por Ana­me­lí Mon­roy López. Dra en Psi­co­lo­gía. Hos­pi­tal de Méxi­co. Diciem­bre 2005

Se ha logra­do un avan­ce en la espe­ran­za de vida del ser humano que la ha pro­lon­ga­do más años, en espe­cial en don­de las con­di­cio­nes de salud se han ele­va­do, con­jun­ta­men­te con ambien­tes más pro­pi­cios y los esti­los sanos de vida. Cla­ro que sin olvi­dar que la gené­ti­ca tam­bién influ­ye (1).

El cono­ci­mien­to en Occi­den­te, bajo los patro­nes de la cien­cia en su con­jun­to, ha cola­bo­ra­do en obte­ner logros con­cep­tua­les con rela­ción a las últi­mas eta­pas de la vida del ser humano que cono­ce­mos como vie­jo, anciano, o per­so­na de edad. Así, se habla de la ter­ce­ra y cuar­ta edad, la vejez, la ancia­ni­dad, la edad en ple­ni­tud, la seni­li­dad, de la senes­cen­cia, etc.. (1).

La vejez, vis­ta como cua­li­dad, cada vez se ale­ja de tér­mi­nos que la des­hu­ma­ni­zan. En tal sen­ti­do debe­mos dife­ren­ciar pala­bras que iden­ti­fi­can dife­ren­tes aspec­tos y repre­sen­tan dife­ren­tes reper­cu­sio­nes. Por ejem­plo, senec­tud refe­ri­da esen­cial­men­te a pro­ce­sos bio­ló­gi­cos y seni­li­dad a pro­ce­sos psi­co­ló­gi­cos (1).

Tam­bién, las expec­ta­ti­vas de más años de vida de la pobla­ción han aumen­ta­do de vida en muchos paí­ses des­de hace tiem­po y Méxi­co no es la excep­ción. El CONAPO nos dice que la espe­ran­za de vida de los mexi­ca­nos es de actual de 75.3 años, aumen­ta­rá a 78.1 años en 2010 y a 83.7 en 2050. Es decir, que para 2010 serán casi 7 millo­nes de adul­tos de más de 65 años, para 2020, 11 millo­nes y para 2050 32.43 millo­nes (2, 3) .

Con el pro­ce­so de espe­cia­li­za­ción que carac­te­ri­za a la moder­ni­dad, se cons­tru­ye un cam­po espe­cí­fi­co y múl­ti­ple de cono­ci­mien­to que des­de los orga­nis­mos mun­dia­les ubi­can a esta pobla­ción entre los 60 o más años. En Méxi­co hemos teni­do como pro­ble­mas que se le deno­mi­na gene­ral­men­te “ter­ce­ra edad” cuan­do ésta corres­pon­de­ría real­men­te al cli­ma­te­rio y la cuar­ta es para los adul­tos mayo­res, o se le pone nom­bres román­ti­cos como “ple­ni­tud o años dora­dos” a par­tir de los 60 años, que se ale­jan de la cien­cia y de la ver­dad, en la que debe­mos edu­car­nos des­de peque­ños. El desa­rro­llo, que inclu­ye a la vejez, y la muer­te, son inevi­ta­bles. Ade­más, ha habi­do negli­gen­cia al pre­pa­rar una estruc­tu­ra para pro­veer ser­vi­cios y sopor­te para los adul­tos mayo­res quie­nes pron­to ocu­pa­rán una ter­ce­ra par­te de la pobla­ción pues nues­tra pirá­mi­de de pobla­ción e irá enve­je­cien­do (3) Y para col­mo los pro­yec­tos de jubi­la­ción que exis­tían no pudie­ron ser lle­va­dos a cabo por fal­ta de finan­cia­mien­to para la can­ti­dad de per­so­nas que aho­ra viven más años y la enor­me can­ti­dad de adul­tos mayo­res que no les alcan­za su jubi­la­ción o que sim­ple­men­te care­cen de dicho apo­yo (4).

Así mis­mo, en nues­tro país (como en muchos otros, prin­ci­pal­men­te los occi­den­ta­les) se vive la ambi­va­len­cia de haber ate­so­ra­do como gran valor a la juven­tud, la casi desin­te­gra­ción de la fami­lia exten­sa, dejan­do más espa­cio a la nuclear, en don­de se dejan fue­ra a los “abue­los”, quie­nes antes con­vi­vían dia­ria­men­te con todos los miem­bros de la fami­lia de dife­ren­tes eda­des, lo cual los esti­mu­la­ba afec­ti­va e inte­lec­tual­men­te; dán­do­se que a su vez fun­cio­na­ban como maes­tros de las siguien­tes gene­ra­cio­nes que apro­ve­cha­ban su sabi­du­ría. No se nece­si­ta­ba casi de asi­los para ancia­nos (3).

En nues­tra socie­dad está pre­sen­te lo que algu­nos auto­res lla­man “Para­dig­ma del Cuer­po Joven” (5) en don­de el tipo de socie­dad impe­ran­te hace cada vez más difí­cil la vida fami­liar de con­vi­ven­cia de tres gene­ra­cio­nes. A esto se aña­de la pre­fe­ren­cia casi obse­si­va de nues­tros medios publi­ci­ta­rios por el cuer­po joven como ideal esté­ti­co: joven, boni­to, muy del­ga­do y des­de lue­go muy lejos de lo que pue­dan ser canas, arru­gas y otros defec­tos del cuer­po vie­jo. Es lógi­co que en un ambien­te así, el hom­bre y la mujer de edad sien­tan que ya no tie­nen que ofre­cer.

Actual­men­te se vive en medio de la influen­cia de los medios de la comu­ni­ca­ción masi­va que ala­ban a la juven­tud y olvi­dan “poner en la foto­gra­fía fami­liar” a los abue­los y dar­les su lugar como “los maes­tros”, “los sabios”, quie­nes pue­den brin­dar su expe­rien­cia. Así pode­mos recor­dar al per­so­na­je de Gar­cía Már­quez (6): Juve­nal Urbino en don­de refie­re a las cos­tum­bres de su épo­ca ver­sus las incon­ve­nien­cias de “la moder­ni­dad”. o Jere­mías de Saint-Amour, un cris­tiano a la anti­gua que con­si­de­ra­ba que la vejez era un “esta­do inde­cen­te” que debía impe­dir­se a tiem­po.….

El Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Apo­yo a los Adul­tos Mayo­res en Méxi­co, ubi­ca al Adul­to de la “Ter­ce­ra edad” a los 60 años pero algu­nos bene­fi­cios de ayu­da eco­nó­mi­ca se dan en la Ciu­dad de Méxi­co has­ta los 70 años (7). Hel­ga Arce (8), de la Uni­ver­si­dad de la Con­cep­ción en Chi­le ( Apsi­que Inter­net. 2005) ubi­ca a la vejez a los 75 años y la Orga­ni­za­ción Pan­ame­ri­ca­na de la Salud (9,10) la ubi­ca a par­tir de los 65 años y deci­dió deno­mi­nar­la “Adul­to Mayor” que abar­ca una visión inte­gral, inter­dis­ci­pli­na­ria y holís­ti­ca.

