a la psi­quia­tría. Uni­do a los aspec­tos psi­co­ló­gi­cos más coti­dia­nos, por razo­nes obvias, tam­bién se habla poco y de mane­ra muy limi­ta­da de los aspec­tos sexua­les. La onco­lo­gía no es la excep­ción (1, 5, 7).

Este tra­ba­jo desea enfa­ti­zar la impor­tan­cia de los aspec­tos psi­co­ló­gi­cos y sexua­les de la pacien­te con cán­cer mama­rio y rea­li­zar algu­nas apor­ta­cio­nes al cam­po tan impor­tan­te de ambos aspec­tos de la mujer con cán­cer de mama y sobre su tran­si­tar que fre­cuen­te­men­te se com­bi­na o con la meno­pau­sia tera­péu­ti­ca debi­da al tra­ta­mien­to de qui­mio­te­ra­pia (en eda­des ante­rio­res a las del cli­ma­te­rio natu­ral), o con el cli­ma­te­rio per se (3, 4, 5, 7). Este últi­mo aspec­to es impor­tan­te ya que de acuer­do a datos pro­por­cio­na­dos por el Comi­té de Onco­lo­gía del Hos­pi­tal Ange­les Lomas, de los 30 a los 39 años, de cada 100 000 pacien­tes 8 pre­sen­tan cán­cer mama­rio y de los 50 a los 59 años, 34 lo pade­cen. Así mis­mo que el pro­me­dio para la apa­ri­ción del cán­cer mama­rio en la mujer mexi­ca­na es de 48.5 años (2, 5, 7).

A pesar de los enor­mes avan­ces en el diag­nós­ti­co y de los dife­ren­tes tra­ta­mien­tos del cán­cer de mama y del cli­ma­te­rio, míni­mo es lo que se encuen­tra en la lite­ra­tu­ra médi­ca acer­ca de los aspec­tos psi­co­ló­gi­cos de las per­so­nas que tran­si­tan por estos dos pro­ce­sos que se pre­sen­tan casi en for­ma para­le­la (5, 10). En rela­ción a los aspec­tos de sexua­li­dad es tam­bién preo­cu­pan­te pues lo poco que se men­cio­na, es suma­men­te limi­ta­do a la mama y no a la sexua­li­dad feme­ni­na en su tota­li­dad y en rela­ción a su pare­ja (8,9).

Reac­cio­nes De La Pacien­te Cli­ma­té­ri­ca Al Des­cu­brir Un Nódu­lo Mama­rio. Gene­ra­li­da­des Del Cli­ma­te­rio Y Cán­cer (4, 5, 8, 9, 10,13):

En nues­tra socie­dad en gene­ral , se defi­ne a la mujer duran­te el cli­ma­te­rio como “meno­páu­si­ca”, “cli­ma­té­ri­ca” con las con­si­guien­tes carac­te­rís­ti­cas de “his­té­ri­ca, mal­hu­mo­ra­da, irri­ta­ble, menos atrac­ti­va, depri­mi­da”. En res­pues­ta a esta pro­gra­ma­ción social, a los esti­los poco sanos de vida, en con­jun­ción a los cam­bios hor­mo­na­les de la eta­pa del cli­ma­te­rio, cer­ca del 20 % de muje­res en esta eta­pa repor­tan sín­to­mas psi­co­gé­ni­cos como falla de la memo­ria, insom­nio, fati­ga, depre­sión, mie­do al enve­je­ci­mien­to y a vol­ver­se un estor­bo para su fami­lia.

Apa­re­cen en ellas sen­ti­mien­tos de inade­cua­ción con los cam­bios de su cuer­po. Bajo auto­con­cep­to, (dis­tor­sión de la auto­ima­gen, baja auto­es­ti­ma y baja de la segu­ri­dad per­so­nal); temor de ser poco “úti­les”, de recha­zo, de sen­tir­se que estor­ban; baja de libi­do. El cán­cer de mama tie­ne efec­tos simi­la­res por lo que éstos aspec­tos de la per­so­na­li­dad feme­ni­na se acre­cien­tan ante un diag­nós­ti­co tan temi­do y duran­te esta eta­pa de vida.

Duran­te la eta­pa del cli­ma­te­rio, el cho­que gene­ra­cio­nal con los hijos, la nega­ción al paso del tiem­po, la mono­to­nía o fati­ga de la rela­ción de pare­ja, los comen­ta­rios acer­ca de la pér­di­da de la juven­tud de fami­lia­res y ami­gos, las pre­sio­nes pro­fe­sio­na­les y eco­nó­mi­cas, la pér­di­da de habi­li­da­des físi­cas y men­ta­les, sobre todo en per­so­nas inac­ti­vas, son fac­to­res pre­dis­po­nen­tes nega­ti­vos.

Por el con­tra­rio, sus opues­tos, uni­dos a la dis­mi­nu­ción de otras res­pon­sa­bi­li­da­des inapla­za­bles de los años ante­rio­res, a la madu­rez emo­cio­nal, a la esta­bi­li­dad, el tener más tiem­po dis­po­ni­ble para dife­ren­tes acti­vi­da­des, pue­den cola­bo­rar a tomar deci­sio­nes para ase­gu­rar una eta­pa de cali­dad para el cli­ma­te­rio y para una vida sexual satis­fac­to­ria. Sin embar­go, el cán­cer com­pli­ca estos aspec­tos posi­ti­vos por los efec­tos de la enfer­me­dad y sus tra­ta­mien­tos.

Entre los fac­to­res psi­co­ló­gi­cos, sexua­les y socio­cul­tu­ra­les se encuen­tran las acti­tu­des y con­duc­tas de la pare­ja hacia con ella y otras muje­res que lo rodean, el divor­cio, la viu­dez, la ausen­cia de pare­ja, la edu­ca­ción reci­bi­da en cuan­to a su sexua­li­dad, la infor­ma­ción con la que cuen­ta para con­fron­tar y acep­tar esta nue­va fase de vida, su habi­li­dad de adap­ta­ción; su auto­con­cep­to, la exis­ten­cia y fac­ti­bi­li­dad de pla­nes de vida pre­sen­te y futu­ra.

Para muchos pare­jas, en el cli­ma­te­rio ella deja de ser atrac­ti­va sexual­men­te y bus­can mucha­chas más jóve­nes. Por ella pasan temo­res de no sen­tir­se ya útil pues ya no es repro­duc­to­ra y los hijos ya no requie­ren tan­to de ella como en años ante­rio­res. Es como una “jubi­la­ción” de sus debe­res tra­di­cio­na­les para la que ella no está pre­pa­ra­da. Es impor­tan­te men­cio­nar las acti­tu­des del hom­bre ante una pare­ja enfer­ma, con sín­to­mas de cli­ma­te­rio y él mis­mo en la fase de su decli­ve (“andro­pau­sia” en don­de sus trans­for­ma­cio­nes son menos noto­rias y más acep­ta­das por una socie­dad bási­ca­men­te machis­ta), sus acti­tu­des y con­duc­tas inci­den en la auto­es­ti­ma de la mujer:

La pre­sen­ta­ción de la meno­pau­sia y por tan­to, el cese de la fun­ción repro­duc­ti­va y el cam­bio en su ima­gen cor­po­ral, pue­de pro­vo­car en algu­nas muje­res, por ejem­plo, acep­ta­ción, adap­ta­ción y reno­va­ción inclu­yen­do su esfe­ra sexual o bien, la “resig­na­ción” con los sen­ti­mien­tos nega­ti­vos antes des­cri­tos.