Sin embar­go, no todos los seres huma­nos cre­cen, se desa­rro­llan y enve­je­cen en for­ma simi­lar, ni en cuan­to a mor­fo­lo­gía ni en cuan­to a fun­ción se refie­re. Basa­do en lo ante­rior se habla de:

- Edad Cro­no­ló­gi­ca, deter­mi­na­da en fun­ción del tiem­po trans­cu­rri­do des­de el naci­mien­to, medi­do por los años, meses, días.
- Edad Bio­ló­gi­ca, corres­pon­de al esta­do fun­cio­nal de los órga­nos de nues­tra eco­no­mía com­pa­ra­dos con patro­nes están­dar esta­ble­ci­do para cada edad o gru­po de eda­des.
- Edad fun­cio­nal, expre­sa la capa­ci­dad de man­te­ner los roles per­so­na­les y la inte­gra­ción social del indi­vi­duo en la comu­ni­dad.

Así pode­mos ver per­so­nas rela­ti­va­men­te jóve­nes muy “enve­je­ci­das” o por el con­tra­rio per­so­nas de edad más avan­za­da con acti­tu­des, acti­vi­da­des y pen­sa­mien­tos aún jovia­les que se refle­jan en su apa­rien­cia físi­ca.

La teo­ría psi­co­ló­gi­ca del enve­je­ci­mien­to se carac­te­ri­za por los cam­bios con­duc­tua­les que se rela­cio­nan con las influen­cias ambien­ta­les que influ­yen y se refle­jan posi­ti­va o nega­ti­va­men­te en los adul­tos mayo­res. Cada per­so­na mayor es un indi­vi­duo al cual cada expe­rien­cia vital y cada modi­fi­ca­ción en su entorno ejer­ce un efec­to sobre ella.

Por ello, la acti­tud de la socie­dad ante los adul­tos mayo­res y los fami­lia­res y ami­gos en espe­cial, influ­yen en cómo se con­cep­tua­li­za la per­so­na y con ello, cómo vive sus últi­mos años de vida. La vejez, más que un pro­ble­ma de salud públi­ca es uno de carác­ter social y como tal debe ser enca­ra­do. (9, 10, 11).

Des­pués de los 65 años, el indi­vi­duo vive una eta­pa nor­mal del desa­rro­llo, los prin­ci­pa­les pro­ble­mas que enfren­tan los adul­tos mayo­res son los que les crea­mos a tra­vés de la polí­ti­ca y la eco­no­mía que afec­tan su esta­tus en mayor gra­do que el enve­je­ci­mien­to en sí. Los gru­pos cla­ves en el pro­ble­ma del enve­je­ci­mien­to son los gru­pos de edad más joven pues son quie­nes deter­mi­nan el esta­tus y la posi­ción de los adul­tos mayo­res en el orden social. (12). La vejez no tie­ne que ser el pun­to más bajo del ciclo de vida ya que el enve­je­ci­mien­to satis­fac­to­rio es posi­ble si las estruc­tu­ras socia­les y nues­tros pen­sa­mien­tos se reor­ga­ni­zan. Por ejem­plo, no tie­ne por qué haber des­em­pleo para el gru­po de Adul­tos Mayo­res, pues si sólo se con­tra­ta a las gene­ra­cio­nes jóve­nes, se des­apro­ve­cha la expe­rien­cia y sabi­du­ría de las mayo­res.

*Sabi­du­ría: acu­mu­la­ción de expe­rien­cias vivi­das a lo lar­go de la pro­pia exis­ten­cia al cum­plir las tareas, mane­jar las situa­cio­nes y resol­ver los pro­ble­mas que la pro­pia vida impo­ne. Impli­ca el apli­car el buen jui­cio al con­du­cir la pro­pia vida, desa­rro­llar la com­pren­sión por medio de la expe­rien­cia y la capa­ci­dad de apli­car­la en los asun­tos impor­tan­tes. Es una de las carac­te­rís­ti­cas desea­bles que aumen­tan a la edad y empie­za a desa­rro­llar­se a los 55 años apro­xi­ma­da­men­te. No todas las per­so­nas se vuel­ven más sabias con la edad y el que ello suce­da depen­de de las expe­rien­cias espe­ci­fi­ca­sen la vida, en la moti­va­ción y en los recur­sos per­so­na­les ( 8).

Los pro­gra­mas socia­les y de salud para Adul­tos Mayo­res empie­zan a dar­se en nues­tro país, pero por ejem­plo, lo que se ofre­ce a éstos en las gran­des con­cen­tra­cio­nes urba­nas en cuan­to a salud y otras faci­li­da­des, se con­tra­po­ne con el ambien­te con­ta­mi­na­do, la sobre­po­bla­ción y la esca­sés de vivien­da. En cam­bio, en áreas tran­qui­las don­de la natu­ra­le­za es un bene­fi­cio gra­tui­to, no pue­den acce­der fácil­men­te a ser­vi­cios de salud y otros por ausen­cia de dichos ser­vi­cios espe­cia­li­za­dos para ellos o leja­nía de ellos, o pro­ble­mas de trans­por­ta­ción, o por­que son de baja cali­dad. Tam­po­co se ha con­tem­pla­do un apo­yo eco­nó­mi­co como en el Dis­tri­to Fede­ral o en los Esta­dos Uni­dos de Nor­te­amé­ri­ca, por men­cio­nar los cer­ca­nos. (4)

En Israel, como en algu­nos otros paí­ses se han pla­nea­do pro­gra­mas socia­les en don­de se mez­clan a los niños o jóve­nes con los ancia­nos, logran­do que los últi­mos se sien­tan úti­les y acom­pa­ña­dos y los pri­me­ros apren­dan de su expe­rien­cia y afec­to. En los luga­res don­de pre­va­le­ce la fami­lia exten­sa no se tie­ne que orga­ni­zar lo ante­rior pues se da sólo. Tam­bién en ese país se ha imple­men­ta­do un pro­gra­ma de empleo diri­gi­do a los ancia­nos en don­de pue­den hacer uso de habi­li­da­des manua­les de fácil y rápi­do apren­di­za­je por su poca com­ple­ji­dad.

ASPECTOS PSICO-PSIQUIÁTRICOS:

La prin­ci­pal tarea de las per­so­nas mayo­res es la de com­pren­der y acep­tar su pro­pia vida y hacer uso de su expe­rien­cia para hacer fren­te a los cam­bios per­so­na­les o pér­di­das. Las per­so­nas han de adap­tar­se a la dis­mi­nu­ción de la for­ta­le­za y salud físi­ca, a la jubi­la­ción o reti­ro del tra­ba­jo y a su pro­pia muer­te (13). Ha medi­da que tra­tan estos temas, sus moti­va­cio­nes pue­den variar, de esta for­ma se pre­sen­tan diver­sas teo­rías:

- Ulti­mo Esta­dio de Erik­son: ”Inte­gri­dad ver­sus deses­pe­ra­ción” Cons­ti­tu­ye la cul­mi­na­ción de la reso­lu­ción triun­fan­te de las sie­te cri­sis pre­vias en el desa­rro­llo a lo lar­go de la vida, por lo que pudo haber sido o por lo que debe­ría haber­se hecho en for­ma dis­tin­ta. Impli­ca la acep­ta­ción de los pro­pios pro­ge­ni­to­res como per­so­nas que hicie­ron lo mejor que pudie­ron, hacién­do­se mere­ce­do­ras de nues­tro amor, aún cuan­do no fue­ron per­fec­tas. Tam­bién con­sis­te en la cer­ca­nía de la pro­pia muer­te como fin inevi­ta­ble de la exis­ten­cia de la vida.. Quien ha falla­do en tra­tar de resol­ver la cri­sis “teme deses­pe­ra­da­men­te a la muer­te expre­sa­do en el sen­ti­mien­to de que el tiem­po es aho­ra cor­to para vol­ver a comen­zar otra vida y bus­car cami­nos alter­na­ti­vos hacia la inte­gri­dad” (14,12).
- Teo­ría de la Acti­vi­dad: cuan­to más acti­va per­ma­nez­ca una per­so­na mayor, más satis­fac­to­ria­men­te enve­je­ce­rá y los pape­les que cons­ti­tu­yen prin­ci­pal­men­te su satis­fac­ción son: tra­ba­jo, cón­yu­ge, padre, madre, y la máxi­ma pér­di­da es debi­do a la viu­dez y la enfer­me­dad. Según Lemon, Bengs­tom y Peter­son (8) exis­ten 3 tipos de acti­vi­dad: inter­ac­ción social con fami­lia­res, amis­ta­des y veci­nos; for­mal: par­ti­ci­pa­ción en orga­ni­za­cio­nes volun­ta­rias; soli­ta­ria: leer, ver tele­vi­sión y man­te­ner algu­nos pasa­tiem­pos.
- Teo­ría de la Des­vin­cu­la­ción: El enve­je­ci­mien­to se carac­te­ri­za por una mutua sepa­ra­ción, por par­te de la per­so­na mayor, la cual volun­ta­ria­men­te dis­mi­nu­ye sus acti­vi­da­des y com­pro­mi­sos, lo cual ayu­da­ría a las per­so­nas mayo­res a man­te­ner su equi­li­brio, sien­do bené­fi­co tan­to para la per­so­na como para la socie­dad (12,13).

ASPECTOS PSICOSOCIALES:

Recor­de­mos en for­ma esque­má­ti­ca, los prin­ci­pa­les aspec­tos de la socie­dad actual: Es alta­men­te com­pe­ti­ti­va, efec­tis­ta o uti­li­ta­ria, masi­fi­ca­da, de rela­ti­vis­mo en cuan­to a valo­res, ace­le­ra­da, en don­de pre­do­mi­na la fami­lia nuclear, que ha pro­lon­ga­do la edad cro­no­ló­gi­ca y en la que aún exis­ten sig­nos de sen­si­bi­li­dad y soli­da­ri­dad.

Vis­tos estos ras­gos pode­mos refe­rir­nos a algu­nos aspec­tos psi­co­ló­gi­cos del adul­to mayor (15)

- Pér­di­da de la auto­es­ti­ma:

Muchos adul­tos lle­gan a la edad de la jubi­la­ción y aún se sien­ten en ple­ni­tud para la rea­li­za­ción de sus tra­ba­jos. Fre­cuen­te­men­te nos encon­tra­mos con per­so­nas de edad avan­za­da que están ple­na­men­te en for­ma, total­men­te vigen­tes, lúci­das, lle­nas de ini­cia­ti­vas y pla­nes de tra­ba­jo. Muchos hom­bres y muje­res cien­tí­fi­cos , lite­ra­tos, escri­to­res, inves­ti­ga­do­res, polí­ti­cos, hom­bres de cam­po, muje­res de casa, etc. Aun­que ven dis­mi­nui­das sus poten­cia­li­da­des físi­cas al lle­gar a los 65–70 años sien­ten, sin embar­go, que su men­te está lúci­da y sus ganas de hacer bue­nas cosas per­ma­ne­cen inal­te­ra­das. A pesar de que ellos se ven bien, la socie­dad les dice por medio de la jubi­la­ción y otras seña­les, que ya deben dejar el pues­to a gen­te más joven y nue­va, y que deben reti­rar­se. En una pala­bra, es decir, que ya no le nece­si­tan, que pres­cin­den de él o ella.

Una de las pri­me­ras nece­si­da­des de todo ser humano es la de sen­tir­se acep­ta­do, que­ri­do, aco­gi­do, útil y capaz, reco­no­ci­do, digno, per­te­ne­cien­te a algo y a alguien, todos ellos sen­ti­mien­tos en los que se basa la autoestima.(16). Por lo tan­to no pue­de haber auto­es­ti­ma en el indi­vi­duo si éste per­ci­be que los demás pres­cin­den de él. Mas­low (17) ya lo decía así en su famo­sa pirá­mi­de de nece­si­da­des, don­de des­cri­be la auto­rrea­li­za­ción y que con­sis­te en el desa­rro­llo inte­gral de las posi­bi­li­da­des per­so­na­les. Auto­es­ti­ma con­sis­te en las acti­tu­des del indi­vi­duo que éste man­tie­ne hacia sí mis­mo. Cuan­do éstas son posi­ti­vas habla­mos de buen nivel o alto nivel de auto­es­ti­ma. Al nom­brar la pala­bra acti­tu­des ya hemos inclui­do el mun­do de los afec­tos y sen­ti­mien­tos y no de los cono­ci­mien­tos, pues los com­po­nen­tes de la acti­tud encie­rran gran varie­dad de ele­men­tos psí­qui­cos. Un buen nivel de auto­es­ti­ma es garan­tía de que la per­so­na podrá hacer fren­te con dig­ni­dad a impor­tan­tes con­tra­rie­da­des de la vida y no decae­rá su áni­mo fácil­men­te (18).

La per­so­na mayor que se sien­te bien, salu­da­ble y con fuer­zas y se le dice que ya se pue­de pres­cin­dir de ella, es muy pro­ba­ble que influ­ya­mos en el dete­rio­ro de su auto­es­ti­ma y sien­ta que se pien­sa que ya no pue­de apor­tar nada a pesar de ella sen­tir­se bien y capaz.

Des­pués de todo, la auto­es­ti­ma, inser­ta­da en el sis­te­ma acti­tu­di­nal de la per­so­na­li­dad es un todo muy com­ple­jo. Todo el valor afec­ti­vo-emo­ti­vo que ella encie­rra no se limi­ta a sólo afec­tos aní­mi­cos sino que pro­yec­ta sus múl­ti­ples con­se­cuen­cias tam­bién hacia lo físi­co como hacia lo somá­ti­co.

Los nue­vos estu­dios indi­can que las emo­cio­nes posi­ti­vas y nega­ti­vas influ­yen en la salud más de lo que se supo­nía hace algu­nos años y que si no tene­mos un desa­rro­llo ópti­mo afec­ti­vo no se desa­rro­lla la inte­li­gen­cia (Exis­te una rela­ción direc­ta entre el afec­to y el desa­rro­llo cere­bral, inte­lec­tual) (19). El ser humano actúa y toma deci­sio­nes no tan sólo por su inte­lec­to sino por la cali­dad e inten­si­dad de los sen­ti­mien­tos que le embar­gan en ese momen­to (pér­di­da del tra­ba­jo, de los com­pa­ñe­ros de éste mas jóve­nes pero que ya no lo fre­cuen­tan, pér­di­da de ami­gos y seres que­ri­dos que van murien­do, pér­di­da de esta­tus, etc.)

Los Pará­me­tros y valo­res cul­tu­ra­les actua­les favo­re­cen poco la auto­es­ti­ma del Adul­to Mayor. La ideo­lo­gía físi­co-bio­lo­gis­ta siem­pre ima­gi­na la vida en tér­mi­nos de comien­zo, ple­ni­tud y deca­den­cia. Esta ideo­lo­gía debe ser supe­ra­da: la afec­ti­vi­dad y la razón no decaen al rit­mo de la deca­den­cia bio­ló­gi­ca sino que cre­cen y se for­ta­le­cen en al adul­to mayor salu­da­ble has­ta el últi­mo día de su vida. Por eso la orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud defi­ne al “adul­to mayor sano” como aquel indi­vi­duo cuyo esta­do de salud se con­si­de­ra, no en tér­mi­nos de défi­cit, sino de man­te­ni­mien­to de capa­ci­da­des fun­cio­na­les.

Por otro lado es impor­tan­te recor­dar que las célu­las cere­bra­les se enve­je­cen más len­ta­men­te que las otras del orga­nis­mo si se les man­tie­ne acti­vas por lo que es bueno apren­der “una gim­na­sia inte­lec­tual” (19).

- Pér­di­da del sig­ni­fi­ca­do o sen­ti­do de la vida:

Eric Erik­son (14) nos ense­ña que la per­so­na­li­dad y el desa­rro­llo se halla siem­pre en pro­yec­to y que nun­ca ter­mi­na de cre­cer, con­si­de­ra a la últi­ma eta­pa de la vida como la de inte­gra­ción ver­sus la deses­pe­ra­ción. La inte­gri­dad vis­ta como la dis­po­si­ción a defen­der la dig­ni­dad del pro­pio esti­lo de vida con­tra la ame­na­za físi­ca y eco­nó­mi­ca. Alcan­zar la inte­gri­dad con­sis­te en haber logra­do un espe­cial esta­do del espí­ri­tu que Sher­man ( 20 ) dice que es la acep­ta­ción de la reali­dad de uno mis­mo y de la pro­pia vida, resul­tan­te del aban­dono de ilu­sio­nes. Sin embar­go quie­nes siguen aca­ri­cián­do­los sin ser rea­lis­tas desa­rro­llan los sen­ti­mien­tos de fra­ca­so, frus­tra­ción y decep­ción de uno mis­mo que resul­tan inevi­ta­ble­men­te en un sen­ti­mien­to de deses­pe­ra­ción.

Dice Frankl (21) que el vacío exis­ten­cial es la neu­ro­sis masi­va de nues­tro tiem­po, ella se pro­du­ce en el pro­pio ser. La pro­pia exis­ten­cia care­ce de sig­ni­fi­ca­ción. Esto pue­de des­en­ca­de­nar una serie de sín­to­mas depre­si­vos. Esto le suce­de con más faci­li­dad al adul­to mayor. Uno podría preguntarse..¿qué es pri­me­ro, la depre­sión o la pér­di­da del sen­ti­do de la vida? Esto no se apre­cia en adul­tos mayo­res men­tal­men­te acti­vos. Ellos son tam­bién capa­ces de enfren­tar­se a la muer­te con más sere­ni­dad que aque­llos quie­nes per­ci­ben que su vida care­ce de sen­ti­do.

- Pér­di­da de la faci­li­dad de adap­ta­ción:

Al lle­gar a una mayor edad la per­so­na va vien­do cómo los ambien­tes van cam­bian­do para ella y cómo otros le son leja­nos o por lo menos le ofre­cen menos inte­rés. En reali­dad esto ha pasa­do siem­pre y en cada una de las eta­pas evo­lu­ti­vas del indi­vi­duo.

A esta edad el pro­ble­ma se agu­di­za pues vie­ne sazo­na­do de otros tin­tes de mar­gi­na­ción social. Por eso el anciano se encuen­tra sin las herra­mien­tas que le per­mi­tan un tra­ba­jo de adap­ta­ción: son las moti­va­cio­nes o refuer­zos socia­les. Al care­cer de dichas herra­mien­tas le es difí­cil adqui­rir hábi­tos nue­vos, y por lo tan­to, adap­tar­se a las nue­vas cir­cuns­tan­cias.
Así pue­de pare­cer como per­so­na algo rígi­da, cha­pa­da a la anti­gua, afe­rra­da a su sola expe­rien­cia tan impor­tan­te para él o ella, pero que sien­te que la socie­dad no se la valo­ra en la for­ma en la que la per­so­na qui­sie­ra o con­si­de­ra que sería lo jus­to. La agre­si­vi­dad, la fácil irri­ta­bi­li­dad (ver­bal o ges­ti­cu­lar) que mues­tran algu­nas per­so­nas mayo­res, podría estar rela­cio­na­da con este sen­ti­mien­to de la difí­cil adap­ta­ción, sen­ti­mien­to que se ve agra­va­do por la pér­di­da de auto­no­mía eco­nó­mi­ca sufri­da por muchos ancia­nos.

- La aflic­ción o tris­te­za por una pér­di­da:

Esta cla­se de dolor es una res­pues­ta nor­mal y salu­da­ble a dife­ren­tes tipos de pér­di­das. Una pue­de ser la de la pare­ja de tan­tos años, o de la salud, o del tra­ba­jo. Para cal­mar­la, la per­so­na tie­ne que acep­tar los tér­mi­nos fina­les de esta pér­di­da. Para ello se pasa por dife­ren­tes esta­dios: Shock o con­fu­sión por sor­pre­sa des­agra­da­ble o con­fu­sión, nega­ción, eno­jo o moles­tia por el aban­dono, amar­gu­ra, fin­gi­mien­to de haber vuel­to a la nor­ma­li­dad, enfren­ta­mien­to a la reali­dad depre­sión, sin espe­ran­za, cul­pa, has­ta que va pasan­do. Es acon­se­ja­ble hablar de esto con otras per­so­nas, seguir con sus acti­vi­da­des acos­tum­bra­das den­tro de lo posi­ble, dor­mir bien, evi­tar el alcohol, taba­co o dro­gas, no tomar deci­sio­nes impor­tan­tes de inme­dia­to y pedir ayu­da psi­co­ló­gi­ca si se nece­si­ta.

- Insom­nio: es muy común en las per­so­nas mayo­res de 65 años pues los patro­nes de sue­ño cam­bian al enve­je­cer. Las cau­sas pue­den ser físi­cas, ambien­ta­les o de com­por­ta­mien­to (rui­do, comer tar­de en la noche, dor­mir duran­te el día, etc.), inge­ren­cia de cafeí­na, alcohol, nico­ti­na, algu­nos anti­de­pre­si­vos, medi­ci­nas esti­mu­lan­tes, hora­rio de las medi­ci­nas, men­ta­les como ansie­dad o depre­sión; estrés como pro­ble­mas fami­lia­res, finan­cie­ros, de salud. El insom­nio pue­de ser tra­ta­do efi­caz­men­te.

- Estrés: es cau­sa­do por el ins­tin­to del cuer­po de defen­der­se a sí mis­mo. Es bueno en emer­gen­cias pero pue­de cau­sar sín­to­mas físi­cos si per­du­ra por mucho tiem­po. Se pue­de pre­sen­tar en la edad avan­za­da ante la inmi­nen­cia de la jubi­la­ción, pro­ble­mas fami­lia­res, pro­ble­mas finan­cie­ros. Se pue­de apren­der el mane­jo ade­cua­do del estrés.