Las res­pues­tas en las muje­res en su eta­pa meno­páu­si­ca com­bi­na­da con un diag­nós­ti­co de cán­cer mama­rio, varían enor­me­men­te de una a otra por los dife­ren­tes fac­to­res bio­ló­gi­cos y psi­co­ló­gi­cos y socio­cul­tu­ra­les posi­ti­vos o nega­ti­vos que la han rodea­do en el pasa­do y la cir­cun­dan en el pre­sen­te como son: algu­na otra enfer­me­dad, uso (abu­so) de cier­tos fár­ma­cos como anti­de­pre­si­vos, anti­ul­ce­ro­sos, ansio­lí­ti­cos, som­ní­fe­ros; así como los esti­los de vida como el exce­so de comi­da o mala ali­men­ta­ción, una vida seden­ta­ria, el uso o abu­so de dro­gas (fár­ma­cos y alcohol, taba­co).

La sin­to­ma­to­lo­gía psi­co­ló­gi­ca del cán­cer mama­rio es simi­lar pero si la auto­ima­gen es de defor­mi­dad, el auto­con­cep­to, la idea de “pér­di­da de femi­nei­dad”, y el temor a la muer­te, oca­sio­nan mayor daño psi­co­ló­gi­co y de com­por­ta­mien­to en ella. La recu­pe­ra­ción de los esta­dos emo­cio­na­les men­cio­na­dos, es len­ta y sin apo­yo, peor aún. Es más, se corre el ries­go de que no se logre. La pacien­te pue­de ten­der al ais­la­mien­to así como a la depre­sión y ansie­dad extre­mas.

A las pacien­tes a quie­nes se les tie­ne que some­ter a tra­ta­mien­to de qui­mio­te­ra­pia y que se les va a pro­vo­ca la meno­pau­sia tera­péu­ti­ca, es nece­sa­rio expli­car­les con anti­ci­pa­ción que se les va a pre­sen­tar la meno­pau­sia, por cuán­to tiem­po apro­xi­ma­da­men­te y cuá­les serán los sín­to­mas que pue­den espe­rar y qué hacer ante ellos. A su pare­ja y otros fami­lia­res cer­ca­nos tam­bién se les debe hacer exten­si­va esta expli­ca­ción para que les sea más fácil enten­der los cam­bios de humor y acti­tu­des que pue­den espe­rar. Así mis­mo a todas las pacien­tes, sus pare­jas y sus fami­lias, se les debe expli­car todo lo con­cer­nien­te al cán­cer mama­rio y sus tra­ta­mien­tos.

Con el fin de hablar del impac­to del cán­cer mama­rio en la mujer en el cli­ma­te­rio, es nece­sa­rio hacer énfa­sis en algu­nos con­cep­tos bási­cos que sir­van de mar­co refe­ren­cial para su dis­cu­sión:

  • El orga­nis­mo se trans­for­ma día a día con el paso del tiem­po. La eta­pa cli­ma­té­ri­ca no es la excep­ción. Si el orga­nis­mo ha sido y es cui­da­do a tra­vés de esti­los sanos de vida, esta trans­for­ma­ción será más len­ta y se podrá dis­fru­tar de una mejor cali­dad de vida. Este cui­da­do tam­bién es nece­sa­rio duran­te las trans­for­ma­cio­nes duran­te todo el pro­ce­so del cán­cer mama­rio y sus tratamientos(3, 4, 5, 10).
  • El temor al cli­ma­te­rio pare­ce ser uni­ver­sal con cier­tas varia­cio­nes de acuer­do a dife­ren­tes zonas geo­grá­fi­cas: rural, urbano, orien­te occi­den­te, etc.). Los hom­bres y las muje­res, sea en Norue­ga (Hol­te y Mik­kel­sen), en Zim­bab­we (Moo­re, 1981) o en Méxi­co, temen lle­gar a dicha eta­pa y ser eti­que­ta­dos como “cli­ma­té­ri­cos”, “meno­páu­si­cas”, etc. ya que son tér­mi­nos uti­li­za­dos muchas veces peyo­ra­ti­va­men­te. Algu­nos auto­res difie­ren de este cri­te­rio sobre todo al hablar de zonas rura­les y de estra­tos socio­eco­nó­mi­cos muy bajos en don­de la mujer se ale­gra por haber deja­do de ser repro­duc­ti­va y tener que ver al coi­to como su “débi­to sexual”. Sus males­ta­res físi­cos son menos per­ci­bi­dos pues tie­nen otros pro­ble­mas de exis­ten­cia bási­ca de vida.(4).
  • El cli­ma­te­rio y las enfer­me­da­des pue­den entre­cru­zar­se con otras cir­cuns­tan­cias de vida como viu­dez o divor­cio. En este tra­ba­jo, habla­re­mos de las muje­res en cli­ma­te­rio, a quie­nes se les diag­nos­ti­ca cán­cer mama­rio (4, 5, 9, 10) y de las muje­res que por encon­trar­se en tra­ta­mien­to de qui­mio­te­ra­pia, se les pre­sen­ta abrup­ta­men­te la meno­pau­sia.
  • Aun­que exis­ten varios fac­to­res cau­sa­les, se pue­de decir que el cán­cer mama­rio así como otros pro­ble­mas onco­ló­gi­cos, tie­nen mayor inci­den­cia en las pacien­tes de las eda­des del cli­ma­te­rio (2, 10). Si el cán­cer se pre­sen­ta en eda­des ante­rio­res a las del cli­ma­te­rio, el tra­ta­mien­to de qui­mio­te­ra­pia gene­ral­men­te pro­vo­ca la meno­pau­sia tera­péu­ti­ca y esta fun­ción no se recu­pe­ra en todas las muje­res que pasan por este tra­ta­mien­to, sólo en las más jóve­nes.
  • La femi­nei­dad, la auto­ima­gen, la auto­es­ti­ma y la segu­ri­dad per­so­na­les (auto­con­cep­to) se ven alta­men­te afec­ta­das con los cam­bios en el cuer­po cau­sa­dos por el cli­ma­te­rio, y los efec­tos del tra­ta­mien­to con­tra el cán­cer. Sin embar­go la mujer no habla mucho de estos sen­ti­mien­tos y evi­ta con­duc­tas para no tener que con­fron­tar dichos sen­ti­mien­tos. La falla en la memo­ria es otro signo que aun­que pro­te­ge a la mujer pues no per­ci­be toda su reali­dad, a la vez afec­ta su fun­cio­na­mien­to per­so­nal, con­yu­gal, fami­liar, labo­ral y gene­ral (9,10).
  • La mujer con diag­nós­ti­co de cán­cer mama­rio sufre un cho­que emo­cio­nal muy fuer­te y pasa por esta­dos de angus­tia, ansie­dad, stress, depre­sión, mie­do, irri­ta­bi­li­dad e insom­nio que la des­gas­tan físi­ca, sexual y emo­cio­nal­men­te. Este des­gas­te pue­de unir­se a los sen­ti­mien­tos pro­vo­ca­dos por el cli­ma­te­rio, lo cual le agra­va su pers­pec­ti­va de sí mis­ma y sus rela­cio­nes amo­ro­sas, fami­lia­res, labo­ra­les. Su pare­ja y núcleo fami­liar tam­bién expe­ri­men­tan sen­ti­mien­tos angus­tio­sos por lar­gos perío­dos (9,10).
  • Las dife­ren­tes cir­cuns­tan­cias de vida (situa­ción eco­nó­mi­ca, cui­da­do de los hijos, rela­ción de pare­ja, red fami­liar, etc.) de las muje­res con cán­cer y que cru­zan el cli­ma­te­rio, deben ser toma­das en cuen­ta por el médi­co tra­tan­te, para com­pren­der­las y apo­yar­las más inte­gral y efi­caz­men­te (9,10).