- Pér­di­da de la Memo­ria: La edad va aso­cia­da a la pér­di­da nor­mal de la memo­ria. (per­der un obje­to, no recor­dar nom­bres, fechas, o las cosas por las que había ido a la tien­da, una cita, etc). Otra mues­tra pue­de ser la char­la repe­ti­ti­va sobre un solo tema, una y otra y otra vez. La pér­di­da de memo­ria aso­cia­da a un dete­rio­ro leve de las fun­cio­nes men­ta­les es más deli­ca­da pues corren un alto ries­go a la enfer­me­dad de Alzhei­mer. Tam­bién se pue­de dar una pér­di­da anor­mal de la memo­ria. Se carac­te­ri­za por pro­ble­mas como la des­orien­ta­ción, inca­pa­ci­dad de recor­dar hechos muy recien­tes, y con­fu­sión. Pue­de ser el desa­rro­llo de una demen­cia. Es nece­sa­rio un buen diag­nós­ti­co dife­ren­cial pues tam­bién algu­nos medi­ca­men­tos u otros tras­tor­nos pue­den oca­sio­nar estos sín­to­mas. Un diag­nós­ti­co opor­tuno per­mi­te un tra­ta­mien­to tem­prano.

- Trans­for­ma­cio­nes en la sexua­li­dad:

La sexua­li­dad nace y mue­re con el ser humano. De acuer­do a cada edad se trans­for­ma como se trans­for­ma la men­te y el orga­nis­mo (22). La sexua­li­dad inclu­ye todas las for­mas de expre­sión, des­de la apro­xi­ma­ción, el tac­to, la inti­mi­dad emo­cio­nal, la mas­tur­ba­ción o esti­mu­la­ción eró­ti­ca manual u oral y no sola­men­te el coi­to. En ella influ­ye la edu­ca­ción des­de la infan­cia has­ta la muer­te, las acti­tu­des de la socie­dad y el cono­ci­mien­to y expe­rien­cia adqui­ri­dos. La inti­mi­dad con la pare­ja ade­cua­da per­mi­te que la explo­ra­ción, la crea­ti­vi­dad y el desem­pe­ño vayan de la mano hacia una ejer­ci­cio de la sexua­li­dad ópti­mo (22).

Des­de el pun­to de vis­ta bio­ló­gi­co, en la mayo­ría de los hom­bres (no en todos) dis­mi­nu­ye la pro­duc­ción de esper­ma­to­zoi­des, el tama­ño tes­ti­cu­lar, el flui­do semi­nal y la fuer­za de las con­trac­cio­nes. La res­pues­ta de exci­ta­ción es más len­ta, a veces la erec­ción menos fir­me, la dura­ción del orgas­mo es dis­mi­nui­da y el aumen­to del tiem­po de vol­ver a la esti­mu­la­ción. (22). Cuan­do la pare­ja enri­que­ce, sus­ti­tu­ye o com­ple­men­ta la acti­vi­dad sexual con acti­vi­da­des más allá del coi­to como las cari­cias eró­ti­cas, la mas­tur­ba­ción, el sexo oral, etc, se sobre­lle­van más fácil­men­te estas difi­cul­ta­des (22).

En la mayo­ría de las muje­res (no en todas) se pro­du­ce una res­pues­ta más len­ta a la esti­mu­la­ción, una reduc­ción de la lubri­ca­ción que pue­de oca­sio­nar un coi­to dolo­ro­so, menor inten­si­dad en el orgas­mo pero per­sis­te la capa­ci­dad mul­ti­or­gás­mi­ca. En quie­nes ya la tenían(22). Cuan­do la pare­ja enri­que­ce con la expe­rien­cia, sus­ti­tu­ye o com­ple­men­ta la acti­vi­dad sexual con acti­vi­da­des más allá del coi­to, se sobre­lle­van fácil­men­te estas difi­cul­ta­des (22).

Las dis­fun­cio­nes mas­cu­li­nas más comu­nes son el orgas­mo pre­ma­tu­ro o retar­da­do y la dis­fun­ción eréc­til que actual­men­te se está bene­fi­cian­do de téc­ni­cas y medi­ca­men­tos que faci­li­tan la erec­ción si exis­te la exci­ta­ción. En las muje­res la dis­pa­reu­nia y la anor­gas­mia así como la dis­mi­nu­ción de su libi­do si no han teni­do tera­pia de rem­pla­zo hor­mo­nal y si no uti­li­zan jalea lubri­can­te o vase­li­ne, o medi­ca­men­tos reco­men­da­dos por los espe­cia­lis­tas (22).

Sin embar­go la acti­tud hacia la pro­pia sexua­li­dad se ve influen­cia­da por lo que apren­die­ron de jóve­nes acer­ca de la sexua­li­dad del adul­to mayor y cómo la socie­dad ve en ese momen­to la sexua­li­dad en per­so­nas de la 3ª y 4ª eda­des (22).

ENFERMEDADES PSIQUIÁTRICAS MÁS COMUNES DE LOS ADULTOS MAYORES:

La demen­cia pre­se­nil o senil como el Alzhei­mer y la depre­sión que en esta edad pue­de ser mor­tal, son las prin­ci­pa­les enfer­me­da­des de esta épo­ca.

La demen­cia senil es un des­or­den cere­bral orgá­ni­co: Tie­ne algu­nos ras­gos dis­tin­ti­vos que pue­den no pre­sen­tar­se jun­tos o en el mis­mo gra­do como el dete­rio­ro de la memo­ria, daño del fun­cio­na­mien­to o com­pren­sión inte­lec­tual, dete­rio­ro de la capa­ci­dad de jui­cio, de la capa­ci­dad de orien­ta­ción y decai­mien­to de dichas fun­cio­nes. Una de las más comu­nes es el Alzhei­mer.

¿Decli­ve de la capa­ci­dad inte­lec­tual?

Las inves­ti­ga­cio­nes trans­ver­sa­les (12) encuen­tran un decli­ve en la capa­ci­dad inte­lec­tual que se rela­cio­na­ría con la edad debi­do a:
1.Deterioro neu­ro­ló­gi­co
2.limitaciones físi­cas
3.factores psi­co­ló­gi­cos
4.velocidad
5.ansiedad ante las prue­bas
6.inadecuación de las tareas
7.cautela
8.actitudes derro­tis­tas
9.pérdida de con­ti­nui­dad en la acti­vi­dad inte­lec­tual
10.descenso ter­mi­nal

Si pone­mos aten­ción vere­mos que esta dis­mi­nu­ción cog­ni­ti­va es más un mito que una reali­dad. El Adul­to Mayor es capaz de apren­der des­tre­zas nue­vas pero requie­re de mayor tiem­po que las per­so­nas jóve­nes. (13). Si bien es cier­to que el anciano ya no cuen­ta con la mis­ma efi­cien­cia que tuvo en su juven­tud, cuen­ta con un cono­ci­mien­to prag­má­ti­co que cono­ce­mos como sabi­du­ría. De esta mane­ra el Adul­to Mayor posee un gran desa­rro­llo de la com­pren­sión por medio de la expe­rien­cia y la capa­ci­dad de apli­car­los en asun­tos impor­tan­tes (23)