Esta­dios Psi­co­ló­gi­cos De La Mujer Ante Un Diag­nós­ti­co Tan Temi­ble Como Es El Cán­cer Y Que Cur­sa El Cli­ma­te­rio :

Como des­cri­be la Dra. Ana­me­li Mon­roy , la mujer, en la mayo­ría de los casos, pasa por los siguien­tes esta­dios psi­co­ló­gi­cos y meca­nis­mos de defen­sa uti­li­za­dos, de acuer­do a la fase del diag­nós­ti­co y del tra­ta­mien­to que está vivien­do. Sin embar­go, éstos no son nece­sa­ria­men­te secuen­cia­les (nega­ción, espe­ran­za, cho­que emo­cio­nal, asi­mi­la­ción, acep­ta­ción, con­fron­ta­ción, recu­pe­ra­ción y subli­ma­ción) algu­nos pero no todos per­du­ran a tra­vés del tra­ta­mien­to, otros pue­den agra­var­se, la mujer pue­de avan­zar o retro­ce­der de un esta­dio al otro: (5, 7, 10, 19, 20).

1: Pre­vio al diag­nós­ti­co médi­co:

1.1 Si ella es quien se des­cu­bre un nódu­lo mama­rio, pri­me­ro pasa por un meca­nis­mo de defen­sa psi­co­ló­gi­co que se lla­ma nega­ción del hecho y sen­ti­mien­to ante un posi­ble cán­cer mama­rio. Des­pués, se pre­sen­ta un sen­ti­mien­to de espe­ran­za de que segu­ra­men­te no es nada serio, lo cual, en muchas oca­sio­nes impi­de que acu­da al médi­co inme­dia­ta­men­te. Las infor­ma­cio­nes pre­vias o por cam­pa­ñas edu­ca­ti­vas de que tie­ne que hacer­lo ayu­dan en ace­le­rar el hecho de que ella acu­da. El stress, y la ansie­dad acom­pa­ñan estos momen­tos de impre­ci­sión y de espe­ra. Pocas veces sabe que entre menos tiem­po trans­cu­rra al ser diag­nos­ti­ca­da y tra­ta­da, el pro­nós­ti­co será mejor y que ese tiem­po pue­de ser la dife­ren­cia entre per­der su (s) seno (s) o entre la vida y la muer­te.

1.2 Si la pacien­te acu­dió al médi­co, éste le hizo una biop­sia y ella pasó la noche en vela espe­ran­do el diag­nós­ti­co, su esta­do emo­cio­nal es aún más vul­ne­ra­ble para reci­bir la noti­cia de que tie­ne cán­cer. Ella sien­te un gran eno­jo, una gran impo­ten­cia y se pre­gun­ta ¿por qué yo? Sien­te ira o eno­jo y pue­de sen­tir deseos de llo­rar, gri­tar, aven­tar obje­tos ante tan­tos sen­ti­mien­tos invo­lun­ta­rios. Sin embar­go, des­pués de des­aho­gar­se, pron­to encuen­tra que esa no es la res­pues­ta y que su vida ha cam­bia­do de la noche a la maña­na. Le afec­ta el temor a la des­fi­gu­ra­ción, al aban­dono y a la sole­dad. Se pre­gun­ta qué le va a pasar e ini­cia el lar­go reco­rri­do con temor hacia lo des­co­no­ci­do.

2.Ante el diag­nós­ti­co de cán­cer, pri­me­ro se pre­sen­ta en ella (y en sus seres cer­ca­nos) un esta­do de cho­que emo­cio­nal, espe­cial­men­te cuan­do nun­ca había teni­do una situa­ción de ame­na­za de vida. Le es difí­cil creer que ella pue­da tener una enfer­me­dad tan seria como cán­cer mama­rio, pues, por lo gene­ral, su cuer­po no le ha dado nin­gún avi­so pre­vio.

Tam­bién es alta­men­te pro­ba­ble que haya escu­cha­do de otros casos simi­la­res, lo cual no nece­sa­ria­men­te la con­sue­la sino que la asus­ta. La res­pues­ta al diag­nós­ti­co es dife­ren­te según sus cir­cuns­tan­cias par­ti­cu­la­res (opor­tu­ni­dad del diag­nós­ti­co, con o sin pare­ja, con situa­ción eco­nó­mi­ca des­aho­ga­da o no, con o sin fami­lia­res, con red de amis­ta­des, con o sin salud en otros aspec­tos, modo como ha con­fron­ta­do su pro­pio cli­ma­te­rio).

El temor a la pér­di­da de uno o dos senos la ate­rra (temor a la des­fi­gu­ra­ción), más aún que la posi­bi­li­dad de muer­te. Los senos están ínti­ma­men­te vin­cu­la­dos con su ima­gen feme­ni­na. Teme per­der­la y con ello a su pare­ja actual o a otras pro­ba­bles en el futu­ro (temor al aban­dono y a la sole­dad).

Jun­to con el esta­do de cho­que emo­cio­nal apa­re­ce un sen­ti­mien­to de eno­jo hacia el cuer­po, el cual la ha trai­cio­na­do de una mane­ra tan ines­pe­ra­da. A pesar de tener mie­do a per­der su seno, cae en la ambi­va­len­cia de que mejor se lo qui­ten para que deje de angus­tiar­la y la deje con­ti­nuar con su vida e inclu­si­ve de que pre­fie­re morir­se antes de con­fron­tar tan­to cos­to físi­co, emo­cio­nal y eco­nó­mi­co. Un sen­ti­mien­to de impo­ten­cia ante las ame­na­zas de dolor y de muer­te le hacen sen­tir la caren­cia de los recur­sos emo­cio­na­les, físi­cos, mate­ria­les, fami­lia­res nece­sa­rios para con­fron­tar lo que vie­ne. Estos sen­ti­mien­tos no siem­pre son expre­sa­dos por ella.

Tam­bién se pre­sen­tan sen­ti­mien­tos de cul­pa de que ella no haya comi­do lo más sano, inge­ri­do algún medi­ca­men­to como hor­mo­nas, no ejer­ci­ta­do lo sufi­cien­te, o bien por­que lo con­si­de­ra un cas­ti­go por algo que ella sien­te que hizo mal (fre­cuen­te­men­te aso­cia­do con con­duc­tas sexua­les).

3.Ante el ini­cio del tra­ta­mien­to sur­gen temo­res, mie­dos y angus­tias a lo que le va a pasar a la pacien­te duran­te y des­pués del tra­ta­mien­to (s). El meca­nis­mo de defen­sa psi­co­ló­gi­ca si se tuvo que rea­li­zar una mas­tec­to­mía par­cial o radi­cal es nue­va­men­te la nega­ción. Esta se enmas­ca­ra ante la nece­si­dad de con­fron­ta­ción de las deci­sio­nes inapla­za­bles y el hecho de que pase des­aper­ci­bi­da y no se le brin­de impor­tan­cia, pue­de ser gra­ve para la recu­pe­ra­ción psi­co­se­xual futu­ra de la pacien­te.

El stress, la depre­sión y la ansie­dad se pre­sen­tan pro­pi­cian­do un blo­queo men­tal. Es más, estos sen­ti­mien­tos y otros fac­to­res diver­sos, le blo­quea­rán la memo­ria inme­dia­ta y su orga­nis­mo se pro­te­ge­rá con una espe­cie de “cora­za pro­tec­to­ra” que le per­mi­ta no codi­fi­car toda la infor­ma­ción de un solo gol­pe. Esta cora­za que se men­cio­na la revis­te, irá des­apa­re­cien­do de acuer­do a que su situa­ción emo­cio­nal lo vaya per­mi­tien­do y su memo­ria y capa­ci­dad de con­cien­cia mejo­ren. Apa­re­ce un sen­ti­mien­to de impo­ten­cia, a no tener los recur­sos diver­sos nece­sa­rios (eco­nó­mi­cos, de tiem­po, etc.), espe­cial­men­te los emo­cio­na­les para enfren­tar el hecho de tener cán­cer y tener que expe­ri­men­tar sus tra­ta­mien­tos. La pér­di­da del con­trol de su cuer­po se aso­cia a todos estos temo­res.

4.Duran­te el tra­ta­mien­to,

4.1 Con­ti­núan la ansie­dad, el stress, la depre­sión (nor­mal en estos casos pero que pue­de vol­ver­se pato­ló­gi­ca por otros fac­to­res des­en­ca­de­nan­tes), ampli­fi­can­do su inten­si­dad. Es más, estos sen­ti­mien­tos y otros fac­to­res diver­sos, blo­quea­rán la memo­ria inme­dia­ta de la pacien­te (cora­za pro­tec­to­ra arri­ba ya men­cio­na­da) hecho que le per­mi­te no codi­fi­car toda la infor­ma­ción de un solo gol­pe. Apa­re­ce un perío­do de nego­cia­ción en don­de la pacien­te “nego­cia” sufri­mien­tos a cam­bio de recu­pe­ra­ción con su Dios o figu­ra en quien ella cree, que pue­de ser su médi­co tam­bién.

4.2 En la pacien­te se pre­sen­ta en mayor o menor gra­do una dis­rup­ción en sus rela­cio­nes inter­per­so­na­les, labo­ra­les, etc. y una eta­pa de inca­pa­ci­dad con res­pec­to sus acti­vi­da­des de la vida dia­ria. La pacien­te tie­ne que apren­der a detec­tar y uti­li­zar sus recur­sos y así reco­brar el con­trol de su vida, lo cual mejo­ra­rá su esta­do de áni­mo; así como a apo­yar­se en quie­nes le rodean y ellos a que la pacien­te no pue­de brin­dar las mis­mas aten­cio­nes que cuan­do esta­ba sana. Este “pen­sar pri­me­ro en sí mis­ma” es muy difí­cil para ella pues la mujer ha sido edu­ca­da para pen­sar pri­me­ro en las nece­si­da­des de los demás para satis­fa­cer­las (papás, her­ma­nos, pare­ja, hijos y aho­ra tie­ne que pen­sar antes que en nadie en ella).

4.3 El siguien­te paso es el ini­cio de la asi­mi­la­ción de lo que le está ocu­rrien­do, lo cual toma tiem­po de acuer­do al pro­nós­ti­co y de la per­so­na­li­dad de cada mujer. No es lo mis­mo saber que se requie­re una lipec­to­mía, una cua­dran­tec­to­mía o una mas­tec­to­mía par­cial o radi­cal. Tie­ne que vivir “el due­lo de su pér­di­da”, si es que per­dió uno o dos senos, gan­glios, etc.; si el pro­nós­ti­co es bueno y sólo se requie­re de un tra­ta­mien­to pre­ven­ti­vo o si se tra­ta de una lucha feroz por la vida en don­de gana la pacien­te o gana el cán­cer, o bien, si se tra­ta de un tra­ta­mien­to palia­ti­vo en espe­ra de un resul­ta­do fatal. El meca­nis­mo de la iden­ti­fi­ca­ción con otras pacien­tes en con­di­cio­nes simi­la­res se pre­sen­ta en esta fase y es útil para quien acep­ta a entrar a un gru­po de apo­yo social o tera­péu­ti­co, acor­de a sus nece­si­da­des y posi­bi­li­da­des.

La fase de asi­mi­la­ción se ini­cia con la nece­si­dad de saber más acer­ca de la enfer­me­dad, los tra­ta­mien­tos, etc. y poco a poco, a lo lar­go del pro­ce­so de tra­ta­mien­to y recu­pe­ra­ción, dicha asi­mi­la­ción de lo ocu­rri­do se va dan­do por par­te de la mujer. Al ini­cio de esta fase, algu­nas muje­res bus­can lo máxi­mo de infor­ma­ción acer­ca de lo que les está pasan­do o defi­nen tener con­fian­za cie­ga en su médi­co y ya no cues­tio­nan.

En esta eta­pa se pre­sen­ta el hecho de que la mujer y/o su fami­liar pidan una segun­da opi­nión médi­ca. Si la segun­da opi­nión es dife­ren­te a la pri­me­ra, ello se con­vier­te en mayor fuen­te de stress para la mujer, cuan­do en reali­dad lo que más nece­si­ta es con­fian­za en la rela­ción médi­co — pacien­te. Pasa por una eta­pa de due­lo si tuvo que per­der uno o dos senos para sal­var su vida. El apo­yo psi­co­te­ra­péu­ti­co o de gru­pos socia­les, es esen­cial en estos casos.

El pro­ce­so de asi­mi­la­ción de que se tie­ne o ha teni­do cán­cer, es el más difí­cil de todos debi­do al blo­queo emo­cio­nal que se pre­sen­ta en la mujer des­de que se le diag­nos­ti­ca esta enfer­me­dad. Ella pasa a la fase de con­fron­ta­ción sin dar­se mucha cuen­ta, por la nece­si­dad de actuar ante las suge­ren­cias médi­cas pero la cora­za de pro­tec­ción se encuen­tra pre­sen­te has­ta que la pacien­te pue­de llo­rar su due­lo y des­pués asi­mi­lar­lo.