DESARROLLO PSICOSOCIAL:

1.Cambio social: Los adul­tos mayo­res de los paí­ses desa­rro­lla­dos, se han dado cuen­ta de que el ser mayor es dife­ren­te des­de que sus padres lle­ga­ron a los 65 años. Tie­nen aspec­to más juve­nil, están más sanos y vigo­ro­sos que sus homó­lo­gos de hace varias gene­ra­cio­nes. Es más pro­ba­ble que sean due­ños de sus casas, vivan por enci­ma del nivel de pobre­za y ten­gan menos hijos adul­tos (13). En los paí­ses en desa­rro­llo estas carac­te­rís­ti­cas no se dan siem­pre o por­que no ha habi­do una edu­ca­ción hacia la pla­ni­fi­ca­ción fami­liar opor­tu­na o para el aho­rro para los años fina­les o por­que la situa­ción eco­nó­mi­ca de los paí­ses no lo ha per­mi­ti­do. No todos tie­nen dere­cho a la jubi­la­ción o ésta es muy raquí­ti­ca (3).

2.Estrés: Un alto estrés pue­de las­ti­mar la auto­es­ti­ma y dete­rio­rar físi­ca y men­tal­men­te a la per­so­na que lo pade­ce.

3.Trabajo y jubi­la­ción: en la tran­si­ción del tra­ba­jo a la jubi­la­ción pue­de desa­rro­llar­se un alto estrés por lo que se reco­mien­da que se vaya hacien­do poco a poco, para que se vaya vivien­do por fases has­ta acep­tar su fina­li­za­ción. (13). Quie­nes no tie­nen dere­cho a la jubi­la­ción están en alto estrés pues tra­ba­jan temien­do per­der su empleo en cual­quier momen­to o ten­drán que seguir tra­ba­jan­do si se los per­mi­ten o ten­drán que pasar a ser depen­dien­tes de sus fami­lia­res o de pro­gra­mas guber­na­men­ta­les.

4.Matrimonio: El even­to más impor­tan­te en muchos matri­mo­nios es la jubi­la­ción del hom­bre y de la mujer si es que ella tra­ba­ja­ba. Cuan­do es el hom­bre quien tra­ba­ja­ba, afec­ta a la mujer en su inde­pen­den­cia, al estar él todo el día en casa. La mayo­ría de otros pro­ble­mas ya han sido sol­ven­ta­dos en eta­pas ante­rio­res y si no lo hicie­ron ya se divor­cia­ron antes (13).

5.El divor­cio y vol­ver a casar­se: cuan­do las pare­jas que han esta­do casa­das duran­te 40 años se divor­cian es pro­ba­ble que demues­tren más estrés psi­co­ló­gi­co que las pare­jas jóve­nes que se divor­cian. La pér­di­da de sus pape­les con­yu­ga­les al igual que los pro­fe­sio­na­les pue­de que­bran­tar su iden­ti­dad. El núme­ro de per­so­nas mayo­res que se divor­cian va en aumen­to. En el hom­bre es por­que ha esta­do enfras­ca­do en su tra­ba­jo y su jubi­la­ción coin­ci­de con el matri­mo­nio con otra mujer. En la mujer es por­que su mari­do es alcohó­li­co, tirano o muje­rie­go. Los hom­bres se casan con más faci­li­dad que las muje­res pues hay más muje­res divor­cia­das que hom­bres dis­po­ni­bles.

6.Viudez: La situa­ción de viu­dez en las muje­res es más fre­cuen­te pues sus mari­dos eran mayo­res y por­que la espe­ran­za de vida del hom­bre lo es tam­bién. El pro­ce­so de recu­pe­ra­ción impli­ca, desa­rro­llar una expli­ca­ción satis­fac­to­ria por la que ha muer­to el otro, neu­tra­li­zar los recuer­dos y aso­cia­cio­nes y crear una nue­va ima­gen de uno mis­mo. Las muje­res pare­cen adap­tar­se a una vida soli­ta­ria mejor que los hom­bres quie­nes pade­cen depre­sión, angus­tia y has­ta reac­cio­nes fóbi­cas. Aún des­pués de la recu­pe­ra­ción el dolor con­ti­núa. (13).

7.Relaciones fami­lia­res en los Adul­tos Mayo­res: La ten­den­cia es “enve­je­cer en el lugar”, don­de edu­ca­ron a sus hijos, en don­de está lleno de recuer­dos, y al cono­cer­lo bien les da com­pe­ten­cia y el ser pro­pie­ta­rios con­fie­re esta­tus a la per­so­na mayor. Son menos pro­pen­sos a tras­la­dos o emi­gra­cio­nes. Exis­te la emi­gra­ción de ayu­da que es cuan­do se mudan con algún hijo o a una resi­den­cia espe­cial o a una ins­ti­tu­ción que ofre­cen cui­da­dos per­so­na­les pero raras veces médi­cos, psi­co­ló­gi­cos, socia­les, ni sani­ta­rios a nivel pro­fe­sio­nal. (13).

8.No jubi­la­ción: Exis­ten gran can­ti­dad de adul­tos mayo­res que no tie­nen jubi­la­ción, ya sea por­que en su tra­ba­jo nun­ca se la die­ron, por­que esta­ban en tra­ba­jos infor­ma­les o no tra­ba­ja­ban a base de suel­do (muchas muje­res están en este caso). Estos adul­tos mayo­res pasan a depen­der de sus fami­lia­res, de las ins­ti­tu­cio­nes guber­na­men­ta­les que en Méxi­co casi no exis­ten o piden y viven de la limos­na que les da la gen­te. El Sec­tor Salud, el Gobierno del D. F. empie­zan a desa­rro­llar algu­nas accio­nes pero como socie­dad fal­ta mucho por hacer (3).

HACIA UNA SALUD PSÍQUICA PREVENTIVA: (18)

http:/ www.ubiobio.cl/vitrina/envejecimiento.htm

El adul­to mayor es pro­ta­go­nis­ta de su pro­pia vida y de su pro­pia salud físi­ca y psí­qui­ca. Evi­tar acti­tu­des pater­na­lis­tas en las que la solu­ción vie­ne de afue­ra y no de los mis­mos pro­ta­go­nis­tas ya es un gran paso. Toda la socie­dad debe conec­tar­se para for­mar “redes de segu­ri­dad” en bene­fi­cio de los seres más des­va­li­dos pero cui­dan­do que ellos mis­mos sean agen­tes de su pro­pia libe­ra­ción (en lo posi­ble).

1.-Educación en la ver­dad: (18)

Esta se desa­rro­lla a tra­vés de las dis­tin­tas eda­des de la vida. Pre­pa­rar­se para gozos y espe­ran­zas, para con­flic­to, estre­che­ces, con­tra­rie­da­des; hol­gu­ras y abun­dan­cias. Pre­pa­rar­se para asu­mir la ver­dad. Así, cuan­do lle­guen a situa­cio­nes y momen­tos de la vida más difí­ci­les esta­rán mejor pre­pa­ra­dos para enfren­tar­los y salir airo­sos de la prue­ba.