Es más, esta cora­za pro­tec­to­ra, como ya se ha men­cio­na­do, inci­de en su memo­ria inme­dia­ta blo­quean­do gran par­te de las cir­cuns­tan­cias por las que tie­ne que deam­bu­lar pues el stress, la ansie­dad y la depre­sión están pre­sen­tes duran­te el lar­go pro­ce­so des­de el diag­nós­ti­co has­ta el tra­ta­mien­to. Pue­den pre­sen­tar­se sue­ños angus­tian­tes (pesa­di­llas) duran­te este perío­do, pues ellas actúan en su nivel incons­cien­te al ir asi­mi­lan­do su reali­dad. Insom­nio es otro de los pro­ble­mas que acom­pa­ñan esta fase. Para la gran mayo­ría de las muje­res, es reco­men­da­ble reci­bir una tera­pia de apo­yo indi­vi­dual o de gru­po. Algu­nas tie­nen que pasar ade­más, por tera­pias de reha­bi­li­ta­ción.

4.4 En el caso de tra­tar­se de una recu­rren­cia que cau­sa aún deses­pe­ra­ción, mucho más eno­jo y lue­go mayor depre­sión y des­con­fian­za de su tra­ta­mien­to o de sus médi­cos, que cuan­do se le diag­nos­ti­có por pri­me­ra vez. La ampli­fi­ca­ción de la inten­si­dad de las emo­cio­nes es aún mayor. La depre­sión pue­de reque­rir tra­ta­mien­to psi­quiá­tri­co. El apo­yo psi­co­te­ra­péu­ti­co (psi­con­co­ló­gi­co) es esen­cial pues pue­de ayu­dar ade­más en la recu­pe­ra­ción físi­ca.

5.La acep­ta­ción es un paso des­pués de que se ha asi­mi­la­do el hecho de tener cán­cer mama­rio. Sin embar­go, la asi­mi­la­ción y la acep­ta­ción reales por par­te de la pacien­te, toman tiem­po y a veces se pre­sen­tan para­le­la­men­te o aún des­pués de la con­duc­ta de con­fron­ta­ción del pro­ble­ma en bus­ca de solu­ción.

6.…con­fron­ta­ción del pro­ble­ma pues ésta empie­za des­de que se tie­nen que tomar medi­das para las diver­sas opcio­nes de tra­ta­mien­tos, estu­dios pre­vios si se requie­re ciru­gía, escu­char otras opi­nio­nes médi­cas, etc. Muchas pacien­tes rela­tan haber actua­do (con­fron­ta­do) auto­má­ti­ca­men­te, basa­das en sus redes fami­lia­res, socia­les y labo­ra­les. Otras se ensi­mis­man, pero tam­bién actúan por iner­cia.

Es más, muchas per­so­nas no recuer­dan las expli­ca­cio­nes dadas por su médi­co al reci­bir su diag­nós­ti­co. Son pocas las pacien­tes que rela­tan con abso­lu­ta con­cien­cia los pasos que dan, aún duran­te y des­pués del esta­do de cho­que emo­cio­nal. Estas pocas pacien­tes gene­ral­men­te toman las deci­sio­nes de su tra­ta­mien­to, con­jun­ta­men­te con su médi­co y su pare­ja pues son quie­nes bus­can mucho más infor­ma­ción acer­ca de lo que les está ocu­rrien­do.

Lo intere­san­te en los pasos de acep­ta­ción y de con­fron­ta­ción del pro­ble­ma es que para muchas pacien­tes es pre­fe­ri­ble que su médi­co tome un papel pater­na­lis­ta y las lle­ve de la mano en lo que deben hacer. Para otras en cam­bio, ser par­tí­ci­pes es impor­tan­te y por tan­to, es pre­fe­ri­ble para ellas el infor­mar­se lo más posi­ble para tomar deci­sio­nes en con­jun­to con su médi­co. El cómo reac­cio­ne cada mujer, depen­de de su his­to­ria per­so­nal, su carác­ter y/o de la cir­cuns­tan­cia de vida por la que está tran­si­tan­do así como el cómo está con­fron­tan­do su cli­ma­te­rio.

Los meca­nis­mos de defen­sa que pue­den pre­sen­tar­se son: ade­más de la nega­ción ya men­cio­na­da, forma­ción reac­ti­va, des­pla­za­mien­to de los sen­ti­mien­tos, com­pen­sa­ción y pro­yec­ción.

6.1 La con­fron­ta­ción a la muer­te es una cir­cuns­tan­cia muy espe­cial. Requie­re de un acom­pa­ña­mien­to pro­fe­sio­nal de tipo psi­con­co­ló­gi­co y de un gru­po social. La deses­pe­ra­ción, el eno­jo, el mie­do son sen­ti­mien­tos muy fuer­tes y final­men­te, se debe tra­ba­jar para la acep­ta­ción y la con­fron­ta­ción a la muer­te. Las fases por los que pasa una pacien­te en fase ter­mi­nal son des­cri­tos por Eli­za­beth Kubler-Ross: recha­zo, rabia, rega­teo, depre­sión y acep­ta­ción.

La pacien­te debe cono­cer su pro­nós­ti­co pues nece­si­ta la opor­tu­ni­dad de orde­nar sus asun­tos emo­cio­na­les, prác­ti­cos y mate­ria­les antes de par­tir y así lo hará con más tran­qui­li­dad. Ella debe hablar con las per­so­nas con quie­nes ten­ga o haya teni­do situa­cio­nes con­flic­ti­vas para poder des­can­sar en paz. Así mis­mo, su tes­ta­men­to y otros aspec­tos mate­ria­les son de impor­tan­cia para dicho des­can­so. Que­rrá dejar ayu­da­do al máxi­mo a sus seres que­ri­dos.

La fami­lia de la pacien­te requie­re de orien­ta­ción y apo­yo pro­fe­sio­nal tam­bién. Todos reque­ri­rán de plá­ti­cas fran­cas acer­ca de la situa­ción que los recon­for­ten y acer­quen.

7. La recu­pe­ra­ción físi­ca y emo­cio­nal toma tiem­po, aún si no se pre­sen­ta­ron com­pli­ca­cio­nes duran­te el tra­ta­mien­to. La memo­ria tie­ne que vol­ver a su esta­do ante­rior, la segu­ri­dad per­so­nal, la auto­es­ti­ma, la auto­ima­gen si fue nece­sa­ria la ciru­gía o se varió mucho en el peso; es decir, el auto­con­cep­to, requie­ren ajus­tes; el reto­mar las rela­cio­nes inter­per­so­na­les, labo­ra­les, etc. no es fácil. Requie­re de tiem­po y for­ta­le­za inter­na o exter­na. Por eso se habla del apo­yo psi­con­co­ló­gi­co.