2.- Ver­dad del enve­je­ci­mien­to: (18)

No todos los cam­bios de esta edad son nega­ti­vos, tam­bién exis­ten posi­ti­vos. Se debe apren­der a ver­los. Hemos vis­to ya varios nega­ti­vos pero aho­ra abo­qué­mo­nos a los posi­ti­vos como la capa­ci­dad de la esta­bi­li­dad y la con­ti­nui­dad, cua­li­dad que pro­por­cio­na al adul­to mayor la aureo­la de per­so­na capaz dig­na de con­fian­za, capaz de reci­bir con­fi­den­cias y de entre­gar con­se­jos sabios.

3.- Desa­rro­llo de una acti­tud abier­ta: (18)

1.Sentimiento de Eupa­tía:

Sig­ni­fi­ca en grie­go “sen­tir­se bien”. Con­sis­te en sen­tir­se y acep­tar­se a sí mis­mo como radi­cal­men­te valio­so. Es un suje­to que reco­no­ce sus cua­li­da­des y logros con sen­ci­llez, sin jac­tar­se ni fan­fa­rro­near­se. Al igual reco­no­ce sus fallas y erro­res, sin por eso sen­tir­se frus­tra­do ni fra­ca­sa­do.

2.Sentimiento de sim­pa­tía:

Pala­bra grie­ga que sig­ni­fi­ca “sen­tir con” y que sig­ni­fi­ca sen­tir­se bien con los demás. Por eso la per­so­na es socia­ble, aco­ge­do­ra, a la vez que apro­ve­cha sus momen­tos de sole­dad por­que nece­si­ta calar la hon­du­ra de la pro­pia inti­mi­dad. Es quien des­de la pro­fun­di­dad de su vida inte­rior, es capaz de salir al encuen­tro de otros y tan­to en ellos como en el res­to del mun­do encuen­tra lo que es posi­ti­vo, digno de feli­ci­ta­ción y aplau­so.

3. Sen­ti­mien­to de auto­no­mía:

Pala­bra grie­ga que sig­ni­fi­ca “ser uno mis­mo” con­tra­rio a la hete­ro­to­mía que es la depen­den­cia de los demás. Es capaz de ayu­dar­se a pesar de sus limi­ta­cio­nes, es autó­no­mo des­de el pun­to de vis­ta psi­co­ló­gi­co. No se tra­ta de pro­yec­tar cosas a rea­li­zar sino de seguir cre­cien­do como per­so­na libre, libe­ra­da y libe­ra­do­ra.

5. Sen­ti­mien­to de Anás­ta­sis:

Pala­bra grie­ga que sig­ni­fi­ca “levan­tar­se, poner­se en pie”. Con­sis­te en sen­tir, expe­ri­men­tar,
crear, pen­sar, pro­du­cir. Quien vive de esta mane­ra anas­ta­sís­ti­ca, encon­tran­do el sen­ti­do de la
vida has­ta el últi­mo momen­to, es la per­so­na que por lo mis­mo, expe­ri­men­ta que la muer­te no
tie­ne la últi­ma pala­bra y es un ser humano que irra­dia espe­ran­za y se pre­pa­ra para “bien
morir”.

EL FINAL:

Feli­ci­dad y muer­te pare­cen a sim­ple vis­ta dos tér­mi­nos mutua­men­te exclu­yen­tes en las cul­tu­ras occi­den­ta­les. La feli­ci­dad como anhe­lo y aspi­ra­ción de todo ser humano es la moti­va­ción que está en la base de todas las demás moti­va­cio­nes, ella es la aspi­ra­ción de todo ser humano des­de que nace has­ta que mue­re pero ¿es posi­ble la feli­ci­dad cuan­do en la vida se inclu­ye el hori­zon­te de la muer­te? Se supo­ne que la muer­te tie­ne sen­ti­do cuan­do la vida está lle­na de sen­ti­do (21).

La feli­ci­dad no sólo con­sis­te en estar bien sino en estar hacien­do algo que lle­ne la vida. La feli­ci­dad es inse­pa­ra­ble del sen­ti­do de la vida y la muer­te da sen­ti­do y valor a cada minu­to de la vida. El hori­zon­te de la muer­te nos obli­ga a selec­cio­nar bien los ele­men­tos que son vita­les a nues­tra vida y nos lle­va a orga­ni­zar nues­tra esca­la de valo­res dife­ren­cian­do bien entre fines y medios, entre lo que es impor­tan­te para la vida y lo que sólo es secun­da­rio. La pers­pec­ti­va de la muer­te nos ayu­da a ser libres, a no ape­gar­nos exce­si­va­men­te a las cosas que ejer­cen domi­nio pose­si­vo sobre las per­so­nas y pue­den aho­gar nues­tras ansias de feli­ci­dad y de liber­tad.

El ser humano es mor­tal por­que su vida está abier­ta a la inmor­ta­li­dad. Todo mun­do sabe que mori­rá pero nadie pue­de estar segu­ro que con la muer­te ter­mi­na­rá abso­lu­ta­men­te su reali­dad. Del gra­do y el tipo de per­du­ra­ción en la vida terre­nal o en otra, depen­de su sen­ti­do de la feli­ci­dad. En la actua­li­dad se obser­va una acti­tud más salu­da­ble hacia la muer­te, se bus­ca com­pren­der­la, explo­ra los aspec­tos emo­cio­na­les, mora­les y prác­ti­cos que la cir­cun­dan y tra­tan de hacer de este hecho de la vida como posi­ti­vo, toman­do ideas de las cul­tu­ras orien­ta­les.

El decli­ve físi­co y las pér­di­das de las capa­ci­da­des, comien­zan el pro­ce­so de revi­sión de la pro­pia vida. Ante esta revi­sión, el adul­to mayor pue­de sen­tir­se angus­tia­do, cul­pa­ble, depri­mi­do o deses­pe­ra­do (14) pero cuan­do los con­flic­tos pue­den supe­rar la deses­pe­ra­ción pue­de sur­gir la inte­gri­dad, habien­do des­cu­bier­to el sen­ti­do de la vida. Quie­nes no hacen esta revi­sión no siem­pre rees­truc­tu­ran el pasa­do de modo que aumen­te su inte­gri­dad.

Cuan­do la muer­te se acer­ca, las per­so­nas entran a la tra­yec­to­ria de la muer­te. Las dis­tin­tas socie­da­des y reli­gio­nes tie­nen con­cep­tos dife­ren­tes al modo ade­cua­do de morir. En nues­tra socie­dad aún se espe­ra que mue­ra acom­pa­ña­da de sus fami­lia­res y ami­gos, con un míni­mo de inter­fe­ren­cia téc­ni­ca y con­trol del sufri­mien­to. Con la tec­no­lo­gía actual se pro­lon­ga el sufri­mien­to y pri­va a la per­so­na de su con­trol y dig­ni­dad (13). En nues­tra socie­dad cris­tia­na, la pro­me­sa de la inmor­ta­li­dad ayu­da a las per­so­nas a encon­trar un sen­ti­do a su vida.