El acep­tar y retor­nar a la vida sexual es un reto para la mujer y su pare­ja, muchas veces difí­cil de com­pren­der y lle­var a cabo a pesar de que ya se cuen­ta más con el opti­mis­mo de haber pasa­do este perío­do tan difí­cil. Se ha con­fron­ta­do, asi­mi­la­do y acep­ta­do. Se ha sal­va­do y apre­cia la vida y la salud en todo lo que valen. Se valo­ra a todos aque­llos quie­nes la apo­ya­ron; sus prio­ri­da­des de vida segu­ra­men­te han cam­bia­do.

Vol­ver a la ruti­na dia­ria ante­rior, reto­mar las ener­gías físi­cas y emo­cio­na­les ante el enor­me apren­di­za­je de tan­tos meses que siguie­ron pos­te­rior­men­te al diag­nós­ti­co no es fácil pero sí muy recon­for­tan­te. Muchas muje­res logran cre­cer de este perio­do, la mayo­ría lo hacen.

7.1 El meca­nis­mo que se da al fina­li­zar estos esta­dios es el de la subli­ma­ción. Algu­nas muje­res, desean hacer exten­si­vos los apren­di­za­jes per­so­na­les y pro­fe­sio­na­les a otras per­so­nas para que su deam­bu­lar en este pro­ce­so sea menos dolo­ro­so. Se sabe de quie­nes han escri­to libros, for­ma­do gru­pos de apo­yo social volun­ta­rio como los de Reto, Arco Iris entre otros.

Aspec­tos Psi­co­se­xua­les De La Pacien­te en el Cli­ma­te­rio Con Cán­cer Mama­rio:

En esta par­te del docu­men­to, se dis­cu­ten los aspec­tos psi­co­se­xua­les de la pacien­te con cán­cer mama­rio y duran­te su tra­ta­mien­to basa­dos en algu­nos con­cep­tos bási­cos (3, 4, 6, 7, 8, 9, 10) como lo son:

1.Que la sexua­li­dad es par­te inhe­ren­te del ser humano se encuen­tre sano o enfer­mo;

2.Que los aspec­tos sexua­les, están ínti­ma­men­te rela­cio­na­dos con los bio­ló­gi­cos, psi­co­ló­gi­cos y socia­les.

1.Que el con­tac­to físi­co de todo tipo entre los seres huma­nos y entre la pare­ja (del mis­mo o de dife­ren­te sexo) par­ti­cu­lar­men­te, es un ali­men­to emo­cio­nal y espi­ri­tual nece­sa­rio.

2.Que casi cual­quier enfer­me­dad y su tra­ta­mien­to (y el cán­cer mama­rio no es la excep­ción), afec­ta todas las face­tas de la vida de la mujer y su fami­lia y en ella se inclu­ye a la res­pues­ta sexual en sus fases de deseo, de exci­ta­ción y la de orgas­mo.

3.Que la auto­ima­gen, la segu­ri­dad per­so­nal (auto­con­cep­to) inci­den en la femi­nei­dad y éstas en la capa­ci­dad y con­cen­tra­ción para per­ci­bir las sen­sa­cio­nes sexua­les. Cica­tri­ces, abla­cio­nes, pér­di­da del cabe­llo, del vello púbi­co y facial, varia­cio­nes en el peso, males­ta­res físi­cos, pér­di­da del con­trol del cuer­po, se rela­cio­nan direc­ta­men­te con la sexua­li­dad.

4.Que las pare­jas sexua­les pue­den ser del mis­mo o del otro sexo, pues las pre­fe­ren­cias sexua­les de las pacien­tes pue­den mos­trar diver­si­dad y no ser nece­sa­ria­men­te basa­das en la hete­ro­se­xua­li­dad.

Nota: Es nece­sa­rio con­si­de­rar que no todas las muje­res que expe­ri­men­tan el cán­cer de mama tie­nen acce­so a espe­cia­lis­tas oncó­lo­gos y a los tra­ta­mien­tos moder­nos de qui­mio­te­ra­pia, radio­te­ra­pia, psi­co­te­ra­pia par­ti­cu­la­res y peor aún, para otras, ni el fácil acce­so a los ser­vi­cios de salud ins­ti­tu­cio­na­les.

Dis­fun­cio­nes Sexua­les En La Mujer cur­san­do el Cli­ma­te­rio, Con Cán­cer Mama­rio Y Duran­te Su Tra­ta­mien­to (3, 4, 7, 10):

Los pro­ble­mas más comu­nes de las muje­res en el cli­ma­te­rio son la atro­fia vagi­nal y/o insu­fi­cien­te lubri­ca­ción vagi­nal, que pue­den cau­sar dis­pa­reu­nia y con­se­cuen­te­men­te la pér­di­da del deseo sexual por temor al coi­to dolo­ro­so. Sin embar­go, es bueno hacer notar que las muje­res sexual­men­te acti­vas mues­tran menos atro­fia vagi­nal que las inac­ti­vas.

Algu­nas de las enfer­me­da­des fre­cuen­tes de esta eta­pa como son las infec­cio­nes e incon­ti­nen­cia uri­na­rias, etc. tam­bién afec­tan el esta­do gene­ral y sexual de la mujer. El cán­cer mama­rio y otras pato­lo­gías onco­ló­gi­cas, se están pre­sen­tan­do en Méxi­co con mayor inci­den­cia en las eda­des de 50 a 59 años (48.5 anos pro­me­dio) (2) y, que al ser diag­nos­ti­ca­do pro­vo­ca el reti­ro de la tera­pia de reem­pla­zo hor­mo­nal brus­co, cau­san­do males­ta­res que los que la mujer ya había supe­ra­do. Otro caso que pue­de pre­sen­tar­se debi­do al tra­ta­mien­to con­tra el cán­cer es la apa­ri­ción tem­pra­na de la meno­pau­sia.

Algu­nos de los com­pa­ñe­ros de las muje­res en cli­ma­te­rio, a su vez, pasan por pro­ble­mas ya sea de rela­ción de pare­ja en gene­ral o por baja de auto­es­ti­ma que los hace bus­car muje­res más jóve­nes o al menos fue­ra de matri­mo­nio pues pre­sen­tan pro­ble­mas de dis­fun­ción eréc­til con su pare­ja esta­ble. Ante la enfer­me­dad y el tra­ta­mien­to, los com­pa­ñe­ros (as) de las pacien­tes en estas cir­cuns­tan­cias tam­bién se encuen­tran den­tro del impac­to psi­co­ló­gi­co y sexual. Algu­nas pare­jas se sien­ten cul­pa­bles, dudan si pue­den demos­trar­le deseo sexual sin ofen­der­las o las­ti­mar­las.

Otros (as) más, temen a su reac­ción ante la cica­triz, fal­ta de seno (s). Algu­nos otros, exi­gen el “débi­to sexual” de la mujer sin impor­tar­les cómo se sien­ta ella. La fal­ta de pare­ja sexual esta­ble agra­va la situa­ción emo­cio­nal y sexual en la mujer, no tan sólo por la fal­ta de apo­yo amo­ro­so sino por el temor de no estar en capa­ci­dad de ser atrac­ti­va sexual­men­te en el futu­ro.