Al hablar de muer­te se hace indis­pen­sa­ble hablar del sui­ci­dio y la euta­na­sia y refle­xio­nar sobre ellos. La enfer­me­dad aso­cia­da a la vejez, es un ele­men­to auto­des­truc­ti­vo que com­pro­me­te la esfe­ra inte­rior de quien la pade­ce. De ahí que la muer­te adquie­ra la dimen­sión de una nece­si­dad sen­ti­da. El hom­bre enfer­mo desahu­cia­do, ya no se abre al mun­do; es una mise­ria mate­rial y moral y peor aún, cuan­do sien­te que se con­vier­te en una car­ga para otros o si sabe que no exis­te alguien quien se encar­gue de él. La ten­ta­ción al
sui­ci­dio apa­re­ce y pue­de lle­gar a con­ver­tir­se en una obse­sión., la que dice el filó­so­fo Sciac­ca, es el vér­ti­go de la liber­tad que deci­de inclu­so con­tra toda nor­ma (11).

Jay Katz dice que el dere­cho a la auto­de­ter­mi­na­ción es el dere­cho de la per­so­na a tomar sus pro­pias deter­mi­na­cio­nes sin que otros se entre­me­tan (19). Sin embar­go cada País tie­ne su legis­la­ción y en gene­ral están en con­tra de la euta­na­sia, dejan­do sólo el sui­ci­dio como opción para algu­nos de estos vie­jos. En su His­to­ria Natu­ral, Pli­nio El Vie­jo,. ase­gu­ra­ba que de que la natu­ra­le­za con­ce­dió al hom­bre, una muer­te a tiem­po y lo ópti­mo (19) que es que cada uno se la pue­da dar a sí mis­mo. Tomás Moro en su Uto­pía trae un pasa­je que pone de pre­sen­te una situa­ción de lo mejor resuel­ta (según el autor) si acep­ta­mos que lo que ocu­rría en ese País de ensue­ño era lo ideal. “Ponen fin a sus vidas volun­ta­ria­men­te con ham­bre o en su sue­ño, sin nin­gu­na sen­sa­ción de ago­nía”.

Norue­ga ya legis­ló hace unos 2 años a favor de la Euta­na­sia mien­tras otros paí­ses aún deba­ten sobre este asun­to. El sui­ci­dio asis­ti­do o ayu­da­do por el médi­co, al igual que la euta­na­sia direc­ta están abso­lu­ta­men­te prohi­bi­dos por la moral médi­ca vigen­te. Sin embar­go, no es correc­to que el médi­co sea el dis­pen­sa­dor de la muer­te, tam­po­co lo es que sea él quien la difie­ra cuan­do la razón hace acon­se­ja­ble su pre­sen­cia. (19)

En el caso del pacien­te que care­ce de capa­ci­dad para tomar deci­sio­nes, se hace un mane­jo espe­cial, inte­li­gen­te y pacien­te. En la incom­pe­ten­cia men­tal, la demen­cia senil; en la a per­ma­nen­cia o la irre­ver­si­bi­li­dad de la enfer­me­dad Alzhei­mer ver­sus dro­gas, infec­ción, tras­torno meta­bó­li­co, la fami­lia debe cono­cer los cui­da­dos que requie­ren estos pacien­tes. Por ello, es de gran res­pon­sa­bi­li­dad de los encar­ga­dos el apli­car las prue­bas de com­pe­ten­cia men­tal, como son las de orien­ta­ción de tiem­po, lugar y per­so­na; las de memo­ria, cálcu­lo arit­mé­ti­co, com­pren­sión del len­gua­je oral y escri­to, etc. (23).

La situa­ción de salud de los ancia­nos tie­ne que ver con el prin­ci­pio de jus­ti­cia, es decir, con la dis­tri­bu­ción equi­ta­ti­va de los recur­sos dis­po­ni­bles. He aquí una situa­ción que pone a prue­ba el buen jui­cio, la sin­dé­re­sis del médi­co, en par­ti­cu­lar del médi­co admi­nis­tra­dor, pues pue­de suce­der que se pre­sen­te una coa­li­ción de prin­ci­pios al tener que pri­var de la aten­ción a un anciano para sumi­nis­trár­se­la a un pacien­te con mejo­res pers­pec­ti­vas de sobre­vi­ven­cia. Dar la orden de “no resu­ci­tar” “no dia­li­zar”, “no trans­plan­tar”, “no ope­rar”, supo­ne una refle­xión éti­ca de quien la dic­ta o del gru­po de per­so­nas encar­ga­das de tomar la deci­sión des­pués de ana­li­zar diver­sos aspec­tos fác­ti­cos y teó­ri­cos que rodean tan deli­ca­da cir­cuns­tan­cia. A no dudar, la edad como cri­te­rio es una for­ma odio­sa de dis­cri­mi­na­ción (23).

David Callahan opi­na que la Medi­ci­na, en rela­ción con la edad podría tener dos metas: una, evi­tar la muer­te pre­ma­tu­ra y, otra, ali­viar el sufri­mien­to, mejor que exten­der la vida des­pués de que el ciclo natu­ral se ha com­ple­ta­do.

CONCLUSIONES:

A pesar del dete­rio­ro físi­co muchos adul­tos mayo­res enfren­tan esta eta­pa con una acti­tud juve­nil, lle­van una vida acti­va, rica en expe­rien­cias, muy satis­fac­to­ria.

El enve­je­ci­mien­to bio­ló­gi­co es fomen­ta­do por la estruc­tu­ra social como fami­lias sobre pro­tec­to­ras que limi­tan la liber­tad de los adul­tos mayo­res y los tra­tan como “minusválidos”y no se dan cuen­ta que si tie­nen bue­na salud, ellos pue­den rea­li­zar las mis­mas cosas sólo que más len­ta­men­te, que se can­san más rápi­da­men­te.

La edad avan­za­da no es signo de decai­mien­to o inca­pa­ci­dad inte­lec­tual. Es evi­den­te que muchas per­so­nas siguen apor­tan­do en dife­ren­tes áreas del cono­ci­mien­to, de la polí­ti­ca, de las artes. Por ejem­plo Miguel Angel, Leo­nar­do da Vin­ci, John Glen, Geor­ge Ber­nard Shaw, León Tols­toi, Sir. Wins­ton Chur­chill, Freud, Eins­tein, Erik­son, Picas­so, y muchos otros, tuvie­ron una pro­lí­fi­ca acti­vi­dad crea­ti­va has­ta sus últi­mos años (24).

En resu­men, el pro­ble­ma prin­ci­pal radi­ca en la socie­dad; en la fal­ta de polí­ti­cas ofi­cia­les, no pater­na­lis­tas, que inte­gren a los mayo­res con el res­to de la pobla­ción y que les per­mi­tan desa­rro­llar todas sus capa­ci­da­des gene­ra­ti­vas. Que se les res­pe­te y vea como indi­vi­duos sabios, con expe­rien­cia, úti­les a la socie­dad como con­jun­to.

Tam­bién nos hace fal­ta refle­xio­nar en que los niños y ado­les­cen­tes de aho­ra serán los adul­tos mayo­res de maña­na. La pro­por­ción que ellos ocu­pa­rán en la pobla­ción mexi­ca­na será más de la ter­ce­ra par­te de la total. ¿Los esta­mos pre­pa­ran­do para lle­gar a ser­lo con satis­fac­ción y dig­ni­dad?
¿Ten­dre­mos una estruc­tu­ra ade­cua­da y ser­vi­cios sufi­cien­tes para ellos?¿Estarán edu­ca­dos para lle­gar a ser adul­tos mayo­res satis­fe­chos, úti­les y autó­no­mos?

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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