Las acti­tu­des / per­cep­cio­nes de otras per­so­nas que rodean a la mujer en estas cir­cuns­tan­cias, la edu­ca­ción reci­bi­da en cuan­to a su sexua­li­dad, con rela­ción al cli­ma­te­rio; lo que han oído sobre el cán­cer mama­rio y sus tra­ta­mien­tos, la infor­ma­ción con la que cuen­ta para con­fron­tar y acep­tar esta ame­na­za, con la con­se­cuen­te trans­for­ma­ción de vida, su habi­li­dad de adap­ta­ción, su segu­ri­dad per­so­nal, su auto­es­ti­ma, la exis­ten­cia y fac­ti­bi­li­dad de pla­nes de vida pre­sen­te y futu­ra influ­yen en el modo de con­fron­tar por par­te de las pacien­tes, a ambas cir­cuns­tan­cias de vida: cli­ma­te­rio y tra­ta­mien­to del cán­cer mama­rio.

Duran­te el cli­ma­te­rio y el tra­ta­mien­to del cán­cer mama­rio, ade­más de lo men­cio­na­do ante­rior­men­te, la irri­ta­bi­li­dad cau­sa­da por el insom­nio, la depre­sión, la fati­ga, el stress, etc. pue­den ser agen­tes cau­sa­les de alte­ra­cio­nes del humor en la mujer, lo cual pue­de pro­vo­car con­se­cuen­te­men­te el ale­ja­mien­to sexual en ambos miem­bros de la pare­ja. Los psi­co­fár­ma­cos tam­bién pue­den cau­sar baja de libi­do.

El tra­ta­mien­to de qui­mio­te­ra­pia y radio­te­ra­pia afec­tan el nivel de ener­gía, el áni­mo de vida, la auto­es­ti­ma, la segu­ri­dad per­so­nal debi­da a la pér­di­da del con­trol sobre el cuer­po, los cam­bios de auto­ima­gen lo cual se refle­ja tam­bién en el nivel de inte­rés sexual de ambos. Los com­pa­ñe­ros varo­nes, pasan a su vez, por pro­ble­mas de deseo y/o dis­fun­ción eréc­til. La fal­ta de pare­ja esta­ble sue­le agra­var la situa­ción emo­cio­nal y sexual en la mujer por el temor de no per­der su atrac­ti­vo sexual futu­ro.

A con­ti­nua­ción se cla­si­fi­can las dis­fun­cio­nes sexua­les, toman­do en cuen­ta a las pare­jas mas­cu­li­nas. Se orde­nan de modo gené­ri­co y fun­cio­nal para su mejor com­pren­sión:

(Esque­ma de H.S. Kaplan adap­ta­do por Mon­roy A. y cols. 1982)(3)

  DESEO EXCITACION ORGASMO
HOMBRE *deseo sexual inhi­bi­do.
*dis­rit­mia.
*fobia.
*alte­ra­cio­nes de la lubri­ca­ción
*dis­pa­reu­nia
*vagi­nis­mo
*anor­gas­mia
MUJER *deseo sexual inhi­bi­do.
*dis­rit­mia.
*fobia.
*dis­fun­ción eréc­til *eya­cu­la­ción pre­coz
*eya­cu­la­ción retar­da­da
o inhi­bi­ción de la eya­cu­la­ción.

En la mujer, en la fase de deseo se encuen­tran las siguien­tes dis­fun­cio­nes pro­ba­bles: la apa­tía sexual o deseo sexual inhi­bi­do, la dis­rit­mia o algu­na con­duc­ta fóbi­ca. En la fase de exci­ta­ción, la alte­ra­ción en la lubri­ca­ción vagi­nal y/o la dis­pa­reu­nia. En la fase de orgas­mo, la baja inten­si­dad del orgas­mo o la anor­gas­mia (7, 10).

Como ya se men­cio­nó, las pare­jas de las per­so­nas que cur­san el cli­ma­te­rio y que están sien­do tra­ta­das por cán­cer mama­rio, expe­ri­men­tan un impac­to psi­co­ló­gi­co que tam­bién pue­de afec­tar su vida sexual. En las pare­jas mas­cu­li­nas pue­den pre­sen­tar­se dis­fun­cio­nes en la fase de deseo: la apa­tía sexual, la dis­rit­mia o algu­na con­duc­ta fóbi­ca; en la fase de exci­ta­ción: la dis­fun­ción eréc­til; en la fase de orgas­mo: la eya­cu­la­ción pre­coz, la retar­da­da o la inhi­bi­ción del orgas­mo duran­te la intro­duc­ción. Todas ellas pue­den ser tra­ta­das con una tera­pia psi­co­se­xual espe­cia­li­za­da (10).

En los casos en que la pacien­te esté en su cli­ma­te­rio y se le pres­cri­ba el reti­ro súbi­to del tra­ta­mien­to hor­mo­nal de reem­pla­zo, debe ser infor­ma­da que entre otras cosas, pue­de dis­mi­nuir su libi­do (5, 10). La pobla­ción en gene­ral tie­ne poca infor­ma­ción acer­ca de la sexua­li­dad y en espe­cial de la rela­cio­na­da con el cán­cer y sus tra­ta­mien­tos diver­sos.

Por ello, la pare­ja pue­de temer inclu­si­ve, que el tocar a la mujer pue­da pro­vo­car la exten­sión o la recu­rren­cia del cán­cer o sen­tir­se cul­pa­ble de haber con­tri­bui­do a cau­sar el cán­cer por algu­na con­duc­ta sexual “inde­bi­da”. Pudie­se sen­tir recha­zo o temer no ser opor­tu­na en mos­trar deseo sexual e inclu­so temer a su pro­pia reac­ción al ver la cica­triz des­pués de la ciru­gía mama­ria par­cial o radi­cal. Tam­bién pre­sen­tar­se tener temo­res y fan­ta­sías debi­do a lo men­cio­na­do, ade­más de acti­tu­des y mitos por expe­rien­cias pre­vias y edu­ca­ción per­so­na­les (10).

En gene­ral, al hablar con las pacien­tes y sus pare­jas se acon­se­ja que el pro­fe­sio­nal de la salud tome en cuen­ta que pue­de suce­der que la mujer no posea infor­ma­ción sufi­cien­te acer­ca de la sexua­li­dad en gene­ral, duran­te el cli­ma­te­rio y acer­ca la enfer­me­dad y el tra­ta­mien­to en par­ti­cu­lar. Pudie­sen pre­sen­tar­se temo­res y fan­ta­sías, algu­nas cau­sa­das por la igno­ran­cia y otras más por otra etio­lo­gía psi­có­ge­na (5, 10). Si el médi­co no mane­ja cómo­da­men­te estos temas la pue­de refe­rir con un edu­ca­dor y/o tera­peu­ta sexual.

Es de espe­rar­se que la pacien­te expe­ri­men­te un mal esta­do gene­ral (fati­ga, can­san­cio, insom­nio y de áni­mo: depre­sión, angus­tia, ansie­dad, irri­ta­bi­li­dad) que afec­ten “su dis­po­ni­bi­li­dad sexual”. Así mis­mo que la dis­tor­sión o con­fu­sión de la auto­ima­gen por la ciru­gía, los cam­bios en el peso, en la acti­vi­dad físi­ca, pro­duz­can inse­gu­ri­dad en la femi­nei­dad y por tan­to en las situa­cio­nes ínti­mas. En otras pala­bras, pudie­se pre­sen­tar­se en la pacien­te, la inse­gu­ri­dad de ser atrac­ti­va sexual­men­te a la pare­ja. Es más, exis­ten pacien­tes que ya no desean vol­ver a mos­trar su cuer­po des­pués de una ciru­gía de seno. Es reco­men­da­ble que en estos casos la pacien­te sea refe­ri­da urgen­te­men­te a ayu­da espe­cia­li­za­da.

Es impor­tan­te para el médi­co, el explo­rar los aspec­tos psi­co­se­xua­les de las pacien­tes y brin­dar­les infor­ma­ción y orien­ta­ción acer­ca de su enfer­me­dad y sus posi­bles con­se­cuen­cias psi­co­se­xua­les.

Mie­dos Y Fan­ta­sías Más Comu­nes De La Pacien­te en
Cli­ma­te­rio En La Eta­pa Del Diag­nós­ti­co, Rela­cio­na­dos Con Su Sexua­li­dad (5).

Es muy impor­tan­te que el pro­fe­sio­nal de la salud ten­ga en cuen­ta los mitos y fan­ta­sías que exis­ten ante la sexua­li­dad, la mamo­gra­fía, la apa­ri­ción de un nódu­lo, etc.

  • La sexua­li­dad se debi­li­ta en el cli­ma­te­rio y des­apa­re­ce en la vejez.
  • La mas­to­gra­fía es muy moles­ta y / o dolo­ro­sa.
  • La sexua­li­dad ter­mi­na al lle­gar la meno­pau­sia y el cán­cer.
  • La reduc­ción fun­cio­nal de las glán­du­las sexua­les mar­ca el fin de la vida sexual de los seres huma­nos.
  • La mas­tur­ba­ción es una prác­ti­ca que debe evi­tar­se en todas las eda­des y más aún en la adul­ta.
  • La mujer que no mens­trúa ya no debe tener rela­cio­nes sexua­les.
  • Exis­ten afro­di­sía­cos para exci­tar a las muje­res.
  • Si se está este­ri­li­za­da, o his­te­rec­to­mi­za­da, o enfer­ma, se ter­mi­na la vida sexual.
  • Las per­so­nas mayo­res no tie­nen acti­vi­dad sexual.
  • La rela­ción sexual, si no tie­ne fines repro­duc­ti­vos, no tie­ne razón de ser.
  • A la mujer mayor decen­te o enfer­ma, ya no le deben inte­re­sar las rela­cio­nes sexua­les.
  • La rela­ción sexual en el cli­ma­te­rio ya no es satis­fac­to­ria, sino moles­ta.
  • La mujer con cán­cer ya no es atrac­ti­va sexual­men­te y ya no le debe inte­re­sar lo sexual.
  • La mujer sin seno (s) ya no es atrac­ti­va sexual­men­te.
  • El hom­bre no debe tocar o besar el seno enfer­mo, el pos­ti­zo o la cica­triz.
  • La mujer en tra­ta­mien­to de cán­cer, ya no debe hacer el amor pues no tie­ne con­trol sobre algu­nas fun­cio­nes diges­ti­vas (vómi­tos, náu­seas, dia­rrea, gases).
  • El cán­cer apre­su­ra la vejez.

CONCLUSIONES:

La caren­cia de una visión inte­gral e inclu­yen­te de los aspec­tos psi­co­ló­gi­cos es preo­cu­pan­te pues sabe­mos que el hecho de que las per­so­nas ayu­den con una acti­tud posi­ti­va ante ambos pro­ce­sos, tie­ne que ver con el enten­di­mien­to de las situa­cio­nes espe­cí­fi­cas en las que tran­si­ta, para mejo­rar el pro­nós­ti­co de su cán­cer y apo­yar su cali­dad de vida indi­vi­dual y de pare­ja (1, 3, 4, 5, 9). Con la fina­li­dad de que el médi­co esté en posi­bi­li­da­des de ayu­dar a la mujer , a su pare­ja y a su fami­lia en este tran­si­tar de for­ma que sea menos dolo­ro­sa des­de el pun­to de vis­ta emo­cio­nal, debe com­pren­der­la de mane­ra inte­gral y eso impli­ca cono­cer su esfe­ra psi­co­so­cial, cul­tu­ral y sexual. Es con­ve­nien­te tam­bién refe­rir­la des­de el prin­ci­pio a un psi­con­có­lo­go (psi­co­te­ra­peu­ta cono­ce­dor (a) de téc­ni­cas de apo­yo, acom­pa­ña­mien­to, escla­re­ci­mien­to rela­cio­na­dos con el cán­cer) y/o algún gru­po de apo­yo social con otras muje­res con pro­ble­mas seme­jan­tes de la pacien­te, (1, 5,7, 10, 25,).

Este pun­to, anti­gua­men­te muy deba­ti­do pues se pen­sa­ba que no todas las pacien­tes a quie­nes se les diag­nos­ti­ca­ba cán­cer mama­rio requie­ren de apo­yo psi­co­ló­gi­co, en la actua­li­dad se está enfo­can­do con más cui­da­do: todas las pacien­tes deben saber que requie­ren por lo menos de una eva­lua­ción psi­co­ló­gi­ca indi­vi­dual y si ellas lo soli­ci­tan, de un apo­yo psi­con­co­ló­gi­co des­de la fase de diag­nós­ti­co, duran­te su tra­ta­mien­to y un poco tiem­po des­pués de él. El tiem­po de la recu­pe­ra­ción y la reha­bi­li­ta­ción pue­de variar de una mujer a otra. El ries­go de haber per­di­do un seno o dos, el acep­tar la pér­di­da de ellos, el vol­ver a sen­tir­se feme­ni­nas, recons­truir su auto­con­cep­to (ima­gen cor­po­ral, auto­es­ti­ma y segu­ri­dad per­so­nal) ade­cua­do, pue­de tomar­le tiem­po.

Dicho apo­yo es nece­sa­rio para ella y para quie­nes la rodean a nivel fami­liar y de pare­ja. Es un apo­yo esen­cial que pue­de cola­bo­rar con la mejo­ría psi­co­ló­gi­ca y a su vez, ésta con su mejo­ría físi­ca, pues la per­so­na pasa por un pro­ce­so lar­go que le cau­sa stress, depre­sión, ansie­dad, angus­tia, temor. Lo ante­rior impli­ca, tan sólo un gran des­gas­te emo­cio­nal sino un des­equi­li­brio en la pare­ja, en la fami­lia y el en tra­ba­jo lo cual reper­cu­te en la acep­ta­ción y el avan­ce del tra­ta­mien­to onco­ló­gi­co espe­cí­fi­co (1).

*Agra­dez­co el apo­yo téc­ni­co de los doc­to­res Lego­rre­ta D., Love, S., Sán­chez Basur­to C., Sán­chez For­garch E., Olve­ra D., Velas­co M.L.

